LA VIDA DE LAZARILLO DE TORMES, Y DE SUS FORTUNAS Y ADVER- SIDADES 1554 Page 2 [fol. 1v] PROLOGO Yo por bien tengo que cosas tan sena- ladas, y por ventura nunca oidas ni vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura 5 del olvido, pues podria ser que alguno que las lea, halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite. Y a este pro- posito dice Plinio: Que no hay libro, por ma- ___ __ ___ _____ ___ __ lo que sea, que no tenga alguna cosa buena. __ ___ ___ ___ __ _____ ______ ____ _____ 10 Mayormente que los gustos no son todos unos; mas, lo que uno no come, otro se pierde por ello, y asi vemos cosas tenidas en po- co de algunos, que de otros no lo son. Y esto, para que ninguna cosa se deberia romper, ni 15 echar a mal, si muy detestable no fuese; sino que a todos se comunicase, mayormente sien- do sin perjuicio y pudiendo sacar de ella al- gun fruto. Porque, si asi no fuese, muy po- cos escribirian para uno solo, pues no se ha- 20 ce sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, y, si hay de que, se las alaben. Y, a este proposito, dice Tulio: La hon- __ ___ [fol. 2r] ra cria las artes. .Quien piensa que el solda- __ ____ ___ _____ do que es primero del escala tiene mas abo- rrecido el vivir? No por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse al peligro; y a- 5 si en las artes y letras es lo mismo. Predi- ca muy bien el presentado, y es hombre que de- sea mucho el provecho de las animas; mas pregunten a su merced si le pesa, cuando le di- cen: ".oh, que maravillosamente lo ha hecho vues- 10 tra reverencia!" Justo muy ruinmente el se- nor don Fulano, y dio el sayete de armas al tru- han, porque le loaba de haber llevado muy bue- nas lanzas; .que hiciera, si fuera verdad? Y to- do va de esta manera; que, confesando yo no 15 ser mas santo que mis vecinos, de esta no- nada que en este grosero estilo escribo, no me pesara que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algun gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, 20 peligros y adversidades. Suplico a vues- tra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera mas rico, si su poder y de- --------------------- Page 3 2r,12: le loaba]lo loaba Am.; 2r,18: hallaren]hallaran Al. Page 4 seo se conformaran. Y pues V. M. escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, pa- 25 reciome no tomarle por el medio, sino del [fol. 2v] principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y tambien porque consideren los que heredaron nobles estados cuan poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, 5 y cuanto mas hicieron los que, siendoles con- traria, con fuerza y mana remando, salieron a buen puerto. CUENTA LAZARO SU VIDA Y CUYO HIJO FUE Pues sepa V. M., ante todas cosas, que 10 a mi llaman Lazaro de Tormes, hijo de Tome Gonzales y de Antona Perez, natura- les de Tejares, aldea de Salamanca. Mi na- cimiento fue dentro del rio Tormes, por la cual causa tome el sobrenombre, y fue de esta mane- 15 ra: mi padre, que Dios perdone, tenia cargo de proveer una molienda de una acena que esta ribera de aquel rio, en la cual fue moline- ro mas de quince anos. Y, estando mi madre una noche en la acena, prenada de mi, tomo- 20 le el parto y pariome alli; de manera que con verdad me puedo decir nacido en el rio. Pu- es, siendo yo nino de ocho anos, achacaron a mi padre ciertas sangrias mal hechas en los costales de los que alli a moler venian, 25 por lo cual fue preso, y confeso y no nego, [fol. 3r] y padecio persecucion por justicia. Espero en Dios que esta en la gloria, pues el Evan- gelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, 5 entre los cuales fue mi padre, que a la sazon estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que alla fue, y con su senor, como leal criado, fe- necio su vida. Mi viuda madre, como sin 10 marido y sin abrigo se viese, determino arri- marse a los buenos por ser uno de ellos, y vi- nose a vivir a la ciudad, y alquilo una casi- lla, y metiose a guisar de comer a ciertos estu- diantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos 15 de caballos del Comendador de la Mag- dalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas. Ella y un hombre moreno, de aquellos que las bestias curaban, vinie- --------------------- Page 5 2v,7: puerto] Al. ad. Fin del Prologo; 2v,20: parto]porto Al. ___ ___ _______ Page 6 ron en conocimiento. Este, algunas veces se ve- 20 nia a nuestra casa, y se iba a la manana. Otras ve- ces, de dia, llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrabase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesabame con el, y habiale miedo, viendo el color y mal gesto que 25 tenia; mas, de que vi que con su venida me- [fol. 3v] joraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traia pan, pedazos de carne, y, en el invierno, lenos a que nos calentabamos. De manera que, continuando la posada y conver- 5 sacion, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuerdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el nino veia a mi madre y a mi blancos, 10 y a el no, huia de el con miedo para mi ma- dre, y, senalando con el dedo, decia: ".madre, co- co!" Respondio el, riendo: ".hideputa!" Yo, aun- que bien muchacho, note aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mi: ".cuantos de- 15 be de haber en el mundo que huyen de otros por- que no se ven a si mismos!" Quiso nuestra fortuna que la conversacion del Zaide, que asi se llamaba, llego a oidos del mayordomo, y, hecha pes- quisa, hallose que la mitad por medio de la ce- 20 bada, que para las bestias le daban, hurtaba, y salvados, lena, almohazas, mandiles, y las mantas y sabanas de los caballos hacia per- didas, y, cuando otra cosa no tenia, las bestias desherraba, y, con todo esto, acudia a mi ma- 25 dre para criar a mi hermanico. No nos mara- [fol. 4r] villemos de un clerigo, ni fraile, porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto. Y 5 probosele cuanto digo, y aun mas, porque a mi con amenazas me preguntaban, y, como nino, res- pondia y descubria cuanto sabia con miedo; has- ta ciertas herraduras, que, por mandado de mi madre, a un herrero vendi. Al triste de mi pa- 10 drastro azotaron y pringaron, y a mi madre pusieron pena por justicia, sobre el acostumbra- do centenario, que, en casa del sobredicho Comen- dador no entrase, ni al lastimado Zaide en la suya acogiese. Por no echar la soga tras 15 el caldero, la triste se esforzo y cumplio la sen- tencia, y, por evitar peligro y quitarse de ma- las lenguas, se fue a servir a los que al presen- --------------------- Page 7 3v,8: trebejando]trebajando Bu. Page 8 te vivian en el meson de la Solana, y alli, pade- ciendo mil importunidades, se acabo de criar 20 mi hermanico, hasta que supo andar, y a mi hasta ser buen mozuelo, que iba a los huespe- des por vino y candelas, y por lo demas que me mandaban. En este tiempo, vino a posar al me- son un ciego, el cual pareciendole que yo seria 25 para adestrarle, me pidio a mi madre, y ella [fol. 4v] me encomendo a el, diciendole como era hi- jo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, habia muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldria peor hom- 5 bre que mi padre, y que le rogaba me tra- tase bien y mirase por mi, pues era huer- fano. El respondio que asi lo haria, y que me recibia, no por mozo, sino por hijo. Y a- si le comence a servir y adestrar a mi nuevo 10 y viejo amo. Como estuvimos en Sala- manca algunos dias, pareciendole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determino irse de alli, y, cuando nos hubi- mos de partir, yo fui a ver a mi madre, y, am- 15 bos llorando, me dio su bendicion, y dijo: ".hi- jo, ya se que no te vere mas; procura de ser bueno, y Dios te guie; criado te he y con buen amo te he puesto; valete por ti!" Y asi me fui para mi amo, que esperandome estaba. Sali- 20 mos de Salamanca, y, llegando a la puente, esta a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mando- me que llegase cerca del animal, y, alli puesto, me dijo: "Lazaro, llega el oido a este toro, y 25 oiras gran ruido dentro de el." Yo, simplemen- [fol. 5r] te, llegue, creyendo ser asi, y, como sintio que tenia la cabeza par de la piedra, afirmo re- cio la mano, y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que mas de tres dias me 5 duro el dolor de la cornada, y dijome: "ne- cio, aprende: que el mozo del ciego un punto ha de saber mas que el diablo." Y rio mucho la burla. Pareciome que en aquel instante desperte de la simpleza en que, como nino, 10 dormido estaba. Dije entre mi: "verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pu- es solo soy, y pensar como me sepa valer." Co- menzamos nuestro camino, y en muy po- cos dias me mostro jerigonza. Y, como me 15 viese de buen ingenio, holgabase mucho, y decia: "yo oro ni plata no te lo puedo dar, --------------------- Page 9 5r,5: duro el dolor]turo el dolor Am. Page 10 mas avisos para vivir, muchos te mostra- re." Y fue asi, que, despues de Dios, este me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbro y adestro 20 en la carrera de vivir. Huelgo de contar a V. M. estas ninerias, para mostrar cuanta virtud sea saber los hombres subir siendo ba- jos, y, dejarse bajar siendo altos, cuanto vi- cio. Pues, tornando al bueno de mi ciego y 25 contando sus cosas, V. M. sepa que, desde que [fol. 5v] Dios crio el mundo, ninguno formo mas as- tuto ni sagaz. En su oficio era un aguila: cien- to y tantas oraciones sabia de coro; un tono bajo, reposado y muy sonable que hacia re- 5 sonar la iglesia donde rezaba; un rostro hu- milde y devoto que con muy buen continente po- nia cuando rezaba, sin hacer gestos ni visa- jes con boca ni ojos, como otros suelen ha- cer. Allende de esto, tenia otras mil formas y 10 maneras para sacar el dinero. Decia saber o- raciones para muchos y diversos efectos: para mujeres que no parian, para las que estaban de parto, para las que eran malca- sadas, que sus maridos las quisiesen bien. 15 Echaba pronosticos a las prenadas, si tra- ian hijo o hija. Pues, en caso de medicina, decia que Galeno no supo la mitad que el para muelas, desmayos, males de madre. Fi- nalmente, nadie le decia padecer alguna pa- 20 sion, que luego no le decia: "haced esto, hare- is estotro, coged tal yerba, tomad tal raiz." Con esto andabase todo el mundo tras el, especialmente mujeres, que, cuanto les de- cia, creian. De estas sacaba el grandes prove- 25 chos con las artes que digo, y ganaba mas [fol. 6r] en un mes que cien ciegos en un ano. Mas tambien quiero que sepa vuestra mer- ced que, con todo lo que adquiria y tenia, jamas tan avariento ni mezquino hombre 5 no vi; tanto, que me mataba a mi de ham- bre, y asi no me demediaba de lo necesario. Digo verdad: si con mi sutileza y buenas manas no me supiera remediar, muchas veces me finara de hambre; mas, con todo 10 su saber y aviso, le contaminaba de tal suer- te que siempre, o las mas veces, me cabia lo mas y mejor. Para esto le hacia burlas en- diabladas, de las cuales contare algunas, aunque no todas a mi salvo. El traia el pan --------------------- 5v,17: decia que Galeno]decia Galeno Am.; 6r,6: demediaba]remediaba Am. Page 11 15 y todas las otras cosas en un fardel de li- enzo, que, por la boca se cerraba con una argolla de hierro y su candado y su lla- ve, y, al meter de todas las cosas y sacar- las, era con tan gran vigilancia y tanto 20 por contadero, que no bastara hombre en todo el mundo hacerle menos una migaja. Mas yo tomaba aquella laceria, que el me daba, la cual en menos de dos bocados era despachada. Despues que cerraba el 25 candado y se descuidaba, pensando que yo [fol. 6v] estaba entendiendo en otras cosas, por un poco de costura, que muchas veces del un lado del fardel descosia y tornaba a coser, sangra- ba el avariento fardel, sacando, no por tasa 5 pan, mas buenos pedazos, torreznos y lon- ganiza. Y asi buscaba conveniente tiempo para rehacer, no la chaza, sino la endiablada falta que el mal ciego me faltaba. Todo lo que podia sisar y hurtar traia en medias blancas, 10 y, cuando le mandaban rezar y le daban blan- cas, como el carecia de vista, no habia el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenia lanzada en la boca, y la media aparejada, que, por presto que el echaba la mano, ya iba de mi 15 cambio aniquilada en la mitad del justo precio. Quejabaseme el mal ciego, porque al tien- to luego conocia y sentia que no era blanca en- tera, y decia: ".que diablo es esto, que, despues que con- migo estas, no me dan sino medias blancas, 20 y de antes una blanca y un maravedi har- tas veces me pagaban? En ti debe estar esta desdicha." Tambien el abreviaba el rezar, y la mitad de la oracion no acababa, porque me tenia mandado que, en yendose el que la man- 25 daba rezar, le tirase por cabo del capuz. Yo [fol. 7r] asi lo hacia. Luego el tornaba a dar voces, diciendo: ".mandan rezar tal y tal oracion?," co- mo suelen decir. Usaba poner cabe si un ja- rrillo de vino cuando comiamos, y yo muy 5 de presto le asia y daba un par de besos calla- dos, y tornabale a su lugar. Mas turome po- co, que en los tragos conocia la falta, y, por re- servar su vino a salvo, nunca despues desam- paraba el jarro, antes lo tenia por el asa asi- 10 do. Mas no habia piedra iman que asi tra- --------------------- 6r,17-18: y su llave]y llave Al., Am.; 6r,18: de todas las cosas]de las cosas Al., Am.; 6r,19: tan gran]tanta Al., Am.; 6r,20: no bastara hombre en todo el mundo]no bastara todo el mundo Al., Am.; 6v,12: con ella]con ello Al. Page 12 jese a si como yo con una paja larga de cen- teno que, para aquel menester, tenia hecha, la cual, metiendola en la boca del jarro, chu- pando el vino, lo dejaba a buenas noches. 15 Mas, como fuese el traidor tan astuto, pien- so que me sintio, y, dende en adelante, mudo proposito, y asentaba su jarro entre las pi- ernas, y atapabale con la mano, y asi bebia seguro. Yo, como estaba hecho al vino, mo- 20 ria por el, y, viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valia, acorde en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y delicadamente, con una muy delgada tortilla de cera, taparlo, y, al tiempo de 25 comer, fingiendo haber frio, entrabame en- [fol. 7v] tre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teniamos, y, al ca- lor de ella, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme 5 en la boca, la cual yo de tal manera ponia que maldita la gota se perdia. Cuando el pobre- to iba a beber, no hallaba nada; espantabase, maldeciase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo que podia ser. "No direis, tio, que os 10 lo bebo yo," decia, "pues no le quitais de la mano." Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que hallo la fuente y cayo en la burla; mas asi lo disimulo como si no lo hubiera sentido, y lue- go, otro dia, teniendo yo rezumando mi ja- 15 rro como solia, no pensando el dano que me esta- ba aparejado, ni que el mal ciego me sentia, sen- teme como solia, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar 20 el sabroso licor; sintio el desesperado ciego que ahora tenia tiempo de tomar de mi venganza, y, con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dul- ce y amargo jarro, le dejo caer sobre mi boca, ayudandose, como digo, con todo su poder, de 25 manera que el pobre Lazaro, que de nada de esto se [fol. 8r] guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me parecio que el cielo, con todo lo que en el hay, me habia caido encima. Fue tal el golpecillo, que 5 me desatino y saco de sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos de el se me metieron por la cara, rompiendomela por muchas partes, y me quebro los dientes, sin los cua- les hasta hoy dia me quede. Desde aquella ho- --------------------- Page 13 7r,22: hacerle]hacer Al. Page 14 10 ra quise mal al mal ciego, y, aunque me queria y regalaba y me curaba, bien vi que se habia hol- gado del cruel castigo. Lavome con vino las roturas que, con los pedazos del jarro, me ha- bia hecho, y, sonriendose, decia: ".que te pa- 15 rece, Lazaro? Lo que te enfermo, te sana y da salud"; y otros donaires que a mi gusto no lo eran. Ya que estuve medio bueno de mi ne- gra trepa y cardenales, considerando que, a pocos golpes tales, el cruel ciego ahorra- 20 ria de mi, quise yo ahorrar de el; mas no lo hice tan presto, por hacerlo mas a mi salvo y pro- vecho. Y, aunque yo quisiera asentar mi corazon y perdonarle el jarrazo, no daba lugar el mal tra- tamiento que el mal ciego dende alli adelante me ha- 25 cia, que, sin causa ni razon, me heria, dandome [fol. 8v] coscorrones y repelandome. Y, si alguno le decia por que me trataba tan mal, luego con- taba el cuento del jarro, diciendo: ".pensare- is que este mi mozo es algun inocente? Pues 5 oid si el demonio ensayara otra tal hazana." Santiguandose, los que lo oian, decian: ".mira, quien pensara de un muchacho tan peque- no tal ruindad!" Y reian mucho el artificio, y decianle: ".castigadlo, castigadlo, que de Dios 10 lo habreis!" Y el, con aquello, nunca otra cosa ha- cia. Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos, y adrede, por le hacer mal y dano: si habia piedras, por ellas; si lodo, por lo mas alto; que, aunque yo no iba por lo mas 15 enjuto, holgabame a mi de quebrar un ojo, por quebrar dos al que ninguno tenia. Con esto, siempre con el cabo alto del tiento me a- tentaba el colodrillo, el cual siempre traia lle- no de tolondrones y pelado de sus manos. 20 Y, aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por no hallar mejor camino, no me apro- vechaba ni me creia mas: tal era el sentido y el grandisimo entendimiento del traidor. Y porque vea vuestra merced a cuanto se extendia el 25 ingenio de este astuto ciego, contare un caso [fol. 9r] de muchos que con el me acaecieron, en el cual me parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decia ser 5 la gente mas rica, aunque no muy limosnera. Arrimabase a este refran: Mas da el duro que ___ __ __ ____ ___ el desnudo. Y venimos a este camino por los __ _______ --------------------- 8r,24: dende alli]desde alli Al., Am.; 9r,7: que el desnudo]que el de lindo Al. Page 15 mejores lugares. Donde hallaba buena acogi- da y ganancia, deteniamonos; donde no, a ter- 10 cero dia haciamos San Juan. Acaecio que, lle- gando a un lugar que llaman Almorox, al tiempo que cogian las uvas, un vendimiador le dio un racimo de ellas en limosna. Y, como suelen ir los cestos mal tratados, y tambien porque la uva 15 en aquel tiempo esta muy madura, desgranabase- le el racimo en la mano. Para echarlo en el fardel, tornabase mosto, y lo que a el se llega- ba. Acordo de hacer un banquete, asi por no lo poder llevar, como por contentarme, que aquel 20 dia me habia dado muchos rodillazos y gol- pes. Sentamonos en un valladar, y dijo: "ahora quiero yo usar contigo de una libera- lidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas, y que hayas de el tanta parte como yo. 25 Partirlo hemos de esta manera: tu picaras [fol. 9v] una vez, y yo otra. Con tal que me prometas no tomar cada vez mas de una uva, yo hare lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suer- te no habra engano." Hecho asi el concierto, 5 comenzamos; mas luego, al segundo lance, el traidor mudo proposito, y comenzo a to- mar de dos en dos, considerando que yo de- beria hacer lo mismo. Como vi que el quebra- ba la postura, no me contente ir a la par con el, 10 mas aun pasaba adelante: dos a dos, y tres a tres, y como podia las comia. Acabado el ra- cimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano, y, meneando la cabeza, dijo: "Lazaro, enganado me has, .jurare yo a Dios que has 15 tu comido las uvas tres a tres!" "No comi," di- je yo; "mas, .por que sospechais eso?" Respon- dio el sagacisimo ciego: ".sabes en que veo que las comiste tres a tres? En que comia yo dos a dos y callabas." Reime entre mi, y, aunque 20 muchacho, note mucho la discreta conside- racion del ciego. Mas, por no ser prolijo, de- jo de contar muchas cosas, asi graciosas como de notar, que con este mi primer amo me acaecieron, y quiero decir el despidiente, 25 y con el acabar. Estabamos en Escalona, vi- [fol. 10r] lla del Duque de ella, en un meson y diome un pe- dazo de longaniza que le asase. Ya que la longa- niza habia pringado, y comidose las pringa- --------------------- 9r,15: madura]dura Bu.; 9r,18-19: no lo poder]lo poder Al.; 9v,16: eso]esto Al.; 9v,19: callabas] Al. ad. 40 lineas mas (vid. ADDENDA II); 9v,20-21: consideracion del]consideracion y palabras del Al.; 10r,1: un meson]meson Am. Page 16 das, saco un maravedi de la bolsa y mando 5 que fuese por el de vino a la taberna. Pusome el demonio el aparejo delante los ojos, el cual, como suelen decir, hace al ladron, y fue que habia cabe el fuego un nabo pequeno, lar- guillo y ruinoso, y tal que, por no ser para 10 la olla, debio ser echado alli. Y como al pre- sente nadie estuviese sino el y yo solos, co- mo me vi con apetito goloso, habiendome pues- to dentro el sabroso olor de la longaniza, del cual solamente sabia que habia de gozar, no miran- 15 do que me podria suceder, pospuesto todo el temor por cumplir con el deseo, en tanto que el cie- go sacaba de la bolsa el dinero, saque la lon- ganiza, y muy presto meti el sobredicho nabo en el asador, el cual mi amo, dandome el dinero 20 para el vino, tomo y comenzo a dar vueltas al fuego, queriendo asar al que de ser cocido, por sus demeritos, habia escapado. Yo fui por el vino, con el cual no tarde en despachar la longaniza, y, cuando vine, halle al pecador del ciego que tenia 25 entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual [fol. 10v] aun no habia conocido, por no lo haber tenta- do con la mano. Como tomase las rebana- das y mordiese en ellas, pensando tambien lle- var parte de la longaniza, hallose en frio con 5 el frio nabo. Alterose, y dijo: ".que es esto, La- zarillo?" ".Lacerado de mi," dije yo, "si quereis a mi echar algo! .Yo, no vengo de traer el vino? Alguno estaba ahi, y, por burlar, haria esto." "No, no," dijo el, "que yo no he dejado el asador de la 10 mano; no es posible." Yo torne a jurar y per- jurar que estaba libre de aquel trueco y cam- bio: mas, poco me aprovecho, pues a las astucias del maldito ciego nada se le escon- dia. Levantose y asiome por la cabeza, y llego- 15 se a olerme. Y, como debio sentir el huelgo, a uso de buen podenco, por mejor satisfacerse de la verdad, y con la gran agonia que llevaba, asiendome con las manos, abriame la boca mas de su derecho, y desatentadamente metia 20 la nariz, la cual el tenia luenga y afilada, y a aquella sazon, con el enojo, se habia aumentado un palmo; con el pico de la cual me llego a la gulilla. Y con esto, y con el gran miedo que tenia, y con la brevedad del tiempo, la negra longani- 25 za aun no habia hecho asiento en el estoma- --------------------- 10r,5: a la taberna] Al. om.; 10r,25: apretado]apertado Bu. error; 10v,8: esto]eso Al.; 10v,18: abriame]abriome Am.; 10v,20-21: y a aquella]y aquella Al., Am.; 10v,23: y con esto]con esto Al., Am. Page 17 [fol. 11r] go, y, lo mas principal, con el destiento de la cum- plidisima nariz, medio casi ahogandome, todas estas cosas se juntaron, y fueron causa que el hecho y golosina se manifestase y lo su- 5 yo fuese vuelto a su dueno. De manera que, antes que el mal ciego sacase de mi boca su trompa, tal alteracion sintio mi estomago, que le dio con el hurto en ella; de suerte que su nariz, y la negra mal mascada longaniza, a un tiempo 10 salieron de mi boca. .Oh gran Dios, quien estu- viera aquella hora sepultado, que muerto ya lo estaba! Fue tal el coraje del perverso cie- go, que, si al ruido no acudieran, pienso no me de- jara con la vida. Sacaronme de entre sus ma- 15 nos, dejandoselas llenas de aquellos pocos cabellos que tenia, aranada la cara y rascuna- do el pescuezo y la garganta. Y esto bien lo me- recia, pues por su maldad me venian tantas persecuciones. Contaba el mal ciego a todos 20 cuantos alli se allegaban mis desastres, y da- bales cuenta una y otra vez, asi de la del ja- rro como de la del racimo, y ahora de lo pre- sente. Era la risa de todos tan grande, que toda la gente, que por la calle pasaba, entraba a 25 ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire [fol. 11v] recontaba el ciego mis hazanas, que, aunque yo estaba tan mal tratado y llorando, me pare- cia que hacia sinjusticia en no se las reir. Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino 5 una cobardia y flojedad que hice, porque me maldecia, y fue no dejarle sin narices, pues tan buen tiempo tuve para ello, que la mi- tad del camino estaba andado, que, con solo apretar los dientes, se me quedaran en casa, y, 10 con ser de aquel malvado, por ventura lo retu- viera mejor mi estomago que retuvo la longa- niza, y, no pareciendo ellas, pudiera negar la demanda. .Pluguiera a Dios que lo hubie- ra hecho, que eso fuera asi que asi! Hicieron- 15 nos amigos la mesonera y los que alli estaban, y, con el vino que para beber le habia traido, la- varonme la cara y la garganta, sobre lo cual discantaba el mal ciego donaires, diciendo: "por verdad, mas vino me gasta este mozo en 20 lavatorios al cabo del ano, que yo bebo en dos. A lo menos, Lazaro, eres en mas cargo al vi- no que a tu padre, porque el una vez te engendro, mas el vino mil te ha dado la vida." Y luego contaba cuantas veces me habia descalabra- --------------------- Page 18 11v,1: recontaba]contaba Al., Am.; 11v,7-8: mitad]meytad Bu. Page 19 25 do y harpado la cara, y con vino luego sana- [fol. 12r] ba. "Yo te digo," dijo, "que, si un hombre en el mun- do ha de ser bienaventurado con vino, que seras tu." Y reian mucho los que me lavaban con esto, aunque yo renegaba. Mas el pronostico 5 del ciego no salio mentiroso, y, despues aca, muchas veces me acuerdo de aquel hombre, que sin duda debia tener espiritu de profecia, y me pesa de los sinsabores que le hice, aunque bien se lo pague, considerando lo que aquel dia 10 me dijo salirme tan verdadero, como adelan- te V. M. oira. Visto esto, y las malas bur- las que el ciego burlaba de mi, determine de todo en todo dejarle, y, como lo traia pensa- do, y lo tenia en voluntad, con este postrer 15 juego que me hizo, afirmelo mas. Y fue asi, que luego otro dia salimos por la villa a pedir limosna, y habia llovido mucho la noche an- tes. Y porque el dia tambien llovia, y andaba re- zando debajo de unos portales que en aquel pue- 20 blo habia, donde no nos mojamos; mas, como la noche se venia y el llover no cesaba, di- jome el ciego: "Lazaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche mas cierra, mas recia; acojamonos a la posada con tiempo." Pa- 25 ra ir alla, habiamos de pasar un arroyo que, con [fol. 12v] la mucha agua, iba grande. Yo le dije: "tio, el arroyo va muy ancho; mas, si quereis, yo veo por donde travesemos mas aina sin nos mojar, porque se estrecha alli mucho, 5 y, saltando, pasaremos a pie enjuto." Pare- ciole buen consejo y dijo: "discreto eres, por esto te quiero bien; llevame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta, que ahora es invierno y sabe mal el agua, y mas llevar 10 los pies mojados." Yo, que vi el aparejo a mi deseo, saquele de bajo de los portales y lle- velo derecho de un pilar o poste de piedra, que en la plaza estaba, sobre el cual, y sobre otros, cargaban saledizos de aquellas casas, 15 y digole: "tio, este es el paso mas angosto que en el arroyo hay." Como llovia recio, y el triste se mojaba, y con la prisa que llevaba- mos de salir del agua, que encima de nos caia, y, lo mas principal, porque Dios le cego 20 aquella hora el entendimiento (fue por dar- --------------------- 12r,1: si un hombre]si hombre Al., Am.; 12r,7: profecia]gran profecia Al.; 12r,13: dejarle]de dejarle Al.; 12r,14: en voluntad]tanto en voluntad Al.; 12r,24: acojamonos]vamonos Al.; 12v,15: digole]dijele Al., Am. Page 20 me de el venganza), creyose de mi, y dijo: "ponme bien derecho, y salta tu el arroyo." Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y pongome detras del poste, 25 como quien espera tope de toro, y dijele: [fol. 13r] ".sus, salta todo lo que podais, porque deis de este cabo del agua!" Aun apenas lo habia aca- bado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabron, y de toda su fuerza arre- 5 mete, tomando un paso atras de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sono tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayo luego para a- tras medio muerto y hendida la cabeza. ".Co- 10 mo? .Y olistes la longaniza y no el poste? .Ole! .Ole!," le dije yo; y dejele en poder de mucha gente, que lo habia ido a socorrer, y tome la puerta de la villa en los pies de un trote, y, antes que la noche viniese, di conmigo en To- 15 rrijos. No supe mas lo que Dios de el hizo, ni cure de lo saber. COMO LAZARO SE ASEN- TO CON UN CLERIGO, Y DE LAS COSAS QUE CON EL PASO 20 Otro dia, no pareciendome estar alli seguro, fuime a un lugar que llaman Maqueda, adonde me to- paron mis pecados con un cleri- [fol. 13v] go, que, llegando a pedir limosna, me pre- gunto si sabia ayudar a misa. Yo dije que si, como era verdad, que, aunque mal trata- do, mil cosas buenas me mostro el peca- 5 dor del ciego, y una de ellas fue esta. Finalmen- te, el clerigo me recibio por suyo. Escape del trueno y di en el relampago, porque era el ciego, para con este, un Alejandro Magno, con ser la misma avaricia, como he conta- 10 do. No digo mas, sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en este; no se si de su cosecha era, o lo habia anexado con el ha- bito de clerecia. El tenia un arcaz viejo y cerrado con su llave, la cual traia atada con 15 un agujeta del paletoque, y, en viniendo el --------------------- 13r,3: abalanza]abalanzaba Al.; 13r,10-11: ole, ole]ole Am.; 13r,11: y dejele]y dejole Al., Am.; 13r,12: y tome]y tomo Al., Am.; 13v,6: escape]y escape Al.; 13v,15: un agujeta del]una agujeta del Al. Page 21 bodigo de la iglesia, por su mano era lue- go alli lanzado y tornada a cerrar el arca. Y en toda la casa no habia ninguna cosa de comer, como suele estar en otras: algun toci- 20 no colgado al humero, algun queso puesto en alguna tabla, o en el armario, algun ca- nastillo con algunos pedazos de pan que de la mesa sobran; que me parece a mi que, aunque de ello no me aprovechara, con 25 la vista de ello me consolara. Solamente ha- [fol. 14r] bia una horca de cebollas, y tras la llave en una camara en lo alto de la casa. De estas tenia yo de racion una para cada cuatro dias, y, cuando le pedia la llave para ir por ella, si 5 alguno estaba presente, echaba mano al fal- sopeto y con gran continencia la desataba y me la daba, diciendo: "toma y vuelvela luego, y no hagais sino golosinar," como si debajo de ella estuvieran todas las conser- 10 vas de Valencia, con no haber en la dicha ca- mara, como dije, maldita la otra cosa que las cebollas colgadas de un clavo, las cua- les el tenia tan bien por cuenta, que, si por malos de mis pecados me desmandara a 15 mas de mi tasa, me costara caro. Final- mente, yo me finaba de hambre. Pues, ya que conmigo tenia poca caridad, consigo u- saba mas. Cinco blancas de carne era su or- dinario para comer y cenar; verdad es que 20 partia conmigo del caldo, que de la carne, .tan blanco el ojo!, sino un poco de pan, y, .pluguie- ra a Dios que me demediara! Los saba- dos comense en esta tierra cabezas de car- nero, y enviabame por una, que costaba tres 25 maravedis. Aquella le cocia, y comia los ojos [fol. 14v] y la lengua, y el cogote y sesos y la carne, que en las quijadas tenia, y dabame todos los huesos roidos, y dabamelos en el plato, di- ciendo: "toma, come, triunfa, que para ti 5 es el mundo; mejor vida tienes que el Papa." ".Tal te la de Dios!," decia yo paso entre mi. A cabo de tres semanas que estuve con el, vine a tanta flaqueza, que no me podia te- ner en las piernas, de pura hambre. Vime 10 claramente ir a la sepultura, si Dios y mi sa- ber no me remediaran. Para usar de mis ma- nas no tenia aparejo, por no tener en que dar- le salto, y, aunque algo hubiera, no podia ce- garle, como hacia al que Dios perdone, si de a- --------------------- Page 22 14v,6: Dios]Dies Bu. Page 23 15 quella calabazada fenecio, que todavia, aunque astuto, con faltarle aquel preciado sentido, no me sentia; mas, estotro, ninguno hay que tan agu- da vista tuviese, como el tenia. Cuando al ofertorio estabamos, ninguna blanca en la 20 concha caia, que no era de el registrada: el un ojo tenia en la gente y el otro en mis manos. Bailabanle los ojos en el casco, como si fue- ran de azogue; cuantas blancas ofrecian te- nia por cuenta, y, acabado el ofrecer, luego 25 me quitaba la corneta y la ponia sobre el al- [fol. 15r] tar. No era yo senor de asirle una blanca to- do el tiempo que con el vivi, o, por mejor de- cir, mori. De la taberna nunca le traje una blanca de vino; mas, aquel poco que de la o- 5 frenda habia metido en su arcaz, compasaba de tal forma, que le turaba toda la semana, y, por ocultar su gran mezquindad, deciame: "mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo 10 no me desmando como otros." Mas el lace- rado mentia falsamente, porque en cofradi- as y mortuorios, que rezamos, a costa aje- na comia como lobo y bebia mas que un sa- ludador. Y, porque dije de mortuorios, Dios 15 me perdone, que jamas fui enemigo de la naturaleza humana, sino entonces. Y esto e- ra porque comiamos bien y me hartaban. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada dia matase el suyo; y, cuando dabamos sacra- 20 mento a los enfermos, especialmente la ex- trema uncion, como manda el clerigo re- zar a los que estan alli, yo cierto no era el pos- trero de la oracion, y con todo mi corazon y buena voluntad rogaba al Senor, no que 25 le echase a la parte que mas servido fuese [fol. 15v] (como se suele decir), mas que le llevase de aqueste mundo. Y, cuando alguno de estos escapaba (Dios me lo perdone), que mil ve- ces le daba al diablo, y, el que se moria, o- 5 tras tantas bendiciones llevaba de mi di- chas; porque, en todo el tiempo que alli es- tuve, que seria casi seis meses, solas ve- inte personas fallecieron; y estas bien creo que las mate yo, o, por mejor decir, murie- 10 ron a mi recuesta; porque, viendo el Senor mi rabiosa y continua muerte, pienso que holgaba de matarlos por darme a mi vida. --------------------- 15r,12: rezamos]rozabamos Al.; 15v,2: de aqueste mundo]deste mundo Al., Am.; 15v,7: que seria]que serian Al., Am. Page 24 Mas, de lo que al presente padecia, remedio no hallaba, que, si el dia que enterrabamos, 15 yo vivia, los dias que no habia muerto, por quedar bien vezado de la hartura, tor- nando a mi cuotidiana hambre, mas lo sentia; de manera que en nada hallaba des- canso, salvo en la muerte, que yo tambien pa- 20 ra mi, como para los otros, deseaba algunas veces: mas no la veia, aunque estaba siempre en mi. Pense muchas veces irme de aquel mezquino amo, mas por dos cosas lo deja- ba: la primera, por no me atrever a mis pi- 25 ernas, por temer de la flaqueza que de pura [fol. 16r] hambre me venia; y la otra, consideraba y decia: "yo he tenido dos amos; el pri- mero traiame muerto de hambre, y, dejan- dole, tope con estotro, que me tiene ya con 5 ella en la sepultura; pues, si de este desisto y doy en otro mas bajo, .que sera, sino fene- cer?" Con esto no me osaba menear, porque tenia por fe, que todos los grados habia de hallar mas ruines. Y, a abajar otro pun- 10 to, no sonara Lazaro, ni se oyera en el mun- do. Pues, estando en tal afliccion, cual plega al Senor librar de ella a todo fiel cristiano, y, sin saber darme consejo, viendome ir de mal en peor, un dia que el cuitado, ruin y lacerado 15 de mi amo habia ido fuera del lugar, llegose acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue angel enviado a mi por la ma- no de Dios en aquel habito. Preguntome si te- nia algo que adobar. "En mi teniais bien que ha- 20 cer, y no hariais poco, si me remediaseis," dije paso, que no me oyo. Mas, como no era tiempo de gastarlo en decir gracias, alumbrado por el Espiritu Santo, le dije: "tio, una llave de este arte he perdido, y temo mi senor me azote; 25 por vuestra vida veais si, en esas que traeis, [fol. 16v] hay alguna que le haga que yo os lo paga- re." Comenzo a probar el angelico calderero una y otra de un gran sartal que de ellas tra- ia, y yo ayudarle con mis flacas oraciones. 5 Cuando no me cato, veo en figura de panes, como dicen, la cara de Dios dentro del arcaz, y, abierto, dijele: "yo no tengo dineros que os dar por la llave, mas tomad de ahi el pago." El tomo un bodigo de aquellos, el que me- 10 jor le parecio, y, dandome mi llave, se fue muy --------------------- 16r,21: paso]pasa Bu. error; 16r,23 llave]lla Bu. error; 16r,24: arte]arcaz Al.; 16v,6: cara de]cura de Bu. error. Page 25 contento, dejandome mas a mi. Mas no toque en nada por el presente, porque no fue- se la falta sentida, y aun porque me vi de tan- to bien senor, pareciome que la hambre no 15 se me osaba allegar. Vino el misero de mi amo, y quiso Dios no miro en la oblada que el angel habia llevado. Y otro dia, en saliendo de casa, abro mi paraiso panal, y tomo entre las manos y dientes un bodigo, y, en dos cre- 20 dos, le hice invisible, no se me olvidando el arca abierta. Y comienzo a barrer la casa con mucha alegria, pareciendome con aquel remedio remediar dende en adelante la tris- te vida. Y asi estuve con ello, aquel dia y o- 25 tro, gozoso; mas, no estaba en mi dicha que [fol. 17r] me durase mucho aquel descanso, porque luego, al tercero dia, me vino la terciana de- recha, y fue que veo a deshora al que me mataba de hambre sobre nuestro arcaz, 5 volviendo y revolviendo, contando y tor- nando a contar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta oracion y devociones y ple- garias decia: ".San Juan y ciegale!" Des- pues que estuvo un gran rato echando la 10 cuenta, por dias y dedos contando, dijo: "si no tuviera a tan buen recaudo esta arca, yo dijera que me habian tomado de ella panes; pero, de hoy mas, solo por cerrar la puerta a la sospecha, quiero tener buena cuenta con 15 ellos. Nueve quedan y un pedazo." ".Nuevas malas te de Dios!," dije yo entre mi. Parecio- me, con lo que dijo, pasarme el corazon con sae- ta de montero, y comenzome el estomago a escarbar de hambre, viendose puesto en la 20 dieta pasada. Fue fuera de casa. Yo, por consolarme, abro el arca, y, como vi el pan, comencelo de adorar, no osando recibir- lo. Contelos, si a dicha el lacerado se erra- ra, y halle su cuenta mas verdadera que yo 25 quisiera. Lo mas que yo pude hacer, fue dar en [fol. 17v] ellos mil besos, y, lo mas delicado que yo pude, del partido parti un poco al pelo que el estaba, y con aquel pase aquel dia, no tan alegre como el pasado. Mas, como la ham- 5 bre creciese, mayormente que tenia el es- tomago hecho a mas pan aquellos dos o tres dias ya dichos, moria mala muer- te, tanto que otra cosa no hacia, en viendo- --------------------- 17r,5-6: y tornando a contar] Al. om.; 17v,2: al pelo que]al pelo y aire que Al. Page 26 me solo, sino abrir y cerrar el arca y con- 10 templar en aquella cara de Dios, que a- si dicen los ninos. Mas, el mismo Dios, que socorre a los afligidos, viendome en tal estrecho, trajo a mi memoria un pequeno remedio; que, considerando entre mi, dije: 15 "este arqueton es viejo y grande, y roto por algunas partes aunque pequenos agu- jeros. Puedese pensar que ratones, entran- do en el, hacen dano a este pan: sacarlo en- tero no es cosa conveniente, porque vera la 20 falta el que en tanta me hace vivir. Esto bien se sufre." Y comienzo a desmigajar el pan sobre unos no muy costosos manteles que alli estaban, y tomo uno y dejo otro, de manera que en cada cual, de tres o cua- 25 tro, desmigaje su poco. Despues, como quien [fol. 18r] toma grajea, lo comi y algo me console. Mas el, como viniese a comer y abriese el arca, vio el mal pesar, y, sin duda, creyo ser ratones los que el dano habian hecho, 5 porque estaba muy al propio contrahecho de como ellos lo suelen hacer. Miro todo el arcaz de un cabo a otro, y viole ciertos agu- jeros, por do sospechaba habian entrado. Llamome, diciendo: ".Lazaro, mira, mira que 10 persecucion ha venido aquesta noche por nuestro pan!" Yo hiceme muy maravilla- do, preguntandole que seria. ".Que ha de ser?" dijo el; "ratones, que no dejan cosa a vida." Pusimonos a comer, y quiso Dios que aun 15 en esto me fue bien: que me cupo mas pan que la laceria que me solia dar; porque rayo con un cuchillo todo lo que penso ser rato- nado, diciendo: "comete eso, que el raton co- sa limpia es." Y asi, aquel dia, anadiendo la racion 20 del trabajo de mis manos, o de mis unas por mejor decir, acabamos de comer, aunque yo nunca empezaba. Y luego me vino o- tro sobresalto, que fue verle andar solici- to quitando clavos de paredes y bus- 25 cando tablillas, con las cuales clavo y cerro [fol. 18v] todos los agujeros de la vieja arca. ".Oh Se- nor mio," dije yo entonces, "a cuanta miseria y fortuna y desastres estamos puestos los nacidos, y cuan poco turan los placeres 5 de esta nuestra trabajosa vida! Heme a- qui, que pensaba con este pobre y triste re- medio remediar y pasar mi laceria, y esta- --------------------- Page 27 18r,7: cabo a otro]cabo otro Bu. error. Page 28 ba ya cuanto que alegre y de buenaven- tura. Mas no quiso mi desdicha, despertan- 10 do a este lacerado de mi amo, y ponien- dole mas diligencia de la que el de suyo se tenia (pues los miseros, por la mayor parte, nunca de aquella carecen), ahora, cerrando los agujeros del arca, cierrase la puerta a 15 mi consuelo y la abriese a mis trabajos." A- si lamentaba yo, en tanto que mi solicito car- pintero, con muchos clavos y tablillas, dio fin a sus obras, diciendo: "ahora, donos traidores ratones, convieneos mudar pro- 20 posito, que en esta casa mala medra teneis." De que salio de su casa, voy a ver la obra, y ha- lle que no dejo en la triste y vieja arca aguje- ro, ni aun por donde le pudiese entrar un mosquito. Abro con mi desaprovechada lla- 25 ve, sin esperanza de sacar provecho, y vi los [fol. 19r] dos o tres panes comenzados, los que mi amo creyo ser ratonados, y de ellos todavia saque alguna laceria, tocandolos muy li- geramente, a uso de esgrimidor diestro. 5 Como la necesidad sea tan gran maestra, viendome con tanta siempre, noche y dia estaba pensando la manera que tendria en sustentar el vivir. Y pienso, para hallar es- tos negros remedios, que me era luz la 10 hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa, y al contrario con la hartura, y a- si era por cierto en mi. Pues, estando una noche desvelado en este pensamiento, pen- sando como me podria valer y aprovechar- 15 me del arcaz, senti que mi amo dormia, por- que lo mostraba con roncar y en unos reso- plidos grandes que daba, cuando estaba dur- miendo. Levanteme muy quedito, y, habien- do en el dia pensado lo que habia de hacer, 20 y dejado un cuchillo viejo, que por alli an- daba, en parte do le hallase, voyme al triste arcaz, y, por do habia mirado tener menos defensa, le acometi con el cuchillo, que a ma- nera de barreno de el use. Y como la antiquisi- 25 ma arca, por ser de tantos anos, la hallase [fol. 19v] sin fuerza y corazon, antes muy blanda y car- comida, luego se me rindio y consintio en su costado, por mi remedio, un buen aguje- ro. Esto hecho, abro muy paso la llaga- 5 da arca, y, al tiento, del pan que halle parti- --------------------- 18v,15: la abriese]labriese Bu.; 19r,19: habiendo en el dia pensado]habiendo pensado Al.; -]pensando Bu. error. Page 29 do, hice segun de yuso esta escrito. Y, con aquello algun tanto consolado, tornando a cerrar, me volvi a mis pajas, en las cuales repose y dormi un poco, lo cual yo hacia 10 mal, y echabalo al no comer, y asi seria, porque cierto en aquel tiempo no me de- bian de quitar el sueno los cuidados del rey de Francia. Otro dia fue por el senor mi amo visto el dano, asi del pan, como del agu- 15 jero que yo habia hecho, y comenzo a dar a los diablos los ratones, y decir: ".que dire- mos a esto? .Nunca haber sentido ratones en esta casa, sino ahora!" Y sin duda debia de decir verdad, porque, si casa habia de haber 20 en el reino justamente de ellos privilegia- da, aquella de razon habia de ser, porque no suelen morar donde no hay que comer. Torna a buscar clavos por la casa y por las paredes, y tablillas a ataparselos. Venida 25 la noche y su reposo, luego era yo puesto en [fol. 20r] pie con mi aparejo, y, cuantos el tapaba de dia, destapaba yo de noche. En tal manera fue, y tal prisa nos dimos, que, sin duda, por esto se debio decir: Donde una puerta se _____ ___ ______ __ 5 cierra, otra se abre. Finalmente, parecia- _ ______ ____ __ ____ mos tener a destajo la tela de Penelope; pues, cuanto el tejia de dia, rompia yo de noche. Ca en pocos dias y noches pusimos la pobre despensa de tal forma, que, quien 10 quisiera propiamente de ella hablar, mas co- razas viejas de otro tiempo que no arcaz la llamara, segun la clavazon y tachuelas sobre si tenia. De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo: "este arcaz esta tan 15 mal tratado, y es de madera tan vieja y fla- ca que no habra raton a quien se defienda, y va ya tal, que, si andamos mas con el, nos dejara sin guarda. Y aun lo peor, que, aunque hace poca, todavia hara falta faltando, y 20 me pondra en costa de tres o cuatro rea- les. El mejor remedio que hallo, pues el de hasta aqui no aprovecha: armare por de dentro a estos ratones malditos." Luego busco prestada una ratonera, y con cortezas 25 de queso que a los vecinos pedia, contino el [fol. 20v] gato estaba armado dentro del arca. Lo cual era para mi singular auxilio, porque, puesto caso que yo no habia menester mu- --------------------- 19v,19: casa]saca Bu. error; 20r,8: ca en pocos]y en pocos Al., Am.; 20r,19: hace poca]vale poco Al. Page 30 chas salsas para comer, todavia me holga- 5 ba con las cortezas del queso, que de la rato- nera sacaba, y, sin esto, no perdonaba el rato- nar del bodigo. Como hallase el pan rato- nado y el queso comido, y no cayese el raton que lo comia, dabase al diablo, preguntaba 10 a los vecinos que podria ser comer el queso y sacarlo de la ratonera y no caer ni que- dar dentro el raton, y hallar caida la tram- pilla del gato. Acordaron los vecinos no ser el raton el que este dano hacia, porque 15 no fuera menos de haber caido alguna vez. Dijole un vecino: "en vuestra casa yo me acuerdo que solia andar una culebra, y esta debe de ser sin duda; y lleva razon, que, como es larga, tiene lugar de tomar 20 el cebo, y aunque la coja la trampilla enci- ma, como no entre toda dentro, tornase a sa- lir." Cuadro a todos lo que aquel dijo, y al- tero mucho a mi amo, y, dende en adelante, no dormia tan a sueno suelto, que cualquier 25 gusano de la madera, que de noche sonase, pen- [fol. 21r] saba ser la culebra, que le roia el arca. Luego era puesto en pie, y, con un garrote, que a la cabe- cera, desde que aquello le dijeron, ponia, daba en la pecadora del arca grandes garrotazos 5 pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con el estruendo que hacia, y a mi no dejaba dormir. Ibase a mis pajas, y trastor- nabalas y a mi con ellas, pensando que se iba pa- ra mi y se envolvia en mis pajas o en mi sa- 10 yo, porque le decian que de noche acaecia a estos animales, buscando calor, irse a las cunas donde estan criaturas, y aun morderlas y ha- cerles peligrar. Yo las mas veces hacia del dormido, y, en la manana, deciame el: ".esta 15 noche, mozo, no sentiste nada? Pues, tras la culebra anduve, y aun pienso se ha de ir para ti a la cama, que son muy frias y buscan calor." "'Plega a Dios que no me muerda," decia yo, "que harto miedo le tengo!" De esta manera andaba 20 tan elevado y levantado del sueno, que, mi fe, la culebra, o culebro, por mejor decir, no osaba roer de noche ni levantarse al arca; mas, de dia, mientras estaba en la iglesia, o por el lugar, ha- cia mis saltos. Los cuales danos viendo el, 25 y el poco remedio que les podia poner, anda- [fol. 21v] ba de noche, como digo, hecho trasgo. Yo hu- --------------------- 21r,9: para mi y se]para mi se Bu., om. ]y; 21r,21: la culebra o culebro]la culebra o el culebro Al. Page 31 be miedo que, con aquellas diligencias, no me topase con la llave, que debajo de las pajas te- nia, y pareciome lo mas seguro meterla de 5 noche en la boca, porque ya, desde que vivi con el ciego, la tenia tan hecha bolsa, que me acaecio tener en ella doce o quince maravedis, todo en medias blancas, sin que me estorbasen el comer. Porque, de otra manera, no era senor de 10 una blanca que el maldito ciego no cayese con ella, no dejando costura ni remiendo que no me buscaba muy a menudo. Pues, asi co- mo digo, metia cada noche la llave en la bo- ca, y dormia sin recelo que el brujo de mi amo 15 cayese con ella. Mas, cuando la desdicha ha de venir, por demas es diligencia. Quisieron mis hados, o, por mejor decir, mis pecados, que, una noche que estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta debia tener de 20 tal manera y postura, que el aire y resoplo que yo, durmiendo, echaba, salia por lo hueco de la llave, que de canuto era y silbaba, segun mi desastre quiso, muy recio; de tal manera que el sobresaltado de mi amo lo oyo, y cre- 25 yo sin duda ser el silbo de la culebra, y cierto [fol. 22r] lo debia parecer. Levantose muy paso con su garrote en la mano, y, al tiento y sonido de la culebra, se llego a mi con mucha quietud, por no ser sentido de la culebra. Y, como cer- 5 ca se vio, penso que alli en las pajas, do yo estaba echado, al calor mio se habia venido. Levantando bien el palo, pensando tenerla debajo y darle tal garrotazo que la mata- se, con toda su fuerza me descargo en la cabe- 10 za un tan gran golpe, que sin ningun senti- do y muy mal descalabrado me dejo. Como sintio que me habia dado, segun yo debia hacer gran sentimiento con el fiero golpe, contaba el que se habia llegado a mi, y, dandome grandes vo- 15 ces llamandome, procuro recordarme. Mas, como me tocase con las manos, tento la mu- cha sangre que se me iba, y conocio el dano que me habia hecho. Y, con mucha prisa, fue a buscar lumbre, y, llegando con ella, hallome 20 quejando, todavia con mi llave en la boca, que nunca la desampare, la mitad fuera, bien de aquella manera que debia estar al tiempo que silbaba con ella. Espantado el matador de culebras, que podria ser aquella llave, 25 mirola, sacandomela del todo de la boca, [fol. 22v] --------------------- Page 32 22r,10: un tan gran golpe]tan gran golpe Al., Am. Page 33 y vio lo que era, porque en las guardas nada de la suya diferenciaba. Fue luego a probarla, y con ella probo el maleficio. Debio de decir el cruel cazador: ".el raton y culebra, que me daban guerra 5 y me comian mi hacienda, he hallado!" De lo que sucedio en aquellos tres dias siguientes, ningu- na fe dare, porque los tuve en el vientre de la ba- llena, mas de como esto, que he contado, oi, des- pues que en mi torne, decir a mi amo, el cual 10 a cuantos alli venian lo contaba por extenso. A ca- bo de tres dias, yo torne en mi sentido, y vi- me echado en mis pajas, la cabeza toda em- plastada y llena de aceites y unguentos, y, es- pantado, dije: ".que es esto?" Respondiome el cruel sa- 15 cerdote: "a fe que los ratones y culebras que me des- truian, ya los he cazado." Y mire por mi, y vi- me tan mal tratado, que luego sospeche mi mal. A esta hora entro una vieja que ensalmaba, y los vecinos. Y comienzanme a quitar trapos 20 de la cabeza y curar el garrotazo. Y, como me hallaron vuelto en mi sentido, holgaronse mu- cho, y dijeron: "pues ha tornado en su acuer- do, placera a Dios no sera nada." Ahi tornaron de nuevo a contar mis cuitas y a reirlas, y 25 yo, pecador, a llorarlas. Con todo esto, dieron- [fol. 23r] me de comer, que estaba transido de hambre, y a- penas me pudieron remediar. Y asi, de poco en poco, a los quince dias me levante y estuve sin peligro, mas no sin hambre, y medio sano. 5 Luego otro dia que fui levantado, el senor mi amo me tomo por la mano y sacome la pu- erta fuera, y, puesto en la calle, dijome: "La- zaro, de hoy mas eres tuyo, y no mio. Busca a- mo y vete con Dios, que yo no quiero en mi compa- 10 nia tan diligente servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego." Y, santiguandose de mi, como si yo estuviera endemoniado, tor- nase a meter en casa y cierra su puerta. --------------------- Page 34 23r,12-13: tornase]se torno Al.; -]se torna Am. Page 35 COMO LAZARO SE ASENTO CON UN ESCU- DERO, Y DE LO QUE LE ACAECIO CON EL De esta manera me fue forzado sacar fuerzas de flaqueza, y poco a poco, con ayuda 20 de las buenas gentes, di conmigo en esta insigne ciudad de Toledo, adon- de, con la merced de Dios, dende a quince dias, se 25 me cerro la herida. Y, [fol. 23v] mientras estaba malo, siempre me daban al- guna limosna; mas, despues que estuve sano, to- dos me decian: "tu, bellaco y gallofero eres; busca, busca un amo a quien sirvas." ".Y adonde 5 se hallara ese," decia yo entre mi, "si Dios aho- ra de nuevo, como crio el mundo, no le cria- se?" Andando asi discurriendo de puerta en puerta con harto poco remedios, porque ya la Caridad se subio al cielo, topome Dios con 10 un escudero, que iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compas en or- den. Mirome, y yo a el, y dijome: "mucha- cho, .buscas amo?" Yo le dije: "si, senor." "Pues ven- te tras mi," me respondio, "que Dios te ha he- 15 cho merced en topar conmigo. Alguna bue- na oracion rezaste hoy." Y seguile, dando gracias a Dios por lo que le oi, y tambien que me pa- recia, segun su habito y continente, ser el que yo habia menester. Era de manana, cuando 20 este mi tercero amo tope. Y llevome tras si gran parte de la ciudad. Pasabamos por las pla- zas do se vendia pan y otras provisiones. Yo pensaba, y aun deseaba, que alli me queria car- gar de lo que se vendia, porque esta era propia ho- 25 ra cuando se suele proveer de lo necesario. [fol. 24r] Mas, muy a tendido paso, pasaba por estas cosas. "Por ventura no lo ve aqui a su contento," decia yo, "y querra que lo compremos en otro ca- bo." De esta manera anduvimos hasta que dio 5 las once. Entonces se entro en la iglesia ma- yor, y yo tras el, y muy devotamente le vi o- ir misa, y los otros oficios divinos, hasta que todo fue acabado y la gente ida. Entonces --------------------- 23v,4: un amo]un buen amo Al.; 23v,20: llevome]llevo Bu.; 24r,2: lo ve]le ve Am. Page 36 salimos de la iglesia, y, a buen paso tendido, co- 10 menzamos a ir por una calle abajo. Yo iba el mas alegre del mundo, en ver que no nos habia- mos ocupado en buscar de comer. Bien consi- dere que debia ser hombre, mi nuevo amo, que se proveia en junto, y que ya la comida estaria 15 a punto, y tal como yo la deseaba y aun la ha- bia menester. En este tiempo dio el reloj la una despues de medio dia, y llegamos a u- na casa ante la cual mi amo se paro, y yo con el, y, derribando el cabo de la capa sobre el la- 20 do izquierdo, saco una llave de la manga y abrio su puerta y entramos en casa. La cual tenia la entrada obscura y lobrega, de tal ma- nera, que parece que ponia temor a los que en ella entraban; aunque, dentro de ella esta- 25 ba un patio pequeno y razonables cama- [fol. 24v] ras. Desque fuimos entrados, quita de so- bre si su capa, y, preguntando si tenia las ma- nos limpias, la sacudimos y doblamos, y muy limpiamente, soplando un poyo que alli 5 estaba, la puso en el. Y, hecho esto, sentose ca- bo de ella, preguntandome muy por extenso de donde era, y como habia venido a aque- lla ciudad. Y yo le di mas larga cuenta que quisiera, porque me parecia mas convenien- 10 te hora de mandar poner la mesa y escudi- llar la olla, que de lo que me pedia. Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que men- tir supe, diciendo mis bienes y callando lo demas, porque me parecia no ser para en ca- 15 mara. Esto hecho, estuvo asi un poco, y yo luego vi mala senal, por ser ya casi las dos y no le ver mas aliento de comer que a un muer- to. Despues de esto, consideraba aquel tener cerrada la puerta con llave, ni sentir arriba 20 ni abajo pasos de viva persona por la casa. Todo lo que yo habia visto eran paredes, sin ver en ella silleta, ni tajo, ni banco, ni mesa, ni aun tal arcaz como el de marras. Finalmen- te, ella parecia casa encatada. Estando asi, 25 dijome: "tu, mozo, .has comido?" "No senor," [fol. 25r] dije yo, "que, aunque no eran dadas las o- cho cuando con vuestra merced encontre." "Pues, aunque de manana, yo habia almorza- do, y, cuando asi como algo, hagote saber 5 que hasta la noche me estoy asi. Por eso, pasate como pudieres; que despues cena- remos." Vuestra merced crea, cuando esto le --------------------- Page 37 24r,9: iglesia y a buen]iglesia a buen Bu., Al. Page 38 oi, que estuve en poco de caer de mi estado, no tanto de hambre, como por conocer de to- 10 do en todo la fortuna serme adversa. Alli se me representaron de nuevo mis fatigas, y torne a llorar mis trabajos. Alli se me vino a la memoria la consideracion, que hacia cuando me pensaba ir del clerigo, diciendo 15 que, aunque aquel era desventurado y mise- ro, por ventura toparia con otro peor. Fi- nalmente, alli llore mi trabajosa vida pasa- da, y mi cercana muerte venidera. Y con to- do, disimulando lo mejor que pude, le dije: "senor, 20 mozo soy que no me fatigo mucho por co- mer, bendito Dios. De eso me podre yo ala- bar entre todos mis iguales, por de mejor garganta, y asi fui yo loado de ella hasta hoy dia de los amos que yo he tenido." "Virtud 25 es esa," dijo el, "y por eso te querre yo mas; [fol. 25v] porque el hartar es de los puercos, y el co- mer regladamente es de los hombres de bien." ".Bien te he entendido!," dije yo entre mi. ".Maldita tanta medicina y bondad co- 5 mo aquestos mis amos, que yo hallo, hallan en la hambre!" Puseme a un cabo del portal, y saque unos pedazos de pan del seno, que me habian quedado de los de por Dios. El, que vio esto, dijome: "ven aca, mozo; 'que co- 10 mes?" Yo llegueme a el, y mostrele el pan. To- mome el un pedazo, de tres que eran, el me- jor y mas grande, y dijome: ".por mi vida que parece este buen pan!" ".Y, como ahora," dije yo, "senor, es bueno!" "Si, a fe," dijo el. ".Adonde lo 15 hubiste?" ".Si es amasado de manos limpias?" "No se yo eso," le dije: "mas a mi no me pone asco el sabor de ello." "Asi plega a Dios," dijo el pobre de mi amo. Y, llevandolo a la boca, co- menzo a dar en el tan fieros bocados, como 20 yo en lo otro. ".Sabrosisimo pan esta," dijo, "por Dios!" Y, como le senti de que pie cojea- ba, dime prisa, porque le vi en disposicion, si acababa antes que yo, se comediria a ayudarme a lo que me quedase. Y con esto 25 acabamos casi a una. Y mi amo comenzo a [fol. 26r] sacudir con las manos unas pocas de mi- gajas, y bien menudas, que en los pechos se le habian quedado, y entro en una cama- reta que alli estaba, y saco un jarro desbo- 5 cado, y no muy nuevo, y, desque hubo bebi- --------------------- 25v,19: le dije] Bu. om. por error; 25v,25: y mi amo comenzo]comenzo Al., Am. Page 39 do, convidome con el. Yo, por hacer del con- tinente, dije: "senor, no bebo vino." "Agua es," me respondio, "bien puedes beber." Enton- ces tome el jarro y bebi, no mucho, porque 10 de sed no era mi congoja. Asi estuvimos hasta la noche, hablando en cosas que me preguntaba, a las cuales yo le respondi lo mejor que supe. En este tiempo, metiome en la camara donde estaba el jarro de que 15 bebimos, y dijome: "mozo, parate alli, y ve- ras como hacemos esta cama, para que la sepas hacer de aqui adelante." Puseme de un cabo y el del otro, e hicimos la negra ca- ma, en la cual no habia mucho que hacer, 20 porque ella tenia sobre unos bancos un ca- nizo, sobre el cual estaba tendida la ropa, que, por no estar muy continuada a lavar- se, no parecia colchon, aunque servia de el, con harta menos lana que era menester. A- 25 quel tendimos, haciendo cuenta de ablan- [fol. 26v] darle, lo cual era imposible, porque de lo duro mal se puede hacer blando. El diablo del enjalma, maldita la cosa tenia dentro de si, que, puesto sobre el canizo, todas las ca- 5 nas se senalaban, y parecian, a lo propio, entrecuesto de flaquisimo puerco. Y, sobre aquel hambriento colchon, un alfamar del mismo jaez, del cual color yo no pude alcan- zar. Hecha la cama, y la noche venida, dijo- 10 me: "Lazaro, ya es tarde, y de aqui a la plaza hay gran trecho. Tambien en esta ciudad an- dan muchos ladrones, que, siendo de noche, capean. Pasemos como podamos, y mana- na, venido el dia, Dios hara merced. Porque 15 yo, por estar solo, no estoy proveido; antes he comido estos dias por alla fuera. Mas, a- hora hacerlo hemos de otra manera." "Se- nor, de mi," dije yo, "ninguna pena tenga vues- tra merced, que se pasar una noche, y aun 20 mas, si es menester, sin comer." "Viviras mas, y mas sano," me respondio, "porque, como de- ciamos hoy, no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho, que comer poco." "Si por esa via es," dije entre mi, "nunca yo morire, que 25 siempre he guardado esa regla por fuerza, [fol. 27r] --------------------- 26r,23: no parecia]no se parecia Al.; 26r,25: haciendo cuenta de]haciendo fuerza por Al.; 26v,1-2: de lo duro]donde falta lana Al.; 26v,6: entrecuesto]entrepuesto Al.; 26v,6: y sobre]si(?) sobre Bu. error; 26v,8 del cual color]del cual el color Al., Am.; 26v,20-21: viviras mas y mas sano]viviras mas sano Am. Page 40 y aun espero en mi desdicha tenerla toda mi vida." Y acostose en la cama, poniendo por ca- becera las calzas y el jubon, y mandome e- char a sus pies, lo cual yo hice. Mas, .maldi- 5 to el sueno que yo dormi!; porque las canas y mis salidos huesos en toda la noche de- jaron de rifar y encenderse, que, mis traba- jos, males y hambre, pienso que en mi cuer- po no habia libra de carne, y tambien, como 10 aquel dia no habia comido casi nada, rabia- ba de hambre, la cual con el sueno no tenia amistad. Maldijeme mil veces (.Dios me lo perdone!) y a mi ruin fortuna, alli, lo mas de la noche, y, lo peor, no osandome revolver 15 por no despertarle, pedi a Dios muchas veces la muerte. La manana venida, levantamo- nos, y comienza a limpiar y sacudir sus cal- zas y jubon y sayo y capa, y yo que le servia de pelillo. Y vistese muy a su placer, despa- 20 cio; echele aguamanos, peinose, y puso su espada en el talabarte, y, al tiempo que la po- nia, dijome: ".oh si supieses, mozo, que pieza es esta! No hay marco de oro en el mundo por que yo la diese; mas asi, ninguna de cuan- 25 tas Antonio hizo, no acerto a ponerle los [fol. 27v] aceros tan prestos como esta los tiene." Y sa- cola de la vaina y tentola con los dedos, di- ciendo: ".vesla aqui? Yo me obligo con ella cercenar un copo de lana." "Y yo," dije entre 5 mi, "y yo, con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras." Tornola a meter, y cinosela, y un sartal de cuentas grue- sas del talabarte. Y, con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con el y con la 10 cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro y a veces so el brazo, y, poniendo la mano derecha en el costado, salio por la puerta, diciendo: "La- zaro, mira por la casa, en tanto que voy a 15 oir misa, y haz la cama, y ve por la vasija de agua al rio que aqui bajo esta, y cierra la puerta con llave, no nos hurten algo, y pon- la aqui al quicio, porque si yo viniere en tan- to, pueda entrar." Y subese por la calle arri- 20 ba con tan gentil semblante y continente, que, quien no le conociera, pensara ser muy cercano pariente al conde de Arcos, o, a lo menos, camarero que le daba de vestir. ".Ben- --------------------- 27r,1: tenerla]a tenerla Am.; 27r,7-8: mis trabajos]con mis trabajos Al., Am.; 27r,18: y jubon]jubon Al., Am.; 27r,19: vistese]visteseme Al., Am.; 27r,20: puso]pusose Al., Am. Page 41 dito seais vos, Senor," quede yo diciendo, "que 25 dais la enfermedad y poneis el remedio!" [fol. 28r] 'Quien encontrara a aquel mi senor, que no piense, segun el contento de si lleva, haber anoche bien cenado, y dormido en buena cama, y, aunque ahora es de manana, no le cuen- 5 ten por muy bien almorzado? .Grandes se- cretos son, Senor, los que vos haceis y las gentes ignoran! .A quien no enganara aque- lla buena disposicion y razonable capa y sayo, y quien pensara que aquel gentil hom- 10 bre se paso ayer todo el dia sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado La- zaro trajo un dia y una noche en el arca de su seno, do no se le podia pegar mucha lim- pieza; y hoy, lavandose las manos y cara, a 15 falta de pano de manos, se hacia servir de la halda del sayo? Nadie, por cierto, lo sospe- chara. .Oh Senor, y cuantos de aquestos de- beis vos tener por el mundo derramados, que padecen, por la negra que llaman hon- 20 ra, lo que por vos no sufriran! Asi esta- ba yo a la puerta, mirando y considerando estas cosas y otras muchas, hasta que el se- nor mi amo traspuso la larga y angosta ca- lle. Y, como lo vi trasponer, torneme a en- 25 trar en casa, y en un credo la anduve toda, [fol. 28v] alto y bajo, sin hacer represa, ni hallar en que. Hago la negra dura cama, y tomo el jarro, y doy conmigo en el rio, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con 5 dos rebozadas mujeres, al parecer de las que en aquel lugar no hacen falta, antes muchas tienen por estilo de irse a las ma- nanicas del verano a refrescar y almorzar, sin llevar que, por aquellas frescas riberas, 10 con confianza que no ha de faltar quien se lo de, segun las tienen puestas en esta cos- tumbre aquellos hidalgos del lugar. Y, co- mo digo, el estaba entre ellas hecho un Ma- cias, diciendoles mas dulzuras que Ovi- 15 dio escribio. Pero, como sintieron de el que estaba bien enternecido, no se les hizo de verguenza pedirle de almorzar, con el acos- tumbrado pago. El, sintiendose tan frio de bolsa cuanto estaba caliente del estoma- 20 go, tomole tal calofrio, que le robo la color --------------------- 28r,4: aunque]aun Bu. error; 28r,10: sin comer] Al., Am. om.; 28r,24: y como lo vi trasponer] Al., Am. om.; 28v,19: estaba] Al., Am. om. Page 42 del gesto, y comenzo a turbarse en la plati- ca, y a poner excusas no validas. Ellas, que debian ser bien instituidas, como le sintie- ron la enfermedad, dejaronle para el que era. 25 Yo, que estaba comiendo ciertos tronchos [fol. 29r] de berzas, con los cuales me desayune con mucha diligencia, como mozo nuevo, sin ser visto de mi amo, torne a casa. De la cual pen- se barrer alguna parte, que bien era menes- 5 ter; mas no halle con que. Puseme a pensar que haria, y pareciome esperar a mi amo hasta que el dia demediase, y, si viniese y por ventura trajese algo, que comiesemos; mas, en vano fue mi experiencia. Desque vi 10 ser las dos y no venia, y la hambre me aque- jaba, cierro mi puerta y pongo la llave do mando, y tornome a mi menester. Con baja y enferma voz, e inclinadas mis manos en los senos, puesto Dios ante mis ojos, y la 15 lengua en su nombre, comienzo a pedir pan por las puertas y casas mas grandes que me parecia. Mas, como yo este oficio le hubi- ese mamado en la leche, quiero decir, que con el gran maestro el ciego lo aprendi, tan 20 suficiente discipulo sali, que, aunque en este pueblo no habia caridad, ni el ano fuese muy abundante, tan buena mana me di, que, an- tes que el reloj diese las cuatro, ya yo te- nia otras tantas libras de pan ensiladas en 25 el cuerpo, y mas de otras dos en las mangas [fol. 29v] y senos. Volvime a la posada, y, al pasar por la triperia, pedi a una de aquellas mu- jeres, y diome un pedazo de una de vaca, con otras pocas de tripas cocidas. Cuando 5 llegue a casa, ya el bueno de mi amo estaba en ella, doblada su capa y puesta en el poyo, y el paseandose por el patio. Como entre, vi- nose para mi; pense que me queria renir la tar- danza, mas mejor lo hizo Dios. Pregunto- 10 me do venia. Yo le dije: "senor, hasta que dio las dos estuve aqui, y de que vi que V. M. no venia, fuime por esa ciudad a encomendar- me a las buenas gentes, y hanme dado esto que veis." Mostrele el pan y las tripas que 15 en un cabo de la halda traia, a lo cual el mos- tro buen semblante, y dijo: "pues, esperado te he a comer, y, de que vi que no viniste, co- mi. Mas, tu haces como hombre de bien en eso, que mas vale pedirlo por Dios, que no --------------------- Page 43 29v,7: como entre] en Bu. el segundo termino no queda claro. Page 44 20 hurtarlo; y asi El me ayude, como ello me parece bien, y solamente te encomiendo no sepan que vives conmigo, por lo que toca a mi honra, aunque bien creo que sera secre- to, segun lo poco que en este pueblo soy co- 25 nocido. .Nunca a el yo hubiera de venir!" [fol. 30r] "De eso pierda, senor, cuidado," le dije yo, "que maldito aquel que ninguno tiene de pedir- me esa cuenta, ni yo de darla." "Ahora, pues, come, pecador, que, si a Dios place, pres- 5 to nos veremos sin necesidad, aunque te digo que, despues que en esta casa entre, nunca bien me ha ido. Debe ser de mal sue- lo, que hay casas desdichadas y de mal pie, que a los que viven en ellas, pegan la desdi- 10 cha. Esta debe de ser, sin duda, de ellas; mas, yo te prometo, acabado el mes, no que- do en ella, aunque me la den por mia." Senteme al cabo del poyo, y, porque no me tuviese por gloton, calle la merienda, 15 y comienzo a cenar y morder en mis tri- pas y pan, y, disimuladamente, miraba al desventurado senor mio, que no partia sus ojos de mis faldas, que aquella sazon ser- vian de plato. .Tanta lastima haya Dios de 20 mi, como yo habia de el, porque senti lo que sen- tia, y muchas veces habia por ello pasado y pasaba cada dia! Pensaba si seria bien comedirme a convidarle; mas, por me ha- ber dicho que habia comido, temiame no a- 25 ceptaria el convite. Finalmente, yo deseaba aquel [fol. 30v] pecador ayudase a su trabajo del mio, y se desayunase como el dia antes hizo, pues ha- bia mejor aparejo, por ser mejor la vianda y menos mi hambre. Quiso Dios cumplir 5 mi deseo, y aun pienso que el suyo, porque, como comence a comer y el se andaba pase- ando, llegose a mi, y dijome: "digote, La- zaro, que tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie te 10 lo vera hacer, que no le pongas gana aunque no la tenga." "La muy buena que tu tienes," di- je yo entre mi, "te hace parecer la mia her- mosa." Con todo, pareciome ayudarle, pues se ayudaba y me abria camino para ello, y 15 dijele: "senor, el buen aparejo hace buen arti- fice; este pan esta sabrosisimo, y esta una de --------------------- 30r,4: come]como (?) Bu. error; 30r,25: yo deseaba aquel]yo deseaba que aquel Al.; 30v,6: comer y el se]comer el se Am.; 30v,10: vera hacer]vea hacer Al.; -]vee hacer Am. Page 45 vaca tan bien cocida y sazonada, que no habra a quien no convide con su sabor." ".Una de vaca es?" "Si, senor." "Digote que es el mejor 20 bocado del mundo, y que no hay faisan que asi me sepa." "Pues pruebe, senor, y vera que tal esta." Pongole en las unas la otra, y tres o cuatro raciones de pan, de lo mas blanco. Y asentoseme al lado, y comienza a comer 25 como aquel que lo habia gana, royendo cada [fol. 31r] huesecillo de aquellos, mejor que un gal- go suyo lo hiciera. "Con almodrote," decia, "es este singular manjar." ".Con mejor salsa lo co- mes tu!, respondi yo paso. ".Por Dios que me 5 ha sabido como si hoy no hubiera comido bo- cado!" "Asi me vengan los buenos anos co- mo es ello," dije yo entre mi. Pidiome el ja- rro del agua, y diselo como lo habia traido; es senal que, pues no le faltaba el agua, que 10 no le habia a mi amo sobrado la comida. Be- bimos, y, muy contentos, nos fuimos a dor- mir como la noche pasada. Y, por evitar pro- lijidad, de esta manera estuvimos ocho o di- ez dias, yendose el pecador en la manana, 15 con aquel contento y paso contado, a pa- par aire por las calles, teniendo en el po- bre Lazaro una cabeza de lobo. Contem- plaba yo muchas veces mi desastre, que, es- capando de los amos ruines que habia teni- 20 do, y, buscando mejoria, viniese a topar con quien, no solo no me mantuviese, mas a quien yo habia de mantener. Con todo, le queria bien, con ver que no tenia ni podia mas, y antes le habia lastima que enemistad, y, mu- 25 chas veces, por llevar a la posada con que el [fol. 31v] lo pasase, yo lo pasaba mal. Porque una manana, levantandose el triste en camisa, subio a lo alto de la casa a hacer sus me- nesteres, y en tanto yo, por salir de sospecha, 5 desenvolvile el jubon y las calzas, que a la cabecera dejo, y halle una bolsilla de tercio- pelo raso, hecha cien dobleces, y sin maldi- ta la blanca, ni senal que la hubiese tenido mucho tiempo. "Este," decia yo, "es pobre, y na- 10 die da lo que no tiene; mas, el avariento cie- go, y el malaventurado mezquino clerigo, que, con darselo Dios a ambos, al uno de mano besada, y al otro de lengua suelta, me --------------------- 31r,5: hoy no hubiera]no hubiere hoy Al.; -]hubiera Am.; 31r,14: pecador]peccado Bu. error; 31v,7: hecha]hecho Bu.; 31v,14-15: y nadie Bu. algo asi como ]o nadie. Page 46 mataban de hambre, aquellos es justo desa- 15 mar, y aqueste de haber mancilla." Dios es testigo que hoy dia cuando topo con alguno de su habito, con aquel paso y pompa, le he lastima, con pensar si padece lo que a aquel le vi sufrir, al cual, con toda su pobreza, holga- 20 ria de servir, mas que a los otros, por lo que he dicho. Solo tenia de el un poco de descon- tento, que quisiera yo que no tuviera tanta presuncion, mas que abajara un poco su fantasia con lo mucho que subia su necesi- 25 dad. Mas, segun me parece, es regla ya entre [fol. 32r] ellos usada y guardada: aunque no haya cor- nado de trueco, ha de andar el birrete en su lugar. El Senor lo remedie, que ya con este mal han de morir. Pues, estando yo en tal 5 estado, pasando la vida que digo, quiso mi mala fortuna, que de perseguirme no era satisfecha, que en aquella trabajada y ver- gonzosa vivienda no durase. Y fue, como el ano en esta tierra fuese esteril de pan, acor- 10 daron el ayuntamiento que todos los po- bres extranjeros se fuesen de la ciudad, con pregon que, el que de alli adelante topasen, fuese punido con azotes. Y asi, ejecutando la ley, desde a cuatro dias que el pregon se 15 dio, vi llevar una procesion de pobres azo- tando por las cuatro calles, lo cual me pu- so tan gran espanto, que nunca ose desman- darme a demandar. Aqui viera, quien verlo pudiera, la abstinencia de mi casa y la triste- 20 za y silencio de los moradores de ella, tanto que nos acaecio estar dos o tres dias sin co- mer bocado, ni hablar palabra. A mi die- ronme la vida unas mujercillas hilande- ras de algodon que hacian bonetes, y vivi- 25 an par de nosotros, con las cuales yo tuve [fol. 32v] vecindad y conocimiento; que, de la laceria que les traian, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenia tanta lastima de mi, como del lastimado de 5 mi amo, que, en ocho dias, maldito el boca- do que comio, a lo menos en casa bien los estu- vimos sin comer; no se yo, como o donde an- daba, y que comia. Y verle venir a medio dia la calle abajo con estirado cuerpo, mas 10 largo que galgo de buena casta, y, por lo que toca a su negra que dicen honra, tomaba --------------------- 32r,20: de ella] Bu. om.; 32r,22: hablar]hablaba Bu.; 32v,2: traian]traia Bu.; -]que ellas tenian Al. Page 47 una paja de las que aun asaz no habia en ca- sa, y salia a la puerta escarbando los dientes que nada entre si tenian, quejandose todavia de a- 15 quel mal solar, diciendo: "malo esta de ver, que la desdicha de esta vivienda lo hace; como ves, es lobrega, triste, obscura; mientras aqui es- tuvieremos, hemos de padecer; ya deseo que se acabe este mes, por salir de ella." Pues, estan- 20 do en esta afligida y hambrienta persecu- cion, un dia, no se por cual dicha o ventura, en el pobre poder de mi amo entro un real, con el cual el vino a casa tan ufano, como si tuviera el tesoro de Venecia, y, con gesto muy 25 alegre y risueno, me lo dio, diciendo: "toma, La- [fol. 33r] zaro, que Dios ya va abriendo su mano; ve a la plaza y merca pan, y vino, y carne; .quebre- mos el ojo al diablo! Y, mas te hago saber, porque te huelgues, que he alquilado otra 5 casa, y en esta desastrada no hemos de es- tar mas de en cumpliendo el mes. .Maldita sea ella y el que en ella puso la primera te- ja, que con mal en ella entre! Por Nuestro Senor, cuanto ha que en ella vivo, gota de vi- 10 no ni bocado de carne no he comido, ni he habido descanso ninguno; mas, .tal vista tie- ne y tal obscuridad y tristeza! Ve y ven pres- to, y comamos hoy como condes." Tomo mi real y jarro, y a los pies dandoles prisa, 15 comienzo a subir mi calle, encaminando mis pasos para la plaza, muy contento y ale- gre. Mas, .que me aprovecha, si esta consti- tuido en mi triste fortuna que ningun go- zo me venga sin zozobra? Y asi fue este, por- 20 que, yendo la calle arriba, echando mi cuen- ta en lo que le emplearia que fuese mejor y mas provechosamente gastado, dando infi- nitas gracias a Dios, que a mi amo habia hecho con dinero, a deshora me vino al encuentro un 25 muerto, que por la calle abajo muchos cleri- [fol. 33v] gos y gente en unas andas traian. Arrime- me a la pared por darles lugar, y, desque el cuerpo paso, venian luego a par del lecho una que debia ser su mujer del difunto, carga- 5 da de luto, y con ella otras muchas muje- res, la cual iba llorando a grandes voces, y diciendo: "marido y senor mio, .adonde os --------------------- 32v,13: dientes] Al., Am. om.; 32v,18-19: ya deseo que se acabe]ya deseo se acabe Al., Am.; 32v,23: con el cual el vino a casa]con el cual vino a casa Am.; 32v,25: dio] Bu. om.; 33v,3: luego a par del lecho]luego par del lecho Al., Am. Page 48 me llevan? .A la casa triste y desdichada, a la casa lobrega y obscura, a la casa donde nun- 10 ca comen ni beben!" Yo, que aquello oi, jun- toseme el cielo con la tierra, y dije: ".oh desdi- chado de mi, para mi casa llevan este muer- to!" Dejo el camino que llevaba, y hendi por medio de la gente, y vuelvo por la calle 15 abajo a todo el mas correr que pude pa- ra mi casa, y, entrando en ella, cierro a gran- de prisa, invocando el auxilio y favor de mi amo, abrazandome de el, que me venga a- yudar y a defender la entrada. El cual, al- 20 go alterado, pensando que fuese otra cosa, me dijo: ".que es eso, mozo, que voces das, que has, por que cierras la puerta con tal furia?" ".Oh, senor," dije yo, "acuda aqui, que nos traen aca un muerto!" ".Como asi?," respondio el. "A- 25 qui arriba lo encontre, y venia diciendo su [fol. 34r] mujer: marido y senor mio, .Adonde os llevan? .A la casa lobrega y obscura, a la casa triste y desdichada, a la casa donde nunca co- men ni beben! Aca, senor, nos le traen." Y, cier- 5 tamente, cuando mi amo esto oyo, aunque no tenia por que estar muy risueno, rio tan- to, que muy gran rato estuvo sin poder ha- blar. En este tiempo tenia ya yo echada la aldaba a la puerta, y puesto el hombro en 10 ella por mas defensa. Paso la gente con su muerto, y yo todavia me recelaba que nos le habian de meter en casa; y, desque fue ya mas harto de reir que de comer el bueno de mi amo, dijome: "verdad es, Lazaro; se- 15 gun la viuda lo va diciendo, tu tuviste razon de pensar lo que pensaste; mas, pues Dios lo ha hecho mejor, y pasan adelante, abre, abre y ve por de comer." "Dejalos, senor, aca- ben de pasar la calle," dije yo. Al fin, vino mi 20 amo a la puerta de la calle y abrela esforzan- dome, que bien era menester, segun el mie- do y alteracion, y me torno a encaminar. Mas, aunque comimos bien aquel dia, maldito el gus- to yo tomaba en ello, ni en aquellos tres dias 25 torne en mi color; y mi amo muy risueno [fol. 34v] todas las veces que se le acordaba aquella mi consideracion. De esta manera estuve con mi tercero y pobre amo, que fue este es- cudero, algunos dias, y en todos deseando 5 saber la intencion de su venida y estada en ------------------- 34r,8-9: la aldaba]el aldaba Al., Am.; 34r,9: y puest]puesto Al.; 34r,22: y alteracion]y alteracion que tenia Al. Page 49 esta tierra; porque, desde el primer dia que con el asente, le conoci ser extranjero, por el po- co conocimiento y trato que con los na- turales de ella tenia. Al fin, se cumplio mi 10 deseo, y supe lo que deseaba, porque, un dia, que habiamos comido razonablemente y es- taba algo contento, contome su hacienda, y dijome ser de Castilla la Vieja, y que habia dejado su tierra no mas de por no quitar el 15 bonete a un caballero, su vecino. "Senor," dije yo, "si el era lo que decis y tenia mas que vos, no errabades en quitarselo primero, pues decis que el tambien os lo quitaba." "Si es, y si tiene, y tambien me lo 20 quitaba el a mi; mas, de cuantas veces yo se le quitaba primero, no fuera malo comedir- se el alguna y ganarme por la mano." "Pare- ceme, senor," le dije yo, "que en eso no mirara; mayormente con mis mayores que yo y que 25 tienen mas." "Eres muchacho," me respondio, [fol. 35r] "y no sientes las cosas de la honra, en que el dia de hoy esta todo el caudal de los hom- bres de bien. Pues te hago saber que yo soy, como ves, un escudero; mas, votote a 5 Dios, si al Conde topo en la calle y no me quita, muy bien quitado del todo, el bone- te, que, otra vez que venga, me sepa yo en- trar en una casa fingiendo yo en ella algun negocio, o atravesar otra calle, si la hay, an- 10 tes que llegue a mi, por no quitarselo; que un hidalgo no debe a otro que a Dios y al Rey nada, ni es justo, siendo hombre de bien, se descuide un punto de tener en mu- cho su persona. Acuerdome que un dia des- 15 honre en mi tierra a un oficial, y quise po- nerle las manos, porque, cada vez que le to- paba, me decia: mantenga Dios a vuestra ________ ____ _ _______ merced. Vos, don villano ruin, le dije yo, ______ ?por que no sois bien criado? .Mantengaos 20 Dios me habeis de decir, como si fuese quien- quiera? De alli adelante, de aqui aculla, me quitaba el bonete, y hablaba como debia." ".Y no es buena manera de saludar un hom- bre a otro, dije yo, decirle que le man- 25 tenga Dios?" ".Mira, mucho de enhoramala!," [fol. 35v] dijo el; "a los hombres de poca arte dicen e- so; mas, a los mas altos, como yo, no les han de hablar menos de: beso las manos --------------------- 35r,3: te hago]hagote Am.; -]ques hagote Al.; 35r,15-16: ponerle las manos]poner en el las manos Al., Am. Page 50 de vuestra merced, o, por lo menos, beso- 5 os, senor, las manos, si el que me habla es caballero. Y asi, de aquel de mi tierra, que me atestaba de mantenimiento, nunca mas le quise sufrir, ni sufriria, ni sufrire a hom- bre del mundo, del Rey abajo, que manten- 10 gaos Dios me diga." "Pecador de mi," dije yo, "por eso tiene tan poco cuidado de man- tenerte, pues no sufres que nadie se lo rue- gue." "Mayormente," dijo, "que no soy tan po- bre que no tengo en mi tierra un solar de ca- 15 sas, que, a estar ellas en pie y bien labradas, diez y seis leguas de donde naci en aquella Costanilla de Valladolid, valdrian mas de doscientas veces mil maravedis, segun se po- drian hacer grandes y buenas; y tengo un 20 palomar que, a no estar derribado como es- ta, daria cada ano mas de doscientos palo- minos, y otras cosas que me callo, que de- je por lo que tocaba a mi honra; y vine a esta ciudad, pensando que hallaria un buen 25 asiento; mas, no me ha sucedido como pen- [fol. 36r] se. Canonigos y senores de la iglesia, mu- chos hallo; mas es gente tan limitada, que no los sacaran de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla tambien me rue- 5 gan; mas, servir con estos es gran traba- jo, porque de hombre os habeis de conver- tir en malilla; y si no: anda con Dios, os di- ____ ___ ____ cen, y las mas veces son los pagamentos a largos plazos; y las mas y las mas cier- 10 tas, comido por servido. Ya, cuando quie- ren reformar conciencia, y satisfaceros vuestros sudores, sois librados en la reca- mara, en un sudado jubon, o raida capa o sayo. Ya, cuando asienta hombre con 15 un senor de titulo, todavia pasa su laceria. Pues, por ventura, .no hay en mi habilidad para servir y contentar a estos? Por Dios, si con el topase, muy gran su privado pien- so que fuese, y que mil servicios le hiciese, 20 porque yo sabria mentirle tan bien como otro, y a- gradarle a las mil maravillas; reirle ya mu- cho sus donaires y costumbres, aunque no fuesen las mejores del mundo; nunca decirle cosa con que le pesase, aunque mu- 25 cho le cumpliese; ser muy diligente en su --------------------- 35v,4-5: besoos]besos Al., Am.; 35v,8: ni sufriria]ni sufria Am.; 35v,17-18: docientas veces mil]docientos mil Am.; -]docientas mil Al.; 36r,5: con estos]a estos Al., Am.; 36r,9: y las mas y las mas]y las mas Am.; -]y lo mas Al. Page 51 [fol. 36v] persona, en dicho y hecho; no me matar por no hacer bien las cosas que el no habia de ver, y ponerme a renir, donde lo oye- se, con la gente de servicio, porque pareciese 5 tener gran cuidado de lo que a el tocaba; si rinese con algun su criado, dar unos puntillos agudos para le encender la ira, y que pareciesen en favor del culpado; de- cirle bien de lo que bien le estuviese, y, por 10 el contrario, ser malicioso mofador, mal- sinar a los de casa y a los de fuera, pesquisar y procurar de saber vidas ajenas, para con- tarselas; y otras muchas galas de esta ca- lidad, que hoy dia se usan en palacio y a los se- 15 nores de el parecen bien, y no quieren ver en sus casas hombres virtuosos, antes los a- borrecen y tienen en poco, y llaman ne- cios, y que no son personas de negocios, ni con quien el senor se puede descuidar. Y con estos, 20 los astutos usan, como digo, el dia de hoy, de lo que yo usaria; mas, no quiere mi ventura que le halle." De esta manera lamentaba tam- bien su adversa fortuna mi amo, dandome relacion de su persona valerosa. Pues, estan- 25 do en esto, entro por la puerta un hombre [fol. 37r] y una vieja; el hombre le pide alquiler de la casa, y la vieja el de la cama. Hacen cuenta, y de dos en dos meses le alcanzaron lo que el en un ano no alcanzara; pienso que fue- 5 ron doce o trece reales. Y el les dio muy bue- na respuesta: que saldria a la plaza a trocar una pieza de a dos y que a la tarde volvie- sen. Mas su salida fue sin vuelta. Por mane- ra que, a la tarde, ellos volvieron, mas fue tar- 10 de; yo les dije que aun no era venido. Ve- nida la noche y el no, yo hube miedo de que- dar en casa solo, y fuime a las vecinas y con- teles el caso, y alli dormi. Venida la mana- na, los acreedores vuelven y preguntan por 15 el vecino; mas, a estotra puerta. Las muje- res les responden: "veis aqui su mozo y la lla- ve de la puerta." Ellos me preguntaron por el, y dijele que no sabia adonde estaba, y que tampoco habia vuelto a casa, desde que salio a 20 trocar la pieza, y que pensaba que de mi y de ellos se habia ido, con el trueco. De que esto me oyeron, van por un alguacil y un escriba- --------------------- 37r,1: le pide el alquiler]le pide el alquile Al., Am.; 37r,3: y de dos en dos meses]y de dos meses Al., Am.; 37r,18: y dijele]y dijeles Al., Am. Page 52 no, y helos do vuelven luego con ellos, y to- man la llave y llamanme, y llaman testi- 25 gos y abren la puerta, y entran a embargar [fol. 37v] la hacienda de mi amo, hasta ser pagados de su deuda. Anduvieron toda la casa, y ha- llaronla desembarazada, como he contado, y dicenme: ".que es de la hacienda de tu a- 5 mo, sus arcas y panos de pared y alhajas de casa?" "No se yo eso," le respondi. "Sin du- da," dicen ellos, "esta noche lo deben de haber alzado y llevado a alguna parte. Senor al- guacil, prended a este mozo, que el sabe don- 10 de esta." En esto vino el alguacil, y echome mano por el collar del jubon, diciendo: "muchacho, tu eres preso, si no descubres los bienes de este tu amo." Yo, como en otra tal no me hubiese visto (porque asido del co- 15 llar, si habia sido muchas e infinitas veces; mas era mansamente de el trabado, para que mostrase el camino al que no veia), yo hu- be mucho miedo, y, llorando, prometile de decir lo que me preguntaban. "Bien esta," dicen 20 ellos; "pues di lo que sabes y no hayas temor." Sentose el escribano en un poyo para escribir el inventario, preguntando- me que tenia. "Senores," dije yo, "lo que este mi amo tiene, segun el me dijo, es un muy 25 buen solar de casas, y un palomar derriba- [fol. 38r] do." "Bien esta," dicen ellos, "por poco que eso valga, hay para nos entregar de la deuda." ".Y a que parte de la ciudad tiene eso?," me pre- guntaron. "En su tierra," les respondi. ".Por 5 Dios, que esta bueno el negocio!," dijeron e- llos; ".y adonde es su tierra?" "De Castilla la Vieja me dijo el que era," le dije yo. Rieron- se mucho el alguacil y el escribano, dicien- do: "Bastante relacion es esta para cobrar 10 vuestra deuda, aunque mejor fuese." Las vecinas, que estaban presentes, dijeron: "se- nores, este es un nino inocente, y ha pocos dias que esta con ese escudero, y no sabe de el mas que vuestras mercedes; sino, cuan- 15 to el pecadorcico se llega aqui a nuestra casa, y le damos de comer lo que podemos por amor de Dios, y a las noches se iba a dormir con el." Vista mi inocencia, deja- ronme, dandome por libre. Y el alguacil 20 y el ecribano piden al hombre y a la mujer --------------------- 37v,15: muchas e infinitas veces]muchas veces Al., Am.; 37v,17: no veia]no lo veia Al.; 38r,7: le dije yo]les dije Al., Am. Page 53 sus derechos, sobre lo cual tuvieron gran contienda y ruido, porque ellos allegaron no ser obligados a pagar, pues no habia de que, ni se hacia el embargo; los otros de- 25 cian que habian dejado de ir a otro negocio [fol. 38v] que les importaba mas, por venir a aquel. Finalmente, despues de dadas muchas vo- ces, al cabo carga un porqueron con el viejo alfamar de la vieja, y, aunque no iba muy car- 5 gado, alla van todos cinco, dando voces. No se en que paro. Creo yo que el pecador alfa- mar pagara por todos, y bien se empleaba, pues el tiempo que habia de reposar y descan- sar de los trabajos pasados, se andaba al- 10 quilando. Asi, como he contado, me dejo mi pobre tercero amo, do acabe de conocer mi ruin dicha, pues, senalandose todo lo que podria contra mi, hacia mis negocios tan al reves, que los amos, que suelen 15 ser dejados de los mozos, en mi no fuese asi, mas que mi amo me dejase y huyese de mi. [fol. 39r] COMO LAZARO SE ASEN- TO CON UN FRAILE DE LA MERCED, Y DE LO QUE LE ACAECIO CON EL Hube de bus- 5 car el cuarto, y este fue un fraile de la Merced, que las mujercillas que di- go me encamina- 10 ron, al cual ellas le llamaban pariente, gran enemigo del co- ro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amici- 15 simo de negocios seglares y visitar, tanto que pienso que rompia el mas zapatos que todo el convento. Este me dio los primeros zapatos que rompi en mi vida, mas no me duraron ocho dias, ni yo 20 pude con su trote durar mas. Y por esto, y por otras co- sillas que no digo, sali de el. -------------------- Page 54 38v,4: y aunque]aunque Bu. Page 55 [fol. 39v] COMO LAZARO SE ASEN- TO CON UN BULDERO, Y DE LA COSAS QUE CON EL PASO En el quinto por 5 mi ventura di, que fue un buldero, el mas desenvuelto y desver- gonzado, y el mayor e- chador de ellas que ja- 10 mas yo vi, ni ver espe- ro, ni pienso nadie vio, porque tenia y bus- caba modos y maneras y muy sutiles invencio- 15 nes. En entrando en los lugares, do habian de presentar la bula, primero presentaba a los clerigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho valor ni substancia: una lechuga murciana; si era por el tiempo, un 20 par de limas o naranjas, un melocoton, un par de duraznos, cada sendas peras verdi- niales. Asi procuraba tenerlos propicios, porque favoreciesen su negocio y llamasen [fol. 40r] sus feligreses a tomar la bula. Ofrecien- dosele a el las gracias, informabase de la suficiencia de ellos; si decian que entendian, no hablaba palabra en latin por no dar tro- 5 pezon; mas, aprovechabase de un gentil y bien cortado romance y desenvoltisima lengua. Y si sabian que los dichos clerigos eran de los reverendos, digo que mas con dineros que con letras y con reverendas se 10 ordenan, haciase entre ellos un Santo To- mas, y hablaba dos horas en latin, a lo me- nos que lo parecia, aunque no lo era. Cuan- do por bien no le tomaban las bulas, bus- caba como por mal se las tomasen, y, para 15 aquello, hacia molestias al pueblo, y otras veces con manosos artificios. Y, porque to- dos los que le veia hacer seria largo de con- tar, dire uno muy sutil y donoso, con el cual probare bien su suficiencia. En un lugar 20 de la Sagra de Toledo, habia predicado dos o tres dias, haciendo sus acostumbradas diligencias, y no le habian tomado bula, ni, a mi ver, tenian intencion de se la tomar. Estaba dado al diablo con aquello, y, pensan- --------------------- Page 56 39v,16: bula]bullq Bu. (?). Page 57 25 do que hacer, se acordo de convidar al pue- [fol. 40v] blo, para otro dia, de manana, despedir la bu- la. Y esa noche, despues de cenar, pusieron- se a jugar la colacion el y el alguacil, y sobre el juego vinieron a renir y a haber malas pa- 5 labras. El llamo al alguacil ladron, y el otro a el falsario. Sobre esto, el senor comisario, mi senor, tomo un lanzon, que en el portal, do jugaban, estaba. El alguacil puso mano a su espada, que en la cinta tenia. Al ruido y vo- 10 ces que todos dimos, acuden los huespedes y vecinos, y metense en medio. Y ellos, muy enojados, procurandose desembarazar de los que en medio estaban, para se matar. Mas, como la gente al gran ruido cargase y la 15 casa estuviese llena de ella, viendo que no po- dian afrentarse con las armas, decianse pa- labras injuriosas, entre las cuales el algua- cil dijo a mi amo que era falsario, y las bu- las, que predicaba, que eran falsas. Finalmen- 20 te, que los del pueblo, viendo que no bastaban a ponerlos en paz, acordaron de llevar el al- guacil de la posada a otra parte. Y asi que- do mi amo muy enojado, y, despues que los huespedes y vecinos le hubieron rogado que 25 perdiese el enojo y se fuese a dormir, se fue, [fol. 41r] y asi nos echamos todos. La manana ve- nida, mi amo se fue a la iglesia y mando ta- ner a misa y al sermon para despedir la bu- la, y el pueblo se junto, el cual andaba mur- 5 murando de las bulas, diciendo como eran falsas, y que el mismo alguacil, rinendo, lo habia descubierto. De manera que, tras que tenian mala gana de tomarla, con aquello del todo la aborrecieron. El senor comisa- 10 rio se subio al pulpito, y comienza su sermon, y a animar la gente a que no quedasen sin tanto bien e indulgencia como la santa bu- la traia. Estando en lo mejor del sermon, en- tra por la puerta de la iglesia el alguacil, y, 15 desque hizo oracion, levantose, y con voz al- ta y pausada, cuerdamente comenzo a de- cir: "buenos hombres, oidme una palabra, que despues oireis a quien quisiereis. Yo vine aqui con este echacuervo que os pre- 20 dica; el cual me engano, y dijo que le favo- reciese en este negocio, y que partiriamos la ganancia; y ahora, visto el dano que haria --------------------- 40v,8: estaba]estaban Al.; 40v,19: que eran]eran Al., Am.; 40v,25: se fue] Al., Am. om.; 41r,7: tras que]atras que Am. Page 58 a mi conciencia y a vuestras haciendas, arrepentido de lo hecho, os declaro claramen- 25 te que las bulas que predica son falsas, y [fol. 41v] que no le creais ni las tomeis, y que yo direc- te ni indirecte no soy parte en ellas, y que desde ahora dejo la vara y doy con ella en el suelo, y, si en algun tiempo este fuere casti- 5 gado por la falsedad, que vosotros me seais testigos como yo no soy con el, ni le doy a ello ayuda, antes os desengano y declaro su mal- dad." Y acabo su razonamiento. Algunos hom- bres honrados que alli estaban, se quisieron 10 levantar y echar el alguacil fuera de la igle- sia, por evitar escandalo, mas mi amo les fue a la mano y mando a todos que, so pena de excomunion, no le estorbasen; mas que le dejasen decir todo lo que quisiese. Y asi 15 el tambien tuvo silencio, mientras el algua- cil dijo todo lo que he dicho. Como callo, mi amo le pregunto si queria decir mas, que lo dijese. El alguacil dijo: "harto hay mas que decir de vos y de vuestra falsedad; mas 20 por ahora basta." El senor comisario se hin- co de rodillas en el pulpito, y, puestas las ma- nos y mirando al cielo, dijo asi: "Senor Di- os, a quien ninguna cosa es escondida, antes todas manifiestas, y a quien nada es impo- 25 sible, antes todo posible: tu sabes la verdad [fol. 42r] y cuan injustamente yo soy afrentado. En lo que a mi toca, yo lo perdono, porque tu, Se- nor, me perdones. No mires a aquel que no sa- be lo que hace ni dice. Mas, la injuria a ti he- 5 cha, te suplico y por justicia te pido no disi- mules, porque alguno que esta aqui, que, por ventura, penso tomar aquesta santa bula, y, dando credito a las falsas palabras de a- quel hombre, lo dejara de hacer. Y, pues es 10 tanto perjuicio del projimo, te suplico yo, Senor, no lo disimules; mas, luego muestra aqui milagro, y sea de esta manera: que si es verdad lo que aquel dice y que yo traigo maldad y falsedad, este pulpito se hunda con- 15 migo y meta siete estados debajo de tierra, do el ni yo jamas parezcamos; y si es ver- dad lo que yo digo, y aquel, persuadido del demonio (por quitar y privar a los que estan presentes de tan gran bien), dice mal- 20 dad, tambien sea castigado, y de todos co- nocida su malicia." Apenas habia acaba- do su oracion el devoto senor mio, cuando el negro alguacil cae de su estado, y da tan gran golpe en el suelo, que la iglesia toda 25 hizo resonar, y comenzo a bramar y echar Page 59 [fol. 42v] espumajos por la boca y torcerla y hacer vi- sajes con el gesto, dando de pie y de mano, revolviendose por aquel suelo a una parte y a otra. El estruendo y voces de la gente era 5 tan grande, que no se oian unos a otros; al- gunos estaban espantados y temerosos; u- nos decian: "el Senor le socorra y valga"; otros: "bien se le emplea, pues levantaba tan falso testimonio." Finalmente, algunos, que alli 10 estaban, y, a mi parecer, no sin harto temor, se llegaron y le trabaron de los brazos, con los cuales daba fuertes punadas a los que cer- ca de el estaban; otros le tiraban por las pier- nas y tuvieron reciamente, porque no habia 15 mula falsa en el mundo que tan recias coces tirase. Y asi le tuvieron un gran rato, por- que mas de quince hombres estaban sobre el, y a todos daba las manos llenas, y, si se descuidaban, en los hocicos. A todo esto el 20 senor, mi amo, estaba en el pulpito de rodi- llas, las manos y los ojos puestos en el cie- lo, transportado en la divina esencia, que el planto y ruido y voces que en la iglesia habia, no eran parte para apartarle de su divina con- 25 templacion. Aquellos buenos hombres lle- [fol. 43r] garon a el, y, dando voces, le despertaron, y le suplicaron quisiese socorrer a aquel po- bre, que estaba muriendo, y que no mirase a las cosas pasadas, ni a sus dichos malos, 5 pues ya de ellos tenia el pago; mas, si en algo podria aprovechar para librarle del peli- gro y pasion que padecia, por amor de Dios lo hiciese, pues ellos veian clara la culpa del culpado, y la verdad y bondad suya, pues a 10 su peticion y venganza el Senor no alargo el castigo. El senor comisario, como quien despierta de un dulce sueno, los miro y mi- ro al delincuente, y a todos los que alderre- dor estaban, y muy pausadamente les dijo: 15 "buenos hombres, vosotros nunca habiais de rogar por un hombre en quien Dios tan se- naladamente se ha senalado. Mas, pues El nos manda que no volvamos mal por mal y perdonemos las injurias, con confianza po- 20 dremos suplicarle que cumpla lo que nos man- da, y su majestad perdone a este que le ofen- dio, poniendo en su santa fe obstaculo. Vamos todos a suplicarle." Y asi bajo del pulpito y encomendo a que muy devotamente suplica- --------------------- Page 60 43r,24: encomendo a que]encomendo aqui Al., Am. Page 61 25 sen a Nuestro Senor tuviese por bien de per- [fol. 43v] donar a aquel pecador, y volverle en su sa- lud y sano juicio, y lanzar de el el demonio, si su majestad habia permitido que, por su gran pecado, en el entrase. Todos se hincaron de 5 rodillas, y delante del altar con los clerigos comenzaban a cantar con voz baja una le- tania, y, viniendo el con la cruz y agua ben- dita, despues de haber sobre el cantado, el se- nor, mi amo, puestas las manos al cielo, y 10 los ojos, que casi nada se le parecia sino un poco de blanco, comienza una oracion no menos larga que devota, con la cual hizo llorar a toda la gente, como suelen hacer en los sermones de pasion, de predicador y au- 15 ditorio devoto, suplicando a Nuestro Senor, pues no queria la muerte del pecador, sino su vida y arrepentimiento, que aquel encamina- do por el demonio y, persuadido de la muer- te y pecado, le quisiese perdonar y dar vi- 20 da y salud, para que se arrepintiese y confesase sus pecados. Y esto hecho, mando traer la bula, y pusosela en la cabeza, y luego el pe- cador del alguacil comenzo poco a poco a estar mejor y tornar en si. Y desque fue bien 25 vuelto en su acuerdo, echose a los pies del [fol. 44r] senor comisario y demandole perdon, y con- feso haber dicho aquello por la boca y man- damiento del demonio: lo uno, por hacer a el dano y vengarse del enojo; lo otro, y mas 5 principal, porque el demonio reciba mucha pe- na del bien que alli se hiciera en tomar la bu- la. El senor, mi amo, le perdono, y fueron he- chas las amistades entre ellos, y a tomar la bula hubo tanta prisa, que casi anima vivien- 10 te en el lugar no quedo sin ella: marido y mu- jer, e hijos e hijas, mozos y mozas. Divul- gose la nueva de lo acaecido por los luga- res comarcanos, y, cuando a ellos llegaba- mos, no era menester sermon ni ir a la igle- 15 sia, que a la posada la venian a tomar, como si fueran peras que se dieran de balde. De mane- ra que, en diez o doce lugares de aquellos alde- rredores donde fuimos, echo el senor, mi amo, otras tantas mil bulas sin predicar sermon. 20 Cuando el hizo el ensayo, confieso mi pecado, que tambien fui de ello espantado, y crei que asi era, co- --------------------- 43v,10: nada]nad Bu. error; 44r,17-18: alderredores]alrededor Al.; -]alrededores Am.; 44r,20: el hizo]se hizo Al., Am.; 44r,21-22: asi era como]asi como Bu. Page 62 mo otros muchos. Mas, con ver despues la risa y burla que mi amo y el alguacil llevaban y hacian del negocio, conoci como habia sido 25 industriado por el industrioso e inventivo de mi [fol. 44v] amo, y, aunque muchacho, cayome mucho en gracia, y dije entre mi: ".cuantas de estas deben hacer estos burladores entre la ino- cente gente!" Finalmente, estuve con este mi 5 quinto amo cerca de cuatro meses, en los cuales pase tambien hartas fatigas. COMO LAZARO SE ASEN- TO CON UN CAPELLAN, Y LO QUE CON EL PASO Despues de esto, a- 10 sente con un maes- tro de pintar pande- ros, para molerle los colores, y tambien su- fri mil males. Siendo 15 ya en este tiempo buen mozuelo, entrando un dia en la iglesia mayor, un capellan de ella me re- cibio por suyo y pusome en poder un asno 20 y cuatro cantaros, y un azote, y comence a echar agua por la ciudad. Este fue el primer escalon que yo subi para venir a alcanzar buena vida, porque mi boca era medida. Daba cada dia a mi amo [fol. 45r] treinta maravedis ganados, y los sabados ganaba para mi, y todo lo demas, entre se- mana, de treinta maravedis. Fueme tan bien en el oficio, que, al cabo de cuatro anos que 5 lo use, con poner en la ganancia buen recau- do, ahorre para me vestir muy honrada- mente de la ropa vieja. De la cual compre un jubon de fustan viejo, y un sayo raido de man- ga tranzada y puerta, y una capa que habia si- 10 do frisada, y una espada de las viejas prime- ras de Cuellar. Desque me vi en habito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no que- ria mas seguir aquel 15 oficio. --------------------- 44r,25: de mi]de ni (?) Bu.; 44v,1: amo] Al. ad. 147 lineas mas (vid. ADDENDA III); 44v,3: hacer]de hacer Al., Am.; 44v,19: un asno]un buen asno Al., Am. Page 63 [fol. 45v] COMO LAZARO SE ASEN- TO CON UN ALGUACIL, Y DE LO QUE LE A- CAECIO CON EL Despedido del capellan, 5 asente por hombre de justicia con un alguacil; mas, muy poco vivi con el, por parecerme ofi- cio peligroso, mayor- 10 mente que una noche nos corrieron, a mi y a mi amo, a pedradas y a palos unos retrai- dos. Y a mi amo, que espe- 15 ro, trataron mal, mas a mi no me alcanzaron. Con esto renegue del trato. Y, pensando en que modo de vivir haria mi asiento, por tener descanso y ganar algo para la vejez, quiso Dios alumbrarme y ponerme en camino y 20 manera provechosa; y, con favor que tuve de amigos y senores, todos mis trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagados con alcanzar lo que procure, que fue un oficio real, viendo que no hay nadie que [fol. 46r] medre, sino los que le tienen. En el cual, el dia de hoy, vivo y resido a servicio de Dios y de vuestra merced. Y es que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciudad se 5 venden, y en almonedas y cosas perdidas; acompanar los que padecen persecuciones por justicia, y declarar a voces sus delitos: pregonero, hablando en buen romance. Ha- me sucedido tan bien, yo le he usado tan fa- 10 cilmente, que casi todas las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano. Tanto, que en toda la ciudad el que ha de echar vino a vender o algo, si Lazaro de Tormes no en- tiende en ello, hacen cuenta de no sacar 15 provecho. En este tiempo, viendo mi ha- bilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el senor arcipreste de San Salva- dor, mi senor y servidor y amigo de vues- tra merced, porque le pregonaba sus vi- 20 nos, procuro casarme con una criada su- ya. Y visto por mi que de tal persona no po- dia venir sino bien y favor, acorde de lo ha- --------------------- 45v,15: trataron]trataronle Al.; 46r,2: vivo]yo vivo Am.; 46r,8: romance] Al. ad. 8 lineas mas (vid. ADDENDA IV). Page 64 cer. Y asi me case con ella; y hasta ahora no estoy arrepentido, porque, allende de ser 25 buena hija y diligente, servicial, tengo en mi [fol. 46v] senor arcipreste todo favor y ayuda. Y siem- pre en el ano le da en veces al pie de una car- ga de trigo, por las pascuas su carne, y, cuan- do el par de los bodigos, las calzas viejas 5 que deja. E hizonos alquilar una casilla par de la suya. Los domingos y fiestas, casi todas las comiamos en su casa. Mas, malas len- guas, que nunca faltaron ni faltaran, no nos dejan vivir, diciendo no se que y si se que, de 10 que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisarle de comer. Y mejor les ayude Dios, que ellos dicen la verdad, porque, allende de no ser ella mujer que se pague de estas bur- las, mi senor me ha prometido lo que pienso 15 cumplira. Que el me hablo, un dia, muy largo delante de ella, y me dijo: "Lazaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lengu- as, nunca medrara. Digo esto, porque no me maravillaria alguno, viendo entrar en mi ca- 20 sa a tu mujer, y salir de ella... Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo a tu provecho." "Senor," le dije, "yo determine de arrimarme a los bue- 25 nos. Verdad es que algunos de mis amigos [fol. 47r] me han dicho algo de eso, y, aun por mas de tres veces me han certificado, que, antes que conmigo casase, habia parido tres veces, ha- blando con reverencia de V. M., porque esta 5 ella delante." Entonces mi mujer echo jura- mentos sobre si, que yo pense la casa se hun- diera con nosotros. Y despues tomose a llo- rar y a echar maldiciones sobre quien conmi- go la habia casado. En tal manera que quisie- 10 ra ser muerto antes que se me hubiera solta- do aquella palabra de la boca. Mas, yo de un cabo y mi senor de otro, tanto le dijimos y otorgamos, que ceso su llanto, con juramen- to que le hice de nunca mas en mi vida men- 15 tarle nada de aquello, y que yo holgaba y ha- bia por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de dia, pues estaba bien seguro de su bondad. Y asi quedamos todos tres bien con- --------------------- 46r,23: ella]ello (?) Bu. error; 46v,8: faltaron ni faltaran]faltaron Am.; -]faltaro Bu. error; 46v,11: comer] Al. ad. 8 lineas mas (vid. ADDENDA V); 47r,8: maldiciones]mil maldiciones Am. Page 65 formes. Hasta el dia de hoy nunca nadie nos 20 oyo sobre el caso; antes, cuando alguno sien- to que quiere decir algo de ella, le atajo y le di- go: "mira, si sois amigo, no me digais cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar, mayormente si me quie- 25 ren meter mal con mi mujer, que es la cosa [fol. 47v] del mundo que yo mas quiero, y la amo mas que a mi, y me hace Dios con ella mil mer- cedes y mas bien que yo merezco. Que yo ju- rare sobre la hostia consagrada que es tan 5 buena mujer como vive dentro de las puer- tas de Toledo. Y quien otra cosa me dijere, yo me matare con el." De esta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa. Esto fue el mismo ano que nuestro victorioso Em- 10 perador en esta insigne ciudad de Toledo en- tro, y tuvo en ella Cortes, y se hicieron gran- des regocijos, como vuestra merced habra oido. Pues en este tiempo estaba en prosperidad, y en la cumbre 15 de toda buena fortuna. IMPRESO EN BURGOS EN CASA DE JUAN DE JUNTA. ANO DE MIL Y QUINIENTOS Y CINCUEN- TA Y CUATRO ANOS --------------------- 47v,5-6: las puertas]los puertas Bu.; 47v,6: y quien]quien Bu. 47v,15: fortuna] Al. ad. otra frase mas (vid. ADDENDA VI). A D D E N D A (Anadidos en la edicion de Alcala de Henares de 1554) ADD I [fol. 2v] 28 Fin del Prologo. ADD II [fol. 9v] a lo cual yo no respondi. Yendo que ibamos asi por deba- 5 jo de unos sopostales, en Escalona, adonde a la sazon estabamos, en casa de un zapatero habia muchas sogas y otras cosas que de espar- to se hacen, y parte de ellas dieron a mi amo en la cabeza, el cual, alzando la mano toco 10 en ellas, y, viendo lo que era, dijome: "anda presto muchacho, salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin comerlo." Yo, que bien descuidado iba de aquello, mire lo que era, y, como no vi sino sogas y cinchas, que no e- 15 ra cosa de comer, dijele: "tio, ?por que decis eso?" Respondiome: "calla sobrino, segun las manas que llevas lo sabras, y veras como digo verdad." Y asi pasamos adelante por el mismo portal, y llegamos a un meson, a 20 la puerta del cual habia muchos cuernos en la pared, donde ataban los recueros sus bestias, y, como iba tentando si era alli el meson, adonde el rezaba cada dia por la me- sonera la oracion de la emparedada, asio 25 de un cuerno, y, con un gran suspiro, dijo: "!oh, mala cosa, peor que tienes la hechura! !De cuantos eres deseado poner tu nom- bre sobre cabeza ajena, y de cuan pocos te- [fol. 10r] nerte, ni aun oir tu nombre, por ninguna via!" Como le oi lo que decia, dije: "tio, ?que es eso que decis?" "Calla, sobrino, que algun dia te dara este que en la mano tengo algu- ---------------------- 9v,4: no respondi]yo respondi Page 2 5 na mala comida y cena." "No le comere yo," di- je, "y no me la dara." "Yo te digo verdad, sino verlo has si vives." Y asi pasamos adelante hasta la puerta del meson, adonde pluguie- re a Dios nunca alla llegaramos, segun lo 10 que me sucedia en el. Era, todo lo mas que rezaba, por mesoneras, y por bodegoneras y turroneras y rameras; y asi por semejan- tes mujercillas, que, por hombre, casi nun- ca le vi decir oracion. ADD III [fol. 40v] Acaecionos en otro lugar, el cual no quiero nombrar por su honra, lo siguiente: 25 y fue que mi amo predico dos o tres sermo- nes y do a Dios la bula tomaban, visto por el astuto de mi amo lo que pasaba y que, aunque decia se fiaban por un ano, no apro- [fol. 41r] vechaba, y que estaban tan rebeldes en to- marla, y que su trabajo era perdido, hizo to- car las campanas para despedirse, y, hecho su sermon y despedido desde el pulpito, ya 5 que se queria abajar, llamo al escribano y a mi, que iba cargado con unas alforjas, e hizonos llegar al primer escalon, y tomo al alguacil las que en las manos llevaba, y, las que no tenia en las alforjas, pusolas jun- 10 to a sus pies, y tornose a poner en el pul- pito con cara alegre, y arrojar desde alli, de diez en diez y de veinte en veinte, de sus bulas, hacia todas partes, diciendo: "!her- manos mios, tomad, tomad de las gracias que 15 Dios os envia hasta vuestras casas y no os duela, pues es obra tan pia la redencion de los cautivos cristianos que estan en tie- rra de moros porque no renieguen nuestra santa fe y vayan a las penas del infierno, si- 20 quiera ayudadles con vuestra limosna, y con cinco Paternostres y cinco Avemarias, para que salgan de cautiverio, y aun tambien aprovechan para los padres y hermanos y deudos que teneis en el Purgatorio co- 25 mo lo vereis en esta santa bula." Como el pueblo las vio asi arrojar, como cosa que se daba de balde, y ser venida de la mano de Dios tomaban a mas tomar aun para los ninos [fol. 41v] de la cuna, y para todos sus difuntos, con- tando desde los hijos hasta el menor cria- do que tenian, contandolos por los dedos bimonos, en tanta prisa, que a mi ainas Page 3 5 me acabaran de romper un pobre y viejo sayo que traia, de manera que certifico a V. M. que, en poco mas de un hora, no quedo bula en las alforjas, y fue necesario ir a la posada por mas. Acabados de tomar 10 todos, dijo mi amo desde el pulpito a su es- cribano y al del concejo que se levantasen y, para que se supiese quien eran los que habian de gozar de la santa indulgencia y perdo- nes de la santa bula, y para que el diese 15 buena cuenta a quien le habia enviado, se escribiesen. Y asi, luego todos de muy bue- na voluntad decian las que habian tomado, contando por orden los hijos y criados y difuntos. Hecho su inventario, pidio a los 20 alcaldes que, por caridad, porque el tenia que hacer en otra parte, mandasen al escri- bano le diese autoridad del inventario, y me- moria de las que alli quedaban, que, segun decia el escribano, eran mas de dos mil. 25 Hecho esto, el se despidio con mucha paz y amor, y asi nos partimos de este lugar, y aun, antes que nos partiesemos, fue preguntado el por el teniente cura del lugar y por los regi- [fol. 42r] dores si la bula aprovechaba para las cria- turas que estaban en el vientre de sus ma- dres, a lo cual el respondio que, segun las le- tras que el habia estudiado, que no, que lo fue- 5 sen a preguntar a los doctores mas antiguos que el, y que esto era lo que sentia en este negocio. Y asi nos partimos, yendo todos muy alegres del buen negocio. Decia mi a- mo al alguacil y escribano: "!que os parece 10 como estos villanos que, con solo decir cristianos viejos somos, sin hacer obras de caridad se piensan salvar, sin poner na- da de su hacienda; pues, por vida del licen- ciado Pascasio Gomez, que a su costa se sa- 15 quen mas de diez cautivos." Y asi nos fui- mos hasta otro lugar de aquel cabo de Toledo, --------------------- 41v,7: un hora] sic; 41v,26: y aun]y ann Page 4 hacia la Mancha, que se dice, adonde topa- mos otros mas obstinados en tomar bula. Hechas mi amo y los demas que ibamos nuestras 20 diligencias, en dos fiestas que alli estuvimos, no se habian echado treinta bulas. Visto por mi amo la gran perdicion, y la mucha costa que traia, y el ardideza que el sutil de mi amo tuvo para hacer despender sus bu- 25 las fue que este dia dijo la misa mayor, y, despues de acabado el sermon, y vuelto al altar, tomo una cruz que traia de poco mas de un pal- mo y en un brasero de lumbre, que encima del [fol. 42v] altar habia, el cual habian traido para calen- tarse las manos porque hacia gran frio, pu- sole detras del misal, sin que nadie mirase en ello, y alli, sin decir nada, puso la cruz en- 5 cima la lumbre, y, ya que hubo acabado la mi- sa y echada la bendicion, tomola con un pani- zuelo bien envuelta la cruz en la mano dere- cha, y en la otra la bula, y asi se bajo has- ta la postrera grada del altar adonde hizo 10 que besaba la cruz, e hizo senal que vinie- sen adorar la cruz, y asi vinieron los alcal- des los primeros, y los mas ancianos del lugar vinieron uno a uno como se usa. Y el primero que llego, que era un alcalde viejo, aun- 15 que el le dio a besar la cruz bien delicada- mente se abraso los rostros, y se quito pres- to a fuera. Lo cual, visto por mi amo, le di- jo: "paso, quedo, senor alcalde, milagro," y a- si hicieron otros siete u ocho y a todos les 20 decia: "paso, senores, milagro." Cuando el vi- o que los rostriquemados bastaban para testigos del milagro no la quiso dar mas a besar. Subiose al pie del altar y de alli decia cosas maravillosas, diciendo: "que por la 25 poca caridad que habia en ellos, habia Dios permitido aquel milagro, y que aquella cruz habia de ser llevada a la santa iglesia mayor de su obispado, que por la poca ca- [fol. 43r] ridad que en el pueblo habia la cruz ardia. Fue tanta la prisa que hubo en el tomar de la bu- la que no bastaban dos escribanos ni los cle- rigos, ni sacristanes a escribir. Creo de cier- 5 to que se tomaron mas de tres mil bulas como tengo dicho a V. M.. Despues, al partir el fue con gran reverencia, como es razon a tomar la santa cruz, diciendo que la habia de hacer engastonar en oro. Como era razon fue roga- 10 do mucho del concejo y clerigos del lugar les dejase aquella santa cruz por me- moria del milagro alli acaecido. El en nin- guna manera lo queria hacer, y, al fin, roga- Page 5 do de tantos, se la dejo, con que le dieron otra 15 cruz vieja que tenian antigua de plata que podra pesar dos o tres libras, segun decian. Y asi nos partimos alegres con el buen true- que, y con haber negociado bien en todo. No vio nadie lo suso dicho, sino yo, porque me 20 subia par del altar para ver si habia quedado algo en las ampollas para ponerlo en cobro, como otras veces yo lo tenia de costumbre, y, como alli me vio, pusose el dedo en la bo- ca haciendome senal que callase. Yo asi lo 25 hice, porque me cumplia, aunque despues que vi el milagro, no cabia en mi por echarlo fue- ra, sino que el temor de mi astuto amo no me lo dejaba comunicar con nadie, ni nunca de [fol. 43v] mi salio, porque me tomo juramento que no descubriese el milagro. Y asi lo hice hasta ahora. ADD IV [fol. 44v] en el cual oficio un dia que ahorcaba- mos un apanador en Toledo, y llevaba una buena soga de esparto, conoci y cai en la cuen- ta de la sentencia que aquel mi ciego amo 15 habia dicho en Escalona; y me arrepenti del mal pago que le di por lo mucho que me en- seno, que, despues de Dios, el me dio indus- tria para llegar al estado que ahora estoy. ADD V [fol. 45r] aunque en este tiempo siem- 20 pre he tenido alguna sospechuela y habido al- gunas malas cenas por esperarla algunas noches hasta las laudes y aun mas, y se me ha venido a la memoria lo que mi amo el ciego me dijo en Escalona, estando asido del 25 cuerno; aunque, de verdad, siempre pienso que el diablo me lo trae a la memoria por ha- cerme mal casado, y no le aprovecha: ADD VI [fol. 46r] --------------------- 44v,18: estoy]esto; 45r,20: sospechuela]sospechula Page 6 25 de lo que de aqui adelante me sucediere avisare a Vuestra Merced. LA SEGUN- DA PARTE DE LAZA- RILLO DE TORMES, Y DE SUS FORTUNAS Y AD- VERSIDADES * EN AMBERES En casa de MARTIN NUCIO, a la en- sena de las dos Ciguenas. M.D.LV. Con Privilegio Imperial Page 2 Concede el Empera- dor, nuestro Senor, a Martin Nucio, impresor de libros en la vi- lla de Amberes, que por tiem- po de cuatro anos ninguno pueda imprimir este libro, so las penas contenidas en el original privilegio, dado en Bruselas en su Consejo, y subsignado FACUWEZ. Page 3 [fol. 2r] CAP. I. EN QUE DA CUENTA LAZA- RO DE LA AMISTAD QUE TUVO EN TOLE- DO CON UNOS TUDESCOS, Y LO QUE CON ELLOS PASABA. 5 En este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena for- tuna. Y como yo siempre anduviese acompanado de una bue- 10 na galleta de unos buenos frutos, que en esta tierra se crian, para muestra de lo que pregonaba, cobre tantos ami- gos y senores, asi naturales como ex- tranjeros, que do quiera que llegaba no 15 habia para mi puerta cerrada; y en tan- ta manera me vi favorecido que me parece, si entonces matara un hom- bre o me acaeciera algun caso recio, hallara a todo el mundo de mi bando, 20 y tuviera en aquellos mis senores to- do favor y socorro. Mas yo nunca los dejaba boquisecos, queriendolos lle- var conmigo a lo mejor que yo habia e- chado en la ciudad, a do haciamos la 21 buena y esplendida vida y gira: alli nos acontecio muchas veces entrar en nuestros pies y salir en ajenos. Y lo mejor de esto es, que, todo este [fol. 2v] tiempo, maldita la blanca Lazaro de Tormes gasto ni se la consentian gas- tar; antes, si alguna vez yo de indus- tria echaba mano a la bolsa, fingien- 5 do quererlo pagar, tomabanlo por afrenta, y mirabanme con alguna ira y decian: "nite, nite, Asticot, lanz," reprehendiendome, diciendo que do ellos estaban nadie habia de pa- 10 gar blanca. Yo con aquello moria- me de amores de tal gente, porque no solo esto, mas de perniles de to- cino, pedazos de piernas de carne- ro cocidas en aquellos cordiales vi- 15 nos, con mucha de la fina especia, y de sobras de cecinas y de pan me henchian la falda y los senos cada vez que nos juntabamos, que tenia en mi casa de comer yo y mi 20 mujer hasta hartar una semana en- tera. Acordabame en estas har- turas de las mias hambres pasadas, Page 4 y alababa al Senor y dabale gra- cias, que asi andan las cosas y tiem- 25 pos. Mas como dice el refran: Quien bien te hara, o se te ira, o se _____ ____ __ ____ _ __ __ ___ _ __ morira. Asi me acaecio, que se mu- ______ do la gran corte, como hacer suele; y, al partir, fui muy requerido de [fol. 3r] aquellos mis grandes amigos me fuese con ellos, y que me harian y acontecerian; mas, acordandome del proverbio que se dice: Mas va- ___ __ 5 le el mal conocido, que el bien por __ __ ___ ________ ___ __ ____ ___ conocer, agradeciendoles su bue- _______ na voluntad, con muchos abrazos y tristeza me despedi de ellos. Y cier- to, si casado no fuera no dejara su 10 compania, por ser gente hecha muy a mi gusto y condicion. Y es vida graciosa la que viven, no fantasti- cos ni presuntuosos, sin escru- pulo ni asco de entrarse en cual- 15 quier bodegon, la gorra quitada si el vino lo merece: gente llana y hon- rada, y tal y tan bien proveida, que no me la depare Dios peor cuando buena sed tuviere. Mas el amor de 20 la mujer y de la patria, que ya por mia tengo, pues como dicen: de do __ __ eres hombres, tiraron por mi. Y asi ____ _______ me quede en esta ciudad, aunque muy conocido de los moradores de ella, con 25 mucha soledad de los amigos y vi- da cortesana. Estuve muy a mi pla- cer con acrecentamiento de alegria y linaje por el nacimiento de una muy hermosa nina, que en estos me- [fol. 3v] dios mi mujer pario, que, aunque yo tenia alguna sospecha, ella me juro que era mia; hasta que a la fortuna le pare- cio haberme mucho olvidado, y ser 5 justo tornarme a mostrar su airado y severo gesto cruel, y aguarme es- tos pocos anos de sabrosa y descansa- da vida con otros tantos de trabajos y amarga muerte. !Oh gran Dios, y 10 quien podra escribir un infortunio tan desastrado, y acaecimiento tan sin dicha, que no deje holgar el tintero poniendo la pluma a sus ojos! CAP. II. COMO LAZARO, POR IM- Page 5 PORTUNACION DE AMIGOS, SE FUE A EMBAR- CAR PARA LA GUERRA DE ARGEL, Y LO QUE ALLA LE ACAECIO. Sepa V. M. que, estando el triste Laza- ro de Tormes en esta gustosa vi- 20 da, usando su oficio y ganando el muy bien de comer y de beber, porque Dios no crio tal oficio, y vale mas para esto que la mejor veinte-y-cua- tria de Toledo; estando, asimismo, 25 muy contento y pagado con mi mu- jer, y alegre con la nueva hija, sobre- poniendo cada dia en mi casa alhaja sobre alhaja, mi persona muy bien [fol. 4r] tratada, con dos pares de vestidos, unos para las fiestas y otros para de continuo, y mi mujer lo mismo, mis dos docenas de reales en el arca, vi- 5 no a esta ciudad, que venir no debie- ra, la nueva para mi y aun para o- tros muchos de la ida de Argel. Y comenzaronse de alterar unos, no se cuantos vecinos mios, diciendo: 10 "vamos alla, que de oro hemos de ve- nir cargados." Y comenzaronme con esto a poner codicia. Dijelo a mi mujer, y ella, con gana de volver- se con mi senor el arcipreste, me 15 dijo: "haced lo que quisiereis; mas, si alla vais, y buena dicha teneis, una esclava querria que me traje- seis que me sirviese, que estoy har- ta de servir toda mi vida. Y tambien 20 para casar a esta nina no serian ma- las aquellas tripolinas y doblas za- henas, de que tan proveidos dicen que estan aquellos perros moros." Con esto, y con la codicia que yo me 25 tenia, determine (que no debiera) ir a este viaje. Y bien me lo desviaba mi senor el arcipreste, mas yo no lo queria creer; al fin habian de pasar por mi mas fortunas de las pasadas. [fol. 4v] Y asi, con un caballero de aqui, de la orden de San Juan, con quien tenia conocimiento, me concerte de le a- companar y servir en esta jornada, 5 y que el me hiciese la costa, con tal que lo que alla ganase fuese para mi. --------------------- Page 6 4r,2: otros]otras; 4r,17-18: traj-]truj- Modernizamos. Page 7 Y asi fue que gane, y fue para mi mu- cha malaventura, de la cual, aunque se repartio por muchos, yo traje 10 harta parte. Partimos de esta ciudad aquel caballero y yo, y otros y mu- cha gente, muy alegres y muy ufa- nos como a la ida todos van. Y, por evitar prolijidad de todo lo acaeci- 15 do en este camino, no hago relacion, por no hacer nada a mi proposito; mas, de que nos embarcamos en Cartagena, y entramos en una nao bien llena de gente y vituallas, y 20 dimos con nosotros donde los o- tros. Y levantose en el mar la cruel y porfiada fortuna que habran conta- do a V. M., la cual fue cau- sa de tantas muertes y perdida, cual 25 en el mar gran tiempo ha no se per- dio, y no fue tanto el dano que la mar nos hizo, como el que unos a otros nos hicimos; porque, como fue de noche, y aun de dia, el tiempo recio [fol. 5r] de las bravas ondas y olas del tem- pestuoso mar tan furiosas, ningun sa- ber habia que lo remediase, que las mismas naos se hacian pedazos unas 5 con otras, y se anegaban con todos los que en ellas iban. Mas, pues se que de todo lo que en ella paso y se vio V. M. estara, como he dicho, in- formado de muchos que lo vieron y 10 pasaron, y quiso Dios que escaparon, y de otros a quien aquellos lo han con- tado, no me quiero detener en ello, sino dar cuenta de lo que nadie sino yo la puede dar, por ser yo solo el que 15 lo vio, y el que de todos los otros jun- tos que alli estuvieron, ninguno me- jor que yo lo vi. En lo cual me hizo Dios grandes mercedes, segun vues- tra merced oira. De moro ni de mora 20 no doy cuenta, porque encomien- do al diablo el que yo vi. Mas vi la nuestra nao hecha pedazos por mu- chas partes; vila hacer por otras tan- tas, no viendo en ella mastil ni ente- 25 na, todas las obras muertas derriba- das, y el casco tan hecho cascos, y tal cual he dicho. Los capitanes y gente granada que en ella iban sal- taron en el barco, y procuraron de se [fol. 5v] mejorar en otras naos, aunque en a- Page 8 quella sazon pocas habia que pudiesen dar favor. Quedamos los ruines en la ruin y triste nao, porque la justi- 5 cia y cuaresma diz que es mas para es- tos que para otros. Encomendamos- nos a Dios, y comenzamonos a con- fesar unos a otros, porque dos cleri- gos que en nuestra compania iban, co- 10 mo se decian ser caballeros de Jesu- cristo, fueronse en compania de los otros y dejaronnos por ruines. Mas yo nunca vi ni oi tan admira- ble confesion: que confesarse un 15 cuerpo antes que se muera, acaecede- ra cosa es, mas aquella hora entre nosotros no hubo ninguno que no es- tuviese muerto. Y muchos que ca- da ola que la brava mar en la mansa 20 nao embestia, gustaban la muerte, por manera que pueden decir que esta- ban cien veces muertos, y asi a la verdad las confesiones eran de cuer- pos sin almas. A muchos de ellos con- 25 fese, pero maldita la palabra me de- cian sino suspirar y dar tragos en seco, que es comun a los turbados, y otro tanto hice yo a ellos, pues, es- tandonos anegando en nuestra tris- [fol. 6r] te nao, sin esperanza de ningun re- medio que para evadir la muerte se nos mostrase, despues de llorada por mi mi muerte, y, arrepentido 5 de mis pecados, y mas de mi venida alli; despues de haber rezado ciertas devotas oraciones que del ciego mi primero amo aprendi aprobadas pa- ra aquel menester, con el temor de 10 la muerte vinome una mortal y gran- disima sed, y, considerando como se habia de satisfacer con aquella sala- da mal sabrosa agua del mar, parecio- me inhumanidad usar de poca ca- 15 ridad conmigo mismo, y determine que en lo que mala agua habia de ocu- par, era bien engullirlo de vino exce- lentisimo que en la nao habia, el cual aquella hora estaba tan sin dueno co- 20 mo yo sin alma, y con mucha prisa comence a beber. Y allende de la gran sed que el temor de la muerte y la angustia de ella me puso, y tambien no ser yo de aquel oficio mal maestro, 25 el desatino que yo tenia, sin casi saber lo que hacia, me ayudo de tal mane- Page 9 ra que yo bebi tanto y de tal suerte me ateste, descansando y tornando a beber, que senti de la cabeza a los [fol. 6v] pies no quedar en mi triste cuerpo rincon ni cosa que de vino no que- dase llena, y, acabado de hacer esto, y la nao hecha pedazos de sumirse 5 con todos nosotros todo fue uno: esto seria dos horas despues de ama- necido. Quiso Dios que con el gran desatino que hube de me sentir del todo en el mar sin saber lo que ha- 10 cia, eche mano a mi espada, que en la cinta tenia, y comence a bajar por mi mar abajo. Aquella hora vi acudir alli gran numero de pescados grandes y menores de diversas he- 15 churas, los cuales lijeramente sali- endo, con sus dientes de aquellos mis companeros despedazaban y los tala- ban. Lo cual viendo, temi que lo mismo harian a mi que a ellos si me estuvie- 20 se con ellos en palabras; y, con esto, deje el bracear, que los que se ane- gan hacen, pensando con aquello es- capar de la muerte, de mas y allende que yo no sabia nadar, aunque nade por 25 el agua para abajo, y caminaba cuan- to podia mi pesado cuerpo, y co- menzome a apartar de aquella ruin conversacion, prisa y ruido y mu- chedumbre de pescados, que, al tra- [fol. 7r] quido que la nao dio, acudieron. Pues, yendo yo asi bajando por aquel muy hondo pielago, senti y vi ve- nir tras mi grande furia de un creci- 5 do y grueso ejercito de otros pe- ces, y, segun pienso, venian ganosos de saber a que yo sabia; y con muy grandes silbos y estruendo se lle- garon a quererme asir con sus dientes. 10 Yo, que tan cercano a la muerte me vi, con la rabia de la muerte, sin saber lo que hacia, comienzo a esgrimir mi espada, que en la diestra mano lle- vaba desnuda, que aun no la habia de- 15 samparado, y quiso Dios me suce- diese de tal manera, que en un pe- queno rato hice tal riza de ellos, dan- --------------------- 6v,5: uno]vino, lo que podria ser un juego de palabras. Page 10 do a diestro y a siniestro, que toma- ron por partido apartarse de mi al- 20 gun tanto; y, dandome lugar, se co- menzaron a ocupar en se cebar de a- quellos de su misma nacion a quien yo, defendiendome, habia dado la muerte, lo cual yo sin mucha pena 25 hacia, porque como estos animales tengan poca defensa y sus cubertu- ras menos, en mi mano era matar cuantos queria, y a cabo de un gran rato que de ellos me aparte, yendome [fol. 7v] siempre bajando, y tan derecho co- mo si llevara mi cuerpo y pies fija- dos sobre alguna cosa, llegue a una gran roca que en medio del hondo 5 mar estaba, y, como me vi en ella de pies, holgueme algun tanto y co- mence a descansar del gran trabajo y fatiga pasada, la cual entonces sen- ti, que hasta alli, con la alteracion y 10 temor de la muerte, no habia teni- do lugar de sentir. Y, como sea comun cosa a los afli- gidos y cansados respirar, estando sen- tado sobre la pena di un gran suspi- 15 ro, y caro me costo, porque me des- cuide y abri la boca que hasta enton- ces cerrada llevaba, y, como habia ya el vino hecho alguna evacuacion por haber mas de tres horas que se habia 20 envasado lo que de el faltaba, trague de aquella salada y desaborida a- gua, la cual me dio infinita pena, ri- fando dentro de mi con su contrario. Entonces conoci como el vino me 25 habia conservado la vida, pues, por es- tar lleno de el hasta la boca, no tuvo tiempo el agua de me ofender; entonces vi verdaderamente la filosofia que cerca de esto habia profetizado mi [fol. 8r] ciego, cuando en Escalona me dijo que si a hombre el vino habia de dar vida, habia de ser a mi. Entonces tuve gran lastima de mis companeros que 5 en el mar padecieron, porque no me acompanaron en el beber; que, si lo hicieran, estuvieran alli conmigo, con los cuales yo recibiera alguna ale- gria. Entonces entre mi llore todos 10 cuantos en el mar se habian anega- do, y tornaba a pensar, quiza aun- que bebieran, no tuvieran el teson Page 11 conveniente, porque no son todos La- zaro de Tormes, que deprendio el 15 arte en aquella insigne escuela y bo- degones toledanos con aquellos se- nores de otra tierra. Pues, estando asi pasando por la memoria estas y otras cosas, vi que venian do yo 20 estaba un gran golpe de pescados, los unos que subian de lo bajo, y los otros que bajaban de lo alto, y to- dos se juntaron y me cercaron la pe- na. Conoci que venian con mala inten- 25 cion, y, con mas temor que gana, me levante con mucha pena, y me puse en pie para ponerme en defensa; mas en vano trabajaba, porque a esta sazon yo estaba perdido y encallado [fol. 8v] de aquella mala agua que en el cuer- po se me entro. Estaba tan mareado que en pies no me podia tener ni al- zar la espada para defenderme. Y, co- 5 mo me vi tan cercano a la muerte, mi- re si veria algun remedio; pues, bus- carlo en la defensa de mi espada no habia lugar por lo que dicho tengo, y, andando por la pena como pude, 10 quiso Dios halle en ella una abertu- ra pequena, y por ella me meti. Y, de que dentro me vi, vi que era una cueva que en la misma roca estaba, y aun- que la entrada tenia angosta, dentro 15 habia harta anchura, y en ella no habia otra puerta. Pareciome que el Senor me habia traido alli para que cobra- se alguna fuerza de la que en mi esta- ba perdida. Y, cobrando algun ani- 20 mo, vuelvo el rostro a los enemigos, y puse a la entrada de la cueva la pun- ta de mi espada. Y, asimismo, comien- zo con muy fieras estocadas a defen- der mi homenaje. En este tiempo to- 25 da la muchedumbre de los pescados me cercaron, y daban muy grandes vueltas y arremetidas en el agua, y llegabanse junto a la boca de la cue- va; mas, algunos que de mas atrevi- [fol. 9r] dos presumian, procurando de me entrar, no les iba de ello bien. Y, co- mo yo tuviese puesta la espada lo mas recio que podia con ambas ma- 5 nos a la puerta, se metian por ella y perdian las vidas, y otros que con fu- ria llegaban herianse malamente; mas Page 12 no por esto levantaban el cerco. En esto sobrevino la noche, y fue causa 10 que el combate algo mas se aflojo, aunque no dejaron de acometer- me muchas veces por ver si me dor- mia, o si hallaban en mi flaqueza. Pues, estando el pobre Lazaro en 15 esta angustia, viendome cercado de tantos males en lugar tan extrano y sin remedio, considerando como mi buen conservador, el vino, poco a po- co me iba faltando (por cuya falta 20 la salada agua se atrevia y cada vez se iba conmigo desvergonzando), y que no era posible poderme susten- tar, siendo mi ser tan contrario de los que alli lo tienen, y que, asimismo, ca- 25 da hora las fuerzas se me iban mas faltando, asi por haber gran rato que a mi atribulado cuerpo no se habia dado refeccion sino trabajo, como porque el agua digiere y gasta mu- [fol. 9v] cho. Ya no esperaba mas de cuando el espada se me cayese de mis flacas y tremulentas manos, lo cual luego que mis contrarios viesen, ejecuta- 5 rian en mi muy amarga muerte, ha- ciendo sus cuerpos sepultura. Pues, todas estas cosas considerando, y nin- gun remedio habiendo, acudi a quien todo buen cristiano debe acudir, 10 encomendandome al que da reme- dio a los que no le tienen, que es el misericordioso Dios nuestro Senor. Alli de nuevo comence a gemir y llorar mis pecados, y a pedir de ellos 15 perdon y a encomendarme a El de todo mi corazon y voluntad, supli- candole me quisiese librar de aque- lla rabiosa muerte, prometiendole grande enmienda en mi vivir, si de dar- 20 mela fuese servido. Despues torne mis plegarias a la gloriosa Santa Ma- ria, madre suya y senora nuestra, prometiendole visitarla en las sus ca- sas de Montserrat y Guadalupe, y la 25 Pena de Francia; despues, vuelvo mis ruegos a todos los santos y santas, especialmente a Santelmo y al Senor --------------------- 9v,2: espada] Mantenemos (como en amiga, angustia, arena, fin, mar, etc.) el articulo vacilante de nuestra edicion original. Page 13 Sant Amador, que tambien paso for- tunas en la mar cuajada. Y, esto he- [fol. 10r] cho, no deje oracion de cuantas sa- bia, que del ciego habia deprendido, que no rece con mucha devocion: la del conde, la de la emparedada, el justo 5 juez, y otras muchas que tienen virtud contra los peligros del agua. Final- mente, el Senor por virtud de su pa- sion, y por los ruegos de los dichos y por lo demas que ante mis ojos te- 10 nia, quiso obrar en mi un maravilloso milagro, aunque a su poder peque- no; y fue que, estando yo asi sin alma, mareado y medio ahogado de mu- cha agua que, como he dicho, se me habia 15 entrado a mi pesar, y, asimismo, en- callado y muerto de frio de la frial- dad, que mientras mi conservador en sus trece estuvo, nunca habia sentido, trabajado y hecho pedazos mi triste 20 cuerpo de la congoja y continua persecucion, y, desfallecido del no comer, a deshora senti mudarse mi ser de hombre, quiera no me cate, cuan- do me vi hecho pez ni mas ni me- 25 nos, y de aquella propia hechura y forma que eran los que cerrado me ha- bian tenido y tenian. A los cuales, lue- go que en su figura fui tornado, cono- ci que eran atunes, entendi como enten- [fol. 10v] dian en buscar mi muerte, y decian: "Este es el traidor de nuestras sabro- sas y sagradas aguas enemigo; este es nuestro adversario y de todas las 5 naciones de pescados, que tan ejecu- tivamente se ha habido con nosotros desde ayer aca hiriendo y matando tantos de los nuestros; no es posi- ble que de aqui vaya; mas, venido el 10 dia, tomaremos de el venganza." Asi oia yo la sentencia que los senores estaban dando contra el que ya he- cho atun como ellos estaba. Des- pues que un poco estuve descansan- 15 do y refrescando en el agua, toman- do aliento y hallandome tan sin pe- na y pasion como cuando mas sin ella estuve, lavando mi cuerpo de --------------------- 10r,10: quiso]con; 10v,14-15: descansando]descansado Page 14 dentro y de fuera en aquella agua 20 que al presente y dende en adelan- te muy dulce y sabrosa halle, miran- dome a una parte y a otra por ver si veria en mi alguna cosa que no estu- viese convertido en atun, estando- 25 me en la cueva muy a mi placer, pen- se si seria bien estarme alli hasta que el dia viniese; mas hube miedo me conociesen, y les fuese manifiesta mi conversion. Por otro cabo, temia [fol. 11r] la salida por no tener confianza de mi si me entenderia con ellos, y les sa- bria responder a lo que me interro- gasen, y fuese esto causa de descu- 5 brirse mi secreto, que, aunque los en- tendia y me veia de su hechura, te- nia gran miedo de verme entre ellos. Finalmente, acorde que lo mas segu- ro era no me hallasen alli, porque ya que 10 no me tuviesen por de ellos, como no fuese hallado Lazaro de Tor- mes, pensarian yo haber sido en salvar- le, y me pedirian cuenta de el; por lo cual me parecio que, saliendo antes del 15 dia y mezclandome con ellos, con ser tantos, por ventura no me echarian de ver, ni me hallarian extrano: y co- mo lo pense, asi lo puse por obra. CAP. III. COMO LAZARO DE TOR- MES, HECHO ATUN, SALIO DE LA CUEVA, Y COMO LE TOMARON LAS CENTINELAS DE LOS ATUNES Y LO LLEVARON ANTE EL GENERAL. En saliendo, senor, que sali de la 25 roca, quise luego probar la len- gua, y comence a grandes voces a decir: "!muera, muera!," aunque, apenas habia acabado estas palabras, cuando [fol. 11v] acudieron las centinelas que sobre el pecador de Lazaro estaban, y, llega- dos a mi, me preguntan quien viva. "Senor," dije yo, "viva el pece y los ilus- 5 trisimos atunes"; pues, "?por que das las voces," me dijeron; "?que has visto o sentido en nuestro adversario, que asi nos alteras? ?De que capitania e- res, senor?" Yo les dije me pusiesen 10 ante el senor de los capitanes, y que alli sabrian lo que preguntaban. Lue- Page 15 go el uno de estos atunes mando a diez de ellos me llevasen al general, y el se quedo haciendo la guarda con 15 mas de diez mil atunes. Holgaba in- finito de verme entender con ellos, y dije entre mi: "el que me hizo esta gran merced ninguna hizo coja." A- si caminamos y llegamos ya que a- 20 manecia al gran ejercito, do habia juntos tan gran numero de atunes, que me pusieron espanto. Como co- nocieron a los que me llevaban, deja- ronnos pasar, y, llegados al aposento 25 del general, uno de mis guias, hacien- do su acatamiento, conto en que ma- nera y en el lugar do me habian halla- do, y que, siendome preguntado por su capitan Licio quien yo era, habia [fol. 12r] respondido que me pusiesen ante el general, y por esta causa me traian ante su grandeza. El capitan general era un atun aventajado de los otros 5 en cuerpo y grandeza, el cual me pre- gunto quien era, y como me llama- ba, y en que capitania estaba, y que era lo que pedia, pues pedi ser ante el trai- do. A esta sazon yo me hallaba confuso, 10 y ni sabia decir mi nombre, aunque habia sido bien bautizado, excepto si dije- ra ser Lazaro de Tormes. Pues, de- cir de donde, ni de que capitania, tam- poco lo sabia, por ser tan nuevamen- 15 te transformado, y no tener noticia de las mares, ni conocimiento de a- quellas grandes companias, ni de sus particulares nombres, por manera que, disimulando algunas de las pre- 20 guntas que el general me hizo, res- pondi yo, y dije: "senor, siendo tu grandeza tan valerosa como por to- do el mar se sabe, gran poquedad me parece que un miserable hombre 25 se defienda de tan gran valor y po- deroso ejercito, y seria menosca- bar mucho su estado, y el gran poder de los atunes. Y digo, pues yo soy tu subdito, y estoy a tu mandado y de [fol. 12v] tu bandera, profiero a ponerte en --------------------- 12r,17: companias]companas; 12r,22: valerosa]valeroso; 12r, 25: valor]valer; 12r,26-27: menoscabar]menoscarnal sic (?) Page 16 poder de sus armas y despojo, y si no lo hiciere que mandes hacer jus- ticia cruel de mi," aunque, por si o por 5 no, no me ofrecia darle a Lazaro por no ser tomado en mal latin. Y es- te punto no fue de latin, sino de le- trado mozo de ciego. Hubo de esto el general gran placer, por ofrecerme 10 a lo que me ofreci, y no quiso saber de mi mas particularidades; mas lue- go respondio, y dijo: "verdad es que por excusar muertes de los mios esta determinado tener cercado aquel 15 traidor, y tomarle por hambre; mas si tu te atreves a entrarle como di- ces, serte ha muy bien pagado, aun- que me pesaria si por hacer tu por nuestro senor el rey y mi, toma- 20 ses muerte en la entrada como otros han hecho; porque yo precio mucho a los mis esforzados atunes, y a los que con mayor animo veo querria guardar mas, como buen capitan de- 25 be hacer." "Senor," respondi yo, "no te- ma tu ilustrisima excelencia mi pe- ligro, que yo pienso lo efectuar sin perder gota de sangre." "Pues, si asi es, el servicio es grande, y te lo pienso [fol. 13r] bien gratificar; y pues el dia se viene, yo quiero ver como cumples lo que has prometido." Mando luego a los que tenian cargo, que moviesen con- 5 tra el lugar donde el enemigo esta- ba; y esto fue admirable cosa de ver mover un campo pujante y cauda- loso, que cierto nadie lo viera a quien no pusiese espanto. El capitan me pu- 10 so a su lado, preguntandome la ma- nera que pensaba tener para entrarle; yo se la decia, fingiendo grandes maneras y ardides, y, hablando, llegamos a las centinelas que algo cerca de la cueva o 15 roca estaban. Y Licio, el capitan, el cual me habia enviado al general, estaba con toda su compania bien a punto, tenien- do de todas partes cercada la cueva; mas no por eso que ninguno se osase 20 llegar a la boca de ella, porque el general lo habia enviado a mandar por evitar el dano que Lazaro hacia, y porque al tiem- --------------------- 12v,15: hambre]hombre; 13r,15: Licio]Alicio Page 17 po que yo fui convertido en atun, que- dose la espada puesta a la puerta de 25 la cueva de aquella manera que la te- nia cuando era hombre, la cual los atu- nes veian, temiendo que el rebelado la tenia, y estaba tras la puerta. Y, como llegamos, yo dije al general manda- [fol. 13v] se retraer los que el sitio tenian, y que asi el como todos se apartasen de la cueva, lo cual fue hecho luego. Y esto hice yo porque no viesen lo po- 5 co que habia que hacer en la entrada; yo me fui solo, y, dando muy grandes y prestas vueltas en el agua, y lanzan- do por la boca grandes espadana- das de ella. En tanto que yo esto hacia, 10 andaba entre ellos de hocico en ho- cico la nueva como yo me habia ofre- cido de entrar al negocio, y oia de- cir: "el morira, como otros tan buenos y osados han hecho; dejadle que 15 presto veremos su orgullo perdido." Yo fingia que dentro habia defensa, y me echaban estocadas como aquel que las habia echado, y huia el cuer- po a una y otra parte. Y como el e- 20 jercito estaba desmayado, no tenian lugar de ver que no habia que ver; tor- naba otras veces a llegarme a la cue- va y acometerla con gran impetu, y a desviarme como antes. Y asi an- 25 duve un rato fingiendo pelea, todo para encarecer la cura. Despues que esto hice algunas veces algo desvia- do de la cueva, comienzo a dar gran- des voces porque el general y ejer- [fol. 14r] cito me oyesen, y a decir: "!oh, mez- quino hombre! ?Piensas que te puedas defender del gran poder de nuestro gran rey y senor, y de su valeroso y 5 gran capitan, y de los de su pujante ejercito? ?Piensas pasar sin castigo de tu gran osadia, y de las muchas muer- tes que por tu causa se han hecho en nuestros amigos y deudos? Date, da- 10 te a prision al insigne y gran caudi- llo; por ventura habra de ti merced. Rinde, rinde las armas que te han vali- do; sal del lugar fuerte do estas, que --------------------- 13v,15: orgullo]argullo Page 18 poco te ha de aprovechar, y metete 15 en poder del que ningun poder en el gran mar le iguala." Yo, que estaba, como digo, dando estas voces, todo para almohazar los oidos al man- don, como hacer se suele, por ser co- 20 sa de que ellos toman gusto, llega a mi un atun, el cual me venia a lla- mar de parte del general: yo me vi- ne para el, al cual y a todos los mas del ejercito halle finados de risa; y 25 era tanto el estruendo y ronquidos que en el reir hacian, que no se oian u- nos a otros. Como yo llegue, espanta- do de tan gran novedad, mando el ca- pitan general que todos callasen, y [fol. 14v] asi hubo algun silencio, aunque a los mas les tornaba a arreventar la risa, y al fin, con mucha pena, oi al gene- ral, que me dijo: "companero, si otra 5 forma no teneis de entrar la fuerza a nuestro enemigo que la de hasta a- qui, ni tu cumpliras tu promesa, ni yo soy cuerdo en estarte esperando, y mas que solamente te he visto aco- 10 meter la entrada y no has osado en- trar; mas, de verte poner con eficacia en persuadir a nuestro adversario, lo que debe de hacer cualquiera. Y esto, al parecer mio y de todos estos, tenias 15 bien excusado de hacer, y nos parece tiempo muy mal gastado y palabras muy dichas a la llana, porque ni lo que pides ni lo que has dicho en mil a- nos lo podras cumplir; y de esto nos 20 reimos, y es muy justa nuestra risa, ver que parece que estas con el plati- cando como si fuese otro tu." Y en es- to tornaron a su gran reir. Y yo cai en mi gran necedad, y dije entre 25 mi: "si Dios no me tuviese guarda- do para mas bien, de ver estos ne- cios lo poco y malo que yo se usar de atun, caerian en que si tengo el ser, no el natural." Con todo, quise reme- [fol. 15r] diar mi yerro, y dije: "cuando hom- bre, senor, tiene gana de efectuar lo que piensa, acaecele lo que a mi." Alza el capitan y todos otra mayor risa, 5 y dijome: "luego hombre eres tu." Estuve por responder: "tu dijiste." Y cabia bien, mas hube miedo que, en lu- gar de rasgar su vestidura, se rasgara Page 19 mi cuerpo. Y con esto deje las gra- 10 cias para otro tiempo mas conveniente. Yo, viendo que a cada paso decia mi necedad, y pareciendome que a po- cos de aquellos jaques podria ser mate, comenceme a reir con ellos, y 15 sabe Dios que reganaba con muy fino miedo que a aquella sazon tenia. Y dijele: "gran capitan, no es tan gran- de mi miedo como algunos lo ha- cen, que, como yo tenga contienda con 20 hombres, vase la lengua a lo que pien- sa el corazon. Mas ya me parece que tardo en cumplir mi promesa, y en darte venganza de nuestro contra- rio; con tanto, con tu licencia, quiero vol- 25 ver a dar fin a mi hecho." "Tu la tie- nes," me dijo. Y luego, muy corrido y temeroso de tales acaecimientos, me volvi a la pena, pensando como me convenia estar mas sobre el aviso [fol. 15v] en mis hablas. Y, llegando a la cueva, acaeciome un acaecimiento, y, tor- nandome a retraer muy de presto, me junte del todo a la puerta, y to- 5 me en la boca la que otras veces en la mano tomaba, y estuve pensando que haria, si entraria en la cueva o iria a dar las armas a quien las pro- meti. En fin, pense si entrara, por ven- 10 tura seria acusado de ladronicio, di- ciendo haberla yo comido, pues no habia de ser hallado, el cual era caso feo y digno de castigo. En fin, vuel- vo al ejercito, el cual ya movia en 15 mi socorro, porque me habia visto co- brar la espada, y aun por mostrar yo mas animo cuando la cobre de sobre la pared que a la boca de la cue- va estaba, esgrimi torciendo el ho- 20 cico, y a cada lado hice con ella casi como un reves. Llegando al general, humillando la cabeza an- te el, teniendo como pude el espada por la empunadura en mi boca, di- 25 je: "gran senor, veis aqui las armas de nuestro enemigo: de hoy no hay mas que temer la entrada, pues no tiene con que defenderla. Vos lo ha- beis hecho como valiente atun, y [fol. 16r] sereis galardonado de tan gran ser- vicio; y, pues con tanto esfuerzo y osa- dia ganastes la espada, y me parece Page 20 os sabreis aprovechar de ella mejor 5 que otro, tenedla hasta que tengamos en poder este malvado." Y luego llega- ron infinitos atunes a la boca de la cueva, mas ninguno fue osado de en- trar dentro, porque temian no le que- 10 dase punal; yo me preferia a ser el pri- mero de la escala, con tal que luego me siguiesen y diesen favor; y es- to pedia porque hubiese testigos de mi inocencia; mas, tanto era el miedo 15 que a Lazaro habian, que nadie queria seguirme, aunque el general prome- tia grandes dadivas al que conmigo se- cundase. Pues, estando asi, dijome el gran capitan, que me parecia 20 que hiciese, pues ninguno me que- ria ser companero en aquella peli- grosa entrada. Y yo respondi que por su servicio me atreveria a entrar- la solo, si me asegurasen la puerta, 25 que no temiesen de ser conmigo. El dijo que asi se haria, y que, cuando los que alli estuviesen no osasen, que el me prometia seguirme. Entonces llego el capitan Licio, y dijo que [fol. 16v] entraria tras mi; luego comienzo a esgrimir mi espada a un lado y a o- tro de la cueva, y a echar con ella muy fieras estocadas, y lanzome den- 5 tro diciendo a grandes voces: "!vic- toria, victoria, viva el gran mar y los grandes moradores de el, y mueran los que habitan la tierra!" Con estas voces, aunque mal formadas, el ca- 10 pitan Licio, que ya dije me siguio y entro luego tras mi, el cual aquel dia extranamente se senalo, y cobro conmigo mucho credito en verle tan animoso y aventajado de los otros, 15 y a mi pareciome que un testigo no suele dar fe, y, no quitandome de la entrada, comienzo a pedir socorro; mas, por demas era mi llamar, que maldito el que se osaba aun alle- 20 gar. Y no es de tener a mucho, por- que en mi conciencia lo mismo hi- ciera yo, si pensara lo que ellos, para que es sino decir la verdad; mas en- trabame como por mi casa sabien- 25 do que un caracol dentro no estaba. Co- mence a animarlos, diciendoles: "!oh poderosos, grandes y valerosos atu- nes!, ?do esta vuestro esfuerzo y osa- Page 21 dia el dia de hoy? ?Que cosa se os ofre- [fol. 17r] cera en que ganeis tanta honra? !Ver- guenza, verguenza! Mirad que vues- tros enemigos os tendran en poco siendo sabidores de vuestra poca osa- 5 dia." Con estas y otras cosas que les dije, aquel gran capitan mas con verguenza que gana, bien espaciosa- mente entro dando muy grandes voces: "!paz, paz!," en lo cual bien co- 10 noci que no las traia todas consi- go, pues en tiempo de tanta guerra pregonaba paz. Desque fue entrado, mando a los de fuera que entrasen, los cuales pienso yo que entraron 15 con harto poco esfuerzo; mas, como no vieron al pobre Lazaro ni defen- sa alguna, aunque hartos golpes de espada daba yo por aquellas penas, quedaron confusos, y el general co- 20 rrido de lo poco que acorrio al soco- rro mio y de Licio. CAP. IV. COMO, DESPUES DE HABER LAZARO CON TODOS LOS ATUNES ENTRA- DO EN LA CUEVA, Y, NO HALLANDO A LAZA- RO SINO A LOS VESTIDOS, ENTRARON TAN- TOS QUE SE PENSARON AHOGAR, Y EL REMEDIO QUE LA- ZARO DIO. [fol. 17v] Mirada bien la cueva, hallamos los vestidos del esforzado atun La- zaro de Tormes, porque fueron de el apartados cuando en pez fue vuel- 5 to; y cuando los vi todavia temi, si por ventura estaba dentro de ellos mi triste cuerpo, y el alma sola converti- da en atun. Mas quiso Dios no me halle, y conoci estar en cuerpo y al- 10 ma vuelto en pescado. Huelgome, porque todavia sintiera pena, y me dolieran mis carnes viendolas des- pedazadas y tragar a aquellos que con tan buena voluntad lo hicieran, 15 y yo mismo lo hiciera por no dife- renciar de los de mi ser, y dar con es- to causa a ser sentido. Pues, estando asi el capitan general y los otros a- tonitos, a cada parte mirando y reca- 20 tandose, temiendo, aunque deseando encontrar con el que encontraban, Page 22 despues de bien rodeada y buscada la pequena cueva, el capitan general me dijo, que me parecia de aquello, y 25 de no hallar alli nuestro adversario. "Senor," le respondi, "sin duda yo pienso este no ser hombre, sino algun demo- nio que tomo su forma para nuestro dano; porque, ?quien nunca vio ni oyo de- [fol. 18r] cir un cuerpo humano sustentarse sobre el agua tanto tiempo, ni que hicie- se lo que este ha hecho, y al cabo te- niendole en un lugar encerrado co- 5 mo este, y, con estar aqui y tan cerca- do, habersenos ido ante nuestros ojos?" Cuadrole esto que dije; y, estando hablando en esto, sucedionos otro mayor peligro; y fue que, como comen- 10 zasen a entrar en la cueva los atu- nes que fuera estaban, dieronse tanta pri- sa, viendose ya libres del contrario, y, por haber parte del saco de el y vengar- se de las muertes que habia hecho de sus 15 deudos y amigos, que cuando mira- mos estaba la cueva tan llena, que des- de el suelo hasta arriba no metieran un alfiler que no fuese todo atunes; y asi, atocinados unos sobre otros, 20 nos ahogabamos todos, porque, co- mo tengo dicho, el que entraba no se te- nia por contento hasta llegar a do el general estaba, pensando que se repartia la presa. Por manera que, vista la ne- 25 cesidad y el gran peligro que esta- bamos, el general me dijo: "esfor- zado companero, ?que medio tendre- mos para salir de aqui con vida, pues ves como va creciendo el peli- [fol. 18v] gro, y todos casi estamos ahoga- dos?" "Senor," dije yo, "el mejor reme- dio seria, si estos que cabe nos estan pu- diesen darnos lugar, y que yo pu- 5 diese tomar la entrada de esta cueva y defenderla con mi espada para que mas no entrasen, y los entrados sal- drian y nosotros con ellos sin peli- grar. Mas esto es imposible por ha- 10 ber tanta multitud de atunes que sobre nosotros estan; y habras de ver como no por eso se ha de excusar que no entren mas; porque el que esta fue- ra piensa que los que estamos aca den- 15 tro estamos repartiendo el despojo, y quieren su parte. Un solo remedio Page 23 veo, y es: si por escapar vuestra ex- celencia tiene por bien que algunos de estos mueran, porque para ya ha- 20 cer lugar no puede ser sin dano." "Pues asi es, guarda la cara al basto, y triunfa de todos esos otros." "Pues, se- nor," le respondi, "quedais como po- deroso senor; sacadme a paz y a 25 salvo de este hecho, y que en ningun tiempo me venga por ellos mal." "No solo no te vendra mal," dijo el, "mas te prometo te vendra, por lo que hi- cieres, grandes bienes, que en tales [fol. 19r] tiempos es gran bien del ejercito que el caudillo se salve, y querria mas una escama que los subditos." "!Oh capitanes," dije yo entre mi, "que po- 5 co caso hacen de las vidas ajenas por salvar las suyas! !Cuantos deben de ha- cer lo que este hace! !Cuan diferen- te es lo que estos hacen a lo que oi decir que habia hecho un Paulo De- 10 cio, noble capitan romano, que, cons- pirando los latinos contra los ro- manos, estando los ejercitos juntos para pelear, la noche antes que la batalla se diese, sono el Decio que es- 15 taba constituido por los dioses que si el moria en la batalla, que los suyos vencerian y serian salvos, y si el se sal- vaba que los suyos habian de morir! Y lo primero que procuro, comenzan- 20 do la batalla, fue ponerse en parte tan peligrosa que no pudiese escapar con la vida, porque los suyos la hubiesen, y asi la hubieron. Mas no le seguia en esto el nuestro general atun. Des- 25 pues, viendo yo la seguridad que me daba, digo la seguridad, y aun la ne- cesidad que de hacerlo habia, y el a- parejo para me vengar del mal tra- tamiento y estrecho en que aquellos [fol. 19v] malos y perversos atunes me habian puesto, comienzo a esgrimir mi espa- da lo mejor que pude, y a herir a dies- tro y a siniestro, diciendo: "!fuera, fue- 5 ra, atunes mal comedidos, que ahogais a nuestro capitan!" Y con esto a unos de reves, a otros de tajo, a veces de esto- cada, en muy breve hice diabluras, no mirando ni teniendo respeto a na- 10 die, excepto al capitan Licio, que, por verle de buen animo en la entrada de Page 24 la cueva me aficione a el, y le ame y guarde, y no me fue de ello mal, co- mo adelante se dira. Los que estaban 15 dentro de la cueva, como vieron la ma- tanza, comienzan a desembarazar la po- sada, y, con cuanta furia entraron, a ma- yor salieron. Y, como los de fuera supi- esen la nueva y viesen salir a algu- 20 nos descalabrados, no procuraron en- trar, y asi nos dejaron solos con los muertos, y me puse a la boca de la cueva y desde alli empiezo a echar muy fieras estocadas. Y a mi parecer 25 tan senor de la espada me vi tenien- dola con los dientes, como cuando la tenia con las manos. Despues de haber descansado del trabajo y aho- gamiento, el bueno de nuestro gene- [fol. 20r] ral y los que con el estaban, comien- zan a sorber de aquella agua que a la sazon en sangre estaba envuelta. Y, asi- mismo, a despedazar y comer los pe- 5 cadores atunes que yo habia muer- to; lo cual viendo, comence a tener- les compania, haciendome nuevo de aquel manjar que ya le habia comido algunas veces en Toledo, mas no tan 10 fresco como alli se comia. Y asi me harte de muy sabroso pescado, no impidiendome las grandes amena- zas que los de fuera me hacian por el dano que habia hecho en ellos. Y, 15 ya que al general parecio, nos sali- mos fuera con avisarle de la mala in- tencion que los de fuera contra mi tenian, por tanto que su excelencia proveyese en mi seguridad. El, co- 20 mo salio contento y bien harto (que di- cen que es la mejor hora para nego- ciar con los senores), mando pregonar, que los que en dicho ni en hecho fue- sen contra el atun extranjero, que muri- 25 esen por ello, y ellos y sus suceso- res fuesen habidos y tenidos por traidores, y sus bienes confiscados a la real camara; por cuanto, si el so- bredicho atun hizo dano en ellos, [fol. 20v] fue por ser ellos rebeldes, y haber pa- sado el mandamiento de su capitan, --------------------- 20r,3: envuelta]vuelta; 20r,8: ya le]ay le Page 25 y puestole por su mal mirar a pun- to de muerte, y, con esto, todos hubie- 5 ron por bien que los muertos fue- sen muertos y los vivos tuviese- mos paz. Hecho esto, el capitan hizo llamar todos los otros capitanes, maestros de campo, y todos los de- 10 mas oficiales senalados que tenian car- go del ejercito; mando, que los que no habian entrado en la cueva, entra- sen y repartiesen entre si el despojo que hallasen, lo cual brevemente fue 15 hecho, y tantos eran que a un boca- do de atun no les cupo. Despues de salidos, porque pareciese a todos ha- cian participantes, pregonaron saco a todo el ejercito, del cual fue he- 20 cho cumplimiento a todos los atu- nes comunes, porque maldita la co- sa en la cueva habia, sino fuese algu- na gota de sangre y los vestidos de Lazaro. Aqui pase yo por la memo- 25 ria la crueldad de estos animales, y cuan diferente es la benigna condi- cion de los hombres a la de ellos. Por- que, puesto caso que en la tierra al- guno se allegase a comer algo de lo [fol. 21r] de su projimo, el cual pongo en du- da haber, mayormente el dia de hoy por estar la conciencia mas alta que nunca, a lo menos no hay tan desalma- 5 do que a su mismo projimo coma. Por tanto, los que se quejan en la tie- rra de algunos desafueros y fuerzas que les son hechas, vengan, vengan a la mar, y veran como es pan y mi- 10 el lo de alla. CAP. V. EN QUE CUENTA LAZARO EL RUIN PAGO QUE LE DIO EL GENERAL DE LOS ATUNES POR SU SERVICIO, Y DE SU AMISTAD CON EL CA- PITAN LICIO. Pues, tornando a lo que hace al ca- so, otro dia el general mismo me aparto en su aposento, y dijo: "Esfor- zado y valeroso atun extrano, yo 20 he acordado te sean galardonados tan buenos servicios y consejos; por- que si los que, como tu sirven, no son galardonados, no se hallarian en los ejercitos quien a los peligros se aven- Page 26 25 turase, porque me parece en pago de ello ganes nuestra gracia, y te sean perdonadas las valerosas muertes que en la cueva en nuestras companias hi- [fol. 21v] cistes. Y en memoria del servicio que en librarme de la muerte me has he- cho, poseas y tengas por tuya pro- pia esa espada del que tanto dano nos 5 hizo, pues tan bien de ella te sabes apro- vechar, con apercebimiento que, si con ella hicieres contra nuestros sub- ditos y naturales de nuestro senor el rey alguna violencia, mueras por e- 10 llo; y con esto, me parece no vas mal pagado, y de hoy mas puedes te vol- ver do eres natural." Y, mostrandome no muy buen semblante, se metio en- tre los suyos, y me dejo. Quede tan 15 atonito cuando oi lo que dijo, que casi perdi el sentido, porque pensaba por lo menos me habia de hacer un gran- de hombre, digo atun, por lo que habia hecho, dandome cargo perpetuo en 20 un gran senorio en el mar, segun me ha- bia ofrecido. "!Oh Alejandro!," dije en- tre mi, "?repartiais y gastabais vos las ganancias ganadas con vuestro ejercito y caballeros, o lo que habia oi- 25 do de Cayo Fabricio, capitan ro- mano, de que manera galardonaba y guardaba la corona para coronar a los primeros que se aventuraban a entrar los palenques; y tu, Gonza- [fol. 22r] lo Hernandez, gran capitan espanol, ?otras mercedes hiciste a los que se- mejantes cosas en servicio de tu rey y en aumento de tu honra se sena- 5 lasen? Todos los que sirvieron y si- guieron, !a cuantos del polvo de la tie- rra le levantaste, y valerosos y ricos hiciste, como este mal mirado a- tun conmigo lo hizo, haciendome mer- 10 ced de la que en Zocodover me habia costado mis tres reales y medio! Pues, oyendo esto, consuelense los que en la tierra se quejan de senores, pues hasta en el hondo mar se usan 15 las cortas mercedes de los senores." --------------------- 21r,28: companias]companas; 21v,14: dejo]dixo; 21v,17: de hacer]de a hacer Page 27 Estando yo asi pensativo y triste, co- nociendomelo el capitan Licio, lle- gose a mi y dijome: "!los que confian en algunos senores y capitanes, asi 20 como a ti acaece, que estando en nece- sidad hacen promesas, y, salidos de ellas, no se acuerdan de lo prometido! Yo soy buen testigo de todo tu buen esfuerzo, y de todo lo que valerosa- 25 mente has hecho, como quien a tu lado se hallo, y veo el mal pago que de tus proezas llevas, y el gran peli- gro en que estas; porque quiero que sepas, que muchos de estos que ante ti tienes [fol. 22v] estan entre si concertando tu muer- te; por tanto, no te partas de mi com- pania, que de aqui te doy fe como hi- jodalgo de te favorecer con todas 5 mis fuerzas, y con las de mis amigos en cuanto pueda; pues seria muy gran perdida perderse un tan valeroso y senalado pece como tu." Yo le respon- di grandes gracias por la voluntad 10 que me mostraba, y acepte la merced y buena obra que me hacia; y ofre- ciendome a servirle en tanto que vi- viese. Y, con esto, el fue muy conten- to y llamo hasta quinientos atunes 15 de su compania, y mandoles que den- de en adelante tuviesen cargo de me acompanar y mirar por mi como por el mismo. Y asi fue, que estos jamas de dia ni de noche de mi se apartaban, 20 y con gran voluntad, que estos no era mucho que me desamasen. Y no pien- so que de los otros habia en el ejerci- to quien no me tuviese gran volun- tad, porque les parecio aquel dia del 25 combate que me senale o di a cono- cer gran valentia y esfuerzo en mi. De esta manera trabamos el capitan Licio y yo amistad, la cual nos mos- tramos como adelante dire. De este [fol. 23r] supe yo muchas cosas y costumbres de los habitadores del mar: los nom- bres de los cuales y muchas provin- cias, reinos y senorios de el, y de los 5 senores que los poseian; por mane- ra que en pocos dias me hice tan prac- tico, que a los nacidos en el hacia ven- taja, y daba mas cuenta y relacion de las cosas que ellos mismos. Pues, en 10 este tiempo nuestro campo se deshi- Page 28 zo, y el general mando que cada ca- pitania y compania se fuese a su alo- jamiento, y dende a dos lunas fue- sen todos los capitanes juntos en la 15 corte, porque el rey lo habia asi en- viado a mandar. Apartamonos mi amigo y yo con los de su compania, que serian, a mi ver, hasta diez mil a- tunes, entre los cuales habia poco 20 mas que diez hembras, y estas eran atunas del mundo, que entre la gen- te de guerra suelen andar a ganar la vida. Aqui vi el arte y ardid que pa- ra buscar de comer tienen estos pes- 25 cados, y es que se derraman a una par- te y a otra, y se hacen en cerco gran- de de mas de una legua en torno, y, desque los unos de una parte se han juntado con los de la otra, vuelven [fol. 23v] los rostros unos para otros, y se tor- nan a juntar y todo el pescado que en medio toman muere a sus dientes. Y a- si cazan una o dos veces al dia, segun 5 como acaecen a salir. De esta suerte nos hartabamos de muchos y sabrosos pescados, como era pajeles, boni- tos, agujas y otros infinitos generos de peces, y, haciendo verdadero el 10 proverbio que dice que El pece grande __ ____ ______ come al mas pequeno; porque, si acon- ____ __ ___ _______ tecia en la redada coger algunos ma- yores que nosotros, luego les daba- mos carta de guia, dejabamos salir 15 sin ponernos con ellos en barajas, ex- cepto que si querian ser con nosotros y ayudarnos a matar y comer confor- me al dicho: Quien no trabaja, que no _____ __ _______ ___ __ coma. Tomamos una vez, entre o- ____ 20 tros pescados, ciertos pulpos, al ma- yor de los cuales yo reserve la vida y tome por esclavo, e hice mi paje de espada, y asi no traia la boca em- barazada ni pena con ella, porque 25 mi paje, revuelto por los anillos, u- na de sus muchas colas la traia a su placer; y aun pareciome a mi que se usaba y pompeaba con ellas. De esta suerte caminamos ocho soles, que lla- [fol. 24r] man en el mar a los dias, al cabo de los cuales llegamos a do mi amigo y los de su compania tenian sus hijos y hembras, de las cuales fuimos re- 5 cibidos con mucho placer, y cada Page 29 cual con su familia se fue a su alber- gue, dejandome a mi y al capitan en el suyo. Entrados que fuimos en la posada del senor Licio, dijo a su hem- 10 bra: "Senora, lo que de este viaje trai- go es haber ganado por amigo este gen- til atun que aqui veis, la cual ganan- cia tengo en mucho; por tanto, os rue- go sea de vos festejado, y hecho aquel 15 tratamiento que a mi hermano ha- cer soliais, porque en ello me ha- reis singular placer." Esta era una muy hermosa atuna, y de mucha autoridad. Respondio: "Por cierto, se- 20 nor, eso se hara como mandais, y si falta hubiere no sera de voluntad." Yo me humille ante ella suplicandola me diese las manos para se las besar, sino que plugo a Dios se lo dije al- 25 go paso, y no se echo de ver, y no oyeron mi necedad. Dije entre mi: "Maldito sea mi descuido, que pido pa- ra besar las manos a quien no tiene si- no cola." La atuna me dio una hoci- [fol. 24v] cada amorosa rogandome me levan- tase, y asi fui de ella recibido muy bien, y, ofreciendome a su servicio, fui de ella muy bien respondido, co- 5 mo de una muy honrada duena. Y de esta manera estuvimos alli algu- nos dias, y muy a nuestro placer, y yo muy bien tratado de estos senores y servido de los de su casa. En este 10 medio yo mostre al capitan esgrimir no lo habiendo en mi vida aprendido, e hizose de la espada muy diestro, lo cual preciaba mucho, y, asimis- mo, a un hermano suyo, que habia nom- 15 bre Melo, tambien muy ahidalgado atun. Pues, estando yo una noche en mi reposo, pensando la muy bue- na amistad que en este pece mi ami- go tenia, deseando se le ofreciese al- 20 go en que le pudiese pagar parte de lo mucho que le debia, vinome al pen- samiento un gran servicio que le po- dia hacer. Y luego, a la manana, lo co- munique con el, lo cual el tuvo en 25 lo que fue justo; pues le valio tanto como adelante dire. Y fue el caso que, viendole yo tan aficionado a las ar- mas, le dije que el debia enviar a aquella parte donde fue nuestro de- [fol. 25r] Page 30 sastre, y que alli se hallarian muchas espadas, lanzas, punales y otras ma- neras de armas, y que trajesen to- das las que pudiesen traer, que yo 5 queria tomar cargo de mostrar aque- lla nuestra compania y hacerlos dies- tros; y si aquello habia efecto, su compa- nia seria la mas pujante y valerosa de todas, y de quien el rey y todo el mar 10 mas caso haria, porque ella sola valdria mas que todas las otras juntas, y que de esto le redundaria a el mucha hon- ra y ganancia. Pareciole consejo de buen amigo, y mucho me lo agrade- 15 cio, y luego, ejecutando el aviso, en- vio a su hermano Melo con hasta seis mil atunes, los cuales con to- da brevedad y buena diligencia vi- nieron trayendo infinitas espadas y 20 otras armas muchas, de las cuales gran parte venian tomadas del orin, y debian ser de cuando el poco venturo- so Don Hugo de Moncada paso otra tormenta en este paso. Las armas veni- 25 das fueron repartidas en los atu- nes que mas habiles nos parecieron; y el capitan por un cabo y su herma- no por otro, y yo era como sobre- maestro a quien venian con las dudas: [fol. 25v] no entendiamos en otra cosa sino en mostrarselas a tener y esgrimir con ellas. Ya que supiesen echar su re- ves y tajo y fina estocada, a los de- 5 mas que nos parecio, diose cargo para cazar y buscar de comer. A las hembras hicimos entender en lim- piar las armas con una gentil inven- cion que yo di; y fue que las saca- 10 sen y metiesen en los lugares que tuviesen arena hasta que se para- sen lucias. De manera que, puestos todos a punto, quien viera aquel pe- dazo de mar le pareciera una gran 15 batalla en el agua. A cabo de algunos dias muy pocos de los atunes arma- dos habia que no se tuviese por otro Aguirre, el diestro. Entramos en con- sejo, y fue acordado hiciesemos 20 con los pulpos perpetua liga y amis- tad, de que se viniesen a vivir con --------------------- 25r,6: companias]companas; 25r,23: Hugo]Yugo Page 31 nosotros, porque nos sirviesen con sus largas faldas de talabartes; y a- si se hizo, y holgaron de ello, porque 25 los tuviesemos por amigos y los mantuviesemos. Los cuales, como dije, sin pena nos podian servir. Y en este tiempo se cumplio el pla- zo de los dos meses, en cabo de los [fol. 26r] cuales el capitan general mando que fuesen todos juntos los capita- nes en la corte. Y Licio se empezo a poner a punto para la ida, y entre el 5 y mi se platico si seria bien irme yo con el a la corte, y besar las manos al rey, y que tuviese noticia de mi. Hallamos no ser buena la voluntad que mostro el general, y que se- 10 ria inconveniente por haberme ex- presamente mandado me fuese a mi tierra; por lo cual, despues de pla- ticado bien el negocio, estando pre- sentes a la platica Melo, hermano 15 del capitan Licio, de muy buen in- genio, y la hermosa y no menos sa- bia atuna, su hembra, fue el parecer de todos, por el presente, que yo me quedase alli en su compania, porque 20 el acordo de ir a la lijera, y llevar pocos de los suyos, y que, despues que el llegase alla, informaria al rey de mi y del gran valor mio, y que, co- mo el rey le respondiese, asi haria lo 25 que fuese bien. Con este acuerdo el buen Licio se partio con hasta mil atunes, y quedamos su hermano Melo y yo con los demas en el aposento. Y al tiempo que de mi se despidio, apartan- [fol. 26v] dome, me dijo: "verdadero amigo, hagoos saber, que voy muy triste por un sueno que esta noche sone: quie- ra Dios no sea verdad; mas, si por mi 5 desventura saliere verdad, ruegoos os hayais como bueno, y os acor- deis de lo que en voluntad me sois en cargo, y no querais de mi mas sa- ber, porque ni a vos ni a mi conviene." 10 Yo le rogue mucho se aclarase co- mo, y no quiso; antes, como estaba ya despedido de su duena y de su --------------------- 26v,6: hayais] sic (ayays) Page 32 hermano y de los demas, dandome con el hocico se fue no alegre, dejando- 15 me a mi muy triste y confuso. Pen- se muchos y varios pensamientos so- bre aquel caso; y en uno de ellos hice algun asiento, diciendo: "por ventu- ra este a quien tanto debo, debe pen- 20 sar que la hermosura de la su atuna, que las mas veces con mucha ho- nestidad no se abraza, me cegara pa- ra que no vea lo que el mar veria tan gran maldad. Mas esta buena ley el 25 dia de hoy esta corrupta, y en el mar debe de ser lo mismo, y no es mu- cho." Pase yo por la memoria mu- chas cosas en este caso, y pareciome prevenir el remedio, para que el se [fol. 27r] asegurase y mi lealtad no padeci- ese, y fue, llegados ante la capitana atuna yo y su cunado, despues de haberla algun tanto consolado del 5 pesar que la partida de su marido le causaba, mayormente en ver la tris- teza que Licio llevaba, aunque tam- bien a mi y a ella se lo encubrio al tiempo que de ella se despidio. Yo le 10 dije a Melo que yo deseaba ser su huesped, si el por bien lo tenia; por- que para estar en compania de hem- bras era mal regocijado, y antes cau- saria a su merced tristeza que seria 15 en quitarsela. Ella me fue mucho a la mano, diciendo que si algun con- suelo pensaba tener era por estar yo en su poder y posada, sabiendo el grande amor que su marido me te- 20 nia, y que asi, al tiempo que de ella se partio, no le dio mayor cargo que el cuidado que de mi habia de tener, aunque yo no pense lo que era; antes distaban nuestros pensamientos: al 25 fin, como a mi se me habian asentado los negros celos aun como atun, que por ventura habia pasado por ellos con la mi Elvira y mi amo el arci- preste, nunca se pudo conmigo aca- [fol. 27v] bar que quedase, antes me fui con el cunado, y, cuando a visitarla, venia siempre le traia conmigo. --------------------- 26v,23: veria]varia Page 33 CAP. VI. EN QUE CUENTA LAZARO LO QUE AL CAPITAN LICIO, SU AMIGO, LE A- CONTECIO EN LA CORTE CON EL GRAN CAPITAN. Pues, estando asi, como he conta- do, a ratos cazando, a ratos ejerci- tando las armas con aquellos que dies- 10 tros se habian hecho, dende a ocho dias que mi amigo se habia partido nos llego una nueva, la cual manifesto la tris- teza que llevaba al partir, con hacernos a todos los mas tristes peces de todo 15 el mar. Y fue el caso que, cuando el ca- pitan general se hubo conmigo tan as- peramente como he contado, el qui- siera que me fuera luego del ejercito, y que los apasionados a quien yo ha- 20 bia hecho ofensa me ofendieran y dieran muerte, y aun, como despues se supo, el habia mandado a ciertos a- tunes, que, viendome desmandado, me matasen, y, averiguado, no por mas 25 de por parecerle, como era verdad, ser yo tal testigo de su cobardia, por- que otra causa yo no hallaba, sino por do merecia ser gratificado. Mas Di- [fol. 28r] os dio lugar a esta maldad, poniendo, como puso a Licio en corazon el fa- vor que me hizo; lo cual, sabido por el general, tomo asimismo con el gran 5 odio y mala voluntad, afirmando y jurando que lo que Licio hizo por mi fue por darle a el pesar, y, sabiendo tam- bien que en el tenia mal testigo, por estar junto a mi cuando el general 10 entro en la cueva, diciendo: "!paz, paz!" Juntose todo y lo que en mi habia hecho el buen capitan, y, mejor que el, procuro con todas sus malas ma- nas hacer; y, como fue en la cor- 15 te, luego fue con grandes quejas al rey, infamandole de traidor y a- leve, diciendo que una noche, tenien- do el dicho capitan Licio en cargo la guarda y la mas cercana centine- 20 la por muchos dineros que le habia dado por librarle de serla. Y esto de- cian el y otros muchos mas. Y asi le a- yude Dios, como dijo la verdad, que Lazaro de Tormes no le podia dar --------------------- 28r,1: dio] sic; 28r,21: serla] sic; 28r,23: dijo] sic Page 34 25 sino muchas cabezas de los que te- nia a sus pies, y dispuso de el, dicien- do que habia traido de partes extra- nas un atun malo y cruel, el cual atun habia muerto gran numero de [fol. 28v] los de su ejercito con una espada que en la boca traia, de la cual juga- ba tan diestramente, que no era po- sible sino ser algun diablo, que, para 5 destruccion de los atunes, tomo su forma; y que el, viendo el dano que el mal atun habia hecho, lo desterro, y, so pena de muerte, le mando de a- partarse del campo, y que el dicho Li- 10 cio, en menosprecio del real manda- do y de la real corona, y a su despe- cho, lo habian acogido en su compa- nia y dado favor y ayuda, por do ha- bia incurrido en crimen lessae majes- ______ _____ 15 tatis, y por derecho y ley debia de _____ ser hecha de el justicia, porque fuese castigo de su yerro, y en el otros to- masen ejemplo, porque dende ade- lante nadie fuese contra los manda- 20 mientos reales. El senor rey, asi mal informado y peor consejado, dando credito a las palabras de su mal capi- tan, con dos o tres malos y falsos tes- tigos que juraron lo que el les man- 25 do, y con una probanza hecha en au- sencia y sin parte, el mismo dia que llego a la corte el buen Licio, muy inocente de esto, mando fuese luego preso y metido en una cruel maz- [fol. 29r] morra, y echada a su garganta una muy fuerte cadena. Y mando al ge- neral hiciese con toda solicitud po- ner en el guarda, y llevar a pura y de- 5 bida ejecucion su castigo, el cual lue- go proveyo mas de treinta mil a- tunes que le hiciesen la guarda. CAP. VII. COMO, SABIDO POR LA- ZARO LA PRISION DE SU AMIGO LICIO, LE LLORO MUCHO EL Y LOS DEMAS, Y LO QUE SOBRE ELLO SE HIZO. Estas tristes y dolorosas nuevas --------------------- 28r,25: de los]de ellos; 28v,12: los] sic Page 35 nos trajeron algunos de los que con el ido habian, dandonos esta re- 15 lacion a todos; y, como le habian he- cho cargo de lo que he dicho, y la manera que en el oirle, y estar con el a derecho se tenia, porque todos los jueces que en ello entendian te- 20 nia sobornados el general, y que segun pensaban, y la cosa tan de ro- ta iba, no podria escaparse de breve y muy rabiosa muerte. A esta hora me acorde, y dije entre mi aquel di- 25 cho del Conde Claros antiguo, que di- ce: ?Cuando acabaras, ventura? ?Cuan- ______ ________ _______ ____ do tienes de acabar? En la tierra mil __ ______ __ ______ __ __ ______ ___ desastres, y en las mares mucho _________ _ __ ___ _____ _____ [fol. 29v] mas. Comenzose entre nosotros un ___ llanto y alaridos, y en mi doblado, porque lloraba el amigo y lloraba a mi, que, faltando el, no esperaba vivir, 5 quedando en medio del mar y de mis enemigos del todo solo y desampa- rado. Pareciome que aquella compania se quejaba de mi, y con justa causa y razon, pues yo era causante que lo 10 perdiesen al que bien querian. No sin causa decia su atuna: "vos, mi se- nor, tan triste de mi os partistes sin quererme dar parte de vuestra tris- teza; bien pronosticabais vos mi 15 gran perdida." "Sin duda," decia yo, "este es el sueno que vos, mi buen ami- go, sonastes; esta es la tristeza con que vos de mi os partistes, dejando- nos con ella." Y asi cada uno decia 20 y lamentaba. Dije delante de todos: "senora, y senores y amigos: lo que con las tristes nuevas hemos hecho ha sido muy justo, pues cada uno de nosotros muestra lo que siente; mas, 25 ya que este primer movimiento que en mano de nadie es pasado, jus- to sera, mis senores, que, pues con llo- ro nuestra perdida no se cobra, que de- mos orden brevemente en pensar el [fol. 30r] mejor remedio que nos convenga; y, esto pensando y visto, ponerlo luego en ejecucion, pues, segun dicen estos senores, la demasiada prisa que nos --------------------- 29v,26: es]es es Page 36 5 dan los que nos desaman, lo requie- re." La hermosa y casta atuna, que, de- rramando muchas lagrimas de sus graciosos ojos estaba, me respondio: "todos vemos, esforzado senor, ser 10 gran verdad lo que decis, y, asimis- mo, la demasiada necesidad que de nuevo tenemos; por lo cual, si estos senores y amigos de mi parecer son, debemos todos de remitirnos a vos, 15 como a quien Dios ha puesto cla- ro y senalado seso; y pues Licio, mi senor, siendo tan cuerdo y sabio, sus arduos y pesados negocios de vos confiaba y vuestro parecer seguia, 20 no pienso errar, aunque soy una fla- ca hembra, en suplicaros lo tomeis a cargo de proveer y ordenar lo que convenga a la salvacion del que de un tan verdadero amor os ama, y al con- 25 suelo de esta triste que siempre os que- dara en gran deuda." Y esto dicho, tor- no a su gran llanto, y todos hicimos lo mismo. Melo y otros atunes con la senora capitana estaban, y con [fol. 30v] ella se hallaron, a su parecer, confor- mes, los cuales me dieron cargo de es- ta empresa, ofreciendose a seguirme y hacer todo lo que yo les mandase. 5 Pues, viendo que yo era obligado a hacerlo de ponerme en todo cui- dado y trabajo, por el que por mi en tanto estrecho estaba, comedidamen- te lo acepte, diciendoles conocer 10 yo que cada cual de sus mercedes lo hiciera mejor; mas, pues eran servi- dos que yo lo hiciese, a mi me placia. Dieronme las gracias, y luego alli acordamos se hiciese saber a todo 15 el ejercito; lo cual luego fue he- cho, y, dentro en tres dias, fueron to- dos juntos. Yo escogi para mi con- sejo doce de ellos, los mas ricos, y no tuve respeto a mas sabios si eran po- 20 bres, porque asi lo habia visto ha- cer cuando era hombre en los a- yuntamientos do se trataban ne- gocios de calidad, y asi vi hartas ve- ces dar con la carga en el suelo, por- 25 que, como digo, no miran sino que anden vestidos de seda, no de saber. Y estos apartados, fue el uno de ellos Melo y la senora capitana, que era muy sesuda hembra, cosa por cierto muy Page 37 [fol. 31r] clara en tierra y en mar. Y, esto hecho, mandamos a toda la compania se fue- sen a comer y viniesen luego a pun- to de guerra los armados con sus ar- 5 mas, los otros con sus cuerpos. Veni- dos que fueron, hice contarlos, y ha- llamos por numero diez miel y cien- to y nueve atunes, todos estos de pelea, sin hembras, pequenos y vie- 10 jos; los cinco mil de ellos armados, cual de espada o punal, lanza y cuchi- llo; todos estos hicieron juramento en mi cola, que sobre su cabeza pusie- ron a usanza de alla (y aun reime en 15 cuanto hombre entre mi de la do- nosa ceremonia), que harian lo que yo les mandase, y pondrian sus ar- mas, y los que no las tuviesen sus dien- tes en quien yo les dijese, procuran- 20 do con todas sus fuerzas librar a su capitan, guardando la debida leal- tad a su rey. Acordamos en el conse- jo de guerra que la senora capitana fuese con nosotros muy bien acom- 25 panada de otras cien atunas, entre las cuales llevo una hermana suya, doncella muy hermosa y apuesta. E hicimos tres escuadrones, el uno de todos los atunes desarmados, y [fol. 31v] los dos, de los que llevaban armas. En la vanguardia iba yo con dos mil y quinientos armados, y en la reta- guarda iba Melo con otros tantos; 5 los desarmados y carruajes iban en medio, y llevando asimismo con noso- tros nuestros pajes ya dichos, que las espadas nos llevaban. CAP. VIII. DE COMO LAZARO Y SUS ATUNES, PUESTOS EN ORDEN, VAN A LA CORTE CON VOLUNTAD DE LIBER- TAR A LICIO. De esta suerte que arriba he dicho, nos metimos en camino, y con 15 mucha prisa, dando cargos a los que nos parecio de la pesca para abaste- cer la compania, porque no se desmanda- sen, y tome aviso de los que nos habian traido la nueva del asiento de la cor- 20 te, y el lugar donde nuestro capitan estaba preso. Y, a cabo de tres dias, lle- Page 38 gamos a diez millas de la corte. Y porque por ir de nueva y extrana manera, si se supiese de nuestra ida, 25 pondriamos escandalo, acordose que no pasasemos adelante hasta que la noche viniese. Y mandamos a cier- [fol. 32r] tos atunes, de aquellos que la triste nueva nos habian traido, se fuesen a la ciudad, y lo mas disimulado que pudiesen, supiesen en que estaba la 5 cosa, y volviesen a nosotros con el aviso, y de ellos algunos vinieron dan- donos la peor que quisieramos. La noche venida, fue acordado que la senora capitana con sus hembras, y 10 Melo con ellas con hasta quinientos atunes sin armas, de los mas honra- dos y viejos, fuesen derecho cami- no al rey, y, como bien sabian, supli- casen al rey hubiese por bien de exa- 15 minar la justicia de su marido y her- mano; y que yo con todos los demas me metiese en una montana muy es- pesa de arboledas y grandes rocas que a dos millas de la ciudad estaba, do 20 el rey algunas veces iba a monte, y alli estuviesemos hasta ver lo que negociaban, los cuales nos avisasen. Luego llegamos al bosque, y halla- mosle bien proveido de pescados 25 monteses, en el cual nos cebamos, o, por mejor decir, hartamos a nues- tro placer. Yo apercibi toda la compa- nia que estuviese lanza en cuja. La hermosa y buena atuna llego alla al [fol. 32v] alba, y luego se fue para palacio con toda su compania, y espero gran ra- to a la puerta hasta que el rey fue le- vantado, al cual dijeron la venida 5 de aquella duena, y lo mucho que a los porteros importunaba la deja- sen entrar y hablar a su alteza. El rey, que bien sintio a lo que venia, le envio a decir se fuese enhorabue- 10 na, que no podia oirla. Visto que de palabra no queria oir, fue por es- crito; y alli se hizo una peticion bien ordenada de dos letrados que por Li- cio abogaban, en el cual se le supli- --------------------- 32v,15: a si]asi (?) Page 39 15 co quisiese admitir a si aquel jui- cio; pues Licio habia apelado para an- te su alteza, porque el nuestro buen capitan estaba condenado a muer- te por esos senores alcaldes del cri- 20 men, y habiase dado esta sentencia el dia de antes, la cual nosotros supi- mos de los que dije, diciendo que su alteza supiese que su marido habia sido acusado con falsedad, y muy 25 injustamente sentenciado, y que su alteza hiciese tornar a examinar su justicia, y que, hasta en tanto, so- breseyese la justicia y ejecucion de la sentencia. Estas y otras cosas muy [fol. 33r] bien dichas fueron en la buena peticion, la cual fue dada a uno de los porte- ros. Y, al tiempo que se la dio, la bue- na capitana, se quito una cadena de 5 oro que traia con su joyel, y se la dio al portero, y le dijo que se do- liese de ella y de su fatiga, y no mi- rase el galardon tan poco. Con mu- chas lagrimas y tristeza, el portero 10 tomo de el la peticion de buena gana, y de mejor la cadena, prometiendo hacer su posibilidad. Y no fue en va- no la promesa, porque leida ante el rey la peticion, tantas y tales co- 15 sas se atrevio a decir con su boca lle- na de oro a su alteza; juntamente con narrarle los llantos y angustias que la senora capitana hacia por su mari- do a la puerta de palacio, que al acon- 20 sejado rey hizo mover a alguna pie- dad, y dijo: "ve con esa duena a los alcaldes del crimen y diles que so- bresean la ejecucion de la sentencia, porque quiero ser informado de cier- 25 tas cosas convenientes al negocio del capitan Licio." Y con esta emba- jada vino muy alegre el portero a la triste, pidiendole albricias de su buen negociar, las cuales de buena [fol. 33v] gana ella se las ofrecio, y luego sin detenerse fueron al aposento de los alcaldes, y quiso su desdicha que, yendo por la calle, toparon con Don 5 Paver, que asi se llamaba el inven- tor de estos nuestros afanes, el cual muy acompanado iba a palacio. Mas, como vio la duena y su capitania, y supo quien era, y conocio el portero, Page 40 10 como astuto y sagaz sospecho lo que podia ser, y con gran disimulacion llamo al portero, e interrogandole a do iba con aquella compania; el cual simplemente se lo dijo. Y el demos- 15 tro que le placia de ello, siendo al reves, diciendo que se holgaba de lo que el rey hacia, porque al fin Licio era valero- so, y no era justo asi hacer justicia de el sin bien examinar el negocio. "En 20 mi posada quedan los alcaldes que a pedir mi parecer en este negocio ve- nian, y yo iba a hablar al rey sobre ello, y ellos me quedan alli esperan- do: mas, pues traeis despacho, vol- 25 vamos y decirles heis lo que el rey, nuestro senor, manda." Y, yendo, llamo a un paje suyo, y muy riendo le di- jo que fuese a los alcaldes, y les dije- se que luego a la hora hiciesen de Li- [fol. 34r] cio la justicia que se habia de hacer, porque asi convenia al servicio del rey; y que en la carcel o a la puer- ta de ella lo justiciasen sin traerlo por 5 las calles, entre tanto que yo deten- go este portero. El criado lo hizo a- si, y, llegando a la posada, el traidor metio consigo al portero, y dijo a Melo y a su cunada que esperasen 10 mientras entraba a hablar a los al- caldes, y que de alli todos irian a la prision de Licio a darle el parabien de su buena esperanza, y que el que- ria con ellos ir. Mas a esta hora 15 la desventurada fue avisada de la gran traicion y mayor crueldad del gran capitan. Pues, aunque peor voluntad tuviera al buen Li- cio, mirara al angustia y lagrimas 20 de la buena capitana, su mujer, y fuera mejor aplacarlo por este res- pecto. Y cuando el malaventura- do y traidor llamo al paje para que fuese a negociar la muerte del 25 buen Licio, quiso Dios que uno de sus criados lo oyo, y dijolo a la buena capitana, del cual el mal ca- pitan no se guardo, la cual, cuando se lo dijo, cayo sin sentido casi muerta [fol. 34v] --------------------- 33v,25: heis] Mantenemos la forma antigua. Page 41 sobre el cuello de su cunado que jun- to a ella estaba. Melo, como lo oyo, tomo treinta atunes de los que con- sigo estaban, para que con la mayor 5 presteza que pudiesen me diesen aviso del peligro en que el negocio estaba, los cuales como fieles y dili- gentes amigos se dieron tanta pri- sa, que en breve fuimos sabidores 10 de las tristes nuevas que nos llega- ron dando muy grandes voces: "!ar- ma, arma, valientes atunes, que nues- tro capitan padece muerte por trai- cion y astucia del traidor Don Paver, 15 contra voluntad y mandado del rey nuestro senor!" Y en breves palabras nos cuentan todo lo que he con- tado. Hice luego tocar las bocinas, y mis atunes juntos con sus 20 bocas armadas, a los cuales yo hice una bravisima habla, dandoles cuen- ta de lo contado; por tanto que, co- mo buenos y esforzados, mostra- sen sus animos a los enemigos soco- 25 rriendo a su senor en tan extrema necesidad. Y ellos respondieron to- dos que estaban prestos a seguirme y hacer en el caso su deber. Acabada su respuesta, luego comenzamos a ca- [fol. 35r] minar para alla. !Quien viera a esta ho- ra a Lazaro atun delante de los su- yos, haciendo el oficio de esforzado capitan, animandolos y esforzan- 5 dolos, sin haberlo jamas usado, ex- cepto pregonando los vinos que ha- cia casi lo mismo, incitando los be- bedores, diciendo: "!aqui, aqui, seno- ores, que aqui se vende lo bueno y 10 no hay tal maestro como la necesi- dad!" Pues de esta suerte, a mi parecer, en menos de un cuarto de hora en- tramos en la ciudad, y, andando por las calles con tal impetu y furor que 15 me parece a aquella sazon lo quisie- ra haber con un rey de Francia, y pu- se a mi lado los que mejor sabian la ciudad para que nos guiasen, do el sin culpa estaba, por el mas breve ca- 20 mino. CAP. IX. QUE CONTIENE COMO LA- ZARO LIBRO DE LA MUERTE A LICIO, SU Page 42 AMIGO, Y LO QUE MAS POR EL HIZO. 25 Y, yendo nosotros con el furor y velocidad que tengo dicho, di- mos con nosotros en una gran pla- za que ante la torre de la prision es- [fol. 35v] taba; mas nunca a mi pensar socorro entro ni llego a tan buen tiempo, ni aquel buen Escipion Africano soco- rrio a su patria, que casi del todo es- 5 taba ocupada del gran Anibal, co- mo nosotros corrimos al buen Li- cio. Finalmente, que el mensajero que el traidor envio supo tan bien nego- ciar, y los senores jueces que, asimis- 10 mo, holgaron de contentar aquel (aunque malo) gran senor y privado del rey, porque otro dia le dijese que tenia muy buena justicia, y que los que la ejecuta- ban eran muy suficientes; y asi les ayu- 15 de Dios, que, cuando llegamos, tenian al nuestro Licio sobre un repostero, y a la hermosa su mujer con el dando- le la postrera hocicada, que por gran- des ruegos la dejaron llegar, muy sin 20 esperanza ella y Melo nuestro velo- cisimo socorro. Estaban en torno de la plaza, y por las bocas de las ca- lles que a ella venian, mas de cincuen- ta mil atunes de la compania del gran 25 mal capitan, a los cuales habia dado la guarda del buen Licio. El ejecu- tivo verdugo estaba dando gran pri- sa a la senora capitana se apartase de alli y le dejase hacer su oficio, el [fol. 36r] cual tenia en su boca una muy gru- esa y aguda espina de ballena del largo de un brazo para meterle por las agallas a nuestro muy gran capi- 5 tan, que asi mueren los que son hi- josdalgo; y la triste hembra muy a su pesar dando lugar al cruel verdu- go con grandes lloros y gemidos que ella y su compania daban. Ya el 10 buen Licio se tendia para esperar la muerte, y, cerrando para siempre sus ojos por no verla, ya que el verdu- go, como es costumbre, le habia pe- dido perdon, y, llegandose el, le an- --------------------- Page 43 35v,22: y por] sic Page 44 15 da tentando el lugar o la parte por donde habia de herir para mas presto dejarle sin vida. Cuando Lazaro atun habia hendido con su compania por medio de los malos guardadores, 20 derribando y matando cuantos delante de el se ponian con su toledana espada; y llego a buen tiempo, al cual se debe creer que lo trajo Dios, que quiere soco- rrer a los buenos en tiempo de mas ne- 25 cesidad. Pues, llegando al lugar que digo, y visto el duro peligro en que el amigo estaba, di una gran voz, co- mo la que solia dar en Zocodover. An- tes que llegase el verdugo a hacer su de- [fol. 36v] ber, yo le dije: "!vil Gurrea, ten, ten tu mazo, si no, moriras por ello!" Fue mi voz tan espantosa, y puso tanto temor, que no solo al cegonino, mas 5 a los demas que alli estaban dio es- panto, y no es de maravillar, porque, de verdad, a la boca del infierno que tal voz sonara, espantara a los espan- tosos demonios, que fuera parte que 10 me rindieran las atormentadas ani- mas. El verdugo, atonito de me oir y espantado de ver el velocisimo ejercito, que en mi seguimiento ve- nia, esgrimiendo mi espada a una y a 15 otra parte por ponerle mas miedo y darle materia en que ocupase la vista, me espero; mas, como yo lle- gue, pareciome asegurar el campo, y di al pecador, que matarle queria, 20 una estocada por el testuz, por do ca- yo luego muerto al lado del que na- da de esto veia: aunque animoso y es- forzado pece, la tristeza y pesar de verse tan injusta y malamente mo- 25 rir le tenia a esta sazon fuera de su a- cuerdo; y cuando asi le vi estar, pen- se si por desdicha mia habia acaecido antes que yo llegase que el miedo le hubie- se muerto, y con esto apresurada- [fol. 37r] mente llegue a el llamandole por su nombre, y a las voces que le di levanto un poco la cabeza y abrio los ojos. Y como me vio y conocio, como si 5 de la muerte resucitara se levanto, y sin mirar nada de lo que pasaba, se vi- no a mi, y yo le recibi con el mayor go- zo y alegria que jamas ni despues hube, diciendole: "mi buen senor, Page 45 10 quien en tal estrecho os puso no os debe amar como yo." "!Ay mi buen a- migo!," me respondio, "!cuan bien me ha- beis pagado lo poco que me debiais! !Plega a Dios me de lugar para os pa- 15 gar lo mucho que hoy vuestro deudor me habeis hecho!" "No es tiempo, mi se- nor," le respondi, "de estas ofertas, do tan- ta voluntad de todas partes sobra; mas entendamos en lo que conviene, 20 pues ya veis lo que pasa." Meti mi espa- da entre el cuello, y cortole un cabo de guindaleta con que estaba atado. Co- mo fue suelto, tomo una espada a uno de nuestra compania, y fuimos 25 a su hembra, y Melo y los otros que con el estaban, que a esta hora atoni- tos y fuera de si estaban de ver lo que veian; mas, tornados en si, comienzan a darme gracias de la buena ventura. [fol. 37v] "Senores," yo les dije, "habeislo hecho vosotros como buenos; yo de aqui adelante, y mientras tuviere vida, ha- re lo que pueda en vuestro servicio 5 y de Licio, mi senor, y porque no hay tiempo de hablar mi hecho, mas de ha- cer algo, entendamos en ello, y sea que vosotros, senores, no os aparteis de nosotros, porque venis desarmados, 10 y no recibais dano; y vos, senor Me- lo, toma una arma, y cien atunes de vuestra escuadra con sus armas, y no entendais en otra cosa mas que en se- guirnos, y mira por vuestra herma- 15 na y esas otras hembras; porque nosotros llevamos aca los negocios y la vic- toria, y hayamos venganza de quien tan- ta tristeza y trabajo nos ha dado." Melo hizo como yo le rogue, aunque 20 conoci de el quisiera emplearse a mas peligro, yo y el buen Licio nos tuvi- mos, y nos metimos entre los nues- tros, que andaban tan bravos y ejecuti- vos, que pienso tenian muertos mas de 25 treinta mil atunes, y como nos vieron entre si, y conocieron su capitan, nadie puede contar el alegria que sintieron. Alli el buen Licio, haciendo maravillas con su espada y persona, mostraba a los [fol. 38r] enemigos la mala voluntad que en ellos habia conocido, matando y derribando a diestro y siniestro cuantos ante si hallaba; mas a esta hora ellos iban Page 46 5 tan maltrechos y desbaratados, que ninguno de ellos entendia sino en huir, y esconderse, y meterse por a- quellas casas, sin hacer defensa alguna mas de la que las flacas ovejas suelen ha- 10 cer a los bravos y carniceros lobos. CAP. X. COMO, RECOGIENDO LAZARO TODOS LOS ATUNES, ENTRARON EN CASA DEL TRAIDOR DE DON PAVER, Y ALLI LE MATARON. 15 Visto esto, mandamos tocar las bo- cinas, por que los nuestros, que derra- mados andaban, se juntasen, al son de las cuales todos fueron juntos, y en ellos se renovo la demasiada alegria 20 de ver a su buen capitan vivo y sa- no, y la victoria que de nuestros ad- versarios habiamos habido; porque pare- cio milagro, y por tal se debe tener, que casi todos los que murieron eran 25 criados y paniaguados del mal Don Paver, a los cuales habia dado la guarda del buen Licio por la gran confianza que de ellos tenia. Y todos [fol. 38v] ellos deseaban haber hecho en el lo que nosotros hicimos en ellos: cosa muy acaecedera, que cuando el senor es ma- lo, los criados procuran serlo con 5 el, y, al reves, cuando el senor es pia- doso, manso y bueno, los criados le procuran imitar, ser buenos y virtuo- sos, y amigos de justicia y paz, sin las cuales dos cosas no se puede el 10 mundo sustentar. Pues, tornando a nuestro negocio, visto que no tenia- mos con quien pelear, el buen Licio y todos a grandes voces me dijeron, que que me parecia se debia hacer, 15 que todos estaban aparejados a seguir mi consejo y parecer, pues habia de ser el mas acertado. "Pues mi voto quereis, valerosos senores, y esfor- zados amigos y companeros," les respon- 20 di, "a mi me parece, pues Dios nos ha guardado en lo principal, asi hara en lo accesorio, mayormente que tengo creido que esta victoria y bue- na andanza nos la ha dado para que 25 seamos ministros de justicia, pues sa- bemos que a los malos desama y cas- tiga. El mayor de los que tantas muer- Page 47 tes ha causado, no seria justo queda- se con la vida, pues sabemos que la ha [fol. 39r] de emplear en maldades y traicio- nes. Por tanto, si senor, os parece, va- mos a el, y hagamos en el lo que en vos hacer quiso, que siempre oi de- 5 cir: 'de los enemigos los menos'; que muchos grandes hechos se han per- dido juntamente con los hacedores de ellos por no saber darles cabo. Si no, preguntese al gran Pompeyo y a 10 otros muchos que han hecho lo que el, mayormente que la ocasion no todas veces se halla. Y como libra- remos por lo hecho, libraremos por lo que esta por hacer." Todos a 15 grandes voces dijeron ser muy bien a- cordado, y que, antes que se escapase, die- semos sobre el. Con este acuerdo, con muy buena ordenanza y con toda presteza, llegamos a la posada del 20 traidor, al cual a aquella hora le ha- bian llegado las tristes nuevas de la li- bertad de nuestro gran capitan, y de la gran matanza de los suyos. A esta sazon se le debia doblar el pesar, cuan- 25 do le entrasen a decir como le tenian cercada la casa y mataban a cuantos se defendian, y la cruel y espantosa y nunca oida manera de nuestro pe- lear. El era de suyo cobarde, y es Dios [fol. 39v] testigo que no se lo levanto, ni lo digo por quererlo mal; mas porque asi lo vi y conoci; y como viese esto, de- biase de encobardar mas, porque en 5 los pusilanimos es muy acaecedero, y lo contrario en los animosos. Y asi se dio tan mala mana, que ni en escapar- se ni en defenderse entendio. La casa cerrada, Licio adelante y yo a su lado, 10 entramos dentro con harta poca resis- tencia, do le hallamos casi tan muer- to como le dejamos: con todo, quiso hasta su fin usar de su oficio, no de capitan, mas de traidor disimulado, 15 porque, como asi nos vio ir para el, con una vocecita y falsa riseta, haciendo del alegre, nos dijo: "buenos amigos, ?que buena venida es esta?" "Enemigo," le respondio Licio, "a daros el pago de 20 vuestro trabajo." Y, como quien tenia delante la gran afrenta y peligro en que puesto le habia, no curo con el de mas Page 48 platicas sino juntarsele y meterle la espada tres o cuatro veces por el 25 cuerpo. Yo no le quise ayudar ni con- sentir que nadie lo hiciese, por no haber de ello necesidad, y tambien porque asi convenia hacerse a la honra de Licio; por manera que apocada y cobarde- [fol. 40r] mente fenecio el traidor Don Paver co- mo el y los de sus costumbres suelen. Salimos de su casa sin consentir que se hiciese algun dano, aunque hartos 5 de los nuestros deseaban saquearla, en la cual habia bien de que trabar, por- que aunque malo, no necio, ni tan fiel como se cuenta de Escipion, que, sien- do acusado, por otros no tales como 10 el, haber habido grandes intereses de la guerra de Africa, mostrando en su cuerpo muchas heridas, juro a sus dioses no le haber quedado otras ga- nancias de las dichas guerras; las cua- 15 les heridas ni juramento no pudie- ra mostrar, ni hacer el malo de nues- tro adversario, porque siempre en la guerra lo mas de lo que en ella ga- naba se llevaba, y lo mejor. Y con lo 20 menos acudia al rey, y asi era muy rico, y tenia muy sano y entero el pellejo, que bien pienso yo que has- ta el dia que murio no se lo habian rom- pido, porque el se guardaba de ha- 25 llarse en las batallas en lugar de peli- gro, sino a ver de lejos en que pa- raba la cosa, a manera de muy cuer- do capitan. Y digo que, porque no se pensase de nosotros codicia, mas [fol. 40v] de que viesen que de sus males y no de los bienes lo quisimos despojar, no se toco en cosa alguna. A esta ho- ra todos los atunes que en la corte 5 estaban, y los mas peces que en ella se hallaron naturales y extranjeros, re- corrieron a palacio: la vuelta fue tan grande, y el ruido y voces tan espan- toso, que el rey en su retraimiento 10 lo oyo, y, preguntando la causa, le dije- ron todo lo pasado, de que se espanto y altero en gran manera; y, como cuerdo, pareciole que Dios te guarde ____ __ ______ de piedra y dardo, y de atun deno- __ ______ _ _____ _ __ ____ ____ 15 dado, determino por entonces no sa- ____ lir al ruido, y, asimismo, mando que nadie saliese de palacio, mas que alli se Page 49 hiciesen fuertes hasta ver la inten- cion de Licio. Y asi se yo que bien estarian 20 en el real palacio, y delante de el, mas de quinientos mil atunes sin otros muchos generos de pescados, que en la corte a sus negocios asistian; mas, a mi ver, si la cosa hubiera de pasar ade- 25 lante, tan poca defensa pienso tuvieran como otros; mas Dios nos guarde que Tu ley y a tu rey guardaras. Deja- __ ___ _ _ __ ___ _________ ronnos solos en la ciudad, y todos desampararon sus casas y haciendas, [fol. 41r] no se teniendo en ellas por seguros, y los que no se iban al real palacio, sa- lianse huyendo al campo y lugares a- partados; por manera que se podra 5 decir: "dependen ciento de un malo," pues por aquel malo padecieron y fueron muertos y amedrentados muchos que por ventura no tenian culpa. Manda- mos pregonar que ninguno de los 10 nuestros fuese osado de entrar en ninguna casa, ni tomar un caracol que ajeno fuese, so pena de muer- te, y asi se hizo. CAP. XI. COMO, PASADO EL ALBORO- TO DEL CAPITAN LICIO, LAZARO CON SUS ATUNES ENTRARON EN SU CONSEJO PARA VER LO QUE HARIAN, Y COMO ENVIA- RON SU EMBAJADA AL REY DE LOS ATUNES. 20 Esto pasado, entramos en nues- tro consejo para ver lo que haria- mos: algunos hubo que dijeron ser bien volvernos a nuestro alojamiento y hacernos fuertes en el, o contratar 25 amistad y confederacion con solos los que al presente teniamos por e- nemigos; y, con vernos airados y ver nuestro gran poder, holgarian [fol. 41v] de nuestra amistad y nos darian fa- vor. El parecer del bueno y muy le- al Licio no fue este, diciendo que si esto se hiciese que hariamos verdad 5 la enemistad y mentira de nuestro e- nemigo, haciendonos fugitivos, y de- jando nuestro rey y naturaleza; mas que era mejor hacerlo saber al rey, nuestro senor, y que si su alteza fuese 10 bien informado de la mucha causa que Page 50 hubo para lo hecho, mayormente a- quella postrera y mas peligrosa trai- cion del traidor ser contra la voluntad y mando de su alteza, pues, queriendo 15 sobreseer el negocio, como su alteza enviaba a mandar con el portero al al- calde, uso de mandado para que su mal- dad y no el querer del rey, su senor, fuese cumplido. Y que, visto esto por su 20 alteza y que no habia sido desacato ni atrevimiento a su real corona lo he- cho, sino servicio a su justicia debi- do, con este parecer nos arrimamos los mas cuerdos. Pues en este consejo 25 acordamos de enviarle con quien bien lo supiese a decir; sobre quien habia de hacer esto, tuvimos diversos pare- ceres, porque unos decian que fuesen to- dos y le suplicasen se parase a una fi- [fol. 42r] niestra a oir; otros dijeron que parecia desacato, y era mejor ir diez o doce de nos; otros dijeron que como estaba enojado, no se desenojase en ellos; 5 de manera que estabamos en la duda de los ratones, cuando, pareciendoles ser bien que el gato trajese al pescue- zo un cascabel, contendian sobre quien se lo iria a colgar. A la fin, la sabia ca- 10 pitana dio mejor parecer; y dijo a su varon, que si servido fuese, que ella sola con diez doncellas se queria a- venturar a hacer aquella embajada, y le parecia se acertaba el negocio, 15 lo uno porque contra ella y sus fla- cas servidoras no se habia el real po- der de mostrar; lo otro porque ella, por librar a su marido de muerte, te- nia menos culpa que todos; y lo de- 20 mas porque pensaba saberlo tan bien decir, que antes le aplacase que in- dignase. A nuestro capitan le pare- cio bien, y a todos nosotros no mal. Y ella, apartando consigo a la hermosa 25 Luna, que asi se llamaba la hermosa atuna, su hermana, de quien ya diji- mos, y con ellas otras nueve, las mejores de hocicos y muy bien dis- puestas, se fue a palacio; y, llegando [fol. 42v] a las guardas, les dijeron hiciesen sa- ber al rey como la hembra de Licio, su capitan, le queria hablar, y que su al- teza le diese a ello lugar, porque con- 5 venia mucho a su real servicio, y pa- Page 51 ra evitar escandalos y pacificar su corte y reino, y que por ninguna via la dejase de oir; y que si lo hicie- se, haria justicia, porque ella y su ma- 10 rido y los que con el estaban lo pedian, y querian fuese bien castigado el que cul- pado fuese; y que si su alteza no la que- ria oir, que desde alli su marido Licio ponia a Dios por testigo de inocen- 15 cia y lealtad, para que en ningun tiempo fuese juzgado por desleal. Y de to- do esto y lo demas que habia de decir y hacer la senora capitana iba bien in- formada; y ella, que sabia muy bien ha- 20 blar, llegada al rey esta nueva, aun- que muy airado estaba, mando que le die- sen lugar y entrase segura. Y puesta ante el, haciendo el acatamiento, antes que comenzase su habla, el rey le di- 25 jo: "pareceos, duena, que le ha salido a vuestro marido buena obra de en- tre las alas." "Senor," dijo ella, "vuestra alteza sea servido de oirme hasta dar fin a mi habla, y despues mande lo [fol. 43r] que servido fuere, y cumplirse ha todo lo mandado por vuestra alteza, sin fal- tar un punto." El rey dijo que dije- se, aunque tiempo de mas reposo era 5 menester para oirla. La discreta se- nora, cuerda y muy atentadamente, en presencia de muchos grandes que con el estaban, los cuales a aquella sazon debian de estar bien pequenos, 10 comenzando del comienzo, muy por extenso dio cuenta al rey de to- do lo que hemos contado, contando y afirmando ser asi verdad, y si un punto de ello saliese en todo lo que de- 15 cia, fuese de ella cruel justicia hecha, como de inventora de falsedad ante la real presencia, y, asimismo, Licio, su marido, y sus valedores fuesen sin dilacion justiciados. El rey le res- 20 pondio: "duena, yo estoy al presente tan alterado de ver y oir lo que se ha hecho; por ahora no os respondo mas de que os volvais para vuestro ma- rido, y decidle heis, si le parece estar- 25 le bien, que levante el cerco que so- bre mi tiene, y deje a los vecinos de es- te pueblo sus moradas, y manana volvereis aca, y darase parte del ne- gocio a los de mi consejo, y hacerse [fol. 43v] Page 52 ha lo que fuere justicia." La senora ca- pitana, aunque de esta respuesta no lle- vaba minuta, no le quedo en el tin- tero la buena y conveniente respues- 5 ta, y dijo al rey: "Senor, mi marido ni los que con el vienen, no tienen cer- co sobre vuestra real persona, y, asi- mismo, el ni nadie de su compania en casa alguna ha entrado, sino en la de 10 Don Paver. Y asi, los vecinos y mo- radores de aqui no se quejaran con razon, que en sus casas les han he- cho menos una toca; y si estan en el pueblo, es esperando lo que vuestra 15 alteza les manda hacer, y para esto es mi venida. Y no quiera Dios que en Licio ni en los que con el vienen haya otro pensamiento; porque to- dos son buenos y leales." "Duena," di- 20 jo el rey, "por ahora no hay mas que responder." Ella y sus duenas, hacien- do su debida mesura con gentil con- tinente y reposo, se volvio a noso- tros, y, sabida la voluntad del rey, a 25 la hora salimos de la ciudad con muy buena ordenanza, y nos metimos en el monte; mas no muy muertos de hambre, porque dimos en nuestros enemigos muertos, y aun manda- [fol. 44r] mos llevar a los desarmados basti- mentos para nuestros tres o cuatro dias, con quedar tanto que tuvo to- da la ciudad y corte hartazgo, y mal 5 pecado no rogasen a Dios que ca- da ocho dias echase alli otro tal nu- blado, guardando al que rogaba. La ciudad, desembarazada de los nues- tros, los moradores de ella cada cual 10 se volvio a su posada, las cuales ha- llaron como las dejaron, y el rey mando que le trajesen lo que en la posada del muerto gran capitan ha- llasen; y fue tanto y tan bueno, que 15 no habia rey en el mar, que mas y mejores cosas tuviese; y aun fue es- to harta parte para que el rey die- se credito a sus maldades, por pare- cerle no podia tener lo que se hallo 20 con justo titulo, sino habido mal y cautelosamente, y hurtandoselo a --------------------- 43v,8: compania]compana Page 53 los alguna vez se halla algun bue- el. Despues de esto, entro en su conse- jo, y, como quiera que a do hay ma- 25 no, debieronle decir que si era a- si como la parte de Licio decia, no habia sido muy culpado en su hecho, mayormente pues su alteza habia mandado no hiciesen de el al presente [fol. 44v] justicia hasta ser bien informado de su culpa. Junto con esto, el portero que el mandato llevo declaro la cautela que el cauteloso con el habia usado, 5 y como le metio en su posada y en- gano, diciendo estar ahi los jueces, y como no los dejo salir de ella, y la di- ligencia que hizo alli, y los alcaldes ante el rey dijeron como era verdad 10 que el capitan general les habia envia- do a decir que su alteza les mandaba que luego a la hora hiciesen la justi- cia, y por dar en ello mas brevedad, no le trajeron, como se suele hacer, 15 por las acostumbradas calles; y que ellos, creyendo que aquel fuese el mandado de su alteza, lo habian man- dado degollar. Por manera que el rey conocio la gran culpa de su capitan, 20 y fue cayendo en la cuenta, y cuan- to mas en ello miraba mas se mani- festaba la verdad. CAP. XII. COMO LA SENORA CA- PITANA VOLVIO OTRA VEZ AL REY, Y DE LA BUENA RESPUESTA QUE TRAJO. Asi estuvimos aquel dia y la no- che en el monte no muy descan- sados, y otro dia la senora capitana [fol. 45r] con su conpania torno a palacio; y, por evitar prolijidad, el senor nues- tro rey estaba ya harto mas deseno- jado, y la recibio muy bien, dicien- 5 dole: "Buena duena, si todos mis va- sallos tuviesen cuerdas y sabias hembras, por ventura en sus bienes y honra aumentarian, y yo me ten- dria por bien andante. Digo esto, por- 10 que en verdad, viendo vuestra cor- --------------------- 44v,26: estuvimos]tuvimos; 45r,13: secuaces]secaces Page 54 dura y sabias razones, habeis aplaca- do mi enojo y librado a vuestro ma- rido y sus secuaces de mi ira y des- gracia; y porque de ayer aca yo estoy 15 informado mejor que estaba, decid- le que sobre mi palabra venga a esta corte, seguro el y toda su compania y amigos; y, por evitar escandalos por el presente, le mando tenga su po- 20 sada por carcel hasta que yo mande otra cosa; y vos visitadnos a menu- do, porque huelgo mucho en ver y oir vuestro buen concierto y razo- namiento." La senora capitana le be- 25 so la cola, dandole gracias de tan cre- cidas mercedes, como muy bien su- po, y asi se volvio a nos con muy a- legre respuesta, aunque a algunos les parecio no lo debiamos hacer, dici- [fol. 45v] endo ser manosamente hecho para cogernos. A la fin, como leales, acor- damos de cumplir el mandado de nues- tro rey, y, ahincando sobre una pren- 5 da, que eran nuestras bocas, en las cuales confiabamos, cuando nues- tra lealtad no nos valiese, luego movimos para la ciudad, y entramos en ella acompanados de muchos a- 10 migos, que entonces se nos mostra- ban con ver nuestro hecho bien hi- lado. Y, antes de esto, no se osaban de- clarar por tales, conforme al dicho del sabio antiguo que dice asi: Cuando ______ 15 fortuna vuelve enviando algunas __ _______ ______ ________ _______ adversidades, espanta a los amigos, que ____________ _______ _ ___ ______ ___ son fugitivos, mas la adversidad de- ___ _________ ___ __ __________ __ clara quien ama o quien no. Fuimos a _____ _____ ___ _ _____ __ posar a un cabo de la ciudad, lo mas 20 despoblado y sin embarazos que ha- llamos, donde estaban hartas casas sin moradores de los que nosotros sin vida hicimos; alli aposentamos lo mas congregado que pudimos, 25 y mandamos que no saliese a la ciu- dad ninguno de nuestra capitania, por parecer se hacia cumplidamen- te lo que su alteza mando. En este medio, la senora capitana visita- [fol. 46r] ba cada dia al rey, con lo cual el tra- --------------------- 46r,1: con lo cual]con la cual Page 55 bo mucha amistad, mas de lo que yo quisiera, aunque todo, segun parecio, fue agua limpia, pagando la hermo- 5 sa Luna con su inocente sangre, gen- til y no tocado cuerpo. Porque, co- mo ella iba con su hermana a aque- llas estaciones, y como suelen decir: De tales romerias tales veneras, el __ _____ ________ _____ _______ 10 rey se pago de ella tanto, que procu- ro con su voluntad haber su amor, y bien creo yo la hermosa Luna no lo hizo con consejo y parecer de su her- mana; y asi fue de ello sabidor el buen 15 Licio, porque casi me lo declaro, pi- diendome mi parecer. Yo le dije me parecia no ser mucho yerro, mayor- mente que seria gran parte y el to- do de nuestra deliberacion. Y asi 20 fue, que la senora Luna privo tanto con su alteza y el fue de ella tan paga- do, que a los ocho dias de su real ayun- tamiento pidio lo que pidio, y fui- mos todos perdonados. El rey alzo 25 el carcelaje a su cunado, mando que todos fuesemos a palacio, Licio beso la cola del rey, y el se la dio de buena gana, y yo hice lo mis- mo, aunque de mala gana, en cuanto [fol. 46v] hombre, por ser el beso en tal lugar. Y el rey nos dijo: "capitan, yo he si- do informado de vuestra lealtad y de la poca de vuestro contrario; por 5 tanto, desde hoy sois perdonado vos y todos los de vuestra compania, a- migos y valedores que en el caso pa- sado os dieron favor y ayuda; y pa- ra que de aqui adelante asistais en 10 nuestra corte, os hago merced de las casas y de lo que en ellas esta del que permitio Dios las perdiese y la vi- da con ellas, y os hago merced del mismo oficio que el tenia de nuestro 15 capitan general, y de hoy mas lo ejer- ced y usad como se que bien sabeis hacer." Todos nos humillamos ante el, y Licio le torno a besar la cola, rin- diendole grandes loores por tantas 20 mercedes, diciendo que confiaba en Dios, le haria con el cargo tales y tan leales servicios, que su alteza tuvie- se por bien haberselas hecho. Aquel dia fue informado el rey, nuestro se- 25 nor, del pobre Lazaro atun, aunque a esta sazon estaba tan rico y alegre Page 56 de verlos ser amigos, que me parece jamas haber habido tal alegria. El rey me pregunto muchas cosas, y en lo [fol. 47r] de las armas como habia hallado la invencion de ellas, y a todo le respon- di lo mejor que supe. Finalmente, se holgo y pregunto con que numero 5 de peces pensaria pelear con los arma- dos que traiamos, y yo le respondi: "senor, sacada la ballena, a todo el mar junto osare esperar y pensare ofen- der." Espantose de esto, y dijome que 10 holgaria si hiciesemos una muestra ante el por ver el modo que teniamos en pelear: acordose que el dia siguien- te se hiciese, y que el saldria al cam- po a verlos. Y asi fue que Licio, nues- 15 tro general, y yo y los demas sali- mos con todos los armados de nues- tra compania, y ordene aquel dia u- na buena invencion; y, aunque aca ya los soldados la usan, hicelos poner 20 en ordenanza. Y asi pasamos ante su alteza e hicimos nuestro caracol; y, aunque el coronel Villalba y sus contemporaneos lo debian hacer me- jor y con mejor concierto, a lo me- 25 nos para el mar, y como no habia vis- to estar ordenados escuadrones, pa- recioles a los que los veian maravi- llosa cosa. Despues hice un escuadron de toda la gente, poniendo los mejo- [fol. 47v] res y mas armados en las primeras hileras, e hice a Melo que con todos los desarmados y con otros trein- ta mil atunes saliesen a escaramu- 5 zar con nosotros, los cuales nos cer- caron de todas partes, y nosotros muy en orden, nuestro escuadron bien cerrado, comenzamos a defen- dernos y herir y ofenderlos, de ma- 10 nera que no bastara todo el mar a en- trarnos. El rey vio que yo habia di- cho verdad, y que de aquel modo no podiamos ser ofendidos, y llamo a Licio, y le dijo: "maravillosa ma- 15 nera se da este vuestro amigo en las armas; pareceme es esta manera de pelear para senorear todo el mar." "Se- --------------------- 47v,2: Melo]Mele Page 57 pa vuestra alteza que es asi verdad," le dijo el capitan general, "y cuanto 20 a la buena industria del extrano a- tun, mi buen amigo, no puedo creer sino que de Dios viene, y que lo ha aca- rreado en estas partes para gran pro y honra de vuestra alteza y aumen- 25 to de sus reinos y tierra. Crea vues- tra grandeza que lo menos que en el hay es esto, porque son tantas y tan ex- celentes las partes que tiene, que na- die basta a las decir; el mas cuerdo y [fol. 48r] sabio atun que hay en el mar, virtuo- so y honrado, y el atun de mas ver- dad y fidelidad, el mas gracioso y de buenas maneras es que yo jamas 5 he oido decir. Finalmente, no tiene cosa de echar a mal, y vuestra alteza piense que no me hace decir esto la voluntad que le tengo, sino la mu- cha verdad que en decirlo digo." 10 "Por cierto mucho debe a Dios," dijo el rey, "un atun que asi con el partio sus dones; y pues me decis ser tal, jus- to es le hagamos honra, pues a nues- tra corte ha venido; sabed de el si que- 15 rra quedar con nos, y rogadselo mu- cho de vuestra parte y de la mia, que podra ser no se arrepienta de nues- tra compania." CAP. XIII. COMO LAZARO ASENTO CON EL REY, Y COMO FUE MUY SU PRIVADO. Pasado esto, el general tomo car- go de me lo decir, y el rey se vol- vio muy contento a la ciudad, y noso- 25 tros tambien; despues el capitan me hablo, diciendo lo que con el rey ha- bia pasado, y como deseaba que le [fol. 48v] sirviese, y todo lo demas. Finalmen- te, yo fui rogado y, mucho a mi hon- ra, hice mi asiento. Veis aqui vues- tro pregonero de cuantos vinate- 5 ros en Toledo habia, hecho el mayor de la casa real, dandome cargo de la gobernacion de ella, y andaos a decir --------------------- 47v,23-24: pro y honra]pro a honra Page 58 donaires. Di gracias a Dios porque mis cosas iban de bien en mejor, y 10 procure servir a mi rey con toda di- ligencia, y en pocos dias casi lo era yo, porque ningun negocio de mu- cha o poca calidad se despachaba si- no por mi mano y como yo queria. 15 Con todo esto, no deje sin castigo a los que lo merecian, y por mis ma- nas supe como y de que manera la sentencia de Licio se habia dado tan injustamente, aunque al presente el 20 rey habia puesto silencio en el ca- so, por ser el capitan pece de calidad y muy emparentado. De que me vi en alto, presumi de repicar las cam- panas, y dije al rey que aquel habia 25 sido un caso feo y no digno de disi- mularse, porque era abrir puerta a la justicia; por tanto, que a su servicio cumplia fuesen castigados los que tuviesen culpa. Cometiolo su alte- [fol. 49r] za a mi, como todo lo demas, y yo los cometi de tal suerte que hice pren- der a todos los falsarios, que muy des- cuidados estaban, y, puestos a cues- 5 tion de tormento, confesaron haber jurado falso en dichos y condenaci- on que al buen Licio se hizo, pregun- tandoles, por que lo hicieron, o que les dio el mal capitan general porque 10 lo hiciesen. Respondieron no les ha- ber dado ni prometido, ni eran sus a- migos, ni servidores. !Oh desalmados pecadores, oh litigantes, y hombres que os quejais que vuestro contrario 15 hace mala probanza con numero de testigos falsos que tiene granjeados para sus menesteres: venid, venid al mar, y vereis la poca razon que teneis de os quejar en la tierra, porque si ese 20 vuestro adversario presento testi- gos falsos, y les dio algo por ello, o lo prometio, y ser antes sus amigos, por quien el otro dia era otro tanto; mas a estos infieles peces, ni promesa, 25 ni galardon, ni amistad lo hace ha- cer, y asi son mas de culpar, y dig- nos de gran castigo, y asi fueron a- horcados! Supe mas: el escribano an- --------------------- 48v,23: presumi]presumio Page 59 te quien pasaba la causa ningun escrito [fol. 49v] que por parte de Licio se presento, ni auto que en su defensa hiciesen, admi- tia ni queria recibir. "!Oh desverguen- za!," dije yo, "!y como se sufria en la tie- 5 rra!" Por cierto, ya que el escribano fue- ra favorable, e hiciera lo demas ho- nestamente tomando las escripturas, y despues no las pusiera en el proce- so, mas hicieralas perdedizas; mas 10 ese otro hecho es el diablo, y, asi- mimo, se hizo de el justicia. Supose co- mo no fue agua limpia la mucha bre- vedad que se tuvo en sentenciarle, y yo culpe mucho a los ministros, 15 diciendoles: "un pleito de dos pajas no le determinare en un ano ni en diez, ni aun en veinte, y la vida y honra de un noble pece deshaceis en una hora." Dieronme no se que ex- 20 cusas, las cuales no les excusaran de pena, sino que el rey mando ex- presamente hubiese con ellos disi- mulacion por lo que tocaba al real oficio. Y asi lo hice; mas, bien sentia 25 habia andado en medio de ellos y del mal general el generoso y gracioso brazo, que es el que suele bajar los montes, y subir los valles, y adon- de esto entra todo lo corrompe; por [fol. 50r] la cual causa el rey de Persia dio un cruel castigo a un mal juez haciendo- le beberlo, y teniendo tendida la pier- na en la silla judicial, hizo sentar en 5 ella a un hijo del mal juez, y asi el rey barbaro proveyo por maravillo- sa y nueva forma, que ningun juez dende adelante no fuese corrompido. En este proposito decia el otro que 10 do aficion reina la razon no es en- tendida, y que el buen legista po- cas cosas puede cometer a los jue- ces, mas determinarlas por leyes; porque los jueces muchas veces son 15 pervertidos, o por amor o por o- dio, o por dadivas, por lo cual son inducidos a dar muy injustas sen- tencias; y por tanto dice la escrip- tura: Juez, no tomes dones, que cie- ____ __ _____ _____ ___ ___ 20 gan a los prudentes, y tornan al re- ___ _ ___ _________ _ ______ __ __ ves las palabras de los justos. Esto ___ ___ ________ __ ___ ______ aprendi de aquel mi buen ciego, y todo lo demas que se en leyes, que Page 60 cierto sabia, segun el decia, mas que 25 Bartolo, y que Seneca en doctrina; mas, por hacer lo que tengo dicho que el rey me mando, pase por e- llo harto a mi pesar. En tanto que esto pasaba, el general, por man- [fol. 50v] dado del rey, habia ido con grande ejer- cito a hacer guerra a los sollos, los cuales presto vencio, poniendo su rey de ellos en sujecion, y quedo ob- 5 ligado a darle cada un ano largas pa- rias, entre las cuales daban cien sollas virgenes y cien sollos, los cuales por ser de preciado sabor el rey comia, y las sollas tenia para su pasatiempo. 10 Y despues nuestro gran capitan fue sobre las toninas, y las vencio y puso bajo nuestro poderio. Crecio tanto el numero de los armados y pujanza de nuestro campo, que teniamos suje- 15 tos muchos generos de pescados, los cuales todos contribuian y daban parias, como hemos dicho, a nuestro rey. Nuestro gran capitan, no contento con las victorias pasadas, armo contra 20 los cocodrilos, que son unos peces fierisimos, y viven a tiempo en tie- rra y a tiempo en el agua, y hubo con ellos muchas batallas campales; y, aunque algunas perdio, de las mas 25 salio con victoria; mas no era maravi- lla perder algunas, porque, como di- je, estos animales son muy feroces, grandes de cuerpo, tienen dientes y colmillos, con los cuales despeda- [fol. 51r] zan cuantos se topan delante, y con toda su ferocidad los nuestros los hubieran desbaratado muchas veces; sino que, cuando se veian de los 5 nuestros muy apremiados, dejaban el agua e ibanse en tierra. Y asi es- capaban, y al fin el buen Licio los dejo con haber hecho en ellos gran matanza, y el, asimismo, recibio gran 10 dano, y perdio al buen Melo, su her- mano, que fue para el ejercito har- ta tristeza. Mas, como muriese co- mo bueno, fuenos consuelo, porque se averiguo que, antes que lo mata- 15 sen, mato con su persona y con su buena espada (de la cual era muy diestro) mas de mil cocodrilos; y aun no lo mataran, sino que, yendo ellos Page 61 huyendo a tierra, y el tras ellos en 20 el alcance, no mirando el peligro, dio en tierra, y alli encallo, y como no le pudieron los suyos socorrer, los enemigos le hicieron pedazos. Finalmente, el buen Licio vino de 25 la guerra el mas estimado pece que habia vivido en agua del mar estos diez anos, trayendo grandes rique- zas y despojos, con los cuales ente- ramente acudio al rey, sin tomar [fol. 51v] para si cosa alguna. Su alteza lo reci- bio con aquel amor que era justo a pece que tanto le habia servido y hon- rado, y partio con el muy largo, hi- 5 zo mercedes muy cumplidas a los que le habian seguido, por manera que todos quedaron contentos y paga- dos. El rey por mostrar favor a Li- cio puso luto por Melo, y lo trajo 10 ocho dias, y todos lo trajimos, por- que sepa vuestra merced el luto que se pone entre estos animales cuan- do tienen tristeza, que en senal de lu- to y pasion no hablan, sino por se- 15 nas han de pedir lo que quieren. Y es- ta es la forma que entre ellos se tiene, cuando muere el marido, o la mujer, o hijo, o principal persona valerosa, y guardase en tanta manera que se te- 20 nia por gran ignominia, y la mayor del mar, si trayendo luto hablasen, hasta que el rey se lo enviase a mandar al apasionado, que le man- daba que alce el llanto, y entonces ha- 25 blan como de antes. Yo supe entre ellos que por muerte de una dama, que un varon tenia por amiga, puso luto en su tierra, que duro diez anos, y no fue el rey bastante a se lo hacer qui- [fol. 52r] tar, porque todas las veces que se lo enviaba a decir que lo quitase, le en- viaba a suplicar le mandase matar, mas que quitarlo era por demas; y 5 contaronme otra cosa de que guste mucho: que viendo los suyos con gran silencio unos a un mes, otros a un a- no, otros a dos, cada uno segun tenia la gana de hablar, se le fueron todos, 10 que un atun no le quedo, y con esto le duro tanto el luto, que, aunque que quisiera quitarlo, no tenia con quien. Cuando esto me contaban, pasaba yo Page 62 por la memoria unos hombres par- 15 lones, que yo conocia en el mundo, que jamas cerraban la boca, ni deja- ban hablar a nadie que con ellos estu- viese, sino un cuento acabado y o- tro comenzado, y, hartas veces, por- 20 que no les tomasen la mano, los deja- ban a medio tiempo y tornaban a otro; y hasta venir la noche que los departie- se como batalla, no hubieseis miedo que ellos acabasen; y lo peor que no ven 25 estas cuan molestas son a Dios y al mundo, y aun pienso que al diablo, porque de parte de ser sabio huiria de estos ne- cios, pues cada semejante quiere a su semejante. Vasallos de estos varones los [fol. 52v] vea yo, y que se les muera el amiga, porque me vengue de ellos. CAP. XIV. COMO EL REY Y LICIO DETERMINARON DE CASAR A LAZA- RO CON LA LINDA LUNA, Y SE HIZO EL CASAMIENTO. Pues, tornando a nuestro negocio, y siendo pasado el luto y triste- za que todos tuvimos por la muer- 10 te de Melo, el rey mando con gran dili- gencia se entendiese en rehacer el nu- mero de los armados y en buscar ar- mas donde se hallasen, y asi se hizo. En este tiempo parecio a su alteza ser 15 bien casarme; y comunicolo con el buen Licio, al cual dio el cargo del negocio, y el se quisiera eximir de ello, segun que de el supe; mas, por com- placer al rey no oso hacer otra cosa. 20 Y dijomelo con alguna verguenza, di- ciendo que el veia yo merecer mas hon- ra, segun la mucha mia, mas que el rey le habia mandado expresamente que el fue- se el casamentero. Finalmente, dan la 25 ya no tan hermosa ni tan entera Luna por mia. En dicha me cabe (dije en- tre mi): para jugador de pelota no val- dria un clavo, pues maldito el voleo [fol. 53r] alcanzo, sino de segundo bote, y aun plega a Dios no sea de mas; con todo, --------------------- 52r,25: estas]estos Page 63 a subir acierto. Razon es de arci- preste a rey haber salto. Al fin lo hice, 5 y mis bodas fueron hechas con tan- tas fiestas como se hicieran a un prin- cipe, con un vizcondado que con ella el rey me dio, que a tenerlo en tierra me valiera harto mas que en la mar; 10 al fin, del extremo atun subi mi nom- bre a su senoria, a pesar de gallegos. De esta manera se estaba mi senoria triunfando la vida, y con mi buena y nueva Luna muy bien casado, y 15 muy mejor con mi rey, no descui- dandome de su servicio, pensando siempre como le daria placer y pro- vecho, pues le debia tanto; y con esto, en ningun tiempo y lugar lo veia que 20 no se lo alegase, fuese como fuese, y diese do diese, guardandome mu- cho de no decirle cosa que le diese pena y enojo, teniendo siempre ante mis ojos lo poco que privan ni valen 25 con senores los que dicen las verda- des. Acordeme del tratamiento que Alejandro hizo al filosofo Caliste- nes por se las decir, y con esto nada me sucedia mal: tenia a grandes y [fol. 53v] pequenos tan so mano, que en tanto tenian mi amistad como la del rey. En este tiempo, pareciendome conformar el estado del mar con el de la tierra, di 5 aviso al rey, diciendole seria bien, pues tiene el trabajo, que tuviese el prove- cho, y era que hasta entonces la coro- na real no tenia otras rentas sino sola- mente de treinta partes la una de to- 10 do lo que se vendia, y, cuando tenia guerra justa y conveniente a su rei- no, dabanle los peces necesarios para ella y pagabanselos, y solos diez pes- cados para su plato cada dia. Yo le im- 15 puse en que le pechasen todos cada uno un tanto, y que fuesen los dere- chos como en la tierra, y que le die- sen para su plato cincuenta peces ca- da dia. Puse mas, que cualquiera de 20 sus subditos que se pusiese don sin venirle por linea derecha pagase un tanto a su alteza, y este capitulo me parece fue muy conveniente, por- que es tanta la desverguenza de los 25 pescados, que buenos y ruines, ba- jos y altos, todos dones: don aca, y don aculla, dona nada, y dona no- Page 64 nada. Hice esto acordandome del buen comedimiento de las mujeres [fol. 54r] de mi tierra, que ya que alguna cai- ga por desdicha en este mal latin, o sera hija de mesonero honrado o de escudero, o caso con hombre que llaman 5 su merced, y otras de esta calidad que ya que pongan el dicho don, estan fuera de necesidad; mas en el mar no hay hija de abacera que si casase con quien no sea oficial, no presuma dende 10 a ocho dias poner un don a la cola, co- mo si aquel don les quitase ser hijas de personas no honestas y que no lo tenian, y que no lo tener muchas de ellas serian por ventura en mas tenidas, por- 15 que no darian causa que les desenterra- sen sus padres, y traigan a la memo- ria lo olvidado, y sus vecinos no tra- tarian ni reirian de ellas, ni de su mer- ced, que se lo consiente poner; y a e- 20 llas de suyo sabemos no ser maci- zas, mas en esto ellos se muestran mas bravos y livianos. Parecio bien al rey rentandole harto, aunque de alli adelante, como costaba dine- 25 ro, pocos dones se hallaban. De estas y de otras cosillas, y nuevas imposiciones mas provechosas al rey que al reino, avise yo. El rey, con verme tan solicito en su servicio, [fol. 54v] tampoco era perezoso en las merce- des, antes eran muy contentas y lar- gas: aprovecheme en este tiempo de mi pobre escudero de Toledo, o por 5 mejor decir, de sus sagaces dichos, cuando se me quejaba no hallar un senor de titulo con quien estar, y que si lo hallara le supiera bien granjear, y decia alli el como, del cual yo use, 10 y fue para mi muy provechoso, espe- cialmente un capitulo de ella, que fue muy avisado en no decir al rey cosa con que le pesase, aunque mucho le cumpliese andar a su sabor, tratar 15 bien y mostrar favor a los que el te- nia buena voluntad, aunque no lo mereciesen; y, por el contrario, a los que no la tenia buena, tratandolos --------------------- 54r,3: mesonero]mesonera Page 65 mal, y decir de ellos males, aunque 20 en ellos no cupiesen, no yendoles a la mano a lo que quisiesen hacer, aunque no fuese bueno. Acordeme del dicho Calistenes, que, por decir verdades a su amo Alejandro, le man- 25 do dar cruelisima muerte, aunque esta deberia tenerse por vida, siendo tan justa la causa: ya no se usa sino vivir, sea como quiera, de manera que yo me arrimaba cuanto podia a este pare- [fol. 55r] cer, y de esta suerte cayose la copa en la miel, y mi casa se henchia de rique- za. Mas, aunque yo era pece, tenia el ser y entendimiento de hombre, y 5 la maldita codicia que tanto en los hombres reina: porque un animal, dandole su cumplimiento de lo que su natural pide, no desea mas ni lo busca. No dara el gallo nada por 10 cuantas perlas nacen en Oriente, si esta satisfecho de grano, ni el buey por cuanto oro nace en las Indias, si esta harto de yerba, y asi todos los demas animales; solo el bestial ape- 15 tito del hombre no se contenta ni harta, mayormente si esta acompa- nado de codicia. Digolo porque con toda mi riqueza y tener, porque ape- nas se hallaba rey en el mar que mas 20 y mejores cosas tuviese, fui agui- jonado de la codicia hambrienta, y no con licito trato: con esto hice armada para que fuese a los gol- fos del Leon y del Hierro, y a otros 25 despache a los bancos de Flandes, do se perdian naos de gentes, y a los lu- gares do habia habido batallas, do me trajeron grande cantidad de oro, que en solo doblones pienso me traje- [fol. 55v] ron mas de quinientos mil. Reiase mucho el rey de que me veia hol- gar y revolcar sobre aquellos doblo- nes, y preguntabame que para que era a- 5 quella nonada, pues ni era para co- mer ni traer. Dije yo entre mi: "si tu lo conocieses como yo, no pregun- tarias eso." Respondiale que los queria pa- ra contadores, y con esto le satisfacia, --------------------- 55r,1: copa]copa Page 66 10 y despues que a la tierra vine, como adelante dire, maldito aquel de mis o- jos pude ver, y es que todos los que habia, me los trajeron alli en el mar, y asi aca no anda ya ninguno, y si 15 lo hay debenlo tener en otro tan hondo y escondido lugar. Harto yo desea- ba, si ser pudiera, hallar una nao que car- gara de ellos, aunque le diera la mitad de mi parte al que me los diera a la mi 20 Elvira en Toledo, para con que casar a la mi nina con alguno, que bien seguro esta- ba haber hartos que no me la desecharan por ser hija de pregonero, y con esta gana sali dos o tres veces tras naos 25 que venian de levante, dandoles gritos sobre el agua, que esperasen, pensando me entenderian e imaginarian, y, aunque no fuesen fieles mensajeros en lle- var el tesoro, o parte de el a Toledo, [fol. 56r] con que lo aprovechasen hombres me contentaba, por el amor que yo tenia a la humana naturaleza; mas, luego que los llamaba o me veian, me arro- 5 jaban arpones o dardos para me matar, y con esto tornabame a mi menester y bajaba a ver mi casa. O- tras veces deseaba que Toledo fue- ra puerto de mar, para poderle hen- 10 chir de riquezas, porque no fuera me- nos de haber mi mujer e hija alguna parte. Y con esto y otros deseos y pensamientos pasaba mi vida. CAP. XV. COMO, ANDANDO LAZARO A CAZA EN UN BOSQUE, PERDIDO DE LOS SUYOS, HALLO LA VERDAD. Como yo me perdi de los mios, halle la Verdad, la cual me dijo ser hija de Dios, y haber bajado del 20 cielo a la tierra por vivir y aprove- char en ella a los hombres; y, como casi no habia dejado nada por andar en lo poblado, y visitado todos los estados grandes y menores, y ya que 25 en casa de los principales habia halla- do asiento, algunos otros la habian revuelto con ellos, y por verse con tan [fol. 56v] poco favor se habia retraido a una ro- ca en la mar. Contome cosas maravi- llosas que habia pasado con todos ge- Page 67 neros de gentes, lo cual si a V. M. hubi- 5 ese de escribir seria largo, y fuera de lo que toca a mis trabajos. Cuan- do sea V. M. servido, si quisiere, le en- viare la relacion de lo que con ella pase. Vuelto a mi rey, le conte lo que 10 con la Verdad habia pasado. CAP. XVI. COMO, DESPEDIDO LA- ZARO DE LA VERDAD, YENDO CON LAS ATU- NAS A DESOVAR, FUE TOMADO EN LAS REDES, Y VOLVIO A SER HOMBRE. Yendome a la corte consolado con estas palabras, vivi alegre algu- nos dias en el mar. En este medio se llego el tiempo que las atunas ha- 20 bian de desovar; y el rey me man- do que yo fuese aquel viaje, porque siempre con ellas enviaba quien las guardase y defendiese, y al presen- te el general Licio estaba enfermo, 25 el cual, si bueno estuviera, se que hi- ciera este camino, y despues que yo estaba en el mar habia ido dos o tres veces; porque cada ano una vez iban [fol. 57r] en la dicha desovacion. De manera que en el dicho ejercito lleve conmi- go dos mil armados, y en mi compa- nia fueron mas de quinientas mil 5 atunas que se hallaron prenadas. Des- pedidos del rey, tomamos nuestro camino, y, nuestras jornadas conta- das, dimos con nosotros en el estre- cho de Jibraltar, y, aquel pasado, 10 vinimos a Conil y a Vejer, lugares del duque de Medinasidonia, do nos tenian armado. Yo fui avisado de aquel peligro, y como alli se solia hacer dano en los atunes, y avise- 15 les se guardasen; mas, como fuesen ganosas de desovar en aquella pla- ya, y ella fuese para ello aparejada, por bien que se guardaron, en ocho dias me faltaron mas de cincuenta 20 mil atunas. Y, visto el dano como se hacia, acordamos los armados de meternos con ellas en la playa, y mien- tras desovaban, si prenderlas quisie- sen, herir en los salteadores y en sus 25 redes, y hacerselas pedazos; mas sa- lionos al reves con la fuerza y mana Page 68 de los hombres, que es otra que la de los atunes, y asi nos apanaron a to- dos con infinitas de ellas en una reda- [fol. 57v] da, sin recibir casi dano de nos, an- tes ganancia, que, como mis companeros se vieron presos, desmayaron, y por dar gemidos desampararon las ar- 5 mas, lo cual yo no hice, sino con mi espada me asieron, habiendo con ella he- cho harto dano en las redes, junta- mente conmigo a mi buena y segun- da mujer. Los pescadores, admira- 10 dos de verme asi armado, me procu- raron quitar el espada, la cual yo te- nia bien asida, mas tanto por ella tira- ron, que me sacaron por la boca un brazo y mano, con la cual yo tenia bien asida 15 el espada y me descubrieron por la cabeza la frente y ojos, y narices, y la mitad de la boca. Muy espanta- dos de tal acaecimiento, me asieron muy recio del brazo, y otros traban- 20 dome de la cola, me comienzan a sa- car, como a cuero atestado en costal. Mire y vi cabe mi la mi Luna muy a- fligida y espantada, tanto y mas que los pescadores, a los cuales, comenzando a 25 hablar en lengua de hombre, yo dije: "hermanos, encargoos las concienci- as, y no se atreva alguno a visitarme con el brazo del mazo, ca sabed que soy hombre como vosotros; mas acabad [fol. 58r] de quitar la piel, y sabreis de mi gran- des secretos." Esto dije, porque aque- llos mis companeros estaban cabe mi muchos de ellos muertos, hechos pe- 5 dazos los testuces con unos mazos que los de la jabega en sus manos para a- quel menester traian, y, asimismo, les rogue por gentileza que a aquella atu- na, que cabe mi estaba, diesen libertad, 10 porque habia sido mi companera y mu- jer gran tiempo. Ellos, en gran manera alterados en verme y oirme, hi- cieron lo que les rogue. Al tiempo que la mi com- panera de mi partia llorando y espan- 15 tada, yo le dije en lengua atunesa: "Luna mia y mi vida, vete con Dios, y no tornes a ser presa, y da cuenta de lo que ves al rey y a todos mis ami- gos, y ruegote que mires por mi honra 20 y la tuya." Ella, sin me dar respuesta, saltando en el agua, se fue muy espanta- Page 69 da. Sacaronnos de alli a mi y a mis com- paneros, que veia a mis ojos matar y ha- cer pedazos, a la lengua del agua, y a 25 mi tenianme echado en el arena me- dio hombre y medio atun, como he con- tado, y con harto miedo si habian de ha- cerme ceniza. Acabada la pesca aquel dia, habiendome preguntado, yo dijeles [fol. 58v] la verdad, y, rogandoles me sacasen del todo, lo cual ellos no hicieron, mas aquella noche me cargan en una acemila, y dan conmigo en Sevilla, y 5 ponenme ante el ilustrisimo duque de Medina. Fue tanta la admiracion que con mi vista ellos y los que me veian sentian y sintieron, que en gran- des tiempos no vino a Espana cosa que 10 tanto espanto pusiese. Tuvieronme en aquella pena ocho dias, en los cuales supieron de mi cuanto habia pasado. A cabo de este tiempo, senti, a la parte que de pece tenia, detrimen- 15 to, y que se estragaba por no estar en el agua, y suplique a la senora du- quesa y a su marido, que, por amor de Dios, me hiciesen sacar de aque- lla prision, pues a su alto poder habia 20 venido, y, dandoles cuenta del detri- mento que sentia, holgaron de lo hacer, y fue acordado que diesen pregon en Sevilla para que viniesen a ver mi conversion; y en una plaza que ante 25 su casa esta hecho un cadalso, por- que todos me viesen alli. Fue jun- tada Sevilla, y, desque la plaza se hin- cho, por calles y tejados y terrados, no cabia la gente. Luego mando el [fol. 59r] duque que fuesen por mi y me sa- casen de una jaula, que luego que vi- ne del mar me hicieron, do estuve. Y fue bien pensado, porque, segun la 5 multitud de las gentes que siempre me acompanaban, si no hubiera ver- jas en medio de mi y de ellos, ahoga- ranme sin falta. "!Oh gran Dios!," decia, "?que es lo que en mi se ha renovado? 10 Porque hombre en jaula ya lo he visto estar y muy a su pesar, y a- ves; pescado nunca lo vi." Asi me sa- --------------------- 58v,3: en una]en un; 58v,27-28: hincho]hinchio Page 70 caron y llevaron en un paves con cincuenta alabarderos, que delante 15 de mi iban, apartando la gente, y aun no podian. CAP. XVII. QUE CUENTA LA CONVER- SION HECHA EN SEVILLA, EN UN CADAL- SO DE LAZARO ATUN. 20 Pues, puesto en el cadalso, y alli tirandome unos por la parte de mi cuerpo que defuera tenia, otros por la cola del pescado, me sacaron como el dia que mi madre del vien- 25 tre me echo, y el atun se quedo so- lamente siendo pellejo. Dieronme una capa con que me cubri, y el du- que mando me trajesen un vestido [fol. 59v] suyo de camino, el cual, aunque no me arrastraba, me vesti, y fui tan fes- tejado y visitado de gentes que, en to- do el tiempo que alli estuve, casi no dor- 5 mi, porque de noche no dejaban de me venir a ver y a preguntar, y el que un rato de auditorio conmigo tenia se contaba por muy dichoso. Al cabo de algunos dias, despues que del to- 10 do descubri mi ser, cai enfermo, por- que la tierra me probo; y, como esta- ba hecho al mantenimiento mari- no, y el de la tierra es de otra cali- dad, hizo en mi mudanza, y pense cier- 15 to que mis trabajos con la vida habian aca- bado. Quiso Dios de este trabajo con los demas librarme, y, desque me vi para poder caminar, pedi licencia a aquellos senores, la cual de mala gana 20 alcance, porque me parecio quisieran te- nerme consigo, por oir las maravi- llosas cosas que me acontecieron, y las mas que yo glosaba, a las cuales me da- ban entero credito con haber visto en 25 mi tan maravillosa mudanza. Mas, en fin, sin embargo de esto, dieronme la dicha licencia, y me mandaron magnifi- camente proveer para mi camino. Y asi di conmigo en Toledo, vispera de [fol. 60r] la Asuncion que paso, el mas deseo- so hombre del mundo de ver a mi mu- jer y a mi nina, y darle mil abrazos, la cual manera de retozo para cua- 5 tro anos iba que no lo usaba, porque en Page 71 el mar no se usa, que todo es hocicadas. Entre de noche y fuime a mi casi- lla, la cual halle sin gente. Fui a la de mi senor, el arcipreste, y estaban ya 10 durmiendo, y tantos golpes di que los desperte, preguntandome quien era, y, diciendolo, la mi Elvira muy as- peramente me respondio a grandes vo- ces: "andad para beodo, quien quiera 15 que sois, que a tal hora andais a bur- lar de las viudas; a cabo de tres o cuatro anos que al mi mal logrado llevo Dios, y hundio en la mar a vis- ta de su amo y de otros muchos que 20 lo vieron ahogar, ?venis ahora a de- cir donaires?" Y tornase a la cama sin mas me oir ni escuchar. Torne a lla- mar y dar golpes a la puerta, y mi se- nor, enojado, se levanto y pusose a la 25 ventana, y a grandes voces comenzo a decir: "!que bellaqueria es esa, y que gentil hecho de hombre de bien! Querria sa- ber quien sois para manana daros el pago de vuestra descortesia, que a tal [fol. 60v] hora andais por las puertas de los que estan reposando, dando aldaba- das, y haciendo alborotos con los cuales quebrais el sueno y reposo." 5 "Senor," dije yo, "no se altere V. M., que si quiere saber quien soy, tambien yo lo quiero decir: vuestro criado Lazaro de Tormes soy." Apenas aca- be de decirlo, cuando siento pasar 10 cabe las orejas un guijarro pelado con un zumbido y furia, y, tras aquel, otro y otro; los cuales, dando en los que en el suelo estaban, con lo que la calle estaba empedrada, hacia saltar 15 vivo fuego y asperas centellas. Visto el peligro que no esperaba razones, to- me la calle abajo ante los ojos, y a buen paso me aleje, y el quedo des- de su ventana dando grandes voces, 20 diciendo: "!venios a burlar, y vereis como os ira!" Eche seso a monton, y pareciome tornar a probar la ventu- ra, porque yo no me queria descu- brir a nadie, y, por ser ya muy noche, 25 determine de pasar lo que quedaba de ella por alli, y, venida la manana, ir- me a casa. Mas no me acaecio asi, por- que dende a poco paso por donde yo estaba un alguacil que andaba [fol. 61r] Page 72 rondando, y, tomandome la espada, dio conmigo en la carcel; y, aunque yo conocia a algunos de los genti- les hombres que de porquerones lo 5 acompanaban, y los llame por sus nom- bres, y dije quien era, y reianse de mi, diciendo que mas de tres anos habia que el que yo decia ser era muerto en lo de Argel. Y asi dan conmigo en la 10 carcel, y alli me tomo el dia, el cual venido, cuando los otros se visten y aderezan para ir a la iglesia a hol- gar una tan solemne fiesta, pensando yo haria lo mismo, porque luego seria 15 conocido de todos, entro el algua- cil que me habia preso, y, echandome grillos a los pies y una buena cade- na gruesa a la garganta y metiendo- me en la casa del tormento, todo fue 20 uno. "Este gentilhombre que, teniendo disposicion y manera para ser corre- gidor, y se hace pregonero, este aqui algun dia hasta que sepamos quien es, pues anda de noche a escalar las ca- 25 sas de los clerigos, pues a fe que ese sayo no se debio cortar a vuestra me- dida, ni trae olor de vino como sue- len traer los de vuestro oficio, sino de un fino ambar; al fin, vos direis a [fol. 61v] mal de vuestro grado a quien lo hur- tastes, que si para vos se corto, a fe que os hurto el sastre mas de tres varas." "Enhoramala aca vinimos," dije yo 5 entre mi; con todo eso le hable di- ciendole que yo no vivia de aquel menester, ni andaba a hacer lo que el decia. "No se si andais," dijo, "mas ago- ra sale el arcipreste de San Salvador 10 de la casa del corregidor, diciendo que anoche le quisieron robar y en- trar la casa por fuerza, si con buenos guijarros no se defendiera, y que de- cian los ladrones que era Lazaro de 15 Tormes, un criado suyo; yo le dije como os tope cabe su casa, y me di- jo lo mismo, y por eso os manda po- ner a buen recaudo." El carcelero dijo: "ese que decis pregonero fue en es- 20 ta ciudad; mas en lo de Argel murio, y bien le conocia yo (perdonelo Di- os); hombre era para pasar dos azum- bres de vino de una casa a otra sin vasija." "!Oh desventurado de mi," dije 25 yo, "que aun mis fortunas no han aca- Page 73 bado! !Sin duda de nuevo tornan mis desastres! ?Que sera esto que aquellos que yo conozco, y converse, y tuve por amigos, me niegan y desconocen? Mas [fol. 62r] no podra tanto mi mala fortuna que en esto me contrarie, pues mi mujer no me desconocera, como sea la co- sa que en este mundo mas quiero y 5 ella quiere." Rogue mucho al carcele- ro, y pagueselo, que fuese a ella y le dijese que estaba alli, que me viniese a hacer sacar de la prision; y el, rien- do de mi, tomo el real, y dijo lo ha- 10 ria; mas que le parecia que no traia juego de veras, porque si yo fuera el que decia, el lo conociera, porque mil veces le habia visto entrar en la carcel y acompanar los azotados, y 15 que fue el mejor pregonero y de mas clara y alta voz que en Toledo habia. Al fin, con yo importunarle, fue, y pudo tanto que trajo consigo a mi senor, y, cuando le iba a hablar, que lo metio do 20 yo estaba, trajeron una candela: a- quella alegria que los del limbo de- bieron sentir al tiempo de su liber- tad, senti; y dije, llorando de triste- za y mas de alegria: "!oh mi senor Ro- 25 drigo de Yepes, arcipreste de San Sal- vador, mirad cual esta el vuestro buen criado Lazaro de Tormes, ator- mentado y cargado de hierros, habien- do pasado tres anos las mas extra- [fol. 62v] nas y pelegrinas aventuras que jamas oidas fueron!" El me llego la candela a los ojos, y dijo: "la voz de Jacob es, y la cara de Esau. Hermano mio, ver- 5 dad es que en la habla algo os pareceis; mas en el gesto sois muy diferente del que decis." A esta hora cai en la cuenta, y rogue al carcelero me hi- ciese merced de un espejo, y el lo 10 trajo, y, cuando en el me mire, vime muy desemejado del ser de antes, especialmente del color, que solia te- ner como una muy rubicunda gra- nada, digo como los granos de ella, y 15 ahora como la misma gualda, y figu- ras tambien muy mudadas: yo me san- --------------------- 62r,11: juego]luego Page 74 tigue, y dije: "ahora, senor, no me maravillo, estandolo mucho de mi mismo, que V. M. ni nadie de mis ami- 20 gos no me conozcan, pues yo mismo me desconozco; mas V. M. me la ha- ga de sentarse; y vos, senor alcalde, nos dad un poco lugar, y vera como no he dicho mentira." El lo hizo, y, que- 25 dando solos, le di todas las senas de cuanto habia pasado despues que lo conocia: y tal dia esto, y tal dia esto otro. Despues le conte en suma todo lo que habia pasado, y como fui [fol. 63r] atun, y que del tiempo que estuve en el mar y del mismo mantenimien- to, y del agua, me habia quedado a- quel color y mudado el gesto, el 5 cual hasta entonces yo no me habia mirado. Finalmente, que despues quedose muy admirado, y dijo: "e- so que vos decis muy notorio se di- jo en esta ciudad, que en Sevilla se 10 habia visto un atun hombre, y las se- nales que me dais tambien son ver- daderas; mas todavia dudo mucho: lo que hare por vos sera traer aqui a Elvira, mi ama, y ella por ventura os 15 conocera mejor. Y le di muchas gra- cias, y le suplique me diese la mano para la besar, y me echase su bendi- cion como otras veces habia hecho; mas no me la quiso dar. Pase aquel 20 dia y otros tres, al cabo de los cua- les una manana entra el teniente de corregidor con sus ministros y un escribano, y comienzanme a pre- guntar, y si no lo han por enojo a que- 25 rer ponerme a caballo, o, por mejor decir verdad, en potro. No pude con- tenerme de no derramar muchas la- grimas, dando muy grandes suspi- ros y sollozos, quejandome de mi [fol. 63v] sobrada desventura, que tan a la lar- ga me seguia. Con todo eso, con las mejores y mas razones que pude, su- plique al teniente que por entonces 5 no me tormentase, pues harto lo es- taba yo, y porque lo contentase vie- se mi gesto, al cual, llegando la luz, dijo: "por cierto este pecador yo no se que fuerza podra hacer en las ca- 10 sas; mas el sin ella esta a lo que pare- ce, segun su disposicion muestra: deje- Page 75 mosle ahora hasta que mejore o se muera, y darle hemos por libre"; y asi me dejaron. Suplique al carcelero 15 tornase a casa de mi senor, y le ro- gase de su parte, y suplicase de la mia cumpliese la palabra que me ha- bia dado de traer consigo a mi mu- jer, y tornele a dar otro real, porque 20 estos nunca echan paso en vano; y el lo hizo, y me trajo recaudo que para el dia siguiente ambos me pro- metieron de venir. Consolado con es- to, aquella noche dormi mejor que 25 las pasadas, y en suenos me visito mi senora y amiga la Verdad, y, mos- trandose muy airada, me dijo: "tu, Lazaro, no te quieres castigar; pro- metiste en la mar de no me apartar [fol. 64r] de ti, y desque saliste casi nunca mas me miraste. Por lo cual la divina jus- ticia te ha querido castigar, y que en tu tierra y en tu casa no halles cono- 5 cimiento, mas que te vieses puesto como malhechor a cuestion de tor- mento; manana vendra tu mujer, y saldras de aqui con honra, y de hoy mas haz libro nuevo." Y asi se me 10 despidio de presente. Muy alegre de tal vision, conociendo que justamente pasaba, porque eran tantas y tan gran- des las mentiras que yo entretejia y lo que contaba, que aun las verda- 15 des eran muy admirables, y las que no eran, pudieran, de espanto, matar las gentes. Propuse la enmienda, y llore la culpa. Y, la manana venida, mi gesto estaba como de antes, y de 20 mi senor y de mi mujer fui conoci- do, y, llevado a mi casa con mucho placer de todos, halle a mi nina ya casi para ayudar a criar otra. Y des- pues que algunos dias repose, torne- 25 me a mi taza y jarro, con lo cual en breve tiempo fui tornado en mi propio gesto y a mi buena vida. [fol. 64v] CAP. XVIII. COMO LAZARO SE VINO A SALAMANCA, Y LA AMISTAD Y DIS- PUTA QUE TUVO CON EL RECTOR, Y COMO SE HUBO CON LOS ESTU- Page 76 DIANTES. Estando ya algun tanto a mi pla- cer, muy bien vestido y muy bien tratado, quiseme salir de alli do es- taba por ver a Espana y solearme 10 un poco; pues estaba harto del som- brio del agua. Determinando a do iria, vine a dar conmigo en Salaman- ca, adonde, segun dicen, tienen las ciencias su alojamiento. Y era lo 15 que habia muchas veces deseado, por probar de enganar alguno de aque- llos abades o mantilargos, que se llaman hombres de licencia. Y, co- mo la villa esta llena de estos, el olor 20 tambien se siente de lejos; aunque de sus noches Dios guarde mi casa. Fuime luego a pasear por la villa, y, avezado de la mar, maravillaba- me de lo que alli veia, y bien era al- 25 go mas de lo que tenia oido. Quie- ro contar una cosa que alli me acon- tecio, yendo por una calle de las mas principales. Venia un hombre [fol. 65r] a caballo en un asno, y, como era guinoso y debia estar cansado, no podia caminar adelante, ni aun vol- ver atras, sino con gran trabajo. Co- 5 mienza el hombre a dar sus gritos: "!arre aca, senor bachiller!" Con esto no me movi yo, aunque pense en vol- verme; pero, entendiendo el que con mas honrado nombre se moveria 10 mas presto, comienza de decir: "!arre, senor licenciado, arre con todos los diablos!"; y dale con un agujon que traia. Vierais entonces echar co- ces atras y adelante, y el licenciado 15 a una parte y el caballero a otra; nun- ca vi en mi vida, ni en el senorio de la mar, ni en el de la tierra, licencia- do de tal calidad, que tanto lugar le hiciesen todos, ni que tanta gente 20 saliese por verlo. Conoci entonces que debia ser de los criados con al- guno de nombre, y que se hacian tambien de honrar con sus nombres, como yo me habia hecho por mi va- 25 ler y fuerzas en la mar entre los atu- nes. Pero todavia los tuve en mas que a mi, porque, aunque me hicie- ron senoria, no me dieron licencia a mas de la que yo de mi por mi es- Page 77 [fol. 65v] fuerzo entre ellos me tomaba. Y cierto, senor, que he yo pasado al- gun tiempo, que quisiera ser mucho mas el licenciado asno que Lazaro 5 de Tormes. De aqui vine, siguien- do el ruido, a dar en un colegio, adonde vi tantos estudiantes y oi tantas voces, que no habia ninguno que no quedase mas cansado de gri- 10 tar que de saber. Y entre muchos o- tros que conoci (aunque a mi ningu- no de ellos), quiso Dios que halle un amigo mio de los de Toledo, cono- cido del buen tiempo; el cual servia 15 a dos senores como el que arriba movio el ruido, y aun que eran de los mayores del colegio. Y co- mo era criado de consejo y de mesa, hablo con sus amos de mi, de tal ma- 20 nera, que me valio una comida y al- go mas. Es verdad que fue a uso de colegio: comida poca, y de poco, mal guisado y peor servido, pero maldito sea el hueso quedo sin que- 25 brar. Hablamos de muchas cosas estando comiendo, y replicaba yo de tal manera con ellos, que bien co- nocieron ambos haber yo alcanzado mas por mi experiencia que ellos por [fol. 66r] su saber. Conteles algo de lo que ha- bia a Lazaro acontecido, y con tales palabras, que cierto todos me pregun- taban adonde habia estudiado, en Fran- 5 cia, o en Flandes, o en Italia, y aun si Dios me dejara acordar alguna pa- labra en latin, yo los espantara; tome la mano en el hablar por no darles ocasion de preguntar algo que me pu- 10 siesen en confusion. Todavia ellos, pensando que yo era mucho mas de lo que entonces habian de mi cono- cido, determinaron de hacerme de- fender unas conclusiones; pero, pues 15 sabia que en aquellas escuelas todos eran romancistas, y que yo lo era tal que me podia mostrar sin verguen- za a todos, no lo rehuse, porque quien se vale entre atunes, que no juegan sino 20 de hocico, bien se valdria entre los que no juegan sino de lengua: el dia fue el si- guiente, y para ver el espectaculo fue convidada toda la universidad. Vie- ra vuestra merced a Lazaro en la ma- Page 78 25 yor honra de la ciudad, entre tan- tos doctores, licenciados y bachi- lleres, que, por cierto, con el diezmo se podrian talar cuantos campos hay en toda Espana, y, con las primicias, se [fol. 66v] tendria el mundo por contento: vie- ra tantas colores de vestir, tantos gra- dos en el sentar, que No se tenia cuenta __ __ _____ ______ con el hombre, sino segun tenia el ___ __ ______ ____ _____ _____ __ 5 nombre. Antes de parecer yo en me- _ ______ dio, quisieronme vestir segun era la usanza de ellos, pero Lazaro no qui- so, porque, pues era extranjero y no habia profesado en aquella universi- 10 dad, no se debian maravillar, sino juzgar mas segun la doctrina (pues que tal era esta) que no segun el habito, aunque fuese desacostumbrado. Vi a to- dos entonces con tanta gravedad y 15 tanta manera, que, si digo la verdad, puedo decir que tenia mas miedo que verguenza, o mas verguenza que mie- do no se burlasen de mi. Puesto La- zaro en su lugar (y cual estudiante 20 yo), viendo mi presencia doctoral, y que tambien sabia tener mi grave- dad como todos ellos, quiso el rec- tor ser el primero que conmigo argu- mentase, cosa desacostumbrada en- 25 tre ellos. Asi me propuso una cues- tion harto dificil y mala, pidiendo- me le dijese cuantos toneles de a- gua habia en la mar; pero yo, como hom- bre que habia estudiado, y salido po- [fol. 67r] co habia de alla, supele responder muy bien, diciendo que hiciese detener todas las aguas en uno, y que yo lo mesuraria muy presto, y le daria de 5 ello razon muy buena. Oida mi res- puesta tan breve y tan sin rodeos, que mal ano para el mejor la diera tal, vi- endose en trabajo, pensando poner- me, y viendo serle imposible ha- 10 cer aquello, dejome el cargo de me- surarla a mi, y que despues yo se lo dijese. Avergonzado el rector con mi respuesta, echame otro argu- mento, pensando que me sobraba a 15 mi el saber o la ventura, y que, como habia dado resolucion en la primera, asi la diera en la segunda; pideme --------------------- Page 79 67r,2: detener] sic (?) Page 80 que le dijese cuantos dias habian pa- sado desde que Adan fue criado hasta 20 aquella hora, como si yo hubiera es- tado siempre en el mundo contan- dolos con una pendola en la mano, pues a buena fe que de los mios no se me acordaba, sino que un tiempo 25 fui mozo de un clerigo y otro de un ciego, y otras cosas tales, de las cuales era mayor contador que no de dias. Pero todavia le respondi, diciendo que no mas de siete, por- [fol. 67v] que cuando estos son acabados, o- tros siete vienen siguiendo de nue- vo, y que asi habia sido hasta alli, y seria tambien hasta la fin del mun- 5 do. Viera vuestra merced a Laza- ro entonces ya muy doctor entre los doctores, y muy maestro en- tre los de licencia. Pero a las tres va la vencida, pues 10 de las dos habia tan bien salido, pen- so el senor rector que en la terce- ra yo me enlodara, aunque Dios sa- be que tal estaba el animo de Laza- ro en este tiempo, no porque no 15 mostrase mucha gravedad, pero el corazon tenia tamanito. Dijome el rector que satisfaciese a la terce- ra demanda: yo muy pronto res- pondi que no solo a la tercera, pe- 20 ro hasta el otro dia se podia dete- ner. Pidiome que a do estaba el fin del mundo. "?Que filosofias son estas?," dije yo entre mi. Pues, "?como, no habiendolo yo andado todo, co- 25 mo puedo responder?" Si me pidie- ra el fin del agua, algo mejor se lo dijera; todavia le respondi a su argumento, que era aquel audito- rio do estabamos, y que manifies- [fol. 68r] tamente hallaria ser asi lo que yo de- cia si lo mesuraba, y cuando no fue- se verdad, que me tuviese por in- digno de entrar en colegio. Vien- 5 dose corrido por mis respuestas, y que siempre pensando dar buen jaque, recibia mal mate, echame la cuarta cuestion muy entonado, preguntando que cuanto habia de 10 la tierra hasta el cielo. Viera vues- tra merced mi gargajear a mis tiem- pos con mucha manera, y con ello Page 81 no sabia que responderle, porque muy bien podia el saber que no ha- 15 bia yo hecho aun tal camino. Si me pidieran la orden de vida que guar- dan los atunes, y en que lengua ha- blan, yo le diera mejor razon; pero no calle con todo, antes respondi, 20 que muy cerca estaba el cielo de la tierra, porque los cantos de aqui se oyen alla, por bajo que hom- bre cante o hable, y que si no me quisiese creer, se subiese el al cielo, 25 y yo cantaria con muy baja voz, y que si no me oia me condenase por necio. Prometo a vuestra mer- ced que hubo de callar el bueno del [fol. 68v] rector y dejar lo demas para los otros. Pero, cuando le vieron como corrido, no hubo quien osase poner- se en ello, antes todos callaron y die- 5 ron por muy excelentes mis respues- tas. Nunca me vi entre los hombres tan honrado ni tan senor aca y se- nor aculla: la honra de Lazaro de dia en dia iba acrecentando; en par- 10 te la agradezco a las ropas que me dio el buen duque, que si no fuera por ellas, no hicieran mas caso de mi aquellos diablos de haldilargos, que hacia yo de los atunes, aunque 15 disimulaba. Todos venian para mi, unos dandome el parabien de mis respuestas, otros holgandose de ver- me y oirme hablar. Habiendo visto mi habilidad tan grande, el nombre 20 de Lazaro estaba en la boca de to- dos, e iba por toda la ciudad con ma- yor zumbido que entre los atunes. Mis convidados quisieronme lle- var a cenar con ellos, y yo tambien 25 quise ir, aunque rehuse segun la u- sanza de alla a la primera, fingien- do ser por otros convidado. Cena- mos, no quiero decir que, porque fue cena de licencia aquella, aunque [fol. 69r] bien vi que la cena se aparejo a true- co de libros, y asi fue tan noble. Despues de haber cenado, y quita- dos los manteles de la mesa, tuvi- 5 mos por colacion unos naipes, que suelen ser alla cotidianos, y cierto que en aquello algo mas docto estaba yo que no en las disputas del rec- Page 82 tor. Y salieron en fin dineros a la me- 10 sa, como quiera que ello fuese. Ellos, como muy diestros en aquella arte, sabian hacer mil trasplantojos, que a ser otro, dejara cierto el pellejo, porque al medio mal me iba, pero 15 a la fin les trate tan bien que ellos pa- garon por todos, y demas de la ce- na embolse mis cincuenta reales de ganancia en la bolsa. !Tomaos, pues, con aquel que entre los atunes habia 20 sido senoria!; de Lazaro se guarda- ran siempre, y por despedirme de ellos quisiera hablar algo en lengua atunesa, sino que no me entendieran. Despues, temiendo no me pusiesen 25 en verguenza, porque no les faltara ocasion, partime de alli pensando que no toda via puede suceder bien. Asi determine volverme, dandome ver- des con mis cincuenta reales gana- [fol. 69v] dos, y aun algo mas que por honra de ellos al presente callo, y llegue a mi casa, adonde lo halle todo muy bien, aunque con gran falta de dinero. Aqui 5 me vinieron los pensamientos de a- quellos doblones que se desaparecie- ron en el mar, y cierto que me entris- teci, y pense entre mi que si supiera me habia de suceder tan bien como 10 en Salamanca, pusiera escuela en To- ledo, porque, cuando no fuera sino por aprender la lengua atunesa, no hubiera quien no quisiera estudiar. Despues, pensandolo mejor, vi que 15 no era cosa de ganancia, porque no apro- vechaba algo; asi deje mis pensa- mientos atras, aunque bien quisiera quedar en una tan noble ciudad con fama de fundador de universidad 20 muy celebrado, y de inventor de nue- va lengua nunca sabida en el mundo entre los hombres. Esto es lo sucedi- do despues de la ida de Argel; lo demas con el tiempo lo sa- bra vuestra merced, quedando muy a su servicio Lazaro de Tormes F I N I S Page 83 * SEGUNDA PARTE DE LA VIDA DE L A Z A R I L L O DE TORMES Sacada de las Cronicas antiguas de Toledo Por I. DE LUNA, Castellano, Interprete de la lengua Espanola Dirigido a la ilustrisima Princesa Dona HENRIETTE DE ROHAN EN PARIS En casa ROLET BOUTONNE, en el Palacio, en el corredor de los presos, cerca de la Cancilleria M.DC.XX Con Privilegio del Rey Page 2 [fol. Ir] CARTA DEDICATORIA a la ILUSTRISIMA Princesa Dona HENRIETTE DE ROHAN I l u s t r i s i m a, y excelentisima prin- cesa. Cosa comun es a todos los que 10 escriben, dedicar sus obras a quien con su autoridad las ampare, y con su poder las defienda. Ha- biendo yo determinado de sacar a luz la Segunda Parte de la vida 15 del gran Lazaro de Tormes [fol. Iv] espejo y dechado de la sobriedad espanola, la he dedicado y de- dico a V. excelencia; cuya auto- ridad y poder amparara esta po- 5 bre obra (que lo es siendo de Laza- ro) e impedira no sea despedaza- da y mal tratada de las morda- ces y murmuradoras lenguas que, con su rabia infernal, procu- 10 ran herir y manchar las mas sin- ceras y sencillas voluntades. Confieso mi atrevimiento en de- dicar una obra tan pequena a tan gran Princesa, mas su poque- 15 dad trae consigo la excusa, que es la necesidad de mayor y eficaz amparo; y la bondad de V. exce- lencia el perdon, a quien suplico humilmente reciba este pequeno [fol. IIr] servicio, poniendo los ojos en el deseo del que se lo ofrece, que es y sera de emplear mi vida y fuer- zas en su servicio, de quien soy 5 muy humilde criado. I. DE LUNA Page 3 [fol. IIv] A LOS LECTORES La ocasion, amigo lec- tor, de haber hecho im- primir la Segunda Parte _______ _____ 5 de Lazarillo de Tormes, _ __ _________ __ ______ ha sido por haberme venido a las manos un librillo que to- ca algo de su vida, sin rastro de ver- dad. La mayor parte de el se emplea en 10 contar como Lazaro cayo en la mar, donde se convirtio en un pescado lla- mado atun, y vivio en ella muchos anos, casandose con una atuna, de quien tuvo hijos tan peces como el 15 padre y madre. Cuenta, tambien, las guerras que los atunes hacian, sien- do Lazaro el capitan, y otros dispa- rates tan ridiculos como mentirosos, y tan mal fundados como necios. Sin 20 duda que el que lo compuso, quiso contar un sueno necio o una necedad sonada. Este libro, digo, ha sido el pri- mer motivo que me ha movido a sa- car a luz esta Segunda Parte, al pie de 25 la letra, sin quitar ni anadir, como la vi escrita en unos cartapacios, en el [fol. IIIr] archivo de la jacarandina de Toledo, que se conformaba con lo que habia oido contar cien veces a mi abuela y tias, al fuego, las noches de invierno, y 5 con lo que me desteto mi ama. Por mas senas: que disputaban muchas ve- ces ellas y otras vecinas, como habia podido ser que Lazaro hubiese estado tanto tiempo dentro del agua (como 10 se cuenta en esta Segunda Parte), sin ahogarse. Las unas decian en pro; las otras en contra. Aquellas acotaban al mismo Lazaro, que dice no le podia entrar el agua por estar lleno y col- 15 mado hasta la boca. Un buen viejo, experimentado en nadar, para probar ser cosa hacedera, interpuso su auto- ridad, diciendo habia visto un hom- bre que, entrando a nadar en Tajo, se 20 zambullo y metio en unas cavernas desde que el sol se puso hasta que sa- lio; que, con su resplandor, pudo ati- --------------------- IIv,25: la letra]al letra; IIIr,20: zambullo]cabullo. Page 4 nar el camino, y, cuando todos sus pa- rientes y amigos estaban hartos de 25 llorarle y buscar su cuerpo para dar- le sepultura, salio sano y salvo. La otra dificultad, que en su vida halla- ban, era el no haber ninguno cono- [fol. IIIv] cido ser Lazaro hombre, y que todos los que le veian lo juzgasen por pez. A esto respondia un buen canonigo (que por ser muy viejo estaba todo el 5 dia al sol con las hilanderas de rueca), haber sido mas posible, ateniendose a la opinion de muchos autores anti- guos y modernos, entre cuales son: Plinio, Eliano, Aristoteles, Al- 10 berto Magno, los cuales certifican haber en la mar unos pescados, que a los machos llaman tritones y a las hembras nereidas, y a todos hom- bres marinos, los cuales de la cintura 15 arriba tienen figura de hombres per- fectos, y de alli abajo de peces. Y yo digo que, aunque esta opinion no fue- ra defendida de autores tan califica- dos, bastaba, para excusa de la ignoran- 20 cia espanola, la licencia que los pes- cadores tenian de los senores inquisi- dores, pues fuera un caso de Inquisi- cion si dudaran de una cosa que sus se- norias habian consentido se mostrase 25 por tal. A este proposito (aunque se- a fuera del que trato ahora), contare una cosa que sucedio a un labrador de mi tierra, y fue que, enviandole a lla- [fol. IVr] mar un inquisidor para pedirle le en- viase de unas peras que le habian di- cho tenia extremadas, no sabiendo el pobre villano lo que su senoria le que- 5 ria, le dio tal pena que cayo enfermo, hasta que, por medio de un amigo su- yo, supo lo que le queria. Levantose de la cama, fuese a su jardin, arranco el arbol de raiz y lo envio con la 10 fruta, diciendo no queria tener en su casa ocasion le enviasen a llamar o- tra vez: tanto es lo que los temen, no solo los labradores y gente baja, mas los senores y grandes. Todos tiemblan 15 cuando oyen estos nombres: inquisi- --------------------- IIIv,9: Eliano]Aliano; IIIv,12: tritones]titones. Page 5 dor e Inquisicion, mas que las hojas del arbol con el blando cefiro. Esto es lo que he querido advertir al lector para que pueda responder, cuando, en 20 su presencia, se ventilaren tales cues- tiones; y, asimismo, le advierto me tenga por cronista y no por autor de esta obra, con que podra pasar una hora de tiempo. Si le agradare, aguarde 25 la Tercera Parte, con la muerte y testa- mento de Lazarillo, que es lo mejor de todo; y, si no, reciba la buena volun- tad. Vale. [fol. IVv] Extrait du Privilege du Roy Par grace et privilege du roi, il est permis a Rolet Boutonne, marchand li- 5 braire a Paris, d'imprimer, ou faire imprimer, vendre et debiter un livre intitule Segunda Parte de la vi- da de Lazarillo de Tormes, etc., et defen- ses sont faites a toutes personnes de 10 quelque qualite et condition qu'elles soyent, d'imprimer ni faire imprimer le dit livre, en Espagnol ni en Fran- cais, separement ni les deux langues ensemble, ni d'en vendre et distri- 15 buer aucuns autres exemplaires que de ceux qui seront imprimes ou faits imprimer par le dit Boutonne, et ce pendant le temps et espace de six ans entiers et consecutifs, a commencer 20 du jour que le livre sera acheve d'im- primer, a peine de confiscation de tous les exemplaires, et autres peines portees par le dit privilege, donne a Paris, le 9. jour de Janvier, 1620. Signe 25 par le Roi en son Conseil Renovard. Et scelle sur simple queue du grand seel de cire jaune. --------------------- IVr,17: cefiro]zafiro. Page 6 [fol. Vr] TABLA DE LOS CAPITULOS CONTE- NIDOS EN ESTE LIBRO Cap. primero. Donde Lazaro cuenta 5 la partida de Toledo para ir a la guerra de Argel. Cap. segundo. Como Lazaro se em- barco en Cartagena. Cap. tercero. Como Lazaro salio de 10 la mar. Cap. cuarto. Como llevaron a Laza- ro por Espana. Cap. quinto. Como llevaron a Lazaro a la Corte. 15 Cap. sexto. Como llevaron a Lazaro a Toledo. Cap. septimo. De lo que sucedio a Lazaro en el camino de Tajo [fol. Vv] Cap. octavo. Como Lazaro pleiteo con su mujer. Cap. nono. Como Lazaro se hizo ga- napan. 5 Cap. decimo. De lo que le sucedio a Lazaro con una vieja alcahueta. Cap. once. Como Lazaro se partio pa- ra su tierra, y de lo que en el cami- no le sucedio. 10 Cap. doce. De lo que le sucedio a La- zaro en una venta, una legua de Valladolid. Cap. trece. Como Lazaro sirvio a sie- te mujeres juntas, de escudero. 15 Cap. catorce. Donde Lazaro cuenta lo que le paso en un convite. Cap. quince. Como Lazaro se hizo ermitano. Cap. diez y seis. Como Lazaro se 20 quiso casar otra vez. Page 7 [pag. 1] SEGUNDA PARTE DE LA VIDA DE LA- ZARILLO DE TORMES Sacada de las cronicas antiguas de Toledo CAPITULO PRIMERO Donde Lazaro cuenta la partida de Toledo para ir a la guerra de Argel 10 "Quien bien tiene y mal escoge, por mal que le venga no se enoje." Di- golo a proposito, que no pude ni supe conservarme en la buena vi- 15 da que la fortuna me habia ofre- [pag. 2] cido, siendo en mi la mudanza como accidente inseparable que me acompanaba, tanto en la bue- na y abundante como en la ma- 5 la y desastrada vida. Estando, pues, gozando el mejor tiempo que patriarca gozo, comiendo como fraile convidado, y be- biendo mas que saludador, me- 10 jor vestido que teatino, y con dos docenas de reales en la bolsa, mas ciertos que revendedera de Madrid, mi casa llena como col- mena, con una hija injerta a ca- 15 nutillo y con un oficio que me lo podia envidiar el echaperros de la iglesia de Toledo, llego la fa- ma de la armada de Argel: nueva que me inquieto e hizo que, co- 20 mo buen hijo, determinase seguir las pisadas y huellas de mi buen padre Tome Gonzalez (que buen siglo haya), con deseo de dejar en los venideros siglos, ejemplo y [pag. 3] dechado, no de guiar a un astuto ciego, ratonar el pan del avarien- to clerigo, servir al pelon escude- ro y, finalmente, de gritar las fal- 5 tas ajenas; mas el ejemplo y de- Page 8 chado fue de dar vista a los mo- ros ciegos en sus errores, de abrir y romper los atrevidos y corsarios bajeles, de servir a un valeroso 10 capitan de la Orden de San Juan, con quien asente por repostero, capitulando que todo lo que ga- nase seria para mi (como lo fue). Finalmente, quise dejar ejemplo 15 de gritar y animar, llamando a "Santiago y cierra Espana." Des- pedime de mi amada consorte y de mi cara hija: esta me rogo no me olvidase de traerle un mori- 20 co, y la otra me acordase de en- viarle, con el primer mensajero, una esclava que la sirviese y al- gunos cequies berberiscos con que se consolase de mi ausencia. [pag. 4] Pedi licencia al arcipreste, mi se- nor, a quien encargue el cuida- do y regalo de mi mujer e hija. Prometiome haria con ellas co- 5 mo si fueran propias suyas. Parti de Toledo alegre, ufano y con- tento, como suelen los que van a la guerra, colmado de buenas es- peranzas, acompanado de grande 10 cantidad de amigos y vecinos que iban al mismo viaje, lleva- dos del deseo de mejorar su for- tuna. Llegamos a Murcia con in- tencion de irnos a embarcar a 15 Cartagena, donde me sucedio lo que no quisiera, por conocer que la fortuna, que me habia puesto en lo mas alto de su rueda voltaria y subido a la cumbre de la biena- 20 venturanza terrestre, con su cur- so veloz, comenzaba a despenar- me a lo mas infimo. Fue, pues, el ca- so que, llegando a la posada, vi a un semihombre, que mas parecia [pag. 5] cabron, segun las vedijas e hila- chas de sus vestidos. Tenia su som- brero encasquetado, de manera que no le podia ver la cara; la 5 mano puesta en la mejilla y la pierna sobre la espada, que en una --------------------- 3,16: Santiago]san Tiago. Page 9 media vaina de Limoges traia; el sombrero a lo picaresco, sin coro- nilla, para evaporar el humo de 10 su cabeza; la ropilla era a la fran- cesa, tan acuchillada de rota, que no habia en que poder atar una blanca de cominos; su camisa era de carne, la cual se veia por la ce- 15 losia de sus vestidos; las calzas, al equipolente; las medias, una co- lorada y la otra verde, que no le pasaban de los tobillos; los zapa- tos eran a lo descalzo, tan trai- 20 dos como llevados; en una plu- ma, que cosida en sombrero lleva- ba, sospeche ser soldado. Con esta imaginacion le pregunte de don- de era y adonde bueno camina- [pag. 6] ba. Alzo los ojos para ver quien era el que se lo preguntaba. Conocio- me, y yo a el: era el escudero que en Toledo servi. Quede admira- 5 do de verle en tal traje. Conoci- da mi admiracion, dijo: "no me espantaria, Lazaro amigo, te ma- ravillase el verme como me ves, pero presto no lo estaras si 10 te cuento lo que por mi ha pasado desde el dia que te deje en Tole- do hasta hoy: tornando a casa con el trueco del doblon para pagar a mis acreedores, encontre con una 15 arrebozada que, tirandome del herreruelo, con lagrimas y suspi- ros mezclados con sollozos, me pidio, con encarecimiento, la fa- voreciese en una necesidad que 20 se le ofrecia. Roguele me diese cuenta de su pena, que mas tarda- ria a declararmela, que yo a darle remedio. Ella, sin dejar el llanto, con una verguenza virginal, dijo [pag. 7] que la merced que le habia de ha- cer, y ella me suplicaba le hiciese, era la acompanase hasta Madrid, donde le habian dicho estaba un 5 caballero que no se habia contenta- do con deshonrarla, pero le ha- bia robado todas sus joyas, sin te- --------------------- 5,7: Limoges]cimoges (?). Page 10 ner respeto a la palabra de esposo que le habia dado; y que si yo que- 10 ria hacer por ella esto, ella haria por mi lo que una mujer obliga- da debia. Consolela lo mejor que pude, dandole esperanzas que si su enemigo estaba en el mundo, se 15 tuviese por desagraviada. En con- clusion: sin tornar pie atras, par- timos a la corte, hasta donde le hice la costa. La senora, que sabia bien adonde iba, me llevo a una 20 bandera de soldados, donde la re- cibieron con alegria y llevaron delante el capitan para que la pusiese en la lista de las cicatrice- ras; y, tornandose a mi, con una [pag. 8] cara de poca verguenza, dijo: "a- dios, sor peligordo, pues esta no es para mas." Viendome burlado, comence a echar espumajos por 5 la boca, diciendole que, si como era mujer fuera hombre, le saca- ra el alma de cuajo. Un soldadi- llo de los que alli estaban se llego a mi y me hizo una mamona, no 10 osando darme un bofeton, que si me lo hubiera dado, alli le podian abrir la sepultura. Como vi aquel negocio mal encaminado, sin de- cir chus ni mus, me fui mas que 15 de paso, por ver si me seguiria al- gun soldado de talle para matar- me con el, porque, si me pusiera con aquel soldadejo y le matara (como sin duda hiciera), ?que 20 honra o que fama ganara? Mas, si hubiera salido el capitan o algun valenton, les hubiera dado mas cuchilladas que arenas hay en la mar. Como vi que ninguno osaba [pag. 9] seguirme, fuime muy contento. Busque una comodidad, y, por no haberla hallado tal cual merecia, es- toy como me ves. Verdad es que 5 he podido ser repostero o escude- ro de cinco o seis remendonas, oficios que, aunque muriese de hambre, no los tomaria." Con- cluyo el bueno de mi amo con de- 10 cir que, por no haber hallado unos mercaderes de su tierra, que le prestasen dineros, estaba sin ellos, Page 11 y no sabia adonde ir aquella no- che. Yo, que le entendi la leva, le 15 convide con la mitad de mi ca- ma y cena. Admitio el envite. Cuando nos quisimos acostar, le dije quitase sus vestidos de enci- ma el lecho, que era pequeno pa- 20 ra tanta gente. A la manana qui- se levantarme sin hacer ruido. Eche mano a mis vestidos, y fue en vano, porque el traidor me los habia hurtado e ido con ellos. [pag. 10] Pense quedarme muerto en la ca- ma de pura pena, y me hubiera sido mejor por evitar tantas muer- tes, como despues recibi. Di voces, 5 apellidando: "!al ladron, al ladron!" Subieron los de casa y hallaronme como nadador, buscando con que cubrirme por los rincones del a- posento. Reian todos como lo- 10 cos, y yo renegaba como carre- tero. Daba al diablo al ladron fan- farron, que me habia tenido la mi- tad de la noche contando gran- dezas de su persona y linaje. El 15 remedio que por entonces tome (porque ninguno me lo daba), fue ver si los vestidos de aquel matasiete me podrian servir, has- ta que Dios me deparase otros, 20 pero era un laberinto: ni tenian principio ni fin. Entre las calzas y sayo no habia diferencia. Puse las piernas en las mangas y las calzas por ropilla, sin olvidar las medias, [pag. 11] que parecian mangas de escriba- no. Las sandalias me podian servir de cormas, porque no tenian sue- las. Encasqueteme el sombrero, 5 poniendo lo de arriba abajo, por estar menos mugriento. De la gen- te de a pie y de a caballo que iban sobre mi, no hablo. Con esta figu- rilla fui a ver a mi amo, que me 10 habia enviado a llamar, el cual, espantado de ver aquella mada- gana, le dio tal risa que las cinchas traseras se aflojaron, e hizo flux: por ____ --------------------- 9,23: vano]vago; 11,3: tenian]teniam. Page 12 su honra es muy justo se pase en 15 silencio. Despues de haber hecho mil paradillas, me pregunto la causa de mi disfraz. Conteselo, y lo que de ello resulto fue que, en lu- gar de tener lastima de mi, me re- 20 prehendio y echo de su casa, di- ciendo que, como aquella vez ha- bia acogido aquel hombre en mi cama, otro dia haria lo mismo con alguno que le robase. [pag. 12] CAP. SEGUNDO Como Lazaro se embarco en Cartagena De cosecha tenia el no durar 5 mucho con mis amos: asi lo hice con este, aunque sin culpa mia. Vime desamparado, solo y afligido, en traje que todos me daban de codo y se burlaban. 10 Unos me decian: "no esta malo el sombrerillo con puerta falsa; pa- rece tocado de flamenca." Otros: "la ropilla es al uso; parece pocilga de puercos, pues, demas que V. M. 15 esta dentro, le corren tan gordos que los podria matar y enviar sa- lados a la senora, su mujer." Dijo- me un mochiller: "sor Lazaro, par Dios que las medias le hacen bue- 20 na pantorrilla; las sandalias son a [pag. 13] lo apostolico." Replico un barra- chel: "es que el senor va a predicar a los moros." Tanto me decian y corrian, que estuve determinado 5 de tornarme a mi casa. No lo hice por pensar que la guerra seria muy pobre si en ella no se ganaba mas de los perdido. Lo que mas sentia era que huian de mi como de 10 empestado. Embarcamonos en Cartagena: la nave era grande y bien bastecida; hizaron las velas y dieronlas al viento, que la lleva- ba e impelia con grande veloci- 15 dad. La tierra se nos escondio, y el mar se embravecio con un viento contrario que levantaba las olas hasta las nubes. La borrasca crecia, y la esperanza faltaba; los marine- Page 13 20 ros y pilotos nos desahuciaron; los gemidos y llantos eran tan gran- des, que me parecio estabamos en sermon de pasion. Con la grande tabaola no se entendia nada de [pag. 14] lo que se mandaba: unos corrian a una parte, otros a otra; parecia- mos caldereros. Todos se confesa- ban con quien podian, y tal hubo 5 que se confeso con una piltrafa y ella le dio la absolucion tan bien como si hubiera cien anos que ejercitaba el oficio: "A rio revuel- to ganancia de pescadores." Como 10 vi que todos estaban ocupados, dije entre mi: "Muera Marta, y muera harta." Baje a lo hondo de la nave, donde halle abundancia de pan, vino, empanadas, conservas, 15 que nadie les decia: ?que haceis ahi? Comence a comer de todo y a hen- chir mi estomago por hacer pro- vision hasta el dia del juicio. Lle- gose a mi un soldado pidiendome 20 le confesase y, espantado de ver- me con tan buen aliento y apeti- to, preguntome como podia co- mer viendo la muerte al ojo. Dije- le lo hacia por miedo que el agua [pag. 15] de la mar, que habia de beber cuan- do me ahogase, no me hiciese mal. Mi simplicidad le hizo sacar la risa de los carcanales. A mu- 5 chos confese que no decian pala- bra con la agonia, ni yo la escu- chaba con la prisa del tragar. Los capitanes y gente de considera- cion, con dos clerigos que habia, 10 se salvaron en el esquife. Yo estaba mal vestido, y asi no cupe dentro. Cuando estuve harto de comer, fuime a una pipa de buen vino y trasmude en mi estomago todo 15 lo que cupo. Olvideme de la tor- menta y aun de mi mismo. La na- ve dio al traves, y el agua entraba por ella como por su casa. Un cabo de escuadra me asio de las manos --------------------- 14,4: tornarme]torname; 14,6: pensar]pensa; 15,1: cuando]q- y borron. Page 14 20 y, con la agonia de la muerte, me dijo le escuchase un pecado que me queria confesar, y era que no habia cumplido una penitencia, que le habian dado de ir en ro- [pag. 16] meria a Nuestra Senora de Loreto, habiendo tenido mucha comodi- dad para ello, y que, entonces que queria, no podia. Yo le dije que, 5 con la autoridad que tenia, se la conmutaba, y que, en lugar de ir a Nuestra Senora de Loreto, fuese a Santiago. "Ay, senor," dijo el, "que yo quisiera cumplir esa peniten- 10 cia, mas el agua comienza a entrar- seme por la boca, y no puedo." "Si asi es," le repeti, "doyos por peniten- cia que bebais toda la del mar." Mas no la cumplio, que muchos 15 hubo alli que bebieron tanta co- mo el. Llegando a mi boca, le dije: "a otra puerta, que esta no se abre"; y, aunque la abriera, no pudiera entrar, porque mi cuerpo estaba 20 tan lleno de vino que parecia cuero atisbado. Al estallido de la nave acudio gran cantidad de pescado: parecia les habian dado socorro con los del navio. Comian [pag. 17] de las carnes de los miserables a- hogados (y no en poca agua), co- mo si pacieran en prado concejil. Quisieron hacer ejecucion en mi 5 persona; puse mano a mi tizona, y, sin detenerme en platicas con tan ruin gente, daba en ellos como asno en centeno verde. Silbando, me decian: "no queremos hacerte 10 mal; solo saber si tienes buen gus- to." Tanto hice que, en menos de medio cuarto de hora, mate mas de quinientos atunes, que eran los que querian hacer gaudeamus _________ 15 con estas carnes pecadoras. Los pescados vivos se cebaron en los muertos y dejaron la compania de Lazaro, que no les era prove- chosa. Vime senor de la mar, sin --------------------- 16,1 y 16: de Loreto]del Oreto; 16,8: Santiago]san Tiago; 17,10-11: entrarseme]entraseme. Page 15 20 contradiccion ninguna. Discurri de unas a otras partes, donde vi cosas increibles: infinidad de osa- menta y cuerpos de hombres; ha- lle cantidad de cofres llenos de [pag. 18] joyas y dineros; muchedumbre de armas, sedas, lienzo y espece- ria. Todo me hacia envidia, y todo lastima por no tenerlo en 5 mi casa; con que, como decia el vizcaino, comiera el pan emprin- gado con sardinas. Hice todo lo que pude, y nada pude. Abri una grande arca y henchila de doblo- 10 nes y joyas preciosisimas. Tome algunas sogas de muchas que alli habia, con que la ate y, anudando unas a otras, hice una tan larga, que me parecio bastante para lle- 15 gar a la superficie del agua. "Si puedo sacar estas riquezas de aqui," decia entre mi, "no habra bode- gonero en el mundo mas regala- do que yo: hare casas, fundare 20 rentas y comprare un jardin en los cigarrales; mi mujer se pon- dra don y yo senoria; casare a mi hija con el mas rico pastelero de mi tierra; todos vendran a darme [pag. 19] el parabien, y yo les dire que lo he bien trabajado, sacandolo, no de las entranas de la tierra, pero del corazon de la mar; no mojado de 5 sudor, mas remojado como cu- radillo seco. En mi vida he estado tan contento como entonces, sin considerar que, si abria la boca, quedaria alli con mi tesoro, sepul- 10 tado hasta ciento y un ano. CAP. TERCERO Como Lazaro salio de la mar Viendome tan cerca de morir, temia; y, tan cercano 15 de ser rico, me alegraba. La muerte me espantaba, y el tesoro me de- leitaba. Para huir de aquella y gozar de este, desnudeme los an- drajos que mi amo, el escudero, 20 me habia dejado por el servicio Page 16 [pag. 20] que le habia hecho. Ateme la soga al pie, y comence a nadar (que a- unque sabia poco, la necesidad me ponia alas en los pies y remos 5 en las manos). Los pescados que alrededor estaban acudieron a picarme, haciendome caminar con sus rempujones, que me ser- vian como de un estribo. Ellos pi- 10 cando y yo coceando, llegamos hasta cerca de la superficie del a- gua, donde me sucedio una cosa que fue causa de toda mi desdi- cha. Los pescados y yo encontra- 15 mos con unas redes, que unos pes- dores habian tendido, que, sin- tiendo la pesca enredada, tiraron con tanta furia, y el agua me co- menzo a entrar, no con menor, 20 que, sin poder resistir, me comence ahogar. Y lo hubiera hecho si los marineros, con su prisa acostum- brada, no sacaran la presa a los barcos. Doy al diablo el mal sa- [pag. 21] bor: en todos los dias de mi vida he bebido cosa peor; supome a los meados del senor arcipreste, que un dia mi mujer me hizo beber, 5 diciendo ser vino de Ocana. Pues- tos en el barco los peces, y yo a re- vuelta de ellos, comenzaron a tirar de la cuerda, por la cual, como dicen, sacaron el ovillo. Halla- 10 ronme atado a ella y, admirados, decian: "?que pescado es este que tiene las facciones de hombre? ?Si es diablo o fantasma? Tiremos de esta soga; veamos que trae asido al 15 pie." Tiraron con tanta fuerza que su barco se iba a lo hondo. Cono- ciendo el peligro, la cortaron y, con ella, las esperanzas a Lazaro de hacerse de los godos. Pusie- 20 ronme boca abajo para que echa- se el agua, y aun el vino, que habia bebido. Vieron que no estaba muerto (que no hubiera sido pa- ra mi lo peor). Dieronme un poco [pag. 22] --------------------- 21,12: facciones]faiciones. Page 17 de vino, con que, como lampada con aceite, torne en mi. Hicieron- me mil preguntas; a ninguna res- pondi, hasta que me dieron de co- 5 mer, y, cobrando aliento, lo pri- mero que les pregunte fue por la corma que traia atada al pie. Di- jeronme como la habian corta- do por librarse del peligro en que 10 se habian visto. Alli se perdio Troya, y Lazaro sus bien coloca- dos deseos; alli comenzaron sus dolores, angustias y tormentos. No hay mayor dolor en el mundo 15 que haberse visto rico y en los cuernos de la luna, y verse po- bre y sujeto a necios. Todas mis quimeras se fundaban en el agua, y ella me las anego todas. Conte 20 a los pescadores lo que ellos y yo habiamos perdido en haberme cor- tado las pihuelas. Fue tan grande el enojo que recibieron, que uno de ellos se quiso desesperar. El mas [pag. 23] cuerdo de todos dijo seria bueno me tornasen a la mar y que me aguardasen alli hasta que saliese. Siguieron todos el voto de este, y, no 5 obstante los inconvenientes que yo les represente, estaban en sus trece, diciendo que, pues sabia el camino, me era cosa facil (como si fuera ir a la pasteleria o al bo- 10 degon). Cegoles tanto la codi- cia, que me querian ya echar, si mi dicha o desdicha no ordena- ra llegase donde estabamos un barco que venia a ayudarles a lle- 15 var la pesca. Callaron, porque los otros no supiesen el tesoro que ha- bian descubierto. Fueles forzoso por entonces dejar su mala inten- cion. Llegaron los barcos a la len- 20 gua del agua. Echaronme entre los pescados para disimular, con intencion de tornarlo a buscar cuando pudiesen. Tomaronme entre dos, y llevaron a una caba- [pag. 24] nuela que cerca tenian. Uno, que --------------------- 23,19-20: la lengua]sa lengua. Page 18 no sabia el misterio, les pregunto que era aquello. Respondieronle ser un monstruo, que habian co- 5 gido con los atunes. Puesto en a- quella pobre zahurda, les rogue me diesen algunos andrajos con que cubrir mi desnudez y con que poder salir delante de hombres. 10 "Eso sera," dijeron ellos, "despues de haber hecho cuenta con la huespe- da." No entendi entonces esta jeri- gonza. Extendiose la fama del monstruo por la comarca. Venia 15 mucha gente a la choza para ver- me. Los pescadores no me querian mostrar, diciendo aguardaban li- cencia del senor obispo e inqui- sidores para mostrarme, y que has- 20 ta entonces era excusado. Yo estaba atonito, sin saber que decir ni hacer, no adivinando su inten- cion. Sucediome lo que al cornu- do, que es, el que sabe serlo, el pos- [pag. 25] trero. Inventaron, pues, estos dia- blos una invencion que el mis- mo Satanas no hubiera urdido otra semejante, que pide un nue- 5 vo capitulo y una nueva aten- cion. CAP. CUARTO Como llevaron a Lazaro por Espana "La ocasion hace al ladron." 10 Los pescadores, echando de ver se les ofrecia tan buena, asieron- la de la melena, y aun de todo el cuerpo. Viendo que acudia tanta gente al nuevo pescado, determi- 15 naron esquitarse de la perdida que habian hecho cortandome la soga del pie, y asi enviaron a pedir li- cencia a los senores inquisidores para mostrar por toda Espana un 20 pez que tenia cara de hombre. Al- [pag. 26] canzaronla con facilidad, por me- dio de un presente que, del mejor --------------------- 24,5: atunes]atanes; 24,11-12: huespeda]huerpeda; 24,17-18: licencia]licentia. Page 19 pescado que habian cogido, pre- sentaron a sus senorias. Cuando 5 el buen Lazaro estaba dando gra- cias a Dios por haberle sacado del vientre de la ballena (que fue un milagro tanto mayor cuanto mi industria y saber era menor, na- 10 dando como una barra de plo- mo), tomaronme entre cuatro de aquellos que parecian mas verdugos de los que crucificaron a Cristo, que hombres: ataron- 15 me las manos y pusieron una bar- ba y casquete de moho, sin olvi- dar los mostachos, que parecia salvaje de jardin. Envolvieron- me los pies en espadanas. Vime 20 como trucha montanensa. Llora- ba mi desdicha: gemia, quejan- dome de mi hado o fortuna. Decia: "?que es esto, que tanto me persi- gues? En mi vida te vi, ni te conoz- [pag. 27] co; pero, si por los efectos se ras- trea la causa, por lo que de ti he experimentado creo no hay sirena, basilisco, vibora, ni leona parida, 5 mas cruel que tu: subes a los hom- bres, con halagos y caricias, a la cumbre de tus deleites y rique- zas, dejandolos de alli despenar en el abismo de todas las miserias 10 y calamidades, tanto mayores cuanto tus favores lo han sido." Oyo mi soliloquio uno de aque- llos borreros y, con voz carretil, me dijo: "si el senor atun habla 15 mas palabra, le pondran en sal con sus companeros, o le quema- remos como a monstruo. Los se- nores inquisidores han mandado," prosiguio, "lo llevemos por las vi- 20 llas y lugares de Espana a ense- narlo a todos como portento y monstruo de natura." Yo les jura- ba que no era atun, monstruo ni otra cosicosa, mas hombre; tanto, [pag. 28] como cualquier hijo de vecino, y, si habia salido de la mar, era por haber caido en ella con los que --------------------- 27,24: cosicosa]cosi cosa. Page 20 se ahogaron en la armada de Ar- 5 gel. Eran sordos, y tanto peores cuanto menos querian entender. Viendo que mis ruegos eran tan perdidos como la lejia con que lavan la cabeza al asno, tuve pa- 10 ciencia, aguardando a que el tiempo, que todo lo cura, cu- rase mi mal, que procedia de la de aquellos malditos metamor- fosios. Pusieronme en una media 15 cuba echa al modo de un bergan- tin que, llena de agua y yo senta- do en ella, me llegaba hasta los labios. No me podia levantar en pie, por tenerlos atados con una 20 soga, de la cual salia un cabo por entre los cellos de aquel pelam- bre, de suerte que, si por malos de mis pecados pipeaba, me hacian dar un camarujo como rana y [pag. 29] beber mas agua que hidropico; cerraba la boca hasta que sentia que el que tiraba aflojaba; enton- ces sacaba la cabeza fuera como 5 tortuga, y escarmentaba en la mia propia. Puesto de esta suerte, me mostraban a todos, y eran tan- tos los que acudian a verme (pagando cada uno un cuartillo), 10 que en un dia ganaron doscientos reales. Crecia la codicia a la me- dida de la ganancia, la cual les hi- zo dudar de mi salud. Para con- servarla entraron en bureo si seria 15 bueno sacarme las noches del a- gua, por temer que la mucha hu- medad y frialdad no me acortase la vida, que ellos querian mas que a la propia (por el provecho que 20 de ella se les seguia). Determinaron estuviese siempre en ella, creyen- do que la costumbre se tornaria en naturaleza; de manera que el pobre Lazaro estaba como arroz [pag. 30] o como canamo en balsa. A la piadosa consideracion del benig- no lector dejo lo que en tal caso --------------------- 28,11: todo lo cura] es todo locura; 28,13-14: meta- morfosios]metamarfosios; 28,24: camarujo]camarujo. Page 21 podia sentir: viendome preso, con 5 tan extrano genero de prision, cautivo en tierra de libertad y a- herrojado por la malicia de a- quellos codiciosos titereros, y, lo peor y que mas sentia, era serme 10 necesario contrahacer el mudo sin serlo, ni solo poder abrir la bo- ca, porque, al punto que la abria, estaba tan alerta mi centinela que, sin que nadie lo pudiese ver, me 15 la henchia de agua, temiendo no hablase. Mi comida era pan re- mojado, que los que venian alli echaban para verme comer; de manera que en seis meses que en 20 aquel bano estuve, maldita la otra cosa comi: perecia de hambre; mi bebida era agua de la cuba que, por no ser muy limpia, era mas sus- tanciosa, particularmente que [pag. 31] con la frialdad, me dieron unas ca- marillas que me duraron lo que me duro aquel purgatorio a- guado. CAP. QUINTO Como llevaron a Lazaro a la corte Llevabanme aquellos sayones de ciudad en villa y 10 de villa en aldea, y de aldea en cor- tijo, mas alegres con la ganancia que Pascua de Flores. Burlabanse del pobre Lazaro, y cantaban, di- ciendo: "viva, viva el pescado que 15 nos da de comer sin trabajo." El a- taud iba encima de un carro. Acom- panabanme tres: el carretero, el que tiraba de la cuerda cuando yo queria hablar, y el relator de 20 mi vida. Este hacia las arengas, [pag. 32] contando el extrano modo que habian tenido en pescarme, y min- tiendo mas que sastre en vispera de Pascua. Cuando caminabamos --------------------- 31,8: llevabanme]llevavnanme; 31,11: alegres]aelgres; 31,15-16: el ataud]lataud (cp. 82,22). Page 22 5 por despoblados, me permitian hablar, que fue la mayor cortesia que de ellos recibi. Preguntabales quien diablos les habia puesto en la cabeza me llevasen de aquella 10 manera, puesto en piscina. Respon- dianme que si no lo hacian, asi moriria al punto, pues, siendo co- mo era pescado, no podia vivir fuera del agua. Viendolos tan por- 15 fiados, determine de serlo; y asi me lo persuadia, pues que todos me tenian por tal, creyendo que el agua de la mar me habria muda- do, siendo la voz del pueblo, co- 20 mo dicen, la de Dios. Y asi, de alli ade- lante, no hablaba mas que en mi- sa. Entraronme en la corte, donde la ganancia era grande, por ser la gente de ella amiga de novedades, [pag. 33] a quien siempre acompana la ocio- sidad. Entre muchos que vinieron a verme, fueron dos estudiantes que, considerando por menudo la 5 fisonomia de mi rostro, dijeron a medio tono jurarian en una ara consagrada, que yo no era pesca- do, sino hombre, y que si ellos fue- ran ministros de justicia, sacaran 10 la verdad en limpio, limpiando- nos a todos las espaldas con una penca. Rogaba a Dios en mi alma que lo hiciesen, con tal que me sa- casen de alli; quise ayudarles, di- 15 ciendo: "los senores bachilleres tie- nen razon"; mas, apenas habia a- bierto la boca, cuando mi centi- nela me la habia metido en el a- gua. Los gritos que dieron todos 20 cuando me zambulli (o me zambulle- ron), impidio que los buenos li- cenciados no pasaron adelante con su discurso. Echabanme pan, y yo lo despachaba antes que se [pag. 34] remojase mucho; no me daban la mitad de lo que comiera. Acor- dabame de la abundancia de To- ledo y de mis amigos los alema- 5 nes; de aquel buen vino que solia --------------------- 32,20: la de Dios]la Dios. Page 23 pregonar. Rogaba a Dios repitie- se el milagro de Cana de Galilea, y que no permitiese muriese a manos del agua, mi mayor enemi- 10 go. Consideraba lo que aquellos estudiantes habian dicho, que, por la tahoneria, nadie lo enten- dio. Confirmeme en que era hom- bre, y por tal me tuve de alli ade- 15 lante, aunque mi mujer me ha- bia dicho muchas veces era una bestia, y los muchachos de Tole- do me solian decir: "senor Lazaro, encasquetese un poco su sombre- 20 ro, que se le ven los cuernos." Todo esto, y el llevarme en remojo, me habia hecho dudar si era hombre perfecto o no; mas, desde que oi hablar aquellos benditos zahoris [pag. 35] del mundo, no dude mas en ello, y asi procuraba librarme de las manos de aquellos caldeos. Una noche, en el mayor silencio de ella, 5 viendo que mis guardas dormian a sueno suelto, procure soltarme; mas, por estar las cuerdas moja- das, me fue imposible. Quise dar voces, pero considere que no me 10 serviria de nada, pues el primero que las entendiese me taparia la boca con una azumbre de agua. Viendo cerrada la puerta a mi re- medio, con gran impaciencia co- 15 mence a revolcarme en aquel ce- nagal, y tanto hice y forceje, que la cuba se trastorno y yo con ella: derramose toda el agua. Viendo- me libre, grite pidiendo favor. 20 Los pescadores, despavoridos, co- nociendo lo que yo habia hecho, acudieron al remedio, que fue ta- parme la boca, hichendomela de hierba, y, para confundir mis [pag. 36] voces, las daban ellos mayores, apellidando: "!justicia, justicia!" Y, di- ciendo y haciendo, tornaron a henchir la cuba de un pozo que 5 alli estaba, con una presteza in- --------------------- 34,12: tahoneria] ?acaso por tahureria?; 34,17: mu- chachos]machachos. Page 24 creible. El huesped salio con una alabarda, y todos los de la posada, cuales con asadores y cuales con palos. Acudieron los vecinos y un 10 alguacil con seis corchetes, que por alli acerto a pasar. El mesone- ro pregunto a los marineros que era aquello; respondieron ser la- drones, que les querian hurtar su 15 pez. El, como un perdido, gritaba: "!a los ladrones, a los ladrones!" Unos miraban si saldrian por la puerta o si saltarian de un tejado a otro. Ya mis custodios me habian tor- 20 nado a la tina. Sucedio que el a- gua, que de ella se habia derramado, cayo toda por un agujero a un a- posento mas bajo sobre una ca- ma, donde dormia la hija de casa, [pag. 37] la cual, movida de caridad, habia acogido en ella a un clerigo que por su contemplacion habia veni- do a aposentarse alli aquella no- 5 che. Espantaronse tanto del dilu- vio de agua que sobre su cama caia y de las voces que todos da- ban que, sin saber que hacer, se echaron por una ventana, desnu- 10 como Adan y Eva, sin hojas de higuera en sus verguenzas. Ha- cia una luna tan clara, que su cla- ridad podia competir con la del que se la daba. Al punto que los 15 vieron, apellidaron: "!a los ladro- nes! !Tengan a los ladrones!" Los cor- chetes y alguacil corrieron tras ellos, y a pocos pasos los alcanza- ron, porque, como iban descalzos, 20 las piedras no les dejaban huir; y, sin ser oidos ni vistos, los llevaron a la carcel. Los pescadores se sa- lieron muy de manana de Madrid a Toledo, sin saber lo que Dios ha- [pag. 38] bia hecho de la simple doncellica y del devoto clerigo. --------------------- 36,1: voces]vozee. Page 25 CAP. SEXTO Como llevaron a Lazaro a Toledo La industria de los hombres es vana; su saber, ignorancia, y su poder, flaqueza, cuando Dios no fortalece, ensena y guia. Mi tra- 10 bajo sirvio solo de acrecentar el cuidado y solicitud de mis guar- das, las cuales, enojadas del asalto de la noche pasada, me dieron tantos palos por el camino que 15 me dejaron casi por muerto, di- ciendo: "!maldito pescado! ?Queriais iros? ?No conoceis el bien que os hacen en no mataros? Sois como la encina, que no dais el fruto si- 20 no a palos." Molido, reprehendido [pag. 39] y muerto de hambre, me entraron en Toledo. Aposentaronse junto a Zocodover, en casa de una viu- da, cuyos vinos solia yo pregonar. 5 Pusieronme en una sala baja a- donde acudia mucha gente. En- tre otros, vino mi Elvira con mi hija de la mano. Cuando las vi, no pude detener dos Nilos de lagri- 10 mas, que reventaron de mis ojos: lloraba y suspiraba, pero entre cuero y carne, porque no me pri- vasen de lo que tanto amaba, y de la vista de lo que quisiera tener 15 mil ojos para ver; aunque fuera mejor que los que me privaban de la palabra lo hicieran de la po- tencia visiva; porque, mirando a- tentamente a mi mujer, la vi (!no 20 se si lo diga!), vila la tripa a la boca. Quede espantado y atonito, aun- que, si tuviera juicio, no tenia de que, pues el arcediano, mi senor, me habia dicho, cuando sali de [pag. 40] aquella ciudad para la guerra, haria con ella como si fuera suya propia. De lo que mas me pesaba era de no poder persuadirme estar --------------------- 38,11: solicitud]solicitad; 28,13: pasada]pesada; 29,23: arcediano] sic (cp. 58,16). Page 26 5 prenada de mi, pues habia mas de un ano que estaba ausente. Cuan- do moraba con ella y vivia- mos en uno, y me decia: "Laza- ro no creas te hago traicion, por- 10 que si lo crees, lo haces muy mal," quedaba tan satisfecho, que huia de pensar mal de ella, como el dia- blo del agua bendita. Pasaba la vida alegre, contento y sin celos 15 (que es enfermedad de locos). Muchas veces he considerado en- tre mi que esto de hijos consiste en la aprehensiva; porque, !cuan- tos hay que aman a los que piensan 20 serlo suyos, sin tener mas de ellos que el nombre, y otros que, por al- guna quimera que se les pone en el capricho, los aborrecen, por ima- ginar que sus mujeres les han [pag. 41] puesto la madera tinteril en la ca- beza! Comence a contar los meses y dias; halle cerrado el ca- mino de mi consolacion; imagine 5 si mi buena consorte estaba hidro- pica; durome poco esta pia medi- tacion, porque, al punto que de a- lli salio, comenzaron dos viejas a decirse la una a la otra: "?que os pa- 10 rece de la arcipresta? No le hace falta su marido." "?De quien esta pre- nada?" pregunto la otra; "?de quien?" prosiguio la primera, "del senor arcipreste; y es tan bueno que, por 15 no dar escandalo, si pare en su ca- sa sin tener marido, la casa el do- mingo con Pierres, el gabacho, que sera tan paciente como mi compadre Lazaro." Este fue el to- 20 que y non plus ultra de mi pacien- ___ ____ _____ cia. Comenzoseme a cubrir el co- razon sudando dentro del agua; y, sin poder irme a la mano, me cai desmayado en la pocilga: el agua [pag. 42] se entraba a mas andar por todas las puertas sin resistencia alguna, dando muestras de estar muerto (harto contra mi voluntad, la cual --------------------- 40,23-24: imaginar]imagrinar; 41,1: tinteril]tinderil; 41,6-7: meditacion]meditation; 41,18: sera]sara. Page 27 5 fue de vivir todo lo que Dios qui- siese y yo pudiese, a pesar de ga- llegos y de la adversa fortuna). Los pescadores, afligidos, hicie- ron salir fuera a todos, y con gran- 10 de diligencia me sacaron la cabe- za fuera del agua. Hallaronme sin pulso y sin aliento y, sin el, se la- mentaban, llorando la perdida (que para ellos no era pequena). 15 Sacaronme de la tina; procuraron hacerme vomitar lo que habia bebido, mas fue en vano, porque la muerte habia cerrado la puerta tras si. Viendose en blanco, y aun 20 en albis, como domingo de Qua- simodo, no sabian imaginar el re- medio, ni aun dar un medio a su pena y fatiga. Salio decretado por el concilio de tres que, la no- [pag. 43] che venida, me llevasen al rio y me echasen dentro con una pie- dra al cuello para que me sirvie- se de sepultura, la que lo habia he- 5 cho de verdugo. CAP. SEPTIMO De lo que le sucedio a Lazaro en el camino del Tajo Ninguno desespere por 10 mas afligido que se vea; pues, cuando menos se catara, a- brira Dios las puertas y ventanas de su misericordia y mostrara ser- le nada imposible, y que sabe, 15 puede y quiere mudar los desig- nios de los malos en saludables y medicinales remedios, para los que en el confian. Pareciendoles a aquellos sayones de ramplon, 20 que la muerte no se burlaba (sien- [pag. 44] do costumbre suya no hacerlo), me metieron en un costal, y, atra- vesandome en un macho como zaque de vino o, por mejor decir, 5 de agua (estando lleno de ella hasta --------------------- 42,5: vivir]viuar; 42,14: pequena]pequenam. Page 28 la boca), se encaminaron por la cuesta del Carmen, con mas tris- teza que si llevaran a enterrar al padre que los habia hecho y a la 10 madre que los pario. Quiso mi buena suerte que cuando me pu- sieron sobre el mulo, fue de pe- chos y tripas. Como iba boca a- bajo, comence a echar agua por 15 ella como si hubieran levantado las compuertas de una represa o como si fuera frago. Torne en mi acuerdo y, cobrando aliento, co- noci estar fuera del agua y de a- 20 quel desdichado pelambre. No sa- bia donde estaba ni a do me lle- vaban. Solo oi decir: "importa para nuestra seguridad buscar un pozo muy hondo para que no lo en- [pag. 45] cuentren tan presto." Por el hilo saque el ovillo. Imaginandome lo que era, y viendo que no podia ser mas negro el cuervo que sus a- 5 las, oyendo ruido de gente cerca, di voces diciendo: "!aqui de Dios! !Justicia, justicia!" Los del ruido eran la ronda, que acudieron a mis gritos con las espadas desnu- 10 das. Reconocieron el costal, y halla- ron al pobre Lazaro hecho un aba- dejo remojado. En cuerpo y al- ma, sin ser oidos ni vistos, nos lle- varon a todos a la carcel: los pes- 15 cadores lloraban por verse pre- sos, y yo reia por estar libre. Pu- sieronlos a ellos en un calabozo y a mi en una cama. A la manana nos tomaron nuestros dichos: e- 20 llos confesaron la traida y lleva- da por Espana; mas, que lo habian hecho creyendo era pescado, ha- biendo para ello pedido licencia a los senores inquisidores. Yo dije [pag. 46] la verdad de todo y, como aque- llos bellacos me tenian atrailla- do y puesto de manera que no podia pipear, hicieron venir al 5 arcipreste y a mi buena Brigida, --------------------- 44,17: frago] acaso trago (?); 45,8: eran]eram; 46, 5: Brigida]vrigeda. Page 29 para probar si era verdad que yo fuese el Lazaro de Tormes que decia. Entro mi mujer la primera, y, mirandome atentamente, dijo 10 ser verdad que parecia en algo a su buen marido; mas que creia no era el, porque, aunque habia sido una gran bestia, antes habia sido mosquito que pez y buey 15 que pescado. Diciendo esto y ha- ciendo una grande reverencia, se salio. El procurador de mis ver- dugos requirio que me quema- sen, porque sin duda era monstruo, 20 y que el se obligaba a probarlo. "!Eso seria el diablo," decia yo entre mi, "si hay algun encantador que me persigue transformandome en lo que le da gusto!" Los jueces le [pag. 47] mandaron callar. Entro el senor arcipreste que, viendome tan des- colorido y rugado como tripa de vieja, dijo no me conocia en la 5 cara ni talle. Trujele a la memoria algunas cosas pasadas y muchas secretas que entre nosotros habian pasado, particularmente le dije se acordase de la noche que vino 10 desnudo a mi cama, diciendo te- nia miedo de un duende que ha- bia en su aposento, y se habia acos- tado entre mi mujer y mi. El, porque no pasase adelante con 15 las senas, confeso ser verdad que yo era Lazaro, su buen amigo y criado. Concluyose el proceso con el testimonio del senor capitan que me saco de Toledo, y fue de 20 los que se escaparon de la tormen- ta en el esquife, confesando ser yo en persona Lazaro, su criado. Conformose con esto la rela- cion del tiempo y lugar en que [pag. 48] los pescadores dijeron haberme pescado. Sentenciaronlos: en ca- da doscientos azotes y su hacien- da confiscada; una parte para el 5 rey, otra para los presos y la ter- cera para Lazaro. Hallaronles dos --------------------- 46,18: monstruo]mostruo. Page 30 mil reales, dos mulas y un carro, de que, pagadas las costas y gas- tos, me cupo veinte ducados. 10 Quedaron los marineros pela- dos y aun desollados, y yo rico y contento, porque en mi vida me habia visto senor de tanto di- nero junto. Fuime a casa de un a- 15 migo, donde, despues de haber envasado algunas cantaras de vi- no para quitar el mal gusto del a- gua, y, puesto a lo de Dios es Cristo, comence a pasearme co- 20 mo un conde, comiendo como cuerpo de rey, honrado de mis amigos, temido de mis enemigos, acariciado de todos. Los males pasados me parecian sueno; el [pag. 49] bien presente, puerto de descanso; y las esperanzas futuras, paraiso de deleites. Los trabajos humi- llan y la prosperidad ensoberbece. 5 El tiempo que los veinte escudos duraron, si el rey me hubiera lla- mado primo, lo tuviera por afren- ta: cuando los espanoles alcan- zamos un real, somos principes, y, 10 aunque nos falte, no lo hace la presuncion. Si preguntais a un mal trapillo quien es, responder- os ha por lo menos que desciende de los godos y que su corta suerte 15 lo tiene arrinconado, siendo pro- pio del mundo loco levantar a los bajos y abajar a los altos; pe- ro que, aunque asi sea, no dara a torcer su brazo ni se estima en 20 menos que el mas preciado, y mo- rira antes de hambre que poner- se a un oficio y, si se ponen o apren- den alguno, con tal desgaire que, o no trabajan o, si lo hacen, es tan [pag. 50] mal que apenas se hallara un buen oficial en toda Espana. Acuerdo- me que en Salamanca habia un remendon que, cuando le lleva- 5 ban algo para remendar, hacia un soliloquio, quejandose de su fortuna, que le ponia en termi- nos de trabajar en un tan bajo oficio, siendo descendiente de tal 10 casa y de tales padres, que, por su valor, eran conocidos en Espana. Page 31 Pregunte un dia a un vecino suyo, quienes habian sido los padres de aquel fanfarron. Dijeronme que su 15 padre era pisador de uvas y, en in- vierno, matapuercos, y su madre lavavientres (quiero decir criada de mondonguera). Habia com- prado un vestido de terciopelo 20 raido y una capa raida de raja de Segovia; llevaba una espada con cuya contera desempedraba las calles. No quise ir a ver a mi mu- jer cuando sali de la carcel, por [pag. 51] hacerle desear mi vista y para vengarme del desprecio que ha- bia hecho de mi en ella. Crei, sin du- da, que, en viendome tan bien ves- 5 tido, se arrepentiria y recibiria con los brazos abiertos. Mas: "Tije- ras eran y tijeras fueron." Hallela parida y recien casada. Cuando me vio, dijo gritando: "!quitenme 10 de delante a ese pescado mal re- mojado, cara de ansaron pelado que, sino, por el siglo de mi padre, me levante y le saque los ojos!" Yo, con mucha flema, le respondi: "po- 15 co a poco, senora atizacandiles, que si no me conoce por marido, ni yo por mujer; denme a mi hija y tan amigos como antes. Hacien- da he ganado," prosegui, "para casar- 20 la muy honradamente." Parecia- me que aquellos veinte duca- dos habian de ser como las cin- co blancas de Juanico de Dios, que, en gastandolas, hallaba otras [pag. 52] cinco en su bolsa; mas a mi, co- mo era Lazarillo del diablo, no me sucedio asi, como se vera en el siguiente capitulo. El senor ar- 5 cipreste se opuso a mi demanda, diciendo que no era mia, y, para prueba de ello, me mostro el libro del bautismo que, conferido con los capitulos matrimoniales, se 10 veia la nina habia nacido cua- tro meses despues que yo ha- bia conocido a mi mujer. Cai de --------------------- 52,4-5: arcipreste]acipreste. Page 32 mi asno, en que hasta entonces habia estado a caballo, creyendo 15 ser mi hija la que no lo era. Sacu- dime el polvo de los zapatos y laveme las manos en testimonio de mi inocencia y de mi despedi- da para siempre. Volvi las espal- 20 das tan consolado como si jamas las hubiera conocido. Fui a bus- car a mis amigos, conteles el caso, consolaronme, que fue menester poco para ello. No quise tornar al [pag. 53] oficio de pregonero, porque a- quel terciopelo me habia sacado de mis casillas. Yendome a pasear hacia la puerta de Visagra, en la 5 de San Juan de los Reyes encontre a una antigua conocida que, des- pues de haberme saludado, me di- jo como mi mujer estaba mas blanda despues que habia sabido 10 tenia dineros, particularmente que el gabacho la habia parado como nueva. Roguele me conta- se el caso; ella lo hizo, diciendo que el senor arcipreste y mi mu- 15 jer se habian puesto un dia a con- sultar si seria bueno tornarme a recibir a mi y echar al gabacho, poniendo razones en pro y en contra. La consulta no fue tan se- 20 creta que el nuevo velado no la entendiese, el cual, disimulando, a la manana se fue a trabajar al olivar, adonde su mujer y la mia fue a mediodia a llevarle la co- [pag. 54] mida. El la ato al pie de un arbol, habiendola primero desnudado; donde le dio mas de cien azotes, y, no contento con esto, hizo un lio 5 de todos sus vestidos y, quitando- le las sortijas, se fue con todo, de- jandola atada, desnuda y lasti- mada; donde, sin duda, muriera si el arcipreste no hubiera enviado 10 a buscarla. Prosiguio diciendo, creia sin falta que, si yo echaba rogadores, me recibirian como antes, porque ella habia oido de- --------------------- 53,14 y 54,9: arcipreste]acipreste; 54,1: ato]alto. Page 33 cir a mi Elvira: "!desdichada de mi! 15 ?Por que no admiti a mi buen La- zaro, que era bueno como el buen pan, nada melindroso ni escrupu- loso, el cual me dejaba hacer lo que queria?" Este fue un toque que me trastorno de arriba a abajo y 20 estuve por tomar el consejo de la buena vieja, pero quise comuni- carlo primero con mis amigos. [pag. 55] CAP. OCTAVO Como Lazaro pleiteo contra su mujer Somos los hombres de casta 5 de gallinas ponederas que, si queremos hacer algun bien, lo gri- tamos y cacareamos; pero si mal, no queremos nadie lo sepa, para que no nos disuadan lo que seria 10 bueno estorbasen. Fui a ver a uno de mis amigos, y halle tres jun- tos, porque, despues que tenia di- neros, se habian multiplicado como moscas con la fruta. Dije- 15 les mi deseo, que era tornarme con mi mujer y quitarme de ma- las lenguas, siendo mejor el mal conocido que el bien por cono- cer. Afearonme el caso, dicien- 20 do era un hombre que no tenia [pag. 56] sangre en el ojo ni sesos en la ca- beza, pues queria juntarme con una ramera, piltrafa, escalentada, matacandiles y, finalmente, mula 5 del diablo (que asi llaman en To- ledo a las mancebas de los cleri- gos). Tales cosas me dijeron y tanto me persuadieron que deter- mine de no rogar ni convidar. 10 Echando de ver mis buenos a- migos (!del diablo lo fueran e- llos!), que su consejo y persuasio- nes eran eficaces, pasaron ade- lante, diciendo me aconsejaban, 15 como quien tan intimo lo era su- yo, sacase las manchas y quita- se el borron de mi honra, tor- nando por ella, pues iba tan de capa caida, dando una querella 20 contra el arcipreste y contra mi Page 34 mujer, pues todo no me costaria blanca ni cornado, siendo ellos como eran ministros de justicia. El uno, que era un procurador de [pag. 57] causas perdidas, me ofrecia cien ducados por mi provecho; el o- tro, como mas entendido, por ser un letrado de cantoneras, me de- 5 cia que si el estuviera en mi pe- llejo, no me daria mi ganancia por doscientos; el tercero me asegura- ba (que, como corchete que era, lo sabia bien), haber visto otros 10 pleitos menos claros, mas du- dosos, que habian valido a los que los habian emprendido, una ga- nancia sin cuento, cuanto mas que creia a los primeros encuen- 15 tros el domine Bacalarius me hin- charia a mi las manos y se las un- taria a ellos porque desistiese- mos de la querella, rogando tor- nase con mi mujer, resultando- 20 me de ello mas honra y provecho que no si yo lo hacia. Encarecie- ron la cura, arregostandome con buenas esperanzas. Cogieronme del pie a la mano, sin saber que res- [pag. 58] ponder a sus argumentos sofisti- cos, aunque bien se me alcanza- ba ser mejor perdonar y humi- llarme que no llevar las cosas por 5 la punta de la lanza, cumpliendo el mandamiento de Dios mas di- ficultoso, que es el amor de los enemigos, cuanto y mas que mi mujer no me habia hecho obras 10 de ello; al contrario, por ella habia comenzado a alzar cabeza y a ser conocido de muchos, que con el dedo me senalaban, diciendo: "veis aqui al pacifico Lazaro." Por 15 ella comence a tener oficio y be- neficio: si la hija, que el arcediano decia no ser mia, lo era o no, Dios, escudrinador de los corazones, lo sabe, y podria ser que, asi como 20 yo me engane, el pudiese enga- --------------------- 56,19: capa caida]capa cuyda; 56,20: arcipreste]aci- preste; 58,9: cuanto]quato. Page 35 narse tambien; como puede suce- der que alguno de los que leyendo mis simplicidades, riendo se hinche [pag. 59] la boca de agua y las barbas de ba- bas, sustenta a los hijos de algun re- verendo, trabaja, suda y afana para dejar ricos a los que empobrecen 5 su honra, creyendo, por cierto, que, si hay mujer honrada en el mun- do, es la suya; y aun podria ser que el apellido que tienes, amigo lec- tor, de Cabeza de Vaca, lo hubie- 10 ses tomado de la de un toro. Mas, dejando a cada uno con su buena opinion, todas estas buenas con- sideraciones no bastaron; y asi, di una querella contra el arcipreste y 15 contra mi mujer. Como habia dine- ro fresco, en veinte y cuatro horas los pusieron en la carcel: a el en la del arzobispo y a ella en la pu- blica. Los letrados me decian 20 no reparase en los dineros que me podia costar aquel nego- cio, pues todo habia de salir de las costillas del domine; y asi, [pag. 60] por hacerle mas mal y que fue- sen mayores las costas, daba cuan- to me pedian. Andaban listos, so- licitos y bulliciosos; sentian el di- 5 nero como las moscas la miel; no daban paso en vano. En menos de ocho dias el pleito estuvo muy a- delante y mi bolsa muy atras. Las probanzas se hicieron con facili- 10 dad, porque los alguaciles que los habian prendido, los hallaron en fragante delito y los llevaron a la carcel en camisa, como esta- ban. Los testigos eran muchos, y 15 sus dichos, verdaderos. Los buenos de procurador, letrados y escri- bano, que conocieron la flaqueza de mi bolsa, comenzaron a des- mayar; de suerte que, para hacer- 20 les dar un paso era menester me- terles mas espuela que a mula de alquiler. La remision fue tan gran- --------------------- 59,5: honra]horra; 59,14: arcipreste]acipres; 59,18: arzobispo]acobispo. Page 36 de que, conocida por el arcipres- te y por los suyos, comenzaron a [pag. 61] gallear, untando las manos y los pies de los suyos. Parecian pesas de reloj que subian a la medida que los mios bajaban. Dieronse 5 tal mana que en quince dias sa- lieron de la carcel sobrefiado, y, en menos de ocho, con testigos falsos, condenaron al pobre La- zaro a pedir perdon, en costas y 10 destierro perpetuo de Toledo. Pe- di perdon, como era justo lo hi- ciese quien, con veinte escudos, se habia puesto a pleitear con quien los contaba a espuertas. Di 15 hasta mi camisa para ayudar de pa- gar las costas, saliendo en porreta a cumplir mi destierro. Vime en un instante rico, pleiteando con- tra una dignidad de la santa igle- 20 sia de Toledo, empresa solo para un principe; respetado de mis a- migos, temido de mis enemigos y puesto en predicamento de hom- bre honrado, que no sufria mos- [pag. 62] cas en la matadura, en el mismo me halle echado, no del paraiso terrenal, cubiertas mis verguen- zas con hojas de higuera, mas del 5 lugar que mas amaba y de don- de tantos regalos y placeres ha- bia recibido. Cubierta mi des- nudez con andrajos, que en u- nos muladares habia hallado, a- 10 cogime al consuelo comun de todos los afligidos, creyendo que, pues estaba en lo mas bajo de la rueda de fortuna, necesa- riamente habia de tornar a su- 15 bir. Acuerdaseme ahora de lo que oi decir una vez a mi amo el cie- go (que cuando se ponia a pre- dicar era un aguila): que todos los hombres del mundo subian 20 y bajaban por la rueda de fortu- na, unos siguiendo su movimien- --------------------- 60,23-24: arcipreste]acipreste; 61,4: bajaban]vexaban; 61,15: ayudar]ayuda; 61,23: predicamento]predicamente; 62,19: subian]sabian. Page 37 to, otros al contrario, habiendo entre ellos esta diferencia: que los que iban segun el movimiento, [pag. 63] con la facilidad con que subian, con la misma bajaban, y los que, al contrario, si una vez subian a la cumbre, aunque con trabajo, se 5 conservaban en ella mas tiempo que los otros. Segun esto, yo cami- naba a pelo, y con tanta velocidad que, apenas estaba en lo alto, cuan- do me hallaba en el abismo de to- 10 das las miserias. Vime hecho pica- ro de mas de marca, habiendo sido hasta entonces recoleto. Pude muy bien decir: "Desnudo naci, des- nudo me hallo, ni pierdo ni gano." 15 Encamineme hacia Madrid, pi- diendo limosna, que lo sabia muy bien hacer: "Molinero solia ser, vol- vime a mi menester." Contaba a todos mis cuitas: unos se do- 20 lian, y otros se reian de mi, y algunos me daban limosna. Con ella, como no tenia hijos ni mu- jer que sustentar, me sobraba la comida y aun la bebida. Aquel [pag. 64] ano habian cogido tanto vino, que a las puertas que llegaba, me decian si queria beber, porque no tenian pan para darme. Ja- 5 mas lo rehuse, y asi me sucedio al- gunas veces en ayunas haber en- vasado cuatro azumbres de vi- no, con que estaba mas alegre que moza en vispera de fiesta. Si 10 he de decir lo que siento, la vida picaresca es vida, que las otras no merecen este nombre. Si los ricos la gustasen, dejarian por ella sus haciendas, como hacian 15 los antiguos filosofos, que, por al- canzarla, dejaron lo que poseian. Digo por alcanzarla, porque la vida filosofal y picaral es una: so- lo se diferencian en que los filo- 20 sofos dejaban lo que poseian por su amor, y los picaros sin de- jar nada, la hallan. Aquellos des- --------------------- 64,18: filosofal]filosofa. Page 38 preciaban sus haciendas para con- templar con menos impedimen- [pag. 65] to en las cosas naturales, divi- nas y movimientos celestes; es- tos, para correr a rienda suel- ta por el campo de sus apeti- 5 tos. Ellos las echaban en la mar, y estos en sus estomagos. Los u- nos, las menospreciaban, como cosas caducas y perecederas; los otros no las estiman por traer 10 consigo cuidado y trabajo, cosa que desdice de su profesion, de manera que la vida picaresca es mas descansada que la de los reyes, emperadores y papas. 15 Por ella quise caminar, como por camino mas libre, menos pe- ligroso y nada triste. [pag. 66] CAP. NONO Como Lazaro se hizo gana- pan No hay oficio, ciencia, ni arte, 5 que, si se ha de saber con per- feccion, no sea necesario emplear la capacidad del mas agudo en- tendimiento del mundo. Un za- patero habra ejercitado trein- 10 ta anos su oficio; decidle que os haga unos zapatos anchos de punta, altos de peine y cerra- dos de lazo. ?Haralos? Primero que os haga un par como le pedis, os 15 perdera los pies. Preguntad a un filosofo: "?por que las moscas ca- gan en lo blanco negro y en lo negro blanco?" Pararse ha tan co- lorado como moza que se lo vie- 20 ron afeitar a la candela, y no sa- [pag. 67] bra que responder; y, si a esto res- ponde, no lo hara a otras mil ni- nerias. Encontre, junto a Illescas, un archipicaro que, conocido 5 por la punta, me llegue a el como a un oraculo para preguntarle el --------------------- 66,10: decidle]dezilde. Page 39 como me habia de gobernar en la nueva vida, sin perjuicio de barras. Respondiome que, si que- 10 ria salir limpio de polvo y de pa- ja, me aconsejaba juntase a la ociosidad de Maria, el traba- jo de Marta; a saber: que, con ser picaro, anadiese serlo de coci- 15 na, del mandil, del rastro o de la soguilla, que era como poner una salvaguarda a la picardia. Dijome mas: que, por no haber- lo el hecho asi, al cabo de vein- 20 te anos que ejercitaba su oficio, el dia de antes le habian dado dos- cientos por holgazan. Agrade- cile el aviso y tome su consejo. En llegando a Madrid, compre una [pag. 68] soguilla, con que me puse en me- dio la plaza mas contento que gato con tripas. Dios y enhora- buena, el primero que me enguero 5 fue una doncella (el me perdone, que miento), de hasta dieciocho anos, mas relamida que monja novicia. Dijome la siguiese. Lle- vome por tantas calles, que pen- 10 se lo habia tomado a estajo, o que se burlaba de mi. A cabo de rato, llegamos a una casa que, en el pos- tiguillo, patio y mujercillas que alli bailaban, conoci ser del par- 15 tido. Entramos en su celda, don- de me dijo si queria me pagase de mi trabajo antes que de alli sa- liese. Respondile bastaba cuando llegasemos adonde llevaba el 20 lio. Cargue con todo, encaminan- dome a la puerta de Guadalajara. Alli me dijo se habia de poner en un carro para ir a la feria de Na- jera. La carga era ligera, por ser [pag. 69] lo mas de ella salserillas, redomas de afeites y aguas. En el camino supe habia ocho anos usaba aquel oficio: "El primero que me dio ca- 5 nilla," dijo ella, "fue el padre rector de Sevilla, de donde soy natural; --------------------- 67,7: gobernar]gobernan; 67,9: barras]varras ?por ma- rras?; 67,20: ejercitaba]exertiva. Page 40 el cual lo hizo con tanta devo- cion que, desde aquel dia, les soy muy devota. Encomendome a 10 una beata, con quien estuve bien proveida de lo necesario mas de seis meses. De alli me saco un ca- pitan. De ceca en meca y de zoca en colodra, estoy donde me veis; 15 y pluguiera a Dios jamas hubiera salido de la proteccion de aquel buen padre, que me trataba co- mo a hija y me amaba como si fuera su hermana. Al fin me ha sido 20 necesario trabajar para ganar mi vida." En estas llegamos al carro, que estaba para partir. Puse en el lo que llevaba, pidiendole pa- gase mi trabajo. La descosida di- [pag. 70] jo que de muy buena gana, y, le- vantando el brazo, me dio tan gran bofetada que me echo en el suelo, diciendo: "?tan bozal es que 5 pide dineros a las de mi oficio? ?No le dije antes que partiesemos de la casa llana se pagase en mi si queria?" Salto en el carro como un caballejo; pico, dejandome pica- 10 do. Quede mas corrido que mo- na, sin saber lo que me habia su- cedido, considerando que, si la fin de aquel oficio era tal como el principio, medraria bien al cabo 15 del ano. No me habia apartado de alli, cuando llego otro carro que venia de Alcala de Henares. Saltaron en tierra los que venian dentro, que todos eran putas, es- 20 tudiantes y frailes. Uno de la Or- den de San Francisco me dijo si le queria hacer caridad de llevarle su hato hasta su convento. Dijele con alegria que si, porque bien [pag. 71] eche de ver que no me engana- ria como habia hecho la verrion- da. Carguemele, y era tan pe- sado que apenas lo podia llevar; 5 mas, con la esperanza de la buena paga, me esforce. Llegue al monas- --------------------- 69,9: devota]de bota; 69,15: plujera]pluyera; 71,2-3: verrionda]varrihonda. Page 41 terio muy cansado, porque es- taba lejos. Tomo el fraile su lio, y, diciendo: "sea por amor de 10 Dios," cerro tras si la puerta. Aguar- de alli hasta que saliese a pagar- me; mas, viendo que tardaba, lla- me a la porteria. Salio el portero, preguntandome lo que queria. Di- 15 jele me pagase el portazgo del ha- to que habia traido. Respondio- me fuese con Dios, que ellos no pagaban nada. Cerro la puerta, di- ciendo no llamase mas, porque 20 era hora de silencio y, que si lo ha- cia, me daria cien cordonazos. Quedeme helado. Un pobre de los que estaban en la porteria me di- jo: "hermano, bien se puede ir, [pag. 72] que estos padres no tocan dine- ros, porque viven de mogollon." "Ellos pueden vivir de lo que qui- sieren, que mi trabajo me paga- 5 ran, o yo no sere quien soy." Torne a llamar con gran colera. Salio el lego motilon con mayor, y, sin de- cir que haces ahi, me dio un rem- pujon que me echo en el suelo 10 como si fuera pera madura y, po- niendose de rodillas sobre mi, me dio media docena de rodillazos y otros tantos cordonazos, con que me dejo magullado como si 15 hubiera caido sobre mi la torre del reloj de Zaragoza. Quedeme alli tendido mas de media hora, sin poderme levantar. Consideraba mi mala dicha y las fuerzas de a- 20 quel irregular tan mal empleadas: mejor estuviera sirviendo al rey, nuestro senor, que no comien- do las limosnas de los pobres; a- unque ni para esto son buenos, [pag. 73] porque son carnes holgazanas. El emperador Carlos Quinto mostro bien esto, a quien el general de los franciscos ofrecio veintidos mil 5 frailes para la guerra, que no pa- sasen de cuarenta anos y que lle- --------------------- 71,21: cordonazos]condonacos; 72,14: magalludo]maga- ludo; 73,5: veintidos]veinte dos. Page 42 gasen a los veintidos. El invic- to emperador respondio que no los queria, porque habria menes- 10 ter veintidos mil ollas todos los dias para sustentarlos, dando a entender ser mas habiles para co- mer que para trabajar. !Dios me lo perdone!, que, desde aquel dia abo- 15 rreci tanto a estos religiosos legos que me parecia, cuando los veia, ver un zangano de colmena, o una esponja de la grasa de la olla. Quise dejar aquel oficio; mas, a- 20 guarde pasasen las veinticuatro horas como muerto de repente. [pag. 74] CAP. DECIMO De lo que le sucedio a Lazaro con una vieja alcahueta Desmayado y muerto de 5 hambre, me fui poco a poco la calle adelante y, pasando por la plaza de la Cebada, encontre una vieja rezadera con mas colmillo que un jabali. Llegose a mi, dicien- 10 do si queria llevarle un cofre a ca- sa de una amiga suya que estaba cerca de alli: me daria cuatro cuar- tos. Cuando la oi, di gracias a Dios que, de una boca tan he- 15 dionda como la suya, salia una tan dulce palabra como era: "me daria cuatro cuartos." Dijele que si, de muy buena gana aunque mi muy buena era de empunar aque- 20 llos cuatro cuartos, mas que no de [pag. 75] llevar carga, pues mas estaba pa- ra ser llevado que para llevar. Car- gue el cofre con gran dificultad, porque era grande y pesado. Di- 5 jome la buena vieja lo llevase con tiento porque habia dentro unas redomas de aguas que las estima- ba en mucho. Respondile no tu- viese miedo, que yo iria poco a 10 poco (porque, aunque quisiera, no pudiera hacer otro, por estar --------------------- 73,21: muerto]muerro. Page 43 tan hambriento que apenas podia menearme). Llegamos a la casa a- donde llevabamos el arcaz. Reci- 15 bieronle con grande alegria, par- cularmente una doncellica ca- riampollar y repolluda, que tales sean las musaranas de mi cama despues de bien harto, la cual con 20 rostro alegre, dijo queria guardar el cofre en su retrete. Llevelo a el. La vieja le dio la llave, diciendole lo guardase hasta que volviese de Segovia, adonde iba a visitar [pag. 76] una parienta suya, de donde pensa- ba volver dentro de cuatro dias. Abrazola, despidiendose de ella. Di- jole dos palabras a la oreja, de 5 que quedo tan colorada la don- cella que parecia una rosa, y, aun- que me parecio bien, me hubiera parecido mejor si estuviera harto. Despidiose de todos los de aque- 10 lla casa, pidiendo perdon al padre y a la madre de la nina del atre- vimiento. Ellos le ofrecieron su casa para servirse de ella. Diome cuatro cuartos, diciendome a la 15 oreja que a la manana, de manana, volviese a su casa y me haria ga- nar otros tantos. Fuime mas alegre que una Pascua y que dia de San Juan. Cene con los tres, guar- 20 dando uno para pagar la cama. Consideraba la virtud del dine- ro que, al punto que aquella vie- ja me dio aquellos pocos cuar- tos, me halle mas ligero que el [pag. 77] viento, mas esforzado que Rol- dan y mas fuerte que Hercules. !Oh dinero, que, no sin razon, la ma- yor parte de los hombres te tienen 5 por su Dios: tu eres causa de todos los bienes y el que acarreas todos los males; tu eres el inventor de todas las artes y el que las con- servas en su perfeccion; por ti las 10 ciencias son estimadas y las opi- niones defendidas; las ciudades fortalecidas, y sus fuertes torres, a- --------------------- 76,1: parienta]parient. Page 44 llanadas; los reinos establecidos y, al mismo tiempo, perdidos; tu 15 conservas la virtud y tu mismo la pierdes; por ti las doncellas castas se conservan, y las que lo son de- jan de serlo; finalmente, no hay di- ficultad en el mundo que para ti lo 20 sea, ni escondido que no penetres, cuesta que no allanes ni collado humilde que no ensalces. Venida la manana, fui a casa de la vieja co- mo me lo habia mandado. Dijome [pag. 78] torne con ella a traer el cofre que habia llevado el dia antes. Dijo a los senores de la casa que torna- ba por el, porque en el camino 5 de Segovia, a media legua de Ma- drid, habia encontrado su parien- ta que venia con la misma inten- cion que ella iba de verla, y que lo habia menester luego, a causa 10 de la ropa limpia que en el habia para aposentarla. La nina de la ro- llona le torno la llave, besandola y abrazandola con mas ahinco que la primera vez; y, tornandose 15 a hablar al oido, me ayudaron a cargar mi cofre, que me parecio mas ligero que el dia antes, porque mi vientre estaba mas lleno. Ba- jando por la escalera, encontre con 20 un estropiezo, que el diablo, sin duda, habia puesto alli; tropece y, rodando con el, baje hasta el re- cibidor, donde estaban los pa- dres de la inocente nina. Rompi- [pag. 79] me las narices y las costillas. Con los golpes que el diablo del arca dio, se abrio y aparecio dentro un galan mancebo, con su espada y 5 daga. Estaba vestido de camino; no tenia herreruelo; las calzas y ropilla eran de raso verde con plumaje de la misma color; ligas encarnadas con medias de nacar, 10 zapatos blancos y alpargatados. Pusose en pie con buen donaire, y, haciendo una grande cortesia y reverencia, se salio la puerta afue- ra. Quedaron atonitos de la repen- 15 tina vision y, mirandose el uno al otro, parecian matachines. Habien- do tornado de su extasis, llamaron Page 45 a gran prisa a dos hijos que te- nian y, contandoles el caso, con 20 grande alboroto tomaron sus es- padas, diciendo: "!muera, muera!" Salieron a buscar al pisaverde; mas, como iba de prisa, no le pudie- ron alcanzar. Los padres, que que- [pag. 80] daron en casa, cerraron la puerta y acudieron a vengarse del alca- hueta; mas ella, que habia oido el ruido y sabido la causa, se salio 5 por una puerta falsa, siguiendola la siempre novia. Hallaronse burla- dos y atajados. Bajaron a dar en mi, que estaba derrengado, sin po- derme mover; que, si no fuera por 10 esto, hubiera seguido las pisadas del que me causo tanto mal. Llegaron los hermanos sudando y jade- ando, jurando y votando que, pues no habian alcanzado al infa- 15 me, habian de matar a su herma- na y a la tercera; mas, cuando les dijeron que se habian ido por la puerta trasera, alli fue el blasfe- mar, jurar y renegar. El uno de- 20 cia: "!que no encontrara yo ahora a- qui al mismo diablo con una ca- terva infernal, para hacer en ellos el estrago que si fueran moscas! !Venid, venid diablos!; mas, ?para [pag. 81] que os llamo, pues es cierto que a- donde estais temeis mi colera y no osareis ponerosme delante? !Si yo hubiera visto aquel cobarde, 5 con solo soplar lo hubiera ablen- tado adonde jamas se hubiera oi- do nuevas de el!" El otro proseguia: "!si le hubiera alcanzado, el mayor pedazo que de el quedara, habia 10 de ser la oreja; mas, si esta en el Mundo, y aunque no lo este, no se escapara de mis manos, porque yo lo sacare aunque se absconda en las entranas de la tierra!" Estas y 15 otras fanfarronerias y fieros de- cian; y el pobre Lazaro aguarda- --------------------- 79,17: extasis]extasi; 79,22: salieron]saliero; 80, 2-3: alcahueta]alcabueta; 80,7: bajaron]vexaron; 80, 12-13: y jadeando]e hija de ando (?). Page 46 ba que todos aquellos nublados descargarian sobre el. Mas miedo tenia de los muchachos, que habia 20 diez o doce, que de aquellos va- lentones. Chicos y grandes, de tropel arremetieron a mi: los unos me daban de coces; los otros, de punadas; estos me tiraban de los [pag. 82] cabellos y aquellos me abofetea- ban. No salio en vano mi temor, que los muchachos me metian las agujas de a blanca, que me ha- 5 cian dar el grito hasta el cielo. Las esclavas me pellizcaban, hacien- dome ver las estrellas. Los unos decian: "!matemoslo!"; los otros: "me- jor sera echarlo en la letrina." La 10 herreria era tan grande que pare- cia majaban granzas o mazos de batan, que no cesaban. Viendome sin aliento, cesaron de herirme, mas no de amenazarme. El padre, 15 como mas maduro o como mas podrido, dijo me dejasen y que, si yo decia la verdad de quien era el robador de su honra, no me harian mas mal. No les podia satis- 20 facer su deseo, porque ni sabia quien era ni lo habia visto en mi vida hasta que salio del ataud. Como no les decia nada, tornaban de nuevo: alli era el gemir, alli el [pag. 83] llorar mi desdicha, alli el suspirar y renegar de mi corta fortuna, pues siempre hallaba nuevas inven- ciones para perseguirme. Dijeles, 5 como pude, me dejasen, que yo les contaria lo que habia en aquel caso: hicieronlo, y yo les dije al pie de la letra lo que pasaba; pero no daban credito a la verdad. 10 Viendo que la tempestad no cesa- ba, determine enganarlos, si po- dia, y asi les prometi de ensenar- les el malechor. Cesaron de mar- tillear sobre mi, ofreciendome ma- 15 ravillas. Preguntaronme como se llamaba y adonde vivia. Respon- --------------------- 82,19-20: satisfacer]satishacer; 82,22: ataud]atahud; 83,3-4: invenciones]inueciones; 83,12: prometi]pormeti. Page 47 diles que no sabia el nombre, ni me- nos el de su calle; pero si ellos me querian llevar (porque irme 20 por mis pies era imposible, segun me habian maltratado), les ense- naria su casa. Holgaronse de ello; dieronme un poco de vino, con que torne algun tanto en mi, y, [pag. 84] bien armados, me tomaron entre dos de los sobacos, como a dama francesa, y me llevaron por Ma- drid. Los que me veian decian: "a 5 este hombre lo llevan a la carcel"; otros: "al hospital"; y ninguno daba en el blanco. Iba confuso y ato- nito, sin saber que hacer ni decir, porque, si queria llamar ayuda, ha- 10 bian de dar de mi queja a la justi- cia, que la temia mas que a la muer- te. Huir era imposible, no solo por el quebrantamiento pasado, pero por ir en medio del padre, 15 hijos y parientes, que para el caso se habian juntado ocho o nueve. Iban todos como unos san Jor- ges; cruzabamos calles; pasaba- mos callejas, sin saber adonde es- 20 taba ni adonde los llevaba; lle- gamos a la Puerta del Sol, y, por una calle que a ella sale, vi venir un galancete, pisando de punta, la capa por debajo el brazo, con un [pag. 85] pedazo de guante en una mano y en la otra un clavel, braceando, que parecia primo hermano del duque del Infantado. Hacia mil 5 ademanes y continencias. Al pun- to le conoci, que era mi amo el es- cudero, que me habia hurtado el vestido en Murcia; y sin duda que algun santo me lo deparo alli 10 (porque yo no habia dejado nin- guno en las ledanias, que no hubiese llamado). Como vi la oca- sion que me mostraba su calva, a- sila del copete y, con una piedra, 15 quise matar dos pajaros: vengan- dome de aquel fanfarron, librar- --------------------- 83,17: nombre]nobre; 84,5: llevan]llaban; 84,10: que- ja]quexo. Page 48 me de aquellos sayones. Asi les di- je: "senores, alerta, que el galan ro- bador de vuestra honra viene a- 20 qui, que ha mudado de vestido." Ellos, ciegos de colera, sin hacer mas discurso, me preguntaron quien era. Senaleselo. Arremetieron a el y, asiendole de los cabezones, le e- [pag. 86] charon en el suelo, dandole mil coces, puntapies y mojicones. Uno de los mozalbillos hermano de la doncella le quiso meter la 5 espada por el pecho; mas su padre le estorbo y, apellidando a la jus- ticia, lo maniataron. Como vi el juego revuelto y que todos esta- ban ocupados, tome las de Villa- 10 diego y, lo mejor que pude, me es- condi. Mi buen escudero me ha- bia conocido, y, pensando que e- ran algunos deudos mios que le pedian mi vestido, decia: "!dejenme, 15 dejenme, que yo pagare dos ves- tidos!"; mas ellos le tapaban la bo- ca a punadas. Ensangrentado, es- calabrado y molido, le llevaron a la carcel. Y yo me sali de Ma- 20 drid, renegando del oficio y aun del primero que lo habia inven- tado. [pag. 87] CAP. ONCE Como Lazaro se partio para su tierra, y de lo que en el camino le sucedio 5 Quise ponerme en camino, mas las fuerzas no llegaban al animo, y asi me detuve en Ma- drid algunos dias. No lo pase mal, porque, ayudandome de muletas, 10 no pudiendo caminar sin ellas, pe- dia limosna de puerta en puerta, y de convento en convento has- ta que me halle con fuerzas de ponerme en camino. Dime prisa 15 a ello por lo que oi contar a un pobre, que al sol con otros se esta- --------------------- 86,3: mozalbillos]mocalcullos (?). Page 49 ba espulgando: era la historia del cofre, como la he contado, ana- diendo que aquel hombre que 20 habian puesto en la carcel, pen- [pag. 88] sando era el del arca, habia proba- do lo contrario, porque a la hora que paso el caso estaba en su po- sada, y persona del barrio le habia 5 visto con otro vestido del con que lo habian prendido; mas que, con todo eso, lo habian sacado a la verguenza por vagabundo, y des- terrado de Madrid. Y asi el, como 10 los parientes de la doncella, busca- ban un ganapan que habia sido el que lo habia urdido, con ju- ramento que el primero que lo encontrase, lo habia de acribillar 15 a estocadas. Abri el ojo, y puseme en uno un parche, rapandome la barba como cucarro. Quede con tal figurilla, seguro que la madre que me pario no me hubiera conoci- 20 do. Sali de Madrid con intencion de irme a Tejares por ver si, tor- nando al molde, la fortuna me desconoceria. Pase por El Escorial, edificio que muestra la grandeza [pag. 89] del monarca que lo hacia (por- que aun no estaba acabado); tal que se puede contar entre las ma- ravillas del Mundo, aunque no 5 se dira de el que la amenidad del si- tio ha convidado a edificarle alli, por ser la tierra muy esteril y mon- tanosa; pero bien la templanza del aire, que en verano lo es tan- 10 to que, con solo ponerse a la som- bra, la calor no enfade, ni la frial- dad ofende, siendo por extremo sano. A menos de una legua de a- lli encontre con una compania de 15 gitanos, que en un casal tenian su rancho. Cuando me vieron de lejos, pensaron era alguno de los suyos, porque mi traje no prome- tia menos; mas, de cerca se desen- 20 ganaron. Esquivaronse algun tan- --------------------- 88,8: verguenza]verguenco; 88,19: no me]me; 88,24: grandeza]gradeca; 89,1: del monarca]dol monarca. Page 50 to, porque, segun eche de ver, hacian una consulta o leccion de oposicion. Dijeronme que aquel no era el camino derecho de Sala- [pag. 90] manca, pero bien el de Valladolid. Como mis negocios no me forza- ban mas de ir a una parte que a otra, dijeles que, pues asi era, que- 5 ria antes que volviese a mi tie- rra ver aquella ciudad. Uno de los mas ancianos me pre- gunto de donde era y, sabido que de Tejares, me convido a co- 10 mer por amor de la vecindad de los lugares, porque el era de Sala- manca. Quise el envite, y, por pos- tre, me pidieron les contase mi vida y milagros. Hicelo (sin hacer- 15 me de rogar), con las mas breves y sucintas palabras, que cosas tan grandes permitian. Cuando llegue a tratar de la cuba y lo que en Madrid me habia sucedido en ca- 20 sa de un mesonero, dioles muy gran risa, particularmente a un gi- tano y a una gitana, que daban las carcajadas de mas de marca. Comence a correrme, poniendo- [pag. 91] me colorado. El gitano compatrio- ta, que conocio mi corrimiento, dijo: "no se corra, hermano, que estos senores no se rien de su vida, 5 siendo ella tal que pide antes ad- miracion que risa; y, pues, tan por extenso nos ha dado cuenta de ella, justo es le paguemos en la misma moneda, confiandonos de su pru- 10 dencia, como el ha hecho de la nuestra; y, si estos senores me dan licencia, contarle he de donde la risa procedio." Todos le dijeron la tenia, pues sabian que su mucha 15 discrecion y experiencia no le de- jarian pasar los limites de la ra- zon. "Sepa, pues," prosiguio el, "que los que alli rien y carcajean son la doncella y clerigo, que salta- 20 ron por la ventana in puribus --------------------- 90,23: carcajadas]carcalladas; 91,12: contarle]con- trarle; 91,8: carcajean]carcallean. Page 51 cuando el diluvio de su cuba los penso anegar. Ellos, si quieren, le contaran los alcaduces por donde han venido al presente estado." La [pag. 92] gitana flamante pidio licencia, captando la benevolencia del i- lustre auditorio, y asi, con voz so- nora, reposada y grave, relato su 5 historia asi: "el dia que sali, o salte (por mejor decir) de casa de mi padre y llevaron a la trena, me pusieron en un aposento mas obs- curo que limpio, y mas hedion- 10 do que adornado. Al domine Urvez, que esta presente, y no me dejara mentir, le metieron en el calabozo hasta que dijo era cle- rigo, porque en el mismo lo re- 15 mitieron al senor obispo de anillo, que le dio una muy gran repre- hension, por haberse pensado a- hogar en tan poca agua, y haber dado tal escandalo; pero, con la 20 promesa que hizo de ser mas cau- to, y de atar su dedo de modo que la tierra no supiese sus entradas y salidas, le soltaron, mandandole no dijese misa en un mes. Quede [pag. 93] en guarda del alcaide que, como era mozo y galan, yo nina y no de mal talle, me bailaba el agua delante. La carcel para mi era jar- 5 din y Aranjuez de deleites. Mis padres, aunque indignados de mi libertad, hacian lo que podian para que yo la tuviese; pero en vano, porque el alcaide ponia los 10 medios posibles para que no sa- liese de su poder. El senor licen- ciado, que esta presente, andaba alrededor de la carcel como pe- rro de muestra, por ver si podia 15 hablarme. Hizolo por medio de una buena tercera, que era prima en el oficio. Vistiendolo con una saya y cuerpo de una criada suya, y poniendole un rebozo por la 20 barba, como si tuviera dolor de --------------------- 92,2-3: ilustre]illustre; 92,10: adornado]adornando; 92,15: anillo]annillo. Page 52 muelas. De la vista resulto la traza de mi salida. La noche siguiente se hacia un sarao en casa del conde de Miranda y, a la fin, habian de [pag. 94] danzar los gitanos. Con ellos se concerto Canil (que asi se llama ahora el senor vicario) para que le ayudasen en sus pretensiones. Hi- 5 cieronlo tan bien que, mediante su industria, gozamos de la libertad deseada y de su compania que es la mejor de la tierra. La tarde an- tes del sarao hice al alcaide mas 10 monerias que gata a tripera, y mas promesas que el que navega con borrasca. Obligado de ellas, respon- dio no con menos, rogandome le pidiese, que mi boca seria la 15 medida, como no fuese carecer de mi vista. Agradeciselo mucho, diciendole que el carecer de la suya seria para mi el mayor mal que me podia venir. Viendo la mia 20 sobre el hito, roguele que aquella noche, pues podia, me llevase a ver el sarao. Pareciole cosa difi- cultosa, pero, por no desdecirse, y porque el cieguecillo le habia ti- [pag. 95] rado una flecha, me lo prometio. El alguacil mayor estaba enamo- rado de mi, y habia encargado a todas las guardas, y al mismo al- 5 caide, tuviesen cuenta con mi re- galo, y que ninguno me traspu- siese. Por hacerlo mas secreto, me vistio como paje, con un vestido de damasco verde, pasamanos de 10 oro; el bohemio de terciopelo de la misma color, aforrado de raso amarillo; una gorra con garzota y plumas, con un cintillo de dia- mantes; una lechuguilla con pun- 15 tas y encaje; medias pajizas, con ligas de gran balumba; zapatillo blanco picado, espada y daga do- rada a lo de aires bola. Llegamos a la sala, donde habia infinidad de 20 damas y caballeros; ellos, galanes y bizarros, y ellas gallardas y her- --------------------- 94,2: Canil]Canis; 94,20: hito]hiro. Page 53 mosas; habia muchos arreboza- dos y embozadas. Canil estaba vestido a la valentona y, en vien- [pag. 96] dome, se me puso al otro lado, de manera que yo estaba en medio del alcaide y de el. Comenzose el sarao, donde vi cosas que, por no 5 hacer a mi cuento, dejare. Salie- ron los gitanos a bailar y voltear. Sobre las vueltas se asieron dos de ellos en palabras y, de unas en otras, desmintio el uno al otro. El 10 desmentido le respondio con una cuchillada en la cabeza, hacien- dole echar tanta sangre de ella que parecia habian muerto un buey. Los asistentes, que has- 15 ta entonces habian pensado ser burlas, se alteraron, gritando: "!aqui de la justicia!" Los ministros de ella se alborotaron; todos los circuns- tantes metieron mano a las espa- 20 das; yo saque la mia y, cuando me vi con ella en la mano, me puse a temblar de miedo de ella. Prendie- ron al delincuente y no falto quien, echado para ello, dijo que estaba [pag. 97] alli el alcaide a quien lo podian entregar. El alguacil mayor le lla- mo para encargarle el homicida; quisiera llevarme consigo, pero 5 por miedo que no me conocie- sen me dijo me retirase a un rin- con, que me mostro, y que no me apartase de alli hasta que el vol- viese. Cuando vi aquella ladilla 10 despegada de mi, tome de la ma- no al domine Canil, que estaba siempre a mi lado, y en dos brin- cos salimos a la calle, donde halla- mos a uno de estos senores, que nos 15 encamino a su rancho. Cuando el herido (que ya todos tenian por muerto) echo de ver que esta- riamos libres, se levanto diciendo: "senores, basta de burla, que yo es- 20 toy sano, y esto no ha sido sino para alegrar la fiesta." Quitose una caperuza, dentro la cual estaba --------------------- 97,6: me retirase]meretirasa. Page 54 una vejiga de buey, que encima de un buen casco acerado tenia, [pag. 98] llena de sangre preparada, y con la cuchillada se habia reventado. Todos comenzaron a reir de la burla, sino el alcaide, para quien 5 fue muy pesada. Torno al lugar se- nalado y, no hallandome en el, co- menzo a buscar y, preguntando a una gitana vieja si habia visto un paje de tales y tales senas, ella, 10 que estaba advertida, le dijo que si, y que le habia oido decir, cuan- do salio de la mano con un hom- bre: "vamonos a retirar a San Feli- pe." Fuese con grande prisa a bus- 15 carme, mas en vano, porque el iba hacia oriente y nosotros huia- mos al occidente. Antes que sa- liesemos de Madrid, habiamos trocado mi vestido, de que me 20 dieron encima doscientos reales. Vendi el cintillo en cuatrocien- tos escudos. Di a estos senores, en llegando, doscientos, porque asi se lo habia prometido Canil. Este es [pag. 99] el cuento de mi libertad: si el senor Lazaro quiere otra cosa mande, que en todo se le servira como su gallarda presencia merece." Agra- 5 decile la cortesia y, con la mejor que pude, me despedi de todos. El buen viejo me acompano media legua. Preguntele en el camino si los que estaban alli eran todos gi- 10 tanos, nacidos en Egipto. Respon- diome que maldito el que habia en Espana; mas que todos eran clerigos, frailes, monjas o ladro- nes, que habian escapado de las 15 carceles o de sus conventos; pero que, entre todos, los mayores be- llacos eran los que habian salido de los monasterios, mudando la vida especulativa en activa. Tor- 20 nose a su rancho, y yo a caballo en las mulas de San Francisco, me fui a Valladolid. --------------------- 98,11: oido]oy de. Page 55 [pag. 100] CAP. DOCE De lo que le sucedio a Lazaro en una venta, una legua de Valladolid 5 !Que rumiar lleve por todo el camino, de mis buenos gita- nos, de su vida, costumbres y tra- to! Espantabame mucho como la justicia permitia publicamente 10 ladrones tan al descubierto, sa- biendo todo el mundo que su tra- to y contrato no es otro que el hurto. Son un asilo y anagaza de bellacos, iglesia de apostatas y es- 15 cuela de maldades; particularmen- te me admire de que los frailes dejasen su vida descansada por seguir la desastrada y aperreada del gitanismo. Y no hubiera crei- 20 do ser verdad lo que el gitano me [pag. 101] dijo, si no me hubiera mostrado un cuarto de legua del rancho, de- tras de las paredes de un arranal, un gitano y una gitana: el rehe- 5 cho y ella carillena. El no estaba quemado del sol, ni ella curtida de las inclemencias del cielo. El uno cantaba un verso de los salmos de David y el otro respondia con 10 otro. Advirtiome el buen viejo que aquellos eran fraile y monja, que no habia mas de ocho dias ha- bian venido a su congregacion, con deseo de profesar mas auste- 15 ra vida. Llegue a una venta, una le- gua de Valladolid, en cuya puerta vi sentada a la vieja de Madrid con la doncella de marras. Salio un galancete a llamarlas para que 20 entrasen a comer. No me conocie- ron, por ir tan disfrazado: siempre con mi parche en el ojo y mis ves- tidos a lo bribonesco; mas yo co- noci ser el Lazaro que habia sali- [pag. 102] do del monumento que tanto --------------------- 101,3: arranal] sic. Page 56 me habia costado. Puseme delan- te de ellos para ver si me darian algo; no me podian dar, pues no 5 tenian para ellos. El galan, que ha- bia servido de despensero, fue tan liberal que para el, para su ena- morada y para la vieja alcahueta, habia hecho aderezar un poco de 10 higado de puerco con una salsa. Todo lo que habia en el plato lo hubiera yo traspalado en menos de dos bocados. El pan era tan negro como los manteles, que pa- 15 recian tunica de penitente o ba- rredero de horno: "coma, mi vida," le decia el senor, "que este manjar es de principes." La tercera comia y callaba, por no perder tiempo y 20 por ver que no habia para tantos envites. Comenzaron a fregar el plato, que le quitaban el betun. A- cabada la triste y pobre comida, que mas hambre que hartura les [pag. 103] habia causado, el senor enamora- do se excuso con decir que la ven- ta estaba mal proveida. Viendo que alli no habia nada para mi, 5 pregunte al huesped si habia que comer. Dijome que segun la pa- ga. Quisome dar una poca de asa- dura. Preguntele si tenia otra co- sa. Ofreciome un cuartillo de ca- 10 brito, que aquel enamorado no habia querido por ser caro. Quise hacerles un fiero, y asi le dije me lo diese: puseme con el a los pies de la mesa, donde era de ver el 15 mirar. A cada bocado, tragaba seis ojos, porque los del enamorado, de la senora y alcahueta esta- ban clavados en lo que comia. "?Que es esto?" dijo la doncella, "?a- 20 quel pobre come un cuarti- llo de cabrito, y para noso- tros no ha habido sino una pobre pantorrilla?" El galan respondio ha- bia pedido al huesped algunas [pag. 104] perdices, capones o gallinas, y que --------------------- 102,8 y 17: alcahueta]alcabueta; 103,23: pantorrilla] patorrilla. Page 57 le habia dicho no tenia otra cosa que darle. Yo, que sabia el caso, y que, por no gastar o por no tener 5 de que hacerlo, les habia hecho co- mer con dieta, quise comer y callar. Parecia, aquel cabrito, pie- dra iman: cuando menos me ca- te, los halle a todos tres encima mi 10 plato. La sinverguenza cachihon- dilla tomo un bocado, y dijo: "con vuesa licencia, hermano," y, antes de tenerla, ya lo habia me- tido en la boca. La vieja replico: "no 15 le quiteis a este pecador su comi- da." "No se la quitare," dijo ella, "por- que yo se la pienso pagar muy bien"; y, diciendo y haciendo, co- menzo a comer con tanta prisa 20 y rabia, que parecia no lo habia en seis dias. La vieja tomo un bocado, por probar que gusto te- nia. El galan, diciendo: "?esto les a- grada tanto?" se hincho la boca [pag. 105] con un tasajo como el puno. Viendo, pues, que se desmandaban, tome todo lo que habia en el pla- to y me lo meti en un bocado; co- 5 mo era tan grande, no podia atras ni adelante. Estando en este con- flicto, entraron por la puerta de la venta dos caballeros armados con jacos, casquetes y rodelas: 10 traia cada uno un pedrenal al la- do y otro en el arzon de la silla. Apearonse, dando las mulas a un criado de a pie. Dijeron al hues- ped si habia algo que comer; el les 15 dijo habia muy buen recaudo y, entretanto que lo aderezaba, si sus mercedes se servian, podian en- trarse en aquella sala. La vieja, que al ruido habia salido a la puerta, 20 entro con las manos en la cara, ha- ciendo mil inclinaciones, como fraile novicio: hablaba por eco; retorciase hacia una y otra parte, como si estuviera de parto. Dijo, [pag. 106] lo mas bajo y mejor que pudo: "!perdidos somos!; los hermanos de --------------------- 104,5: de que] ?retocado en: con que? Page 58 Clara (que este era el nombre de la doncelluela) estan en el portal." 5 La mozuela comenzo a desgrenar- se y mesarse, dandose tan grandes bofetadas, que parecia endemo- niada. El galancete, que era ani- moso, las consolaba diciendo no 10 se afligiesen que, donde el estaba no habia de que temer. Yo atisban- do, la boca llena de cabrito, cuan- do oi que aquellos valentones es- taban alli, pense morir de miedo, 15 y lo hubiera hecho; mas, como mi gaznate estaba cerrado, el alma se torno a su lugar, por no hallar la puerta abierta. Entraron los dos Cides, y, al punto que vieron a su 20 hermana y a la alcahueta, dijeron gritando: "!aqui estan!, !aqui las te- nemos!, !aqui moriran!" A los gritos, fue tal mi espanto, que di en el suelo; con el golpe eche el cabrito [pag. 107] que me ahogaba. Pusieronse las dos detras del caballerejo, como po- llos bajo las alas de la gallina cuando huyen del milano. El, con 5 gentil animo, metio mano a su es- pada, y se fue para ellos con tanta furia que, de espanto, se quedaron hechos dos estatuas: helaronseles las palabras en la boca y las espa- 10 das en las vainas. Preguntoles que querian o que buscaban y, diciendo esto, arremetio al uno y le saco la espada, poniendosela en los ojos, y la otra al otro: a cada 15 movimiento que el hacia con las espadas, temblaban como las hojas en el arbol. La vieja y la hermana, que vieron tan rendidos a los dos Roldanes, se llegaron a ellos y los 20 desarmaron. El ventero entro al ruido que todos haciamos (por- que ya yo me habia levantado y tenia al uno de la barba). Parecio- me aquello a los toros enmanta- [pag. 108] dos de mi tierra que, cuando los muchachos los ven, huyen de e- --------------------- 106,11-12: atisbando]atisbado; 106,20: hermana]herma; 106,20: alcahueta]-bueta; 107,15: movimiento]mocu-. Page 59 llos; mas, poco a poco se les atreven y, conociendo que no son bravos, 5 ni lo que parecen, se les llegan tan cerca que, perdido el temor, les echan mil estropajos. Como vi que aquellas madaganas no eran lo que parecian, me anime y aco- 10 meti a ellos, con mas animo que mi mucho temor pasado permi- tia. "?Que es esto?" dijo el huesped, "?en mi casa tanto atrevimiento?" Las mu- jeres, el caballero y yo comenza- 15 mos a gritar, diciendo eran ladro- nes, que nos venian siguiendo pa- ra robarnos. El ventero, que los vio sin armas, y a nosotros con la vic- toria, dijo: "?ladrones en mi casa?" 20 Echo mano de ellos y, ayudandole nosotros, los metio en un soterra- no, sin valerles razon que alega- sen en contrario. El criado de los dos, que venia de dar recaudo a [pag. 109] las mulas, pregunto por sus amos. El ventero lo puso con ellos. Tomo sus maletas, cojines y portaman- teos, y los encerro, repartiendo- 5 nos las armas, como si fueran suyas. No nos pidio nada de la comi- da porque firmasemos el pleito que contra ellos habia hecho, en que, como ministro de la Inquisi- 10 cion, que decia era, y como justi- cia de aquel pago, condeno a los tres a galeras perpetuas y a dos- cientos azotes alrededor de la venta. Apelaron a la cancilleria 15 de Valladolid, adonde el buen me- sonero, con tres criados suyos los llevaron y, cuando los desdicha- dos pensaron estar delante los se- nores oidores, se hallaron delante 20 los inquisidores, porque el tai- mado ventero habia puesto en el proceso algunas palabras que e- llos habian dicho contra los ofi- ciales de la Santa Inquisicion (cri- [pag. 110] men irremisible). Pusieronlos en obscuros calabozos, de donde, co- mo ellos pensaron, no pudieron --------------------- 108,15: gritar]grita; 108,21-22: soterrano]sotarranon. Page 60 escribir a su padre, ni avisar a per- 5 sona para que les ayudasen; don- de los dejaremos bien guarda- dos por tornar a nuestro huesped, que lo encontramos en el camino. Dijonos como los senores inqui- 10 sidores le habian mandado hi- ciese parecer ante ellos a los testi- gos firmados en el proceso; pero que el, como amigo, nos avisaba nos escondiesemos. La doncellica 15 le dio una sortija que tenia en su dedo, rogando le hiciese de mo- do que no viniesemos a su pre- sencia. Prometioselo. El ladron habia dicho aquello por hacer- 20 nos huir; porque, si quisiesen oir los testigos, no se descubriese su bellaqueria (que no era la prime- ra). Dentro de quince dias se hizo auto publico en Valladolid, donde [pag. 111] vi salir, entre los otros penitentes, a los tres pobres diablos, con tres mordazas en las bocas, como blasfemos que habian osado po- 5 ner la lengua en los ministros de la Santa Inquisicion, gente tan san- ta y perfecta como la justicia que administran. Llevaban tres co- rozas y un sambenito cada uno, 10 en que iban escritas sus maldades y las sentencias que por ellas les daban. Pesome de ver aquel po- bre mozo de mulas, que pagaba lo que no debia; de los otros no 15 tenia tanta lastima, por la poca que de mi habian tenido. Confir- maron la sentencia del huesped, anadiendoles cada trescientos azo- tes, de manera que les dieron qui- 20 nientos, y los enviaron a galeras, donde se les pasaron los fieros y bravatas. Yo busque mi fortuna: muchas veces encontre en el pra- do de la Magdalena a las dos ami- [pag. 112] gas, sin que jamas me hubiesen conocido, ni supiesen yo las co- nocia. Al cabo de pocos dias, vi a --------------------- 110,9-10: inquisidores]inquisidoros; 110,21: descu- briese]des cabriese; 110,24: Valladolid]Valladolit. Page 61 la doncellica religiosa en la casa 5 de poco trigo, donde ganaba pa- ra sustentar a su respeto y a ella; la vieja ejercitaba su oficio en aque- lla ciudad. CAP. TRECE Como Lazaro sirvio a siete mujeres juntas de escu- dero Llegue a Valladolid con seis reales en la bolsa, porque la 15 gente, que me veia tan flaco y des- colorido, me daba limosna con mano franca, y yo la recibia no con escasa. Fuime derecho a la ro- peria donde, por cuatro reales y 20 un cuartillo, compre una capa [pag. 113] larga de bayeta que habia sido de un portugues, tan raida como rota y descosida. Con ella, y con un sombrero alto como chime- 5 nea, ancho de halda como de fraile francisco, que compre por medio real, y con un palo en la mano, me paseaba por el lugar. Los que me veian se burlaban de 10 mi: cada uno me decia su apodo. Los unos me llamaban filosofo de taberna; otros: "veis alli a San Pe- dro, vestido en vispera de fiesta"; otros: "ah, senor ratino, ?quiere sebo 15 para sus botas?" No falto quien dije- se parecia alma de medico de hos- pital. Yo hacia orejas de mercader, y pasaba por todo. A pocas calles andadas, encontre con una mu- 20 jer de verdugado y chapines de mas de marca, puesta la mano en la cabeza de un muchacho, un manto de soplillo que le cu- bria hasta los pechos; pregunto- [pag. 114] me si sabia de un escudero. Respon- dile no sabia de otro sino de mi; si le agradaba podia disponer como de cosa propia. Concerteme con 5 ella en dame aca esas pajas. Pro- --------------------- 113,4-5: chimenea]chaminea. Page 62 metiome tres cuartillos de ra- cion y quitacion; tome profesion del oficio dandole el brazo. Arro- je el palo, porque no tenia mas 10 necesidad, pues solo lo traia para mostrarme enfermo y mover a piedad. Envio el nino a casa, di- ciendole dijese a la moza tuviese la mesa puesta y la comida adere- 15 zada. Trujome mas de dos horas de ceca en meca y de zoca en colo- dra. A la primera visita que llega- mos, me advirtio la senora que, cuando ella llegase, me habia de 20 adelantar a la casa adonde iba, pre- guntando por la senora o senor de la casa. Decir: "Juana Perez, mi se- nora (que este era su nombre), esta aqui, que quiere besar a su [pag. 115] merced las manos." Advirtiome tambien que jamas me habia de cubrir delante de ella cuando estu- viese parada en alguna parte. Di- 5 jele que yo sabia la obligacion de un criado, y asi cumpliria con e- lla. Grande era el deseo que tenia de ver la cara de mi ama reciente; mas no podia, por ir rebozada. 10 Dijome que no me podia tener solo para ella, pero que buscaria algunas vecinas suyas a quien sir- viese, entre las cuales me darian la racion que me habia prometi- 15 do, y que, entretanto que todas no concurriesen, que seria con brevedad, ella me daria su parte. Preguntome si tenia donde dor- mir. Respondile que no. "No os fal- 20 tara," dijo ella, "porque mi marido es sastre, y os acomodareis con los mancebos. No podiais," prosi- guio, "hallar en la ciudad mejor acomodo, porque antes de tres [pag. 116] dias tendreis seis senoras, que ca- da una os dara un cuarto." Quede medio atonito de ver la grave- dad de aquella mujer, que pare- 5 cia, por lo menos, lo era de algun caballero pardo o de algun ciuda- --------------------- 114,10: necesidad]necesitad; 115,24: acomodo]commodo. Page 63 dano rico. Espanteme tambien de ver que, para ganar tres pobres cuartillos cada dia, habia de ser- 10 vir a siete amas; pero considere que valia mas algo que nada, y que aquel no era oficio trabajoso (de que huia como del diablo), porque siempre quise mas comer 15 berzas y ajos sin trabajar, que capones y gallinas trabajando. Diome el manto y los chapines en llegando a casa, para que los diese a la criada. Vi lo que desea- 20 ba; no me agrado mal la mujer- cilla: era briosa, morenica y de buen talle. Solo me desagrado que le relucia la cara como ca- zuela embarnizada. Diome el [pag. 117] cuarto, diciendo acudiese cada dia dos veces: una a las ocho de la manana y otra a las tres de la tarde, para ver si ella queria sa- 5 lir de casa. Fuime a una paste- leria y, con un pastel de a cuar- to, di fin a mi racion. Todo lo demas del dia pase como ca- maleon, porque ya habia aca- 10 bado la limosna que en el ca- mino me habian dado, no osa- ba ponerme a pedirla, porque, si mi ama lo supiera, me comie- ra. Fui a su casa a las tres; dijo- 15 me que no queria salir, pero que me advertia que, de alli adelan- te, no me pagaria el dia que no saliese y, que si no salia mas de una vez al dia, no me daria mas 20 de dos maravedis. Mas me dijo: que, pues ella me daba cama, la habia de preferir a las demas, intitulandome por su criado. La cama era tal que merecia bien [pag. 118] esto y mas. Hizome dormir con los aprendices encima una gran mesa, sin maldita la otra cosa que una manta raida para cubrirnos. 5 Pase dos dias con la miseria que por cuatro maravedis podia com- prar. Al cabo de ellos, entro en la co- --------------------- 116,24: embarnizada]embernicada. Page 64 fradia una mujer de un zurrador que regateo mas de una hora los 10 dos ochavos. Finalmente, en cin- co dias tuve siete amas y, de ra- cion, siete cuartos. Comence a co- mer esplendidamente, bebiendo, no de lo peor, aunque no de lo 15 mas caro, por no tender la pierna mas de hasta donde llegaba la sa- bana. Las otras cinco duenas eran: una viuda de un corchete, una mu- jer de un hortelano, una sobrina 20 (que decia ser) de un capellan de las Descalzas, moza de buen fregado, y una mondonguera, que era a quien yo mas queria, porque siem- pre que me daba el cuarto me con- [pag. 119] vidaba con caldo de mondongo y, antes que de su casa saliese, ha- bia envasado tres o cuatro escu- dillas, con que pasaba una vida 5 que Dios nunca me la de peor; la ultima era una beata: con esta te- nia mas que hacer que con todas, porque jamas hacia sino visitar frailes, con quienes, cuando esta- 10 ba a solas, no habia juglar como ella. Su casa parecia colmena: unos entraban, otros salian, y todos le traian las mangas llenas, y a mi, porque fuese fiel secretario, me 15 daban algunos pedazos de carne que de su racion se metian en las mangas. !En mi vida he visto ma- yor hipocrita que esta! Cuando iba por las calles no alzaba los ojos 20 del suelo, no se le caia el rosario de la mano, siempre lo rezaba por la calle. Todas las que la conocian le rogaban rogase a Dios por e- llas, pues que sus oraciones eran [pag. 120] tan aceptas. Ella les respondia era una grande pecadora (y no men- tia), que con la verdad enganaba. Cada una de estas mis amas tenia 5 su hora senalada. Cuando me de- cian no querer salir de casa, iba a la otra, hasta que acababa mi ta- rea. Senalabanme el tiempo en --------------------- 119,10: juglar]jublar; 120,9: orgullo]argullo. Page 65 que las debia tornar a buscar, y es- 10 to sin falta, porque, si por malos de mis pecados tardaba un poco, la senora, delante las que estaban en la visita, me decia perrerias y me amenazaba que si continua- 15 ba en mis descuidos, buscaria o- tro escudero mas diligente, cui- dadoso y puntual. Quien la oia gritar y amenazar con tanto or- gullo, sin duda creia me daba ca- 20 da dia dos reales, y de salario cada ano treinta ducados. Cuando iban por las calles, parecian mu- jeres del presidente de Castilla o, por lo menos, de un oidor de can- [pag. 121] cilleria. Sucedio un dia que la so- brina del capellan y la corcheta se encontraron en una iglesia y, queriendose tornar las dos a sus 5 casas a un mismo tiempo, sobre a quien habia de acompanar la pri- mera hubo una rina tan grande que parecia estabamos en el hor- no: tiraban de mi, la una por un 10 cabo, la otra por otro, con tanta rabia que me despedazaron la ca- pa. Quede en pelota, porque de- bajo de ella maldita otra cosa tenia sino un andrajo de camisa que 15 parecia red de pescar. Los que ve- ian el anzuelo, que por la camisa rompida descubria, reian a boca lle- na: la iglesia parecia taberna. Los unos se burlaban del pobre Laza- 20 ro; los otros escuchaban a las dos damas, que desenterraban sus a- buelos. Con la prisa que tenia de recoger los pedazos de mi capa, que de maduros se habian caido, [pag. 122] no pude escuchar lo que se de- cian. Solo oi decir a la viuda: "?de donde le viene a la piltrafa tanto toldo? Ayer era moza de cantaro 5 y hoy lleva ropa de tafetan, a costa de las animas de purgatorio." La otra le respondia: "ella, la muy des- cosida, la lleva de burato, ganada con un Deo gracias, y sea por a- ___ _______ ___ ___ _ --------------------- 121,8: estabamos]estrauamos. Page 66 10 mor de Dios; y si yo era ayer mo- ___ __ ____ za de cantaro, ella lo es hoy de ja- __ rro." Los presentes las despartieron, ___ que se habian ya comenzado a a- sir de la melena. Acabe de recoger 15 los pedazos de mi pobre herre- ruelo y, pidiendo dos alfileres a una roesantos, que se hallo alli, la acomode como pude, con que cubri mis desverguenzas. Dejelas 20 rinendo, y fuime a casa de la sas- tresa, que me habia mandado a- cudiese a acompanarla a las once, porque habia de ir a comer a casa de una amiga suya. Cuando me [pag. 123] vio tan mal tratado, me dijo gri- tando: "?pensais ganar mis dineros y venirme a acompanar como un picaro? Con menos de lo que os 5 doy a vos, podria tener otro escu- dero con calzas atacadas, bragueta, capa y gorra; y vos no haceis si- no borrachear lo que os doy." "!Que borrachear," decia yo entre mi, "con 10 siete cuartos que gano el dia que mas, pasando muchos que mis amas, por no pagar un cuarto, no quieren salir de casa!" Hizome hilvanar los pedazos de mi capa 15 y, con la prisa que se daban, pu- sieron unos pedazos de abajo a- rriba: de aquella manera fui a a- companarla. [pag. 124] CAP. CATORCE Donde Lazaro cuenta lo que le paso en un convite Ibamos a paso de fraile con- vidado, porque la senora temia que no habria harto para ella. Lle- gamos a casa de su amiga, donde 5 habia otras mujeres de las convi- dadas. Preguntaron a mi ama si era yo capaz para guardar la puer- ta. Dijoles que si. Dijeronme: "que- daos, hermano, que hoy sacareis el 10 vientre de aron." Acudieron muchos --------------------- 124,10: aron] sic. Page 67 galancetes, sacando cada uno de su faldriquera, cual una perdiz, cual una gallina. Uno sacaba un conejo, otro un par de palominos; este un 15 poco de carnero, aquel un pedazo de solomo, sin faltar quien sacase longaniza o morcilla: tal hubo [pag. 125] que saco un pastel de a real en- vuelto en su panuelo; dieronlo al cocinero, y entretanto retozaban con las senoras y daban en ellas 5 como asno en centeno verde. Lo que alli paso, no me es licito de- cirlo ni al lector contemplar- lo. Acabada esta comedia, vino la comida: las senoras comieron 10 los Kyries y los galanes bebieron ______ el Ite misa est. No quedaba nada ___ ____ ___ en la mesa que las damas no me- tiesen en sus faldriqueras, envol- viendolo en sus mocadores. Saca- 15 ron la postre los galanes de las su- yas: unos manzanas, otros queso, aceitunas, y uno de ellos, que era el gallo y que se las daba con la sastresa, saco media libra de con- 20 fitura. Mucho me agrado aquel modo de tener la comida tan cer- ca de si para una necesidad, y pro- puse de alli adelante hacer tres o cuatro faldriqueras en las prime- [pag. 126] ras calzas que Dios me deparase y, una de ellas, de buen cuero, bien cosida para meter el caldo, por- que si aquellos caballeros, que e- 5 ran tan ricos y principales, lo traian todo en su faldriquera y las senoras lo llevaban cocido en las suyas, yo, que no era sino un es- cudero de piltrafas, lo podia bien 10 hacer. Fuimonos a comer los cria- dos, y maldita la otra cosa habia para nosotros sino caldo y sopas, que me espanto como aquellas damas no se las pusieron en las 15 mangas. No habiamos apenas co- menzado, cuando oimos gran ruido en la sala donde estaban nuestros amos: disputaban quie- nes habian sido sus parientas y 20 quienes eran los maridos de ellas. Dejando atras las palabras, vinie- ron a las manos, y entre col y col Page 68 lechuga, dabanse punadas, bofe- tones, pellizcos, coces y boca- [pag. 127] dos; desgrenabanse, mesabanse y daban tantos mojicones que pa- recian muchachos de aldea cuan- do van a procesion. La rina se co- 5 menzo, segun pude entender, por- que algunos de ellos no querian dar ni pagar nada a aquellas senoras, diciendoles bastaba lo que ha- bian comido. Sucedio que la justi- 10 cia pasaba por la calle y, oido el ruido, llamaron a la puerta, di- ciendo: "abran a la justicia." Oida esta palabra, huyeron los unos por aqui los otros por alli; unos deja- 15 ban los herreruelos, los otros las espadas; esta dejaba los chapines, aquella el manto: de manera que todos desaparecieron, escondien- dose cada uno lo mejor que po- 20 dia. Yo, que no tenia por que huir, estuveme quedo y, como era portero, abri porque no me acha- casen hacia resistencia a la justi- cia. El primer corchete que entro [pag. 128] me asio de los cabezones, dicien- do fuese preso por la justicia. Te- niendome asido, cerraron la puer- ta y fueron a buscar a los que ha- 5 cian el ruido. No dejaron apo- sento, retrete, sotano, bodega, des- van ni letrina que no buscasen. Como no hallaron a nadie, me to- maron mi dicho. Confese de pe 10 a pa: los que habia en la compa- nia y lo que habian hecho. Espan- taronse que, habiendo tantos co- mo yo les decia, no pareciese ninguno. Si va a decir la verdad, 15 yo mismo me espante de ello, ha- biendo doce hombres y seis mu- jeres. Con mi sencillez les dije (y aun lo creia) que pensaba ser trasgos todos los que alli habian 20 estado y hecho aquel ruido. Rie- ronse de mi, y el alguacil dijo a los que habian bajado a la bodega, si habian mirado bien por todo. Res- --------------------- 127,21: estuveme]estuuieme; 128,1: cabezones]-cones. Page 69 pondieron que si, pero el, no con- [pag. 129] tento de esto, hizo encender una hacha y, entrando por la puerta, vieron rodar una cuba. Espanta- dos los corchetes, dieron a huir, 5 diciendo: "!por Dios, que es verdad lo que este hombre dice, que aqui no hay sino duendes!" El alguacil, que era mas astuto, los detuvo di- ciendo no temia al diablo. Fuese a 10 la cuba y, destapandola, hallo dentro un hombre y una mujer. No quie- ro decir como los hallo, por no ofen- der las castas orejas del benigno y escrupuloso lector; solo digo que 15 la violencia de su accion habia hecho rodar la cuba, y fue causa de su des- gracia y de mostrar en publico lo que hacian en secreto. Sacaronlos fuera: el parecia a Cupido con su 20 flecha y ella a Venus con su aljaba. El uno y el otro, desnudos como su madre los habia parido, porque, cuando la justicia llamo, estaban en una cama haciendo las paces y [pag. 130] con el alarma no habian tenido lugar de tomar sus vestidos, y por esconderse se habian metido en aquella cuba vacia, donde pro- 5 seguian su devoto ejercicio. Dejo admirados a todos la hermosura de los dos: echaronles dos capas, entregandolos a dos corchetes para que los guardasen. Pasaron 10 adelante a buscar a los otros. Des- cubrio el alguacil una tinaja de aceite, donde hallo un hombre ves- tido; el aceite le llegaba a los pe- chos. Al punto que lo descubrie- 15 ron, quiso saltar fuera, mas no lo hizo tan diestramente que la ti- naja no diese con el en el suelo. Salto el aceite hasta los sombre- ros de los ministros de justicia y, 20 sin respeto, los mancho. Renega- ban del oficio, y aun de la puta que se lo habia ensenado. El a- ceitado, que vio ninguno le aco- --------------------- 129,5: por]par; 129,8: astuto]astudo; 130,20: res- peto]respecto. Page 70 metia, antes todos huian de el co- [pag. 131] mo de empestado, dio a huir. El alguacil gritaba: "!tenganlo, tengan- lo!," mas todos le hacian lugar. Fue- se por una puerta falsa meando 5 aceite. De lo que saco de sus vesti- dos hizo arder la lampada de Nuestra Senora de las Congojas mas de un mes. La justicia quedo banada en aceite; renegaban de 10 quien alli los habia traido, y yo tambien, porque me decian era el alcahuete y como a tal me ha- bian de emplumar: salieron co- mo bunuelos de la sarten, dejan- 15 do rastro por donde iban. Esta- ban tan enojados que juraron a Dios y a los cuatro sacrosan- tos Evangelios, habian de hacer ahorcar a todos los que hallasen. 20 Temblabamos los presos. Fueron a los alhorines a buscar otros; entraron dentro y, de encima una puerta, derramaron una tale- ga de harina, con que cegaron a [pag. 132] todos los que dentro estaban. Da- ban voces: "!resistencia a la justicia!"; si querian abrir los ojos, al punto se los cerraban con agua y hari- 5 na. Los que nos tenian nos deja- ron para ir a socorrer al alguacil, que gritaba como un loco. Apenas habian entrado, cuando les atapa- ron los ojos con harina y agua: an- 10 daban como gallinas ciegas. En- contrabanse los unos a los otros y se descargaban golpes, que se rom- pian las mejillas, dientes y mue- las. Como los vimos de vencida, 15 dimos todos en ellos, y ellos mis- mos en si propios, tanto que de cansados cayeron en el suelo, don- de llovian golpes sobre ellos y gra- nizaban coces. No gritaban ni se 20 meneaban mas que muertos. Si al- guno queria abrir la boca para ello, al punto se la henchian de hari- --------------------- 131,2: alguacil]algucil; 131,12: alcahuete]alcabuete; 131,21: alhorines]lorines; 132,13: embutiendolos]enbu- tiendo, los; 132,16: propios]proprios. Page 71 na, embutiendolos como a capo- nes de caponera. Atamosles las [cap. 133] manos y pies y, arrastrando como puercos, los llevamos a la bodega, echandolos en el aceite como peces a freir. Revolcabanse como 5 lechones en cenagal. Cerramos las puertas, yendose cada uno a su casa. El de aquella vino, que esta- ba en el campo y, hallando las puer- tas cerradas y que ninguno res- 10 pondia, porque una sobrina suya, que era la que habia prestado su casa para hacer aquel convite, se habia ido a la de su padre por temer a su tio, hizo descerrajar las 15 puertas y, cuando vio su casa sem- brada de harina y untada de aceite, se enojo tanto que daba voces co- mo un borracho. Fue a la bodega, donde hallo su aceite derramado 20 y a la justicia que se revolcaba. Con la rabia que tenia de ver su ha- cienda desperdiciada, tomo un ga- rrote y dio tantos palos al alguacil y corchetes que los dejo medio [pag. 134] muertos. Llamo a sus vecinos y, entre todos, los sacaron a la calle donde los muchachos les echa- ban lodo, estropajos y sucieda- 5 des: estaban tan llenos de harina que nadie los conocia. Cuando tornaron en si y se vieron en la ca- lle libres, se fueron huyendo. En- tonces se podia decir: "!tengan a la 10 justicia que huye!" Dejaron sus herreruelos, espadas y dagas, sin osar jamas volver por ellas, por- que nadie supiese el caso. El amo de aquella casa se quedo con to- 15 do por el dano que habia recibi- do. Cuando yo sali para irme, en- contre con una capa no mala. De- je la mia y tome aquella: daba gracias a Dios que habia salido 20 medrado de aquella jornada (cosa nueva para mi), pues siempre iba con las manos en la cabeza. Fui- me a casa de la sastresa: halle la casa --------------------- 133,1: arrastrando]arastrando. Page 72 revuelta y al sastre, su marido, que [pag. 135] la molia a palos por haber veni- do sola, sin manto ni chapines, corriendo por la calle, con mas de cien muchachos tras ella. Lle- 5 gue a buena hora, porque, al punto que el sastre me vio, dejo a su mu- jer y embistio con mi, dandome una punada, con que me acabo de quitar los dientes que tenia. Dio- 10 me diez o doce coces, que me hi- zo vomitar lo poco que habia co- mido: "?como," decia, "bellaco, alca- huete, no teneis verguenza de venir a mi casa? Aqui pagareis las 15 de antano y las de hogano." Llamo a sus criados y, trayendo una man- ta, me mantearon tan a su gusto cuanto a mi pesar. Dejaronme por muerto y, como estaba, me 20 pusieron en un tablero. Era ya no- che cuando torne en mi y me quise menear. Cai en tierra, rom- piendome de la caida un bra- zo. Venido el dia, poco a poco me [pag. 136] fui a la puerta de una iglesia, don- de, con voz lastimosa, pedia limos- na a los que entraban. CAP. QUINCE Como Lazaro se hizo er- mitano Tendido en la puerta de la iglesia, y haciendo alarde de mi vida pasada, consideraba 10 los infortunios en que me ha- bia visto desde el dia que comen- ce a servir al ciego hasta el pun- to en que me hallaba, y sacaba en limpio que, por mucho madru- 15 gar no amanece antes, ni el mu- cho trabajar enriquece siempre. Y asi dice el refran: "Mas vale a quien Dios ayuda, que no quien mucho madruga." Encomende- [pag. 137] --------------------- 135,7: embistio]en vistio; 135,12-13: alcahuete]al- cabuete. Page 73 me a El para que la fin fuese mejor que habia sido el princi- pio y el medio. Estaba junto a mi un ermitano venerable: bar- 5 ba blanca, baculo y rosario en la mano, en cuyo remate colga- ba una calavera tan grande co- mo de conejo. Como el buen pa- dre me vio afligido, con pala- 10 bras dulces y blandas me co- menzo a consolar, preguntando- me de donde era y que sucesos me habian traido a tal termino. Contele con breves y sucintas ra- 15 zones el largo proceso de mi a- marga peregrinacion. Quedo ad- mirado de oirme y, con pie- dad y lastima que mostro te- ner de mi, me convido con su er- 20 mita. Acepte el partido y como pude, que no fue con poca pena, llegamos al oratorio, que esta- ba una legua de alli, en una pena. Pegado a el habia un aposento con [pag. 138] una alcoba y una cama; en el pa- tio estaba una cisterna con fresca agua, de la cual se regaba un huer- tecillo, mas curioso que grande. "A- 5 qui," dijo el buen viejo, "ha veinte a- nos que vivo, fuera del tumulto e inquietud humana: este es, her- mano, el paraiso terrestre; aqui con- templo en las cosas divinas y aun 10 en las humanas; aqui ayuno cuan- do estoy harto, y como cuando hambriento; aqui velo cuando no puedo dormir, y duermo cuando el sueno me acosa; aqui paso en 15 soledad cuando no tengo com- pania, y estoy acompanado cuan- do no solo; aqui canto, cuando estoy alegre y lloro, cuando tris- te; aqui trabajo cuando no estoy 20 ocioso, y lo estoy cuando no tra- bajo; aqui pienso en mi mala vida pasada, y contemplo la buena pre- sente; aqui, finalmente, es donde todo se ignora y donde todo se [pag. 139] sabe." En el alma me holgaba de --------------------- 138,15-16: compania]compannie. Page 74 oir al chocarrero ermitano, y asi le suplique me diese alguna noti- cia de la vida eremitica, porque 5 me parecia la nata de todas. "?Como," respondio el, "la mejor? Eslo tanto, que solo el que la ha gustado pue- de saberlo; mas la hora no nos da tiempo para mas, porque se acer- 10 ca la del comer." Roguele me cura- se mi brazo, que me dolia mucho. Hizolo con tanta facilidad que, de alli adelante, no me hizo mas mal. Comimos como reyes y be- 15 bimos como tudescos. Acaba- da la comida, en medio del dor- mir de la siesta, comenzo a gritar mi bueno de santero, diciendo: "!que me muero!, !que me muero!" Le- 20 vanteme y hallele que queria expi- rar. Viendole de aquella manera, preguntele si se moria. Respondio- me: "si, si, si," y, repitiendo "si," falle- cio dentro de una hora. Vime afli- [pag. 140] gido, considerando que si aquel hombre se moria sin testigos, po- dian decir que yo lo habia muer- to y costarme la vida, que hasta 5 entonces con tantos trabajos ha- bia sustentado; y para esto no e- ran menester grandes testigos, porque mi talle mostraba ser an- tes salteador de caminos que 10 hombre honrado. Sali al pun- to de la ermita por ver si pa- recia por alli alguno que fuese testigo de aquella muerte. Mi- rando a todas partes, vi un hato de 15 ganado cerca de alli. Fui alla pres- to (aunque con trabajo, por es- tar molido de la refriega satres- ca); halle seis o siete pastores y cuatro o cinco pastoras a la sies- 20 ta de unos sauces, junto a una fuente espejada y clara. Ellos ta- nian y ellas cantaban; los unos bailaban y los otros danzaban; este tenia de la mano a una; aquel [pag. 141] dormia en el regazo de la otra; fi- nalmente, pasaban la calor en --------------------- 140,17: refriega]refriego. Page 75 requiebros y palabras regala- das. Llegue despavorido a ellos, 5 rogandoles sin dilacion se vinie- sen con mi, porque el ermita- no se moria. Vinieron algunos de ellos, quedando los otros a guar- dar el rebano. Entraron en la er- 10 mita y preguntaron al buen er- mitano si se queria morir. Dijo que si (y mentia, porque el no lo queria, mas hacianselo hacer contra su voluntad). Como vi que 15 estaba siempre en sus trece de de- cir "si," dijele si queria que aque- llos pastores sirviesen de alba- ceas y cabezaleros. Respondio: "si." Preguntele si me dejaba por 20 su unico y legitimo heredero. Dijo: "si." Prosegui si confesaba que lo que poseia y de derecho podia poseer me lo debia por ser- vicios y cosas que de mi habia [pag. 142] recibido. Dijo otra vez: "si." Aquel quisiera hubiera sido el ultimo a- cento de su vida; mas, como vi que aun le quedaba aliento, por- 5 que no lo emplease en dano, pro- segui con mis preguntas, hacien- do que uno de aquellos pastores asentase todo lo que el decia. Hi- zolo el pastor con un carbon en 10 una pared, porque no habia tinte- ro ni pluma. Dijele si queria que aquel pastor firmase por el, pues no estaba para ello, y murio di- ciendo: "si, si, si." Dimos orden de 15 enterrarlo. Hicimos una sepultura en su huerto (todo con gran pri- sa porque temia no resucitase). Convide a merendar a los pasto- res; no quisieron admitirlo, por 20 ser hora de repastar. Fueronse, dan- dome el pesame. Cerre bien la puerta de la ermita y di vuelta por todo. Halle una gran tinaja de buen vino, otra de aceite y dos [pag. 143] orzas de miel. Tenia dos tocinos, mucha cecina y algunas frutas secas: todo esto me agradaba mu- cho, mas no era lo que buscaba. 5 Halle sus arcas llenas de lienzo, y en un rincon de una, un vestido de mujer: esto me maravillo, y mas Page 76 de que hombre tan provido, no tuviese dineros. Quise ir a la se- 10 pultura a preguntarle donde los habia puesto. Pareciome que des- pues de haberselo preguntado me respondia: "ignorante, ?piensas que estando en despoblado, sujeto a 15 ladrones y malandrines, los ha- bia de tener en un cofre, a peligro de perder lo que amaba mas que a mi vida?" Esta inspiracion, como si realmente la hubiera oido de su 20 boca, me hizo buscar todos los rincones y, no hallando nada, con- sidere si yo hubiese de esconder aqui dineros, para que ninguno los hallase, donde los esconderia. [pag. 144] Dije entre mi: "en aquel altar." Fui a el y levante el delante altar en la peana, que era de lodo y ado- bes. En un lado vi una rendija 5 por donde podia caber un real de a ocho. La sangre me comenzo a bullir y el corazon a palpitar. To- me una azada y, a menos de dos azadadas, eche la mitad del altar 10 en tierra, y descubri las reliquias que alli estaban sepultadas: halle una olla llena de dineros. Conte- los, y habia seiscientos reales. Fue tan grande el contento del hallaz- 15 go, que pense quedarme muerto. Saquelo de alli e hice un hoyo fue- ra de la ermita, donde los en- terre, porque, si me querian e- char de alli, tuviese fuera lo que 20 mas amaba. Hecho esto, vestime los habitos del ermitano y fui a la villa a dar noticia de lo que pasa- ba al prior de la cofradia, no olvi- dando de tornar a acomodar el [pag. 145] altar como antes estaba. Halle juntos a los cofrades, de quien dependia aquella ermita, que era de la invocacion de San La- 5 zaro, de donde conjeture buen pronostico para mi. Como los cofrades me vieron ya cano y de ejemplar aspecto, que es lo --------------------- 144,2: peane]peayna; 144,3: rendija]rehendrixa. Page 77 que mas importa para tales car- 10 gos, aunque hicieron una dificul- tad, y fue que no tenia barba, porque, como habia tan poco que me la habia tundido, no me ha- bia aun nacido; mas, esto no 15 obstante, viendo que por rela- cion de los pastores, el muer- to me habia dejado por su he- redero, me dieron la tenen- cia de la capilla. Acuerdo- 20 me, a este proposito de bar- bas, de una cosa que me di- jo una vez un fraile: que en su religion, ni en otras de las mas reformadas, no hacian [pag. 146] superior a ninguno que no fuese bien barbado; y asi sucedia que, habiendo algunos capaces para ejercitar aquel cargo, lo exclu- 5 ian y ponian en el a otros, con tal que tuviese lana (como si el buen gobierno dependiera de los pelos y no del entendimiento ca- paz y maduro). Amonestaronme 10 viviese con el ejemplo y buena reputacion que mi predecesor ha- bia vivido, siendo tal que todos le tenian por santo. Prometiles vivir como un Hercules. Advirtieronme 15 que no pidiese limosna sino los martes y sabados, porque, si la pedia otro dia, los frailes me cas- tigarian. Prometiles hacer en to- do lo que me ordenasen, par- 20 ticularmente que no tenia gana de ponerme con ellos, porque ha- bia gustado a que sabian sus manos. Comence a pedir limosna por las puertas con un tono bajo, hu- [pag. 147] milde y devoto, como habia a- prendido en la escuela del ciego. Hacia esto, no por necesidad, mas porque es uso y costumbre de 5 mendigantes que, cuanto mas tie- nen, piden mas y con mas gusto. La gente, que oia decir: "den limosna para la lumbraria de senor San La- zaro," y no conocian la voz, salian 10 a las puertas y, viendome, se espan- taban. Preguntabanme por el pa- dre Anselmo (que asi se llamaba el buen Arias). Dijeles se habia Page 78 muerto. Los unos decian: "!buen si- 15 glo le de Dios, que tan bueno era!"; otros: "su alma esta gozando de la bienaventuranza"; estos: "!bendito el sea, que tal vida hacia!; en seis anos no ha comido cosa caliente"; aque- 20 llos: "que se pasaba con pan y agua." Algunas piadosas mentecatas se hincaban de rodillas, invocando al padre Anselmo. Preguntome una que habia hecho de su habito. Di- [pag. 148] jele que era el que yo llevaba. Sa- co unas tijeras y, sin decir lo que queria, comenzo a cortar un pe- dazo de lo que primero encon- 5 tro, que fue de hacia la horcajadu- ra. Como vi que acudia a aquellas partes, comence a gritar, porque pense me queria castrar. Viendo- me tan alborotado, dijo: "no se es- 10 pante, hermano, que no quiero de- jar de tener reliquias de aquel bienaventurado; yo le pagare el dano del habito." "!Ay!," decian algu- nas, "sin duda que antes de seis 15 meses lo canonizaran, porque ha hecho muchos milagros." Acudio tanta gente a ver su sepulcro que la casa estaba siempre llena; y asi fue necesario sacarlo a un cober- 20 tizo que estaba delante la ermi- ta. De alli adelante no pedia para la lumbraria de San Lazaro, mas para la del bienaventurado An- selmo. Jamas he podido entender [pag. 149] este modo de pedir limosna para alumbrar a los santos. No quiero tocar esta tecla, que sonara mal. No se me daba nada de ir a la ciu- 5 dad, porque en la ermita tenia todo lo que queria; mas, porque no dijesen que estaba rico y que por eso no pedia limosna, fui el dia siguiente, donde me 10 sucedio lo que vera el que le- yere el --------------------- 148,6: a aquellas]aquellas; 148,19-20: cobertizo]coba- rizo; 148,22: lumbraria]alumbra-; 149,1: pedir]podir. Page 79 CAP. DIEZ Y SEIS, como Lazaro se quiso casar otra vez 15 "Mas vale fortuna que ca- ballo ni mula." "Al hombre desdichado la puerca le pare pe- rros." Muchas veces vemos muchos hombres levantarse del polvo de 20 la tierra y, sin saber como, se [pag. 150] hallan ricos, honrados, temidos, y estimados. Si preguntais: "?este hombre es sabio?," deciros han que como una mula; si "?es discreto?," co- 5 mo un jumento; si "?tiene algunas buenas perfecciones?," como la hi- ja de Juan Pito. Pues, "?de donde le ha venido tanto bien?" Responderos han: "de la fortuna." Otros, por el 10 contrario, que son discretos, sa- bios, prudentes, llenos de mil perfecciones, capaces para go- bernar un reino, se ven abatidos, desechados, pobres y hechos es- 15 tropajo del mundo. Si preguntais la causa, deciros han: "la desdicha los persigue." Esta pienso me se- guia y perseguia, dando al mun- do un ejemplo y dechado de lo 20 que puede, porque, desde que el se fundo, no ha habido un hombre tan combatido de esta desdichada fortuna. Iba por una calle, pidien- do, como solia, para senor San La- [pag. 151] zaro, porque en la ciudad no osa- ba pedir para el beato Anselmo: esto solo era para los bozos y mo- tolitas, que venian a tocar sus ro- sarios al sepulcro, donde, segun su 5 dicho, se hacian muchos mila- gros. Llegue a una puerta y, ha- ciendo lo que en otras, oi que de una escalera me decian: "?por que no sube, padre?, suba, suba. ?Que no- 10 vedad es esta?" Subi y, en medio la escalera, que estaba un poco obs- cura, unas se me colgaban del cuello, otras me trababan de las --------------------- 151,11: escalera]escalara. Page 80 manos, metiendome las suyas en 15 las faldriqueras, y, como estaba- mos a obscuras, por buscar la fal- driquera, encontraron con la ma- nera. Dio un grito, diciendo: "?que es esto?" Yo le respondi: "un pajarillo 20 que se saldra si le toca." Todas me preguntaban la causa de no me haber visto en ocho dias. Cuando hubimos acabado de subir la esca- [pag. 152] lera, y que, con la claridad de las ventanas, me vieron, quedaronse mirando las unas a las otras hechas matachines. Dieron en reir, que 5 parecia lo habian tomado a esta- jo. Ninguna podia hablar. El pri- mero que lo hizo fue un nino, di- ciendo: "!este no es papa!" Despues que aquellas grandes crecidas de 10 risa se mitigaron un poco, las mu- jeres, que eran cuatro, me pre- guntaron para quien pedia li- mosna. Dijeles que para San La- zaro. "?Como," dijeron ellas, "pedis 15 vos? ?El padre Anselmo no esta bueno?" "Bueno," les respondi yo, "no le duele nada, porque ha o- cho dias que murio." Cuando esto oyeron dispararon a llorar, que 20 si la risa era grande antes, los llantos eran mayores: estas gri- taban, aquellas se mesaban los cabellos, y todas juntas hacian una musica tan disonante que [pag. 153] parecian monjas encatarradas. Esta decia: "?que hare, desdicha- da de mi, sin marido, sin ampa- ro y sin consuelo? ?Adonde ire? 5 ?Quien me amparara? !Oh amarga nueva! ?Que desdicha es esta?" A- quella, lamentando, entonaba: "!oh, yerno mio y mi senor! ?Como nos has dejado, sin despedirte de 10 nosotras? !Oh nietecicos mios, huer- fanos y desolados! ?Donde esta vuestro buen padre?" Los ninos lle- vaban el tiple de aquella mal acordada musica. Todos llo- 15 raban, todos gritaban; todo e- --------------------- 153,12: vuestro]vestro. Page 81 ra lamentaciones y lastimas. Cuando las aguas de aquel gran diluvio cesaron un poco, se informaron de mi como y de 20 que habia muerto. Conteselo, y el testamento que habia he- cho, dejandome por su legiti- mo heredero. !Aqui fue ello! Las [pag. 154] lagrimas se tornaron en rabias, los lloros en blasfemias y las lasti- mas en amenazas. "Vos sois algun ladron que lo habeis muerto por 5 robarlo. Mas, no os alabareis de ello," decia la mas moza, "que ese er- mitano era mi marido, y estos tres ninos sus hijos. Y si vos no nos dais toda su hacienda, os hare- 10 mos ahorcar. Y si la justicia no lo hace, punales y espadas hay con que sacaros mil vidas, si mil vidas tuvieseis." Dijeles como habia buenos testigos, delante quienes 15 habia hecho testamento. "Todas esas," dijeron ellas, "son maranas y em- bustes, porque el dia que vos de- cis que murio, estuvo aqui y di- jo no tenia compania." Como vi 20 que el testamento no se habia he- cho por auto de escribano, y que aquellas mujeres me amenaza- ban, y por la experiencia que te- nia de la justicia y pleitos, deter- [pag. 155] mine hablarles con blandura, por ver si con ella podia acabar lo que por justicia sabia habia de perder, y tambien porque las lagri- 5 mas de la recien viuda me habian atravesado las telas del corazon. Y asi les dije se sosegasen, que no perderian nada con mi, que, si ha- bia aceptado la herencia, habia si- 10 do por creer que el muerto no era casado, no habiendo oido decir jamas que los ermitanos lo fuesen. Ellas, pospuesta toda tristeza y melancolia, se comen- 15 zaron a reir, diciendo que bien se echaba de ver ser nuevo y poco experimentado en aquel oficio, pues no sabia que, cuando decian un ermitano solitario, no se en- 20 tendia haberlo de estar de la com- pania de mujeres, no habiendo Page 82 ninguno que no tuviese una por lo menos con quien pudiese pa- sar los ratos que le quedaban des- [pag. 156] ocupados de su contemplacion, en ejercicios activos, imitando unas veces a Marta y otras a Ma- ria, particularmente siendo gen- 5 te que tenian mas conocimien- to de la voluntad de Dios, que quiere el hombre no este solo. Y asi ellos, como hijos obedien- tes, tenian una o dos mujeres 10 que sustentaban, aunque fuese de limosna; particularmente a- quel desdichado, que sustentaba cuatro: a esta pobre viuda, a mi, que soy su madre, a estas dos, 15 que son sus hermanas, y a estos tres ninos, que son sus hijos (o, a lo menos, que el tenia por tales). Entonces, la que decian era su mu- jer, dijo no queria la llamase 20 viuda de aquel viejo podrido, que no se habia acordado de ella el dia de su muerte, y que aque- llos ninos ella juraria no ser su- yos; y, desde entonces, anula- 25 ba los capitulos matrimoniales. [pag. 157] "?Que contienen esos capitulos?," le replique yo. La madre dijo: "los capitulos matrimoniales que yo hice cuando mi hija se caso con 5 aquel ingrato, fueron los siguien- tes, que para decirlos es menes- ter tomar el agua de atras. Es- tando en una villa, llamada Due- nas, seis leguas de aqui, habiendo- 10 me quedado estas tres hijas, de tres diferentes padres, que, segun la mas cierta conjetura, fueron un mon- je, un abad y un cura, porque siem- pre he sido devota de la Iglesia, me 15 vine a vivir a esta ciudad, por huir y evitar las murmuracio- nes que en lugares pequenos nun- ca faltan. Todos me llamaban la viu- da eclesiastica, porque por mis 20 pecados todos tres eran muertos. --------------------- 155,22-23: por lo menos]prolomenos; 155,24: quedaban] quedebam. Page 83 Y, aunque hubo luego otros que entraron en su lugar, era gente de po- co provecho y de menos autori- dad, y, no queriendose conten- 25 tar con la oveja, acometian a las [pag. 158] tiernas corderillas. Viendo, pues, el peligro evidente, y que la ganan- cia no nos podia pelechar, hice alto y asente aqui mi real, donde 5 a la fama de las tres mozuelas, a- cudieron como mosquitos al ta- rugo. Y de todos a ninguno me incline tanto como a los eclesias- ticos, por ser gente secreta, rica, 10 casera y paciente. Entre otros, lle- go a pedir limosna el padre de San Lazaro, que, viendo a esta nina, le hinco el ojo y, con su santidad y sencilleza, me la pidio por mujer. 15 Disela con las condiciones y capi- tulos siguientes: primera, que se obligaba a sustentar nuestra casa y que lo que pudiesemos ganar seria para vestirnos y ahorrar; se- 20 gunda, que si mi hija en algun tiempo tomase algun coadjutor, por ser el algo decrepito, no diria mas que en misa; tercera, que to- dos los hijos que ella pariese, los [pag. 159] habia de tener por propios, a quie- nes, desde luego, prometia lo que tenia y podia tener, y, cuando mi hija no tuviese hijos, la hacia su 5 legitima heredera; cuarta, que no habia de entrar en nuestra casa cuando viese a la ventana jarro, olla u otra vasija, senal que no ha- bia lugar para el; quinta, que cuan- 10 do el estuviese en casa y viniese otro, se habia de esconder donde le dijesemos, hasta que el tal se fuese; sexta y ultima, que nos ha- bia de traer dos veces a la semana 15 algun amigo o conocido que hi- ciese la costa, dandonos un buen gaudeamus. Estos son los articu- _________ los," prosiguio ella, "con que aquel desdichado dio palabra a mi hija 20 y ella a el. El casamiento quedo --------------------- 158,13: hinco]hincho; 159,1: por]pot. Page 84 hecho y acabado, sin tener necesi- dad de ir al cura, porque el nos dijo no era menester, pues lo esen- cial de el consistia en conformidad [pag. 160] de voluntades e intencion mu- tual." Quede espantado de lo que aquella segunda Celestina me de- cia y de los articulos con que ha- 5 bia casado a su hija. Estuve per- plejo sin saber que decir, mas e- llas abrieron camino a mi deseo, porque la viudeja se me colgo del cuello, diciendo: "si aquel desdicha- 10 do tuviera la cara de este angel, yo le hubiera amado." Y con esto me beso. Tras este beso me entro un no se que, que me comenzo a abrasar. Dijele que si queria salir 15 del estado de viuda y recibir- me por suyo, guardaria, no so- lo los articulos del viejo, mas to- dos los que quisiese anadir. Con- tentaronse de ello, diciendo que 20 solo querian les entregase todo lo, que en la ermita habia, que ellas lo guardarian. Prometise- lo, con intencion de encubrir el dinero para una necesidad. La [pag. 161] conclusion del casamiento que- do para la manana, y aquella tar- de enviaron un carro, en que se llevaron hasta las estacas: no 5 perdonaron al lienzo del altar, ni a los vestidos del santo. Yo es- taba tan picado, que si me hu- bieran pedido el ave fenix o las aguas de la laguna Estigia, 10 se las hubiera dado. No me de- jaron sino una pobre marraga, donde me echase como un pe- rro. Como la senora, mi mujer futura, que vino con la ca- 15 rreta, vio que no habia dineros, se enojo, porque el viejo le ha- bia dicho que tenia, mas no don- de. Preguntome si sabia don- de estaba el tesoro. Dijele que 20 no. Ella, como astuta, me tra- bo de la mano para que lo bus- --------------------- 160,18: anadir]anadi; 161,24: peana]peayna. Page 85 casemos. Llevome por todos los rincones y escondrijos de la ermita, sin dejar la peana del [pag. 162] altar, y, como vio estaba recien a- comodada, concibio mala sospe- cha. Abrazome y besome, dicien- do: "mi vida, dime donde estan los 5 dineros, para que con ellos haga- mos una boda alegre." Yo le negue siempre: no sabia de dineros. Sa- come de la mano e hizo diese- mos una vuelta a la ermita, mi- 10 randome siempre a la cara, y, cuando llegamos donde yo los habia escondido, se me fueron los ojos hacia alla. Llamo a su madre, diciendole buscase debajo u- 15 na piedra que yo habia pues- to. Topo con ellos, y yo con mi muerte. Disimulo, diciendo: "veis aqui con que nos daremos buena vida." Hizome mil caricias y, al pun- 20 to, porque se hacia tarde, se fueron a la ciudad, quedando que, a la ma- nana, yo iria a su casa, donde haria- mos la mas alegre boda que jamas se vio. "!Plegue a Dios que oregano [pag. 163] sea!" (decia yo entre mi mismo). Que- de toda aquella noche puesto en- tre la esperanza y el temor que a- quellas mujeres no me engana- 5 sen, aunque me parecia era impo- sible hubiese engano en una tan buena cara. Esperaba gozar de a- quella polluela, y asi la noche me parecio un ano. No era aun bien 10 amanecido, cuando, cerrando mi ermita me fui a casarme (como quien no dice nada): no me acor- daba que lo era. Llegue a hora que se levantaban. Recibieronme con 15 tan grande alegria, que me tuve por dichoso y, pospuesto todo te- mor, comence a hacer y deshacer en casa, como en propia. Comi- mos tan bien y con tanto gusto, 20 que me parecia estaba en un pa- raiso. Habian convidado a comer a seis o siete de sus amigas. Des- --------------------- 162,6: negue]nege. Page 86 pues de comer danzamos, y a mi (a- unque no lo sabia hacer) me for- [pag. 164] zaron a ello. !Era, de verme bailar con mis habitos de ermitano, co- sa de risa! Venida la tarde, despues de bien cenar y mejor beber, me 5 entraron en un aposento no mal aderezado, donde habia una bue- na cama. Mandaronme acostar en ella. Entretanto que mi esposa se desnudaba, descalzome una 10 criada, y dijo me quitase la ca- misa, porque para las ceremo- nias que se habian de hacer, era menester estar en cueros. Obede- ci luego. Entraron por el aposen- 15 to todas las mujeres y mi espo- sa detras en camisa: una le tra- ia la cola. La primera cosa que hi- cieron fue hacerme le besase el ojo trasero, diciendo era la primera 20 ceremonia. Tras esto me asie- ron cuatro, dos de los pies y dos de los brazos y, con grande dili- gencia, me echaron cuatro lazos corredizos, atando las cuerdas [pag. 165] a los cuatro pilares de la cama. Quede como un San Andres aspa- do: comenzaron todas a reir de ver el dominguillo, sobre el 5 cual me echaron un jarro de a- gua fria. Di un grito; ellas me dijeron callase y, si no, pensase para que habia nacido. Toma- ron una gran bacia de agua ca- 10 liente en que me metieron la cabeza; abrasabame y, lo peor, que si queria gritar me da- ban tantos azotes que tome por partido dejarlas hacer. Pelaron- 15 me las barbas, cejas, cabellos y pestanas. "Paciencia," decian e- llas, "que las ceremonias se aca- baran presto y gozara de lo que tanto desea." Rogueles me de- 20 jasen, que el apetito se me ha- bia pasado. Pelaronme la horca- jadura, y una de ellas, la mas a- trevida, saco un cuchillo diciendo a las otras: "tenedlo bien que yo [pag. 166] le sacare las turmas para que otra vez no le venga la tentacion de Page 87 casarse. ?Creia el domine ermi- tano que todo lo que le habia- 5 mos dicho era el Evangelio? No era ni aun la Epistola. ?De mujeres se fiaba? Ahora vera el pago que lle- va." Como vi mis supinos en peli- gro, hice tanto que quebre una 10 cuerda y un pilar de la cama. E- che mano a mis cascabeles y los empune de suerte que, aunque me cortaban los dedos, no pudieron llegar a ellos. Porque no rompie- 15 se toda la cama me desataron. En- volviendome en una sabana, me sabanearon hasta dejarme por muerto. "Estas, senor," decian ellas, "son las ceremonias con que co- 20 mienza nuestro casamiento; ma- nana, si quiere volver, acabaremos lo demas." Tomaronme entre cua- tro y llevaron lejos de su casa, poniendome en medio una calle [pag. 167] donde el dia me hallo, y los mu- chachos me comenzaron a correr y hacer tanto mal que, por huir de su furia, me entre en una iglesia 5 junto al altar mayor, donde canta- ban una misa. Como los clerigos vieron aquella figura que, sin du- da, parecia al diablo que pintan a los pies de San Miguel, dieron a 10 huir, y yo tras ellos por huir de la injuria de los muchachos. La gente de la iglesia gritaba. Unos decian: "guarda el diablo." Otros: "guarda el loco." Yo tambien grita- 15 ba que ni era diablo ni loco, sino un pobre hombre que mis peca- dos me habian puesto asi. Con esto se sosegaron todos: los clerigos tornaron a acabar su misa, y el sa- 20 cristan me dio un bancal de una se- pultura con que cubrirme. Puseme en un rincon, considerando los re- veses de fortuna, y que por donde- quiera hay tres leguas de mal cami- [pag. 168] no. Y asi determine quedarme en aquella iglesia, para acabar alli mi vida, que, segun los males pa- --------------------- 166,19: son las]lon las; 166,19-20: comienza]comienca. Page 88 sados, no podia ser muy larga, y 5 para excusar el trabajo a los cleri- gos que no me fuesen a buscar a otra parte despues de muerto. Esta es, amigo lector, en suma, la segunda parte de la vida de Laza- 10 rillo, sin anadir ni quitar de lo que de ella oi contar a mi bisabuela. Si te diere gusto aguarda la tercera, que te lo dara no menor. FIN DE LA SEGUNDA PARTE Page 89 INDICE Introduccion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00 Indice de abreviaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Primer Lazarillo anonimo (1LAZ) . . . . . . . . . . . . 22 _________ Addenda: Anadidos en la edicion de Alcala . . . . . . . . . 55 Segundo Lazarillo anonimo (2LAZ) . . . . . . . . . . . . 33 _________ Tercer Lazarillo de Juan de Luna (3LAZ) . . . . . . . . 44 _________